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Violencia escolar, responsabilidad compartida

Bullying: violencia en la escuela

Sergio Alejandro Martínez Vázquez
<em>bullying</em>: violencia en la escuela
  • Uno
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¿Qué es el bullying?

El bullying es una expresión de la violencia humana en la escuela. El concepto se instituyó para señalar un evento extraordinario, algo que se miraba como una anomalía peligrosa en las escuelas: “un estudiante es víctima de acoso escolar cuando está expuesto, de forma reiterada a lo largo del tiempo, a acciones negativas por parte de otro u otros estudiantes”1. Es decir, el concepto se creó buscando desvincularlo de la violencia humana y del mundo adulto que envuelve a esos niños que se pegan.

un estudiante es víctima de acoso escolar cuando está expuesto, de forma reiterada a lo largo del tiempo, a acciones negativas por parte de otro u otros estudiantes.
El bullying es parte de un problema viejo: la violencia en la historia de la humanidad. Fue destacado por las ciencias sociales a finales del siglo veinte como una conducta inadmisible, recurrente y creciente en las escuelas. Una vez reconocido, los ejemplos ahora se socializan y visibilizan como si antes no existieran, lo que ha escandalizado al universo, realzado su importancia. Se considera cada vez más como un asunto en las escuelas que debe preocupar a las sociedades del planeta.

Sin embargo, el bullying no refleja adecuadamente, en términos de violencia humana, lo que se vive en la escuela ni en los hogares de los niños de cualquier lugar. La violencia se origina en el mundo adulto y en los ambientes institucionales que a su vez crean el espacio de los niños.

El bullying, al hablar de cierto tipo de violencia entre niños, esconde persistentemente sus orígenes y los entornos que favorecen la violencia de los padres en los hogares, las discordias en la comunidad y las conductas escolares hostiles, agresivas o indiferentes de profesores y autoridades. Aislado, reducido en su definición y alcances, se banaliza el fenómeno de la violencia generalizada y tampoco posibilita su abordaje en tanto que bullying. Al no reconocer su origen y causas; al no hablar de la compleja violencia humana en sus diferentes formas, las soluciones que se encuentran son una suerte de placebos que lo convierten en un mal crónico. Simplificado, las soluciones que se presentan como lógicas suelen ser: eliminar la permisividad de los padres y adultos (la llamada falta de límites), vigilar los ambientes escolares, advertir al victimario de las consecuencias de sus actos y proteger a los niños que tienden a ser víctimas. Lo demás no le toca a la escuela, “nosotros nos dedicamos a enseñar”, suelen repetir profesores y autoridades. Es decir, las soluciones no eliminan los problemas de violencia, sino que aspiran a controlarlo. La lógica es: evitemos que ciertos niños agresivos se conviertan en golpeadores recurrentes y que otros caigan en la posición de víctimas, como si ese control eliminara la problemática.

<em>bullying</em>

Rastrear en la naturaleza humana

Mirada planetariamente, la naturaleza humana nos acerca a nuestro origen biológico, natural y cósmico2. Somos parte del reino animal, estamos incluidos en la biosfera y pertenecemos a un cosmos que opera desordenadamente. Catastróficamente crece, decrece, se auto organiza y se destruye. Es decir, nuestro origen y el entorno cósmico incluyen de manera relevante el caos, la destrucción. El orden y la organización son sólo una posibilidad. Como parte del orden biológico, compartimos la violencia como una de las estrategias de sobrevivencia de las especies animales. Conocemos y estamos familiarizados con las rivalidades y conflictos al interior de estas especies.

Como seres vivos de este planeta dependemos vitalmente de la biósfera terrestre; y debemos reconocer nuestra muy física y muy biológica identidad terrenal. Sin embargo, nuestro proceso de conformación como especie nos separa brutalmente. Sin negar nuestro ser biológico, el proceso de hominización desarrolló nuestro cerebro, nuestra postura, nuestras habilidades; pero hizo depender nuestra humanización de la cultura auto creada por la especie y con ella nos distanció del orden natural al que también pertenecemos.

El ser humano es, entonces, plenamente biofísico y plenamente psico-socio-cultural. La animalidad y la humanidad nos definen y nos hacen extraordinarios y contradictorios. Tenemos un cerebro potente, una condición juvenil prolongada que descansa en el ser mamífero:
Es un hipermamífero, dado que, marcado hasta la edad adulta por la simbiosis infantil con la madre, desarrolla como amor y ternura, cólera y odio, la afectividad de los mamíferos, conservando en forma de amistades adultas sus fraternidades juveniles ampliando las solidaridades y rivalidades, expandiendo las cualidades de memoria, inteligencia, afectividad, propias de esta clase, forzando hasta el extremo la aptitud de amar, gozar y sufrir3.
El cerebro procesa nuestros impulsos y afectos, codifica la información, lo juvenil potencia nuestra capacidad afectiva y creativa. Pero nuestra mente no sólo obedece a nuestro cerebro que decodifica información de todo tipo (datos, imágenes, deseos, impulsos), que provienen del mundo físico, biológico y también de la cultura. Es decir, responde a los saberes, tradiciones, mitos, deseos individuales y colectivos de la comunidad a la que pertenecemos. Somos seres plenamente arraigados a la naturaleza y desarraigados de ella. Cien por ciento biológicos, cien por ciento sociales, y solemos desconocer nuestra doble naturaleza. “Experimenta la autoridad del Superyó social, la impronta y la norma de la cultura; vive sin cesar la dialógica puesta de relieve por Freud entre el superyó, el ello pulsional y el yo”4.

1 El término acoso escolar surgió a mediados de los años 80 con la anterior definición, por Dan Olweus (1986, 1993). Ver capítulo 4 Acoso y violencia en la escuela. Ángela Serrano, Dan Olwes y otros. Ariel ediciones.

2 Edgar Morin, El Método 1, La naturaleza de la naturaleza. Cátedra

3 Edgar Morin, El método 5, La humanidad de la humanidad, página 33, Cátedra.

4 Edgar Morin, ibídem, página 59, Cátedra.

El rostro histórico de la violencia5 en la historia

La violencia de otras especies animales tiende a reducirse a estrategias de sobrevivencia en su espacio local. La violencia humana opera de manera diferente, ya que ha crecido conforme ha avanzado la civilización. La etapa de la humanidad de menos violencia se ubica en la prehistoria, cuando las sociedades “arcaicas” se expandieron por las tierras de todos los continentes. “Se volvieron extrañas unas con otras por la distancia, el lenguaje, los ritos, las creencias, las costumbres”6. Paradójicamente, los Estados-nación, supuestamente creados para controlar y reducir la violencia entre humanos, la han expandido y globalizado. Desde la edad del hierro, de la agricultura, los humanos aprovecharon sus capacidades crecientes para someter a otros pueblos e imponerles tributos, mitos y formas de ver el mundo. Surgen así los imperios que destruyen y someten a las sociedades bárbaras.
“La historia es el surgimiento, el crecimiento, la multiplicación y la lucha a muerte de los Estados entre ellos; es la conquista, la invasión, la servidumbre; son batallas, ruinas, golpes de estado y conspiraciones; es el despliegue del poder y de la fuerza, es la desmesura del poder; es el reino terrorífico de los grandes dioses sedientos de sangre; es la servidumbre de la masa y la masacre de la masa; es la edificación de palacios, templos, pirámides grandiosas; es el desarrollo de las técnicas y de las artes; es la aparición y desarrollo de la escritura; es el comercio de las mercaderías por mar y tierra; es también aquí y allá, un mensaje de piedad y compasión, aquí y allá un pensamiento que interroga el misterio del mundo”7
Surge así, poco a poco, la historia planetaria y la globalización.

En las sociedades globalizadas la violencia se sofisticó, se entronizaron la razón, la ciencia, el progreso y el mercado. Se ha uniformado el mundo con el endiosamiento del consumo. Por ello la empresa humana es exigida de competir, lo que la obliga a crecer aunque depreda y destruya la naturaleza y formas de producción tradicionales. El individuo aprende que la única forma de ser es progresar y para ello debe competir, superar al otro; tiene que demostrar que él es el mejor. Si lo logra, podrá consumir lo que se convertirá en su objetivo en la vida. Al hacerlo estará convencido de que accederá a la única vía posible para tener calidad de vida. La sociedad, a través de sus instituciones (la familia, la escuela, los gobiernos), pareciera estar más interesada en ayudar a resolver la batalla por destacar. Así que la violencia se justifica cuando tiene cara de progreso, y sólo preocupa cuando se desborda y pone en peligro el orden edificado. Por lo tanto, las rivalidades y la violencia siempre están presentes y afloran en cualquier momento.

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La cultura, un patrimonio y una traba

El hecho de que el humano sea plenamente biológico y plenamente social8, de que nos humanicemos mediante una infancia prolongada, nos hace presos de nuestra cultura, de nuestros mitos y saberes cercanos, de los cuales mamamos desde pequeños y se constituyen como una impronta fundadora. Así, aprendemos del mundo mucho más que otras especies, pero también nos hace crédulos de nuestros mitos y los usamos para diferenciarnos y destruir. Nos podemos pelear con otros de otra comunidad simplemente porque no los conocemos y tienen una cultura diferente. En ese sentido nuestra cultura no sólo es patrimonio sino que opera como obstáculo para que nos reconozcamos en el otro. Nuestra identidad planetaria sigue siendo una aspiración. Somos orgullosamente pueblerinos. Como buenos mamíferos reconocemos sólo a nuestra manada.

El humano se humaniza copiando al otro. Su deseo no es un impulso meramente instintivo, ya que está permeado por lo que tienen los otros. Se mimetiza y aprende usando al otro como modelo. Es decir, el impulso es animal, pero el objeto del deseo es cultural y para alcanzarlo construye una identidad social que enmascara su ser biológico. La historia humana muestra que esa manera de socializarnos genera tensiones que en momentos se pueden desbordar. La presencia de rivalidades y conflictos puede hacer surgir la violencia y el fenómeno del chivo expiatorio. La tensión se canaliza hacia uno de los miembros del grupo, “se le chiva” y después se le puede reivindicar glorificándolo9.

Supuestamente, para evitar que esta violencia social destruya a la humanidad, los humanos crean el Estado10 y con él se establecen bases para la justicia. La constatación histórica muestra que éste ha servido para la dominación y la justificación de cierta violencia, la del Estado.

5 Wikipedia, El término en español es un cultismo; se corresponde con el sustantivo latino violencia, que deriva del adjetivo violens, -entis, que significaba «impetuoso», «furioso». En última instancia, el origen latino de la palabra es el sustantivo vis («fuerza», «poder», «potencia»); Cf. myetymology.com, «Etymology of the Latin word violentia»

6 Edgar Morin, Anne Brigitte Kern, Tierra patria. Nueva Visión

7 Ibidem, página 10.

8 Edgar Morin, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, UNESCO 1999.

9 Los trabajos de René Girard, Veo a Satán caer como el relámpago. (2002) Anagrama, (2006) Los orígenes de la cultura, Madrid: Trotta, son ilustrativos del conflicto generado por un deseo construido socialmente.

10 Hobbes T. (1651) (2000) Leviatán o la materia: forma y poder de una república eclesiástica o civil. México. Fondo de Cultura Económica.

Otra fuente, nuestro vínculo materno

El primer humanizador es el vínculo con la madre y con la familia próxima. Si hay afecto, comunicación y empatía, el niño crecerá contento y aprenderá sin dificultad, aunque si hay exceso de atención, también se empobrece el ambiente del niño11. Sin embargo, esa clase de vínculo sólo es una posibilidad. En el otro extremo está el no vínculo, el vínculo agresivo, descuidado. La gama de posibilidades es inmensa. Contará mucho para el niño la calidad del vínculo con la madre, para que haya o no historias de violencia, pero también los que desarrolle con los otros miembros de la familia.

No todo se juega con la madre y en la infancia. Las heridas tempranas pueden ser cicatrizadas o agravadas por vínculos posteriores. Nada está definitivamente escrito. Una historia de vínculo débil o agresivo propiciará resentimientos y actitudes negativas que los aconteceres pueden modificar. Un hermano, un abuelo, un vecino, un maestro cariñoso, un novio (a), cualquier personaje cercano puede ayudar a cicatrizar heridas y a re direccionar la historia12. También, no hay que olvidarlo, esos otros vínculos son capaces de provocar nuevas heridas o de reabrir alguna que había cicatrizado y el rumbo de nuevo puede ser modificado.

¿Y la escuela?

La escuela surge con las sociedades históricas, aunque podemos imaginar sus orígenes en las sociedades arcaicas: cuando se separaba a los niños y a las niñas para aprender, los hombres con los hombres y las mujeres por aparte. Ellos, por su misión (la caza, la violencia), con instrucciones más rígidas y jerárquicas; ellas más relajadas. Ambos aprendieron de manera más sensorial, por la imitación, recibiendo una educación sentimental. Esa escuela se constituyó como tal en las ciudades, como institución uniformadora, bajo el dictado de emperadores y militares. Era autoritaria y elitista, destinada a los hijos de los sacerdotes y jefes militares. Posteriormente se generalizó abarcando a niños y jóvenes de pueblos bajo su influencia. Apareció la figura del educador, una suerte de padre mentor, junto con la presencia de otros compañeros, y con ellos se incrementaron las posibilidades tanto de violencia como de vínculos afectivos. La escuela como institución y a través del maestro y del compañero ha sido reforzadora o corregidora de las historias más tempranas. Dice Michael Foucault, denunciando el rol vigilante de la escuela y de otros espacios: “en todas partes nos encontramos jueces de la normalidad: el profesor-juez, el médico-juez, el trabajador social-juez”13.

El rol de la escuela ha estado vinculado a la trasmisión de saberes, ideologías, mitos y tradiciones. Tiene una función homogeneizadora y capacitadora. Puede o no propiciar una actitud crítica que permita al alumno ubicarse y elegir frente a las opciones que presenta la sociedad para aprender y para el ascenso social. Frecuentemente, prefiere gente capacitada para el orden social vigente, por tanto, sumisa.

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Interludio

El ser humano se ha transformado dentro del conflicto, sobre todo después de él. Como dice el dicho, después del niño ahogado, entiende y desarrolla creatividad. Sin embargo, pese a avances innegables en términos de crecimiento de la sensibilidad y desarrollo de instituciones sociales anti violencia, la incomprensión humana ha crecido y los conflictos se han vuelto ininteligibles. La obediencia ciega al grupo social. El comportamiento profundamente egocéntrico se ha instaurado y la convivencia palidece.

Podemos ver al ser humano en la conquista, pero también en una unidad de lo múltiple, en el amor y el afecto. Los viejos y los hombres (no siempre ellos a la cabeza) han sometido a los más jóvenes y a las mujeres. Además han aprendido a ayudarse, a quererse. Los pueblos pelean entre sí y se aprovechan de los vencidos, aunque al mismo tiempo cooperan. Los niños crecen dentro de ambientes cargados de agresiones y tensiones y en muchas ocasiones en medio de mimos y alegría.

La humanidad sabe cómo suplir la violencia con conductas amorosas, incluyentes e igualitarias; pero también, cómo sustituir las conductas francamente ofensivas con otras que sólo en la apariencia son más cordiales y comprensivas del otro.
La humanidad sabe cómo suplir la violencia con conductas amorosas, incluyentes e igualitarias; pero también, cómo sustituir las conductas francamente ofensivas con otras que sólo en la apariencia son más cordiales y comprensivas del otro14. El humano es más violento cuando no se da cuenta de que lo es, o cuando oculta sus propósitos intencionadamente, ejerciendo la violencia moral. Asimismo es más violento en ciertos ambientes que en otros. Por ello no se puede eliminar el análisis de las instituciones concretas para explicar la violencia.

La persona cuando nace está dotada de grandes posibilidades para la relación social, la competencia emocional o la agresividad. Activará o inhibirá esas posibilidades dependiendo de los modelos de socialización a los que se vea expuesta. Así, en contextos cordiales, aprende desde muy pequeño que es más eficaz expresar lo que quiere a través del lenguaje y la cooperación, mientras que en medios hostiles, se aprende que la agresión, que incluye la persuasión manipuladora, puede ser un medio útil para conseguir sus fines y resolver conflictos. En este último caso, el niño tendrá un repertorio limitado de conductas sociales y habrá asimilado que por medios coercitivos puede controlar a los demás. Manifestará así, con formas agresivas, su conducta antisocial.

El mundo de hoy es más violento que el de ayer, a pesar de todo lo que hemos aprendido y de que sabemos ser fraternos. La incomprensión humana es más grande, pero no nos damos cuenta y no sabemos qué hacer para cambiar, ni a quién le toca hacerlo. Afortunadamente hay grandes progresos parciales que pueden ser el cimiento de un gran cambio en la dirección adecuada. Esos brotes, esas islas de comprensión y creatividad, no son dominantes porque las sociedades como conjunto no las ven o no han elegido seguirlas sino que han estado obsesionadas con construir un orden social de progreso en el que los indicadores cuantitativos son los que guían.

11 Boris Cyrulnik, Cyrulnik Boris. Gedisa, 2007.

12 Boris Cyrulnik, Los patitos feos. Gedisa.

13 Michael Foucault, /1986) Vigilar y castigar, Siglo XXI Editores.

14 Marie-France Hirigoyen. El Acoso Moral. Paidos.

Más sobre el bullying

Visto en su complejidad, el acoso escolar o bullying vincula a los niños violentos o violentados con otros personajes frecuentemente adultos, y con instituciones como la familia, la escuela, los medios de comunicación, que participan en este tipo de violencia humana. La víctima y el victimario del bullying son chivos expiatorios de una violencia que ellos no iniciaron y en la que ni siquiera tienen mucho que ver.

El bullying tiene sus víctimas y victimarios preferidos, personas que no son queridas en el seno familiar, que sufren violencia física o moral. Pueden ser víctimas si son tímidas, con poca autoestima e inseguras; o victimarios si aprendieron a ejercer violencia. Pero también personas que no se caracterizan por ser propensas a sufrir este tipo de violencia lo pueden resentir: por el hecho de ser diferentes y, por tanto, ideales recipientes de la envidia y la tensión social. Puede sucederle a alumnos destacados por sus méritos académicos, o a alumnos con signos visibles criticados socialmente (los morenos o los güeros, los de dientes chuecos, los gordos o muy flacos). Desde luego, los recién llegados, los discapacitados, los homosexuales o a los exitosos en sus relaciones sociales. Los hijos de prostitutas o los que tienen religión diferente pueden ser agredidos moral o físicamente.

Es un fenómeno susceptible de ser conocido y detectado a través de indicadores diversos (la actitud triste o miedosa de las víctimas, por sus ausencias repetidas, su desgano para asistir a la escuela, síntomas psicosomáticos repetidos como el vómito o la denuncia de las víctimas, entre otras conductas posibles). Sin embargo, puede ser ocultado por el silencio cómplice de la propia víctima o de los testigos y hasta de maestros y autoridades.

<em>bullying</em>

Quien agrede acosa a la víctima cuando ésta se encuentra sola, en los baños, en los pasillos, en el comedor, en el patio. Los maestros y autoridades escolares, muchas veces, no se dan por enterados.

No se trata de un simple empujón o comentario, se trata de una actitud intimidatoria recurrente que puede provocar severos daños emocionales a la víctima.

La situación no es más grave por la presencia de violencia física. Puede ser grave aunque sólo exista violencia moral. Ésta puede provocar daños terribles. El líder violento puede ser un alumno, un maestro o una autoridad. Cuándo estos últimos están involucrados, la situación es muy difícil de detectar y resolver.

El concepto de bullying se ha extendido a los hogares con el ciberbullying (mensajes electrónicos intimidatorios o difusión de fotografías). Incluso se utiliza para señalar situaciones de violencia entre pares adultos en otros contextos.

Algo que tampoco se dice y que hace más complejo el análisis es que nuestras sociedades históricas le rinden culto al “bulleador”, al victimario. Vivimos en un mundo en el que ser violento, bajo cualquiera de sus formas, es un valor social. No es lo mismo ser victimario que víctima. Aquél muestra una conducta que reconocemos y puede gustarnos. El que la ejerce está en camino de ser un triunfador, ya sea bajo la forma de sicario, funcionario en ascenso o líder empresarial. Sabe imponerse, desplazar, dominar.

En un caso que no incluimos al final del texto, un niño que nos permitió entrevistarlo durante uno de los diplomados y que logró salir de una espiral de violencia nos dice:
Hacerle la vida imposible a los demás era diversión para mí, sin importar la reacción o consecuencia, sentía y creía tener ese poder de hacer y deshacer, de creerme el incansable, orgulloso, importante y soberbio, sabía que iba a causar impresión, quería que dijeran, Marco hace muchas cosas PEGA, ROBA, AMENAZA, FUMA, TOMA Y ES RESPETADO, miren, le va muy bien…
Más adelante afirma: “cuando iba en 4° de primaria con mis amigos haciendo travesuras, golpeando, extorsionando y peleando, queriendo imitar lo que veía en los videojuegos.”

La resiliencia15, una salida

Existen diversas posibilidades para que alguien con una historia y un contexto que lo hacen proclive a la violencia, pueda modificar su aparente destino. Una de ellas debiera ser la escuela y el maestro, si se ocupan con genuino interés del aprendizaje y comprensión del niño o joven, si la educación que recibe le permite reflexionar sobre su propia vida y si la información que posee le permite vislumbrar su salida a la situación que lo atrapa. Por desgracia, esta formulación sencilla se convierte en el gran tema, ante la cultura uniformadora dominante.

Afirmamos, líneas atrás, que las escuelas presas de la ciencia especializada suelen adoptar explicaciones parciales y adoptar medidas uniformes para enfrentar la violencia en cualquiera de sus formas. Por ejemplo, incrementando la vigilancia en el aula y en los recreos.

La escuela comprometida con el aprendizaje de los niños, que los acepta genuinamente, funciona como soporte de cambios culturales de maestras, maestros, madres y padres de familia, a través de conductas diversas de acuerdo con las necesidades de cada niño. Las soluciones no tendrán el efecto deseado si se limitan a enfocar el problema como un virus externo que hay que detectar, y no como parte de una situación con causas variadas que hay que conocer, con grados diversos de gravedad, lo que debiera obligar a la institución escolar o a la familia a efectuar cambios profundos en su cultura.

Detener la violencia escolar requiere de escuelas, hogares y comunidades que se dispongan a conocer a sus niños, sus contextos, sus historias y las múltiples causas de sus problemas.
Detener la violencia escolar requiere de escuelas, hogares y comunidades que se dispongan a conocer a sus niños, sus contextos, sus historias y las múltiples causas de sus problemas. Es decir, la comprensión humana no es un insumo uniforme. Es un gusto por conocer al otro, por escucharlo. Los ambientes escolares en los que hay cordialidad y empatía hacia los alumnos no miran genéricos sino a individuos con cualidades y problemas que hay que conocer. Se requiere de un ambiente social de aceptación de la diversidad. También hacen falta culturas institucionales que permitan la crítica a las salidas convencionales que tradicionalmente se ofrecen, las cuales funcionan como trampa en muchos ambientes sociales, sobre todo en los de pocos recursos. El interés que muestre el profesor porque los alumnos encuentren sentido en la escuela, a través de contenidos y estrategias didácticas para que se interesen en un aprendizaje reflexivo de su contexto, sacará a muchos de situaciones de violencia social.

Las escuelas con disciplina muy rígida, enemigas de la diversidad, donde se tolera la violencia ejercida por maestros, autoridades y ciertos alumnos; donde no se proporciona información ni ambiente de comprensión a los alumnos dentro o fuera de las aulas, son las que tienen que cambiar. Son instituciones que con su práctica no promueven ni refuerzan la educación en valores necesarios para la convivencia ni proporcionan posibilidades de aprendizajes genuinos y liberadores. Las escuelas privadas que sólo piensan en el lucro y que olvidan la calidad en el trato y en el aprendizaje significativo del alumno sólo se sostienen por la ceguera ideológica dominante. El lucro como único propósito genera actitudes propicias para la violencia, ya que se entroniza el dinero y se suele ofrecer el pase con buenas calificaciones para disolver conflictos. Estas soluciones fáciles pueden generar actitudes cínicas en alumnos y maestros y un nivel de tensión social que puede convertirse en violencia con cualquier pretexto.

Las escuelas públicas no tienen ese peligro sino otro parecido. En ellas el interés no está en el dinero, sino en la búsqueda de poder y de estabilidad por encima de una preocupación genuina por la problemática y el aprendizaje de los alumnos.

Todo lo que decimos hasta aquí sobre el bullying, no lo aprendimos leyendo sólo a Morin y a los autores citados, sino escuchando a maestros de la SEP del Estado de Puebla, quienes dejaron que les contáramos lo que sabíamos y nos ilustraron con sus casos, desde kínder a universidades, y con sus reflexiones producto de su larga experiencia. Pudimos deconstruir16 el bullying y reintegrarlo a un saber complejo. Por eso sabemos que la violencia humana tiene caras singulares y por el mismo motivo, para reducirla o eliminarla necesitamos recurrir a esos mismos profesores, alumnos y padres y proponerles la creación de un movimiento anti simplificación del fenómeno, acompañado con la reconfiguración de las escuelas para crear a partir de ellas un mundo mejor. Ellos se liberaron de prejuicios contándonos. Hace falta continuar convenciendo a la SEP y a otros de que los enfoques parciales sólo entretienen a la audiencia.

La propuesta que hacemos promueve el entendimiento del tema a profundidad para contar con maestras y maestros capacitados y preparados, así como con la colaboración de la institución escolar para construir ambientes informados y procesadores de las tensiones que se dan en y entre los niños, con las autoridades y entre ellas. Se busca la cooperación informada de la familia y de ser necesario de otros actores sociales para detener y reducir la violencia escolar.

15 Capacidad del ser humano para sobreponerse periodos de dolor emocional, o traumas. Boris Cyrulnik, De cuerpo y alma. Gedisa

16 Deconstruir en el sentido del filósofo argelino Jacques derrida quien propone el vocablo en vez de destruir ya que no se trata de reducir a la nada. Derrida, Jacques (1967). De la Grammatologie. Paris: Minuit...

Casos y experiencias

Para mostrar la complejidad de las historias de violencia en la escuela presentamos a continuación una síntesis de algunos casos que muestran diferentes manifestaciones de violencia humana en la escuela. Se trata de casos reales, redactados por quienes los vivieron, en su mayoría profesores del estado de Puebla que asistieron al diplomado bullying: violencia humana en la escuela17. No cambié la redacción, sino que sólo ajusté el texto al espacio del artículo.

Casos y experiencias



17 Impartido en el Instituo Universitario Puebla entre 2011 y 2012.

Conclusiones

Poco se avanzará en las escuelas con la visión actual sobre el bullying. La legislación que ha surgido responsabiliza a los niños victimarios del problema18. Poco se dice de los adultos, hay tímidas alusiones a la responsabilidad de los padres, la escuela queda a salvo. Reproducimos la definición de la ley poblana, que coincide con la definición de bullying analizada en este artículo:
I.- Acoso Escolar: El comportamiento negativo, repetitivo e intencional que llevan a cabo uno o más individuos contra una persona que tiene dificultades para defenderse; a la relación interpersonal caracterizada por el desequilibrio de poder o fuerza, que ocurre de manera repetida durante algún tiempo y no existe una provocación aparente por parte de la víctima, siempre que se dirija contra uno o más alumnos; entorpezca significativamente las oportunidades educativas o la participación en programas educativos de dichos alumnos; y perjudique la disposición de un alumno a participar o aprovechar los programas o actividades educativas del centro escolar, al hacerle sentir un temor razonable a sufrir alguna agresión física;
Más adelante, al establecer que en cada escuela debe constituirse una brigada escolar, se indica lo que ésta debe hacer:
VII.- Hacer del conocimiento del Directivo del plantel correspondiente, aquellos hechos que por su gravedad alteren la seguridad de la escuela, valorando conjuntamente cuál o cuáles de los estudiantes participantes requieran algún tratamiento, para que, con el consentimiento expreso de sus padres o tutores, sea canalizado para su atención a las diversas organizaciones e instituciones especializadas de los sectores público, privado o social;
El tema sigue sin entenderse. Abundan los cursos en los que se define el problema como lo hemos descrito y se enlistan causas que se niegan a profundizar o a complejizar. Las soluciones propuestas tampoco enfrentan el problema.

Es difícil afirmar que el bullying como expresión de la violencia humana desaparecerá. sin embargo, es seguro que no disminuirá mientras no se comprenda en su complejidad. Esto implica reconocer que el mundo adulto es responsable de esa violencia. No se trata de un reconocimiento culposo sino del resultado de un mejor entendimiento de la naturaleza humana y de la posibilidad que da la empatía de explorar en el otro victimario o víctima a uno mismo. Ambos se engranan a partir de historias de dolor en las que no fueron los actores principales.

El bullying disminuirá cuando dejemos de exaltar la violencia como vía para conseguir las cosas. El humano aprende desde temprano que con violencia física o psicológica se consiguen las cosas. Secretamente el “bulleador” representa un valor social, ya lo mostramos con la viñeta de caso que presentamos anteriormente. Lo ha sido en todas las sociedades históricas y en la sociedad capitalista no es privilegio solo de los gobernantes sino de muchos líderes sociales.

Recomendaciones

Hay que educar a las familias para la comprensión de la naturaleza humana19. Hay que promover la solidaridad con el otro en los hogares. La obsesión por la competencia no debe eliminar ni dominar los sentimientos de cooperación y amor entre los humanos. Hay que transformar a las escuelas cómplices o promotoras de la violencia humana en espacios empáticos con los niños y a los maestros en activos agentes resilientes de historias de dolor.

La educación debe servir para la vida y no sólo para la sobrevivencia económica. Por lo tanto, debe aportar elementos para entender y criticar la sociedad y para asumir en toda su complejidad la naturaleza humana. Las sociedades deben dar prioridad a la promoción de la ética de la comprensión por encima de la búsqueda de la competitividad y del progreso económico a toda costa. fin

Bibliografía

CYRULNIK, Boris. Los patitos feos, Gedisa, 2005. -De cuerpo y Alma, Gedisa, 2009.

FOUCAULT, Michael. Vigilar y castigar, Siglo XXI Editores, 1986.

GIRARD, René. Veo a Satán caer como el relámpago, Anagrama, 2002.

HIRIGOYEN, Marie-France. El Acoso Moral, 1999. Paidós Ibérica, 1999.

HOBBES, Thomas. Leviatán o la materia: forma y poder de una república eclesiástica o civil, México: Fondo de Cultura Económica, 2000.

JACQUES, Derrida. De la Grammatologie, Paris: Minuit, 1967.

MORÍN, Edgar. El Método 1, La naturaleza de la naturaleza, Cátedra, 2005.

-El método 5, La humanidad de la humanidad, Cátedra, 2003.

-Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, UNESCO, 1999.

-MORÍN, Edgar y Anne Brigitte Kern. Tierra patria, Nueva Visión, 1993.

Ley de seguridad integral escolar para el estado libre y soberano de Puebla, H. congreso del Estado de Puebla. Diciembre de 2011.

18 Es cierto que se promueve la capacitación de todos y tomar medidas de prevención, pero claramente se busca definir culpable.

19 Edgar Morin. Los siete saberes necesarios para la educación del futuro.

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Sergio Alejandro Martínez Vázquez
Programa "Por un mundo mejor a partir de la escuela" - Construyamos, IAP

Sergio Alejandro Martínez Vázquez  Hizo estudios de Licenciatura en la UNAM de la carrera de Administración de Empresas. Estudió Psicología social en el Taller de Aprendizaje en Grupo Operativo (TAIGO). Obtuvo un DEA en Psicología social en la Universidad de París VIII. Prepara su doctorado en la Multiversidad Edgar Morin en pensamiento complejo con el tema: Un acercamiento a la violencia Humana en la escuela y en la comunidad a través de la Educación popular.

Fue profesor de carrera en la Universidad Autónoma Metropolitana en la carrera de Psicología Social.

Imparte talleres de violencia humana y creatividad en la Casa del Teatro. Es Directivo de Construyamos; IAP organización no lucrativa a través de la cual impulsa el programa: ”Un mundo mejor a partir de la escuela” y “un mundo mejor con la comunidad”, lo que lo lleva a impartir diplomados, cursos y talleres con profesores y con integrantes de comunidades urbanas y rurales.

MARTÍNEZ Vázquez, Sergio Alejandro "Bullying: violencia humana en la escuela" Revista Digital Universitaria [en línea]. 1 de enero de 2014, Vol. 15, No.1 [Consultada:]. Disponible en Internet: <http://www.revista.unam.mx/vol.15/num1/art02/index.html> ISSN: 1607-6079.

Bullying: violencia en la escuela

Sergio Alejandro Martínez Vázquez

El bullying no sólo es violencia entre niños. Detrás de él está el mundo adulto, la escuela, la comunidad, el planeta. Es parte de algo viejo en la historia de los humanos: la violencia. Mostrarlo simplificadamente, como lo hacen científicos y comunicadores, empobrece el tema y se impide su comprensión.

Pretendo aportar elementos para una visión compleja del fenómeno en el que se entrelaza la naturaleza humana con la historia de violencia, la escuela, el vínculo con la madre y con los otros, la construcción de la identidad y la cultura. La explicación se adereza con casos redactados por protagonistas.

Palabras clave: Bullying, violencia en la historia de la humanidad, naturaleza y comprensión humana, la escuela, cultura, chivo expiatorio, complejidad, deconstrucción.