México es todavía un país afortunadamente rico en diversidad biológica, tanto terrestre como marina. Esta diversidad biológica está correlacionada con ser uno de los países que alberga el mayor número de especies de animales ponzoñosos, como son algunos de los que se mencionan en este número de la Revista Digital Universitaria, tales como especies particulares de alacranes, arañas, vipéridos, elápidos y caracoles marinos.
Los grupos de investigación que han aportado sus conocimientos en esta revista de divulgación han tenido una trayectoria académica larga en el estudio bioquímico de los venenos de los animales antes mencionados, y han incursionado en describir los componentes de dichos venenos y progresado en la biología molecular de éstos. Del mismo modo, estos grupos de científicos han descubierto nuevas e interesantes moléculas en los venenos, que afectan esenciales receptores celulares en humanos, en animales e insectos. Además han logrado sintetizar química y biológicamente estas moléculas con el fin de no depender, al mismo tiempo de no depredar a los animales que producen los venenos y con esto evitar fluctuaciones desfavorables en sus ecosistemas.
Aunado a los resultados de sus descubrimientos, los cuales se mencionan en este número de la Revista, estos investigadores van pasos más adelante en sus hallazgos, por ejemplo en el diseño de nuevas estructuras proteicas, las cuales tienen su origen en las estructuras nativas elucidadas y particulares de cada veneno animal, ya sea de arácnidos o de serpientes. Esta investigación siempre continua, profundiza, complementa y suma nuevos datos a los conocimientos inicialmente adquiridos, de los cuales todos esperamos a mediano plazo resulten en beneficios para todos nosotros, como es el caso de los anticuerpos humanizados para determinar que residuos moleculares son responsables en el reconocimiento a las peligrosas neurotoxinas de alacrán y de esta manera proponer antivenenos más seguros y eficaces clínicamente. Este ejemplo puede extrapolarse a la creación de anticuerpos humanizados que sean benéficos en el tratamiento de accidentes por mordeduras de serpiente. A la par de los beneficios en la investigación de anticuerpos, las moléculas peptídicas obtenidas de los venenos de caracoles marinos, arañas y elápidos (coralillos), las cuales son proteínas pequeñas pero químicamente muy estables, también son susceptibles de modificar y por tanto cambiar su entorno molecular vía síntesis química o genética, y de esta manera crear moléculas con propiedades farmacológicas diferentes con beneficios terapéuticos específicos, como es el caso de los estudios de la relación estructura-función de péptidos que reconocen a los canales de sodio dependientes de voltaje para presentarlos como potenciales biopesticidas, o bien aquellos que tienen como blanco membranas bacterianas para así crear agentes microbicidas. Del mismo modo es el caso de las moléculas de caracoles marinos, las cuales pueden llegar a convertirse en potentes analgésicos.
Finalmente, la investigación en venenos de animales ponzoñosos también propone un compromiso ecológico para la preservación de las especies y promueve la creación de redes nacionales e internacionales para la divulgación de especies de importancia médica, veterinaria o agrícola, y la oportunidad que se nos brinda en vivir en este país es hacer un uso racional y equitativo de sus productos naturales, tanto de las especies vegetales como de los ahora mencionados animales ponzoñosos.