Orsai 15, septiembre de 2013 con Stephen Hawking en la portada.
La revista
Orsai, proyecto de Hernán Casciari, nació como un blog al que llamó así por
offside, fuera de juego. El éxito del blog llevó a Hernán a convertirse en columnista frecuente de periódicos como
El país, de España, y
La Nación, en su natal Argentina. Además, las entradas de su blog se convirtieron en libros editados por Random House Mondadori, Plaza y Janés, Grijalbo y Editorial Sudamericana.
En 2010 Hernán renuncia a todos sus compromisos editoriales para alejarse de los intermediarios que hacían con sus libros lo que querían, o cedían espacio de su columna a la publicidad; y nace
Orsai, una revista impresa con un modelo de distribución arriesgado: sólo se imprimirían los ejemplares solicitados y el precio se establecería según el nivel de vida de cada país. En España se vende por 16 euros, mientras en Cuba es gratis. La idea de Hernán Casciari y su cómplice Christian Basilis era hacer cuatro números de una revista con una gran calidad de impresión y sin publicidad en tiempos de Internet. Lo lograron y fueron por más, en 2012 la revista se publica bimestralmente y “adelgaza” para mejorar su distribución en todos los países donde llega por petición de los lectores.
Así, después de cuatro números, la despedida se prolongó por dos años más y quince, dieciséis números... El experimento atrajo a escritores como Juan Villoro, periodistas de toda Iberoamérica y a reconocidos ilustradores, entre ellos, Boligán, Tute, Liniers y Alberto Montt. Alrededor de la revista se formó una comunidad de autores-lectores-editores-distribuidores que opinaban, se quejaban y esperaban el siguiente número.
Al dejar de lado a los intermediarios e involucrar a los lectores en el proceso creativo y de distribución,
Orsai se convirtió en una arriesgada apuesta por la independencia en medio de una supuesta crisis en la industria editorial que Casciari consideraba más bien moral. Este modelo editorial aprovechó las redes digitales para entregar productos análogos que podían o no tener versión para
iPad o PDF, a la par que crea comunidad entre aquellos que leen la versión impresa o consultan la versión digital. Hernán Casciari afirmaba entonces que
Orsai apuntaba a ser “la última revista del siglo diecinueve, hecha en el siglo veintiuno.”
Orsai se convirtió en tendencia, algo de lo que la gente hablaba, desde el principio se superaron las expectativas. La revista dio visibilidad a sus lectores y les devolvió una experiencia que quizá extrañaban: tener un objeto de calidad en sus manos, olerlo y tomarse el tiempo para leerlo de principio a fin, para luego correr a contárselo a todos en Twitter, Facebook o en sus blogs.
La comunidad Orsai se concretó en otros proyectos como una
editorial, en la que los lectores deciden qué se publica y que ha editado hasta el momento, entre otros títulos:
Cuadernos secretos de Horacio Altuna,
Libreta de viaje de Alberto Montt y
El amor es un perro verde de Juan Matias Loiseau, Tute. Pero Hernán Casciari ha anunciado que, ahora sí,
Orsai se despide, y que el número de septiembre con Stephen Hawking en la portada es el penúltimo. Se van porque el año anterior no alcanzaron la rentabilidad esperada y para intentar otros proyectos igual de imposibles.
La revista
Orsai deja una comunidad que participa activamente en la creación de un modelo distinto de edición de contenidos y experiencias, algo digno de ser imitado. En el siglo XIX, Manuel Gutiérrez Nájera presentaba la
Revista Azul y contaba que en ella había poesía y corría “la prosa, a modo de ancho río, llevando cisnes y barcas de enamorados, que sólo para alejarse de la orilla se acordaron un breve instante de los remos.”
Orsai se aleja, pero no del todo: al dejar de preocuparse por la plataforma creó una comunidad de enamorados de esta nueva forma de ser editores de su propia revista