Introducción
Desarrollo sustentable es el desarrollo que satisface las
necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las
generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades.
(Comisión Brundtland, 1987)
No hay duda, el camino que hemos seguido como especie -y particularmente el que hemos seguido en los últimos doscientos años- es insustentable porque no satisface las necesidades del presente y compromete la habilidad de las futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades. La evidencia de lo primero es múltiple, dolorosa y está muy bien documentada. Una limitada lista de necesidades insatisfechas incluye la evidencia de que por arriba de cierto ingreso la obtención de mayor riqueza deja de contribuir a la felicidad [Kahneman y Deaton, 2010]. La distribución del ingreso es muy inequitativa -en el mejor de los casos se estima en 1400 millones el número de seres humanos que viven con menos de 1.25 dólares al día [The World Bank, 2013]-, así como lo es el acceso a la alimentación [FAO, 2013], la educación [Barro y Lee, 2010], la justicia [Solt, 2009], etcétera. La evidencia de que estamos comprometiendo la habilidad de nuestra especie para satisfacer sus necesidades en el futuro tiene también una larga lista que se ha resumido eficazmente, por ejemplo, en la idea de las nueve fronteras planetarias [Rockström
et al., 2009] que incluyen el cambio climático, la acidificación del océano, el consumo de agua dulce y la pérdida de la biodiversidad, entre otros.
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Esta ciencia de la sustentabilidad, como se ha dado en llamar, es necesariamente interdisciplinaria, y requiere la participación de todas las disciplinas actuales de la ciencia... |
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La discusión de los efectos que pueda tener el camino que seguimos es tan antigua como la Historia, particularmente en lo que atañe a la satisfacción de las necesidades del presente -la equidad intrageneracional. La atención a la conservación de las posibilidades de generaciones futuras de satisfacer sus necesidades -la equidad intergeneracional- es más reciente y dirige inevitablemente a los textos de Malthus [Malthus, 1798] y Carson [Carson, 1962]. En los últimos años, motivados principalmente por el reconocimiento de los efectos del calentamiento global -los diez años de mayores temperaturas de la historia moderna han ocurrido
de 1998 a la fecha-, la asignación de sus causas a la generación de gases de efecto invernadero (GEIs) -el crecimiento continuo de la concentración de CO
2 en la atmósfera se ha medido con precisión desde 1956 y alcanzó momentáneamente, por primera vez en milenios, 400 ppm en 2013 [Mauna Loa Observatory, 2013]-, la evidencia de que la principal contribución a la generación de GEIs es antropogénica -la combustión de combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo) genera el 88% de la energía que emplea la humanidad- y la discusión criminalmente eficaz -por el tiempo que le ha hecho perder a la humanidad atender estos problemas- por parte de quienes niegan esta evidencia incontrastable
1, el tema de la sustentabilidad se ha vuelto un tema central en la investigación científica de ambientalistas, ecólogos, geocientíficos y algunos otros investigadores. Esta discusión ha alcanzado muchos intentos de difusión masiva al público en general, a través de libros, revistas, conferencias y cursos. A pesar de esto, el tema de la sustentabilidad no ha alcanzado todavía un solo efecto real que modifique globalmente el camino que seguimos los humanos, aunque hay que reconocer algunos logros locales.
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Pero de manera todavía más interesante, en los últimos diez o veinte años, se ha vuelto la atención al tema de la sustentabilidad holística -por llamarla de alguna manera- que atiende no sólo los problemas generados por la actividad humana en el ambiente, sino también las carencias de esta actividad en la satisfacción de las necesidades de la propia humanidad en su conjunto; y estudia estos problemas y sus consecuencias tanto para la época actual -intrageneracionalmente- como para el futuro de las generaciones por venir -intergeneracionalmente-. Esta
ciencia de la sustentabilidad, como se ha dado en llamar, es necesariamente interdisciplinaria, y requiere la participación de todas las disciplinas actuales de la ciencia y la generación de nuevas disciplinas que integren el conocimiento actual y contribuyan a generar el conocimiento nuevo que permita atender nuestra situación de maneras necesariamente distintas a las conocidas, toda vez que las herramientas del presente son las que hemos utilizado para meternos en este embrollo actual.
En la sección 2 presento una pequeña digresión sobre el peligro de que los esfuerzos mencionados sean incorporados a los paradigmas existentes y neutralizados de esa manera; la presentación incluye ejemplos de cómo las compañías más insustentables se arropan en el término de sustentabilidad y crean de esa manera la
sustentablablablá, y una divertida caricatura que ilustra el problema. La reciente combinación de las fronteras planetarias, los límites ambientales que el desarrollo humano ha alcanzado y cuya superación pone en peligro la seguridad de nuestra especie, y el cimiento social requerido para garantizar el acceso de todo ser humano a la oportunidad de una vida digna y justa es presentado en la sección 3. Finalmente, a manera de conclusión, presento en la sección 4 un argumento enfático a favor de la aplicación general de las ciencias de la sustentabilidad.
Foto: María Virginia Costa
1 Es llamativo el esfuerzo de muchos autores por responder, racionalmente, a las sandeces irracionales que emplean quienes niegan la evidencia del cambio climático antropogénico. Por ejemplo, en su extraordinario libro Naturaleza en bancarrota: La desatención a las fronteras planetarias, Wijkman y Rockström [Wijkman y Rockström, 2012] dedican 20% de su trabajo a demostrar la irracionalidad de los “contreras”.
2 Se pueden mencionar los avances europeos en el empleo de energía sustentable, pero la realidad insiste en mantener mi pesimismo. Mi plan favorito, a pesar de su reciente batalla perdida, es el que propone el presidente de Ecuador al pedirle al mundo que financie con 3600 millones de dólares el desarrollo de su país a cambio de no extraer el petróleo del Parque Nacional Yasuní -en Amazonas. Luego de seis años, y de solo conseguir 13 millones de dólares, Correa anunció que su gobierno va a empezar a perforar. La reacción del mundo -y de quienes pueden juntar 3587 millones- nos dirá qué tan cerca estamos de tomar en serio la urgencia de sustentabilidad.
Sustentablablablá
Así se puede traducir la propuesta de Robert Engelman, director del Worldwatch Institute, en el primer capítulo de
State of the World 2013: Is Sustainability Still Possible?, libro colectivo recientemente publicado por esa institución [The Worldwatch Institute, 2013].
Actualmente vivimos en una era de sustentablablablá, una profusión cacofónica de empleos de la palabra sustentable para indicar cualquier cosa, desde mejoras ambientales hasta “a la moda”
[…]
En la actualidad el término sustentable se inclina con mayor frecuencia a la conducta corporativa que se conoce como greenwashing3. Los medios están saturados de frases como diseño sustentable, autos sustentables, incluso ropa interior sustentable. Una aerolínea informa a los pasajeros que “el cartón empleado en este vuelo se ha tomado de una fuente sustentable”, mientras que otra informa que la nueva organización de sus vuelos basada en un “esfuerzo sustentable” ahorró suficiente aluminio en 2011 “para construir tres aviones nuevos”. Ninguno de estos comentarios ayuda a reflexionar sobre si es posible que la operación global de la aerolínea, o de la aviación comercial en sí misma, se pueda mantener a largo plazo en la escala actual. (p. 3)
La palabra
sustentablablablá se inventa para describir la apropiación del término sustentabilidad dentro de los paradigmas del estado actual de las cosas, y tiene el efecto de banalizar el término, restándole importancia y, sobre todo, urgencia. Como acostumbran, los caricaturistas describen la situación de mejor manera que cualquier texto, como se ve en la Figura 1.
Figura 1. El uso de la palabra sustentable no es sustentable. [Con permiso de
www.xkcd.com]
En cierto sentido, el abuso en el empleo del concepto de sustentabilidad favorece, desgraciadamente, su neutralización. Ese sector de la sociedad, que defiende el
status quo y opina que el modelo de desarrollo seguido hasta la fecha funciona sin necesidad de modificaciones, ha sido tradicionalmente muy eficaz en sus campañas de desprestigio de estas propuestas. Éstas han incluido desde los rústicos ataques a Rachel Carson alrededor de 1962 -el hecho de no estar casada a pesar de ser físicamente atractiva fue causa suficiente para decir que “probablemente era comunista”- hasta la caracterización de los ambientalistas como
tree huggers y de los proponentes de la imposibilidad del crecimiento económico permanente como
doomsayers. Y las campañas que, en un ánimo mucho más simpático y, quiero creer, por razones distintas incluyen la canción de Talking Heads (ver Recuadro) y la caricatura de la Figura 1.
Recuadro 1
Nothing but flowers
Once there were parking lots
Now it's a peaceful oasis
you got it, you got it
This was a Pizza Hut
Now it's all covered with daisies
you got it, you got it
I miss the honky tonks,
Dairy Queens, and 7-Elevens
you got it, you got it
Talking Heads (1988)
3 Quizá pueda emplearse greenwashing: lavado ecológico en comparación con brainwashing: lavado de cerebro. (N. del A.)
Fronteras planetarias y fronteras sociales
Es muy difícil predecir, sobre todo acerca del futuro, dijo Yogi Berra. Sin embargo, me animo a predecir que el trabajo lidereado por Johan Rockström, que definió las fronteras planetarias, va a convertirse en una referencia fundamental de todos los intentos de la sustentabilidad. El artículo original apareció en 2009 en la revista digital
Ecology and Society [Rockström
et al., 2009a]-que tiene un relativo pobre factor de impacto de 3.310- y ha sido citado en 89 ocasiones. La versión menos técnica que apareció el mismo año en
Nature [Rockström
et al., 2009b], que tiene otro tipo de factor de impacto, 38.597-, ha sido citada 583 veces.
4 En mi opinión, lo más importante de la contribución de este equipo es el proporcionar una forma sencilla de describir el problema ante el que se enfrenta la humanidad debido a su forma de desarrollo actual desde el punto de vista
biofisicoquímico. Como se recordará, la idea de las fronteras planetarias es la interpretación que define nueve procesos biofisicoquímicos cruciales para el desarrollo estable de la Tierra. Los procesos reconocidos originalmente en ese trabajo son: cambio climático, destrucción de la capa de ozono, acumulación de aerosol atmosférico, acidificación del océano, consumo de agua dulce, contaminación química, uso agrícola del suelo, pérdida de la biodiversidad y los ciclos de nitrógeno y de fósforo. Estos nueve procesos -nótese que el de los ciclos de nitrógeno y fósforo cuenta como uno solo- ocurren gradualmente de tal manera que se puede medir su estado en la actualidad en relación con el nivel que, consideran, define la frontera del espacio operativo seguro para la humanidad. Un éxito adicional de los autores es haber pensado en una representación gráfica que permite interpretar eficazmente su propuesta (Figura 2). Hemos rebasado abundantemente el espacio operativo seguro de la humanidad en tres procesos: cambio climático, pérdida de biodiversidad y ciclo de nitrógeno; y estamos cerca de rebasarlo en casi dos más: ciclo de fósforo y acidificación del océano. La interpretación resultante es clara y contundente: de seguir actuando de la forma en que lo hemos hecho en los últimos doscientos años nos situaremos fuera de la zona operativa segura para la especie.
Figura 2. Las fronteras planetarias que definen el espacio operativo seguro de la humanidad. Las áreas rojas no deben rebasar el círculo verde; aunque ya lo rebasaron en tres de los casos considerados y están cerca de hacerlo en dos más. Nótese que dos de los procesos no fueron calificados porque nos faltan datos suficientes.
Pero lo que confirmará la fama y pertinencia de la propuesta original de Rockström, es la adición reciente de Raworth [Raworth, 2012], que permite presentar la idea general de sustentabilidad de un solo vistazo. Raworth sugiere que la propuesta original de Rockström constituye el “techo ambiental” del espacio de seguridad, al que se debe añadir el “cimiento social”, es decir, el conjunto de recursos a los que todo ser humano debe acceder para tener la oportunidad de una vida digna y justa. Once prioridades sociales se proponen para definir el cimiento social de la humanidad:
- seguridad alimentaria
- ingreso económico
- agua e instalaciones sanitarias
- atención a la salud
- educación
- acceso a energía suficiente
- equidad de género
- equidad social
- libertad de expresión
- acceso al trabajo
- seguridad
Figura 3. Los “cimientos sociales” que definen el espacio operativo seguro de la humanidad. Las áreas naranjas deben alcanzar el círculo verde para asegurar los mínimos de justicia y dignidad para todos los seres humanos. Nótese que tres de los procesos no fueron calificados porque, en opinión de la autora, no existen aún datos suficientes.
A diferencia del caso de Rockström, en el que nos preocupamos por no rebasar el techo de las fronteras planetarias, ahora la pregunta es ¿qué tan cerca estamos de alcanzar ese piso, mínimo necesario para la equidad y la justicia? Previsiblemente, la respuesta es que actualmente estamos lejos de garantizar la existencia de ese espacio de seguridad para grandes números de seres humanos. La figura 3 muestra la estimación de Raworth. Como puede verse, no alcanzamos a garantizar el piso social para la humanidad en ninguna de las once categorías definidas inicialmente y, aún más grave, en algunas categorías -agua e instalaciones sanitarias, equidad de género, acceso a energía suficiente- estamos muy lejos de ese piso.
Esta combinación de ideas proporciona una definición muy precisa de sustentabilidad como el arte de situarnos en el espacio operativo seguro, digno y justo para la humanidad. La “dona” resultante -así se le ha llamado- se presenta en la figura 4. ¿Podemos organizarnos para vivir dentro de la dona? Esa es la cuestión central de la sustentabilidad.
Figura 4. La dona del espacio operativo seguro, digno y justo para la humanidad. El trabajo de Raworth propone once cimientos sociales, el de Rockström, nueve fronteras planetarias. La sustentabilidad propone alcanzar el piso social sin rebasar el techo ambiental. En la actualidad, aunque no hemos garantizado el piso social para toda la humanidad, hemos rebasado el techo ambiental en el planeta.
4 Lo que lo sitúa como el número 22 de los artículos más citados de ese año hasta la fecha. Y eso que no menciona ni al grafeno ni al DNA. http://apps.webofknowledge.com
Pero ¿qué necesidad de sustentabilidad?
Existen dos tipos de personas, las que piensan sobre el futuro de la civilización y las que no. A las segundas no las vamos a volver a mencionar en este trabajo porque lo más probable es que ninguna de ellas lo lea nunca. Ahora, con respecto a quienes pertenecemos al primer grupo, se ha dicho que uno nace optimista o pesimista, que es muy raro aquél que cambia de bando, y mucho más raro aún quien lo hace racionalmente luego de ver la realidad. ¿Vivimos la mejor época de la humanidad? ¿Vamos mejorando o vamos empeorando? Se ha discutido abundantemente la primera pregunta -desde el clásico del pesimismo “[todo] tiempo pasado fue mejor”
5 frente al escalofriante optimismo de Hobbes, ya que la vida humana en el pasado fue “
solitary, poor, nasty, brutish, and short”
6 hasta el melancólico pesimismo de “la pobreza de ayer era menos pobre que la que ahora nos depara la industria. También las fortunas eran menores” de Borges
7 frente a los datos duros inevitablemente optimistas de Pinker [Pinker, 2011]. La idea que origina nuestra atención a la sustentabilidad está más relacionada con la segunda pregunta, ¿mejoramos o empeoramos? Y todavía más precisamente, ¿vamos a seguir mejorando o vamos a empezar a empeorar? Viendo al pasado, la opinión del hombre de la calle es pesimista, a la manera de Manrique y Borges, pero viendo al futuro no solamente nuestra opinión es optimista, sino que apostamos activamente por la defensa de ese optimismo. Así, la humanidad actúa en el presente como si el crecimiento económico permanente estuviera garantizado, como si la disponibilidad de energía barata estuviera asegurada y como si el cambio climático no existiera. Esa inclinación guía nuestras decisiones: así votamos, así compramos, así tiramos, así consumimos, así comemos.
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Las predicciones actuales del efecto que tendrá la actividad humana en el futuro cercano son aproximadas y están sujetas a la posibilidad de incertidumbre y error. |
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Pero una de las indudables ventajas de nuestro presente es la cantidad y la calidad de la información que tenemos a la mano. Nunca habíamos dedicado tanto esfuerzo a saber qué ocurre. Y si bien es cierto que estamos muy lejos de predecir el futuro con precisión, que nuestras incertidumbres son muy amplias, que no es imposible que lo cierto termine por estar del otro lado de lo predicho, nunca antes habíamos sabido tanto sobre lo que va a ocurrir. Puede que no sepamos mucho, pero es lo que más hemos sabido en la historia de la humanidad.
Las predicciones actuales del efecto que tendrá la actividad humana en el futuro cercano son aproximadas y están sujetas a la posibilidad de incertidumbre y error. Pero su negación -y la omisión ante tomar las acciones que atiendan estas predicciones- es más incierta y en ocasiones completamente falsa. Sabemos, por ejemplo, que si quemamos todo el combustible fósil que podemos extraer, la temperatura global promedio aumentará por encima de la que garantiza la estabilidad del funcionamiento de la sociedad actual.
¿No es este conocimiento razón suficiente para actuar? ¿No es responsabilidad de la academia liderear esta acción? En mi opinión, la respuesta es categóricamente afirmativa en ambos casos. ¿Qué destino elegirá la sociedad humana en su primera prueba global de supervivencia? Como ha mostrado Diamond [Diamond, 2012], distintos grupos humanos han elegido equivocadamente en numerosas circunstancias locales imposibilitando su permanencia. En nuestra ventaja actual, como ya se mencionó, nunca habíamos sido tan capaces de modificar nuestra conducta y no es imposible que nos reinventemos y podamos evitar los males que nos cercan [Diamandis & Kotler, 2012]. Como siempre, para nuestra sociedad moderna, nuestras mejores armas están en la racionalidad, la ciencia, la tecnología y la educación
5 Jorge Manrique, Coplas por la muerte de su padre (c. 1470)
6 Thomas Hobbes, Leviathan (1651)
7 Jorge Luis Borges, La señora mayor en El informe de Brodie (1970)
Bibliografía
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DIAMANDIS P. H. & Kotler H. Abundance: The Future Is Better Than You Think. Free Press. ISBN: 978-14-5161-421-3. 2012 (Puede verse una conferencia del autor en http://www.ted.com/talks/peter_diamandis_abundance_is_our_future.html
DIAMOND, Jared Colapso: Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen. Random House Mondadori. ISBN: 978-84-8346-227-0. 2012 (Puede verse una conferencia del autor en http://www.ted.com/talks/jared_diamond_on_why_societies_collapse.html
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RAWORTH, K. A safe and just space for humanity: can we live within the doughnut? [en línea] Oxfam Discussion
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