Contextos
Los contextos iconográficos donde encontramos representaciones de la concha son múltiples. Presentamos aquí algunos ejemplos que nos permiten tener una visión más amplia de las representaciones simbólicas que tuvo este elemento dentro de la sociedad maya, y su gran vinculación con la religión.
Hemos encontrado que en los prefijos de Emblema aparece frecuentemente un elemento
precioso, de acuerdo con Thompson (1950), a manera de un pectoral de concha o una placa de turquesa, perteneciente a los grupos acuático y del inframundo. Seler (1960) creyó que se trataba de una corriente sanguínea y Barthel (1968) miraba un líquido hermoso que pudo representar sangre; lo que indicaría una relación genealógica, “sangre de origen” o parentesco, es decir, que señalaba al sucesor legítimo de un linaje o un cargo (Barthel, 1968 167-168; De la Garza, 1975: 48; Marcus, 1992: 183) (Figura 1).
Figura 1. Prefijos emblema del grupo acuático de acuerdo con Thompson (1950).
Un ejemplo de lo anterior lo encontramos en la página 49 del Códice de Dresde, donde se aprecia “una mujer joven, color de arcilla y desnuda hasta el torso, está sentada en un trono celestial, con un cojín en la espalda. Su tocado es un dios de nariz larga. Un signo de luna se extiende hacia atrás a partir de su axila corno si surgiera de él, y sostiene una concha a manera de copa, símbolo de nacimiento en su cargo” (Thompson, 1988: 167) (Figura 2).
Figura 2. Figura femenina con signo lunar bajo el brazo. Códice Dresde, 1983:49(28).
Al parecer, la vinculación de la concha con los linajes se debe al hecho de que éstas eran utilizadas como joyas preciosas por los señores de la nobleza maya. Cierto o no, el hecho es que la concha era apreciada por los nobles como ornamento en sus atuendos, mismos que en las representaciones pictóricas y escultóricas indica una evidente e importante carga simbólica. Al respecto, De Landa (1986: 39) menciona que los señores se aderezaban con ciertas conchas coloradas, que probablemente fueran ejemplares de la especie
Spondylus, usados a manera de collares, pulseras, cinturones, orejeras y narigueras, en los tocados y como aplique de los vestidos (Schele y Miller, 1992: 66-71).
Un claro ejemplo de esto último nos lo proporciona el hallazgo, en Tula, Hidalgo, de una “coraza” ritual elaborada a base de placas de
Spondylus y caracoles del género
Oliva. Si bien este atuendo se encontró en un área alejada de la zona maya, es interesante el parecido que tiene esta prenda con algunas de las representadas en dinteles del área maya (Malbrán Porto, 2011); como el dintel 26 de Yaxchilán, donde se observa al gobernante
Escudo Jaguar ataviado para la guerra, cuya coraza puede estar formada por pequeñas placas de conchas cocidas a la tela de algodón (Figura 3). Asimismo, podemos distinguir con frecuencia representaciones de cinturones adornados con cuentas de caracoles
Oliva; como en el caso de las estelas 1 y 17 de Dos Pilas (Figura 4). Sin embargo, al parecer, en ciertos rituales —como en los de autosacrificio—, se usaba otro tipo de cinturones, de los cuales pendía una concha de
Spondylus. Schele y Miller (
Op. Cit: 71) mencionan que esta concha era un símbolo que generalmente utilizaban las mujeres, mientras que los hombres sólo lo tomaban en ciertas ceremonias.
Figura 3. Dintel 26 de Yaxchilan donde se observa al gobernante
Escudo Jaguar con un atavío similar a la coraza de Tula.
Otro aspecto importante, es el uso de las conchas en los ritos de pubertad. Al respecto, De Landa nos dice que a las niñas se les amarraba (bajo los riñones) una concha asida a un cordel delgado: “... esta concha les venía a dar encima de la parte honesta y (...) era entre ellos pecado y cosa muy fea quitarla de las muchachas antes del bautismo, el cual les daban siempre desde la edad de tres años hasta la de doce...” (
Op. Cit: 44).
También podemos observar una fuerte vinculación de la concha con el parto y el nacimiento, ya que es el símbolo de la diosa lunar,
Ixchel; deidad de la procreación, del matrimonio, la medicina, la tierra y el agua. Esta última asociación simbólica es, evidentemente, natural, y la relación con el nacimiento es significativa puesto que, al igual que los moluscos emergen de sus conchas, los niños debían surgir del vientre materno (Coe,
Op. Cit: 152; Thompson, 1950: 133).
Sobre este punto, consideramos que es muy probable que a la diosa
Ixchel se le reservaran, de manera muy particular, caracoles de la especie
Pleuroploca gigantea, uno de los moluscos marinos más largos; cuyo nombre en maya es
Chac Pel —
Chac significa rojo y
Pel tiene una relación directa con los genitales femeninos, la vagina (Andrews VI, 1969: 48)—. Éste es, sin duda, un ejemplo más que claro de la unión simbólica que existe entre las conchas y el parto.
Figura 4. Personajes con cinturones de conchas olivas. Estelas 1 y 17 de Dos Pilas.
Tomado de Schelle y Miller, 1992:77.
Otro aspecto fundamental ligado a la concha, es el sacrificio rendido a los dioses. En la religión maya, como en el resto de las religiones mesoamericanas, el sacrificio era una parte importante del culto, y podía ir desde el autosacrificio, pasando por sencillas ofrendas de alimentos u objetos valiosos, hasta el sacrificio humano, el cual se popularizó durante el Postclásico (Morley, 1992: 207).
Los gobernantes, quienes eran considerados descendientes directos de los dioses, debían fungir como mediadores entre éstos y los hombres para propiciar favores; buenas cosechas y mantener el equilibrio en el mundo. Para ello, a lo largo de su vida, en cada evento político y religioso de importancia, así como al término de los períodos de tiempo —nacimientos, matrimonios y muertes—, se debían realizar autosacrificios para ofrendar sangre (Schele y Miller,
Op. Cit: 175-176). Pero es, nuevamente, De Landa quien nos ofrece una descripción más amplia de estos autosacrificios:
“Hacían sacrificios con su propia sangre, cortándose unas veces las orejas a la redonda, por pedazos, y así las dejaban por señal. Otras veces se agujereaban las mejillas, otras el labio de abajo; otras se sajaban partes de sus cuerpos; otras se agujereaban las lenguas, al soslayo, por los lados, y pasaban por los agujeros unas pajas con grandísimo dolor; otras se arpaban lo superfluo del miembro vergonzoso, dejándolo como las orejas, (...) Otras veces hacían un sucio y penoso sacrificio, juntándose en el templo los que lo hacían y puestos en regla se hacían sendos agujeros en los miembros viriles, al soslayo, por el lado y hechos pasaban toda la mayor cantidad de hilo que podían, quedando así todos ensartados; también untaban con la sangre de todos aquellas partes al demonio (...) Las mujeres no usaban de estos derramamientos aunque eran harto santeras; más siempre le embadurnaban el rostro al demonio con la sangre de las aves del cielo y animales de la tierra o pescados del agua y cosas que haber podían” ( Op. Cit.: 49-50).
El Obispo de Yucatán indica que los autosacrificios eran propios del sexo masculino, pero existe gran cantidad de representaciones en las que podemos ver a mujeres autosacrificándose, como en la página 95 del Códice Madrid (1926), o en el dintel 24 de Yaxchilan; ahí observamos una escena de autosacrificio en donde la noble dama
Xoc, consorte del rey
Escudo Jaguar, está pasando a través de su lengua una cuerda o hilo (de ellas nos habla Landa).
Es justo ahí, precisamente, en donde encontramos a la concha: en los autosacrificios. En muchos casos, la sangre se recogía en recipientes de este material; como se puede ver en la página 95 del Códice Tro-cortesiano o Madrid (1992) (Figura 5).
Figura 5. Personajes realizando un ritual de autosacrificio en el que se punzan las orejas y recogen los chorros de sangre en conchas. Página 95, Códice Tro-cortesiano o Madrid.
Es interesante mencionar que la concha, siendo un símbolo del inframundo, esté relacionada con el autosacrificio y como recipiente captador de sangre. Ello se explica a partir de que los mayas consideraban a la sangre como el elemento precioso y sacro más importante en el mundo habitado por los hombres, y por lo mismo, tuvo una relación directa con el agua, elemento propio del inframundo. En el
Popol Vuh se menciona que los dioses creadores trataron varias veces de hacer una criatura que los reverenciase, pero no tuvieron éxito. Por fin, utilizaron el maíz para formar la carne, y con agua hicieron la sangre de la criatura humana; que sí podía alabarlos y dedicarles ofrendas (Schele y Miller, Op.Cit.: 176).
“He aquí, pues, el principio de cuando se dispuso hacer al hombre, y cuando se buscó lo que debía entrar en la carne del hombre. Y dijeron los Progenitores, los Creadores y Formadores, que se llaman Tepeu y Gucumatz: “Ha llegado el tiempo del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de sustentar y nutrir (...) que aparezca el hombre, la humanidad sobre la superficie de la tierra”. Así dijeron (...) Se juntaron, llegaron y celebraron concejo en la oscuridad y en la noche; luego buscaron y discutieron, y aquí reflexionaron y pensaron. De esta manera salieron a luz claramente sus decisiones y encontraron y descubrieron lo que debía entrar en la carne del hombre (…) A continuación entraron en pláticas acerca de la creación y la formación de nuestra primera madre y padre. De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. De agua su sangre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres...” (Popol Vuh, 2003: 99-100).
Con todo ello, es posible ver que las conchas eran un elemento recurrente en los rituales de autosacrificio; tanto como recipiente captador de sangre o en los cinturones en los que se ve una combinación de la cabeza del pez
Xoc y una concha gigante de
Spondylus (Schele y Miller,
Op. Cit.: 71).
Por otra parte, la concha también aparece relacionada con la guerra, puesto que el glifo utilizado para indicar una acción guerrera entre ciudades es llamado “concha estrella” (Thompson, 1950; Schele y Miller,
Op. Cit.). Un ejemplo de éste lo encontramos en la estela 16 de Dos Pilas, en la que se lee una inscripción sobre la batalla sostenida por esta ciudad contra la de Seibal, cuyo rey fue hecho prisionero. En dicha estela aparece el glifo concha estrella, que indica campaña militar o guerra (Schele y Miller,
Op. Cit.: 215).
Uno de los fines primordiales de las campañas militares era la obtención de prisioneros, que se destinaban como víctimas de sacrificio y en el cual, como ya vimos, la concha es recurrente. Acerca de lo anterior, podemos mencionar un panel de piedra tallada, procedente del valle del Usumacinta, en el que se aprecia una escena donde aparece un Señor al que uno de sus guerreros le está presentando tres cautivos; este personaje sostiene en la mano derecha una concha, probablemente de
Spondylus (
Ibid.: 226) (Figura 6).
También, otro de los contextos rituales donde más encontramos a la concha, es en el caso de los escondrijos o
cachés; pequeñas ofrendas donde los mayas colocaban collares, cuentas, trompetas, etc., que fueron depositados para los dioses y, consecuentemente, para solicitar o agradecer favores.
Por otra parte, nos parece interesante mencionar el hecho de que
Kan era la palabra yucateca utilizada para designar el color amarillo, pero tiene varios homónimos, como precioso, necesario o muy estimado. De esta forma,
Kan también era usada para designar a las cuentas de concha utilizadas como moneda. Es posible, en vista de que el género
Spondylus era muy apreciado entre los mayas, y que las cuentas se elaboraban con este material, que de ahí recibieran dicho nombre, además de que, como ya vimos, las conchas eran consideradas preciosas por su origen marino (Thompson,
Op. Cit: 275).
Al parecer, la concha también podía significar
culminación o
final, y por lo mismo se utilizaba como numeral cero. Cuando se la usa de esta forma, da la impresión de no tener relación alguna con el inframundo, aunque bien puede estar representando la idea de muerte: en el final; la ausencia total (
Ibid.:186).
La concha en el panteón maya
Figura 6. Panel tallado donde se observa que el personaje de la derecha sostiene una concha. Museo de Arte Kibell. Tomado de Schele y Miller 1992:234.
Dentro del simbolismo maya, la concha representa la tierra, el agua, la muerte, el inframundo y la oscuridad; por lo mismo, es un atributo de las deidades que habitan este plano del universo. Es posible que de esta asociación se derive del hecho de que: es sobre el agua que flota el cocodrilo terrestre, cuya espalda es la superficie del mundo (Thompson,
Op. Cit.: 49-173-278).
De igual manera, como atributo de los dioses, encontramos representada a la concha en sus tocados o vestuario. A continuación, presentamos una relación de las deidades con que aparece vinculada:
El Dios Solar
En la iconografía maya el Dios Solar aparece representado con nariz roma, con un ornamento en forma de espiral, lengua serpentina, dientes incisivos centrales, colmillos que le sobresalen de la boca y, en ocasiones, lleva barba felina. Cuando se manifiesta de manera zoomorfa "su boca se convierte en un hocico y presenta una voluta, de las orejas le cuelgan pendientes de concha, material del inframundo, y los colmillos le salen de detrás de las orejas" (Montoliú, 1981: 30-31).
En los casos en que al glifo del Dios Solar se le suman conchas como prefijo, esta deidad se convierte a su forma nocturna, como Señor de la noche. De esta manera, el glifo consiste en la cabeza del Dios Solar o el símbolo cuatripartita,
Kin, rodeado por tres conchas o motivos vegetales que simbolizan la tierra (Thompson,
Op. Cit.: 49, 173). Así, esta deidad puede estar relacionada tanto con un aspecto benevolente, cuando se liga con el calor, la lluvia, la vegetación, la abundancia del maíz y la apicultura; o con un aspecto maléfico, en los casos del calor destructivo, lluvias nefastas, enfermedades y catástrofes (
Ibid. 32).
Es muy probable que esta relación de la deidad solar con las conchas, propias de los dioses del inframundo, surja de la creencia que tenían los antiguos mayas; que durante la noche el sol viajaba por el inframundo, desde el oeste hasta el este, para volver a su punto de nacimiento por la mañana.
Dios GI
Es uno de los dioses de la Tríada de Palenque, de los cuales se consideraban descendientes directos los reyes de esta ciudad. Éste, es el más viejo de los tres dioses y tiene el mismo nombre que su padre. Uno de los glifos del nombre puede leerse
Hun Ahpú, lo que lo relaciona con uno de los héroes mitológicos del
Popol Vuh (Schele,
Op. Cit.: 48). Se lo encuentra asociado con el planeta Venus, aunque también se lo identifica con el sol. Se trata de una deidad de la danza, la decapitación y tiene una fuerte vinculación con el mar. Se la representa con bigotes de pez gato y en ocasiones lleva en sus mejillas aletas de pez, sus cejas son onduladas, tiene ojos cuadrados, nariz roma y su diente frontal generalmente es reemplazado por un diente de tiburón (lo que quizá pudiera estar relacionado con los hallazgos mayas de fósiles de tiburón o la pesca de este animal). Usa orejeras de concha y un tocado con el símbolo del monstruo cuatripartito (Schele,
Op. Cit: 48: Coe, 1978: 34) (Figura 7).
Figura 7. Dios GI bailando. Dibujo a partir de una foto de Justin Kerr Shele y Miller 1992:299.
Chac Xib Chac
Porta orejeras de concha, una diadema de concha y su cabello va recogido. Sus brazos y piernas están marcados con motivos acuáticos y generalmente sostiene un hacha. Al parecer, se trata de una advocación de GI, por lo que en sus atributos es muy similar, excepto que se lo representa, usualmente, zoomorfo. Y al igual que a GI, se le asocia con la danza y el sacrificio (Schele,
Op. Cit.: 49).
Dios GIII
Otro de los dioses de la Tríada de Palenque; tiene una fuerte relación con el Dios Solar y, de hecho, posee los mismos atributos, por lo que tal vez se trata de una advocación de éste.
Dios Jaguar del Inframundo
Se trata de una advocación de GIII (similar a GI); posee la misma nariz roma, cejas onduladas, ojos cuadrados, dientes incisivos en forma de "T" y, generalmente, lleva bigotes de pez gato.
Dios A
Se lo identifica con el dios de la muerte, que sin duda es el dios más importante del inframundo. A esta deidad se le atribuía el punto cardinal sur,
Yax, en cuyo glifo el elemento más importante es la sección de una concha y un pequeño
Ahau invertido (Thompson,
Op. Cit.: 251).
El Dios del Número Cero
Como se mencionó, el cero se representaba con una concha, misma que está ligada con el dios que rige este numeral. Se trata de una deidad del inframundo, relacionada con el sacrificio. Se lo representa de forma antropomorfa, aunque su mandíbula inferior es una mano humana (Schele,
Op. Cit.: 54).
Dios N
Es otra de las deidades del inframundo; un dios anciano que emerge, o porta una concha. También se lo representa de cuerpo completo, usando un pectoral elaborado con una sección de concha (Thompson,
Op. Cit: 133). Se lo personifica llevando un tocado de redecillas, tiene orejas de reptil y está relacionado con la cruz de
Kan (Schele,
Op. Cit.: 54).
En algunas vasijas en las que aparece se lo ve emergiendo de una concha. Desde fuera, aparece uno de los gemelos míticos del
Popol Vuh, quien parece tratar de jalarlo hacia el exterior de su concha, para sacrificarlo. Lo anterior lo podemos apreciar en una vasija del museo de la Universidad de Princeton y otra del museo de Durham (Figura 8).
Figura 8. Dios N saliendo de una concha.Dibujo a partir de una foto de Justin Kerr Shele y Miller 1992:299.
El Dios Mam
Es una deidad anciana, frecuentemente asociada a una concha, de la que emerge o que carga en su espalda, junto con el símbolo del año. Probablemente se trata de una advocación del dios N (Thompson,
Op. Cit.: 12,173).
La Diosa Lunar
Cónyuge del Dios Solar. Representa la parte femenina y luminosa de la tierra. Es la diosa del tejido, de las aguas terrestres fértiles; es una deidad de la procreación, el nacimiento y los pecados carnales (Montoliú, 1989: 56-57). Como diosa del parto se la vincula con las conchas, posiblemente debido a la relación que se da con el hecho de que los niños surgen del vientre materno y los moluscos de sus conchas.
Los Bacabes
Son dioses benéficos que se encargaban de enviar la lluvia que alimentaba las cosechas de maíz; regando la tierra con sus grandes calabazos (Montoliú,
Op. Cit: 57).
Landa nos habla de los cuatro Bacabes, identificados con los puntos cardinales. Eran los encargados de sostener las esquinas del cielo, cada uno identificado con un color diferente (
Op. Cit.: 62). En algunas representaciones, como en la página 41 del Códice de Dresde, se ilustran a los Bacabes asociados a una concha de caracol, debido, probablemente, a su vinculación con la lluvia y la agricultura.
Thompson ha supuesto que
Cib era el día dedicado a los Bacabes, ya que su forma simbólica se representa con una sección de concha de caracol, que recuerda a aquellas utilizadas por estas deidades (Thompson,
Op. Cit.: 85-86).