Es la rosa del tacto en las tinieblas,Aquí tanto la espuma como la rosa pierden su significado referencial para convertirse en la cima del lugar donde está tendida esa rosa increada: la almohada, que a su vez, por tener una cima, se convierte en montaña.
es la rosa que avanza enardecida,
la rosa de rosadas uñas,
la rosa yema de los dedos ávidos,
la rosa digital,
la rosa ciega.
Es la rosa moldura del oído,
la rosa oreja,
la espiral del ruido,
la rosa concha siempre abandonada
en la más alta espuma de la almohada.
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Dice Xavier Villaurrutia en su Introducción a la poesía mexicana que el lenguaje en manos del poeta moderno deja de ser un instrumento lógico y se convierte en un instrumento que cambia el significado usual de las palabras. | |
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La soledad abierta allí cantabaEl mar aquí se torna femenino y es madre y no padre de la espuma para dar lugar a la imagen de soledad espaciosa. Y aquí tampoco alude al mar como ese gran cuerpo de agua que es, sino a su hija, la espuma que es la parte del mar en contacto con el aire para después referirse a ella como soledad espaciosa. Dice en otra estrofa:
y yo, perdido y puro,
mirando hacia el silencio
abrí la boca, dije,
“Oh madre de la espuma,
soledad espaciosa,
fundaré aquí mi propio regocijo,
mi singular lamento”.
Gracias doy a la tierraEl poeta transita de una soledad a otra en este poema, va de una soledad entre la multitud humana a una ante el mar, y entonces la espuma relacionada con la soledad también se transforma y se vuelve sagrada porque es puesta en el contexto de la soledad del hombre ante la naturaleza:
por haberme
esperado
a la hora en que el cielo y el océano
se unen como dos labios
porque no es poco, no es así? haber vivido
en una soledad y haber llegado a otra,
sentirse multitud y revivirse solo.
Así, pues, nadie puede equivocarseAquí de nuevo sucede, como en el primer caso de la espuma y la rosa, que aunque la espuma está siendo definida como tal en la primera parte del poema, al final se convierte junto con la ola en un espacio anímico sagrado que existe sólo en la mente. Muchos de los poemas de este libro son una visión retrospectiva, humorística y un poco desencantada de la vida y de sí mismo, que Neruda sólo pudo haber tenido desde esa soledad que él se dio al final para escribir.
no hallar mi casa sin puertas ni número,
allí entre las piedras oscuras
frente al destello
de la sal violenta,
allí vivimos mi mujer y yo,
allí nos quedaremos.
Auxilio, auxilio! Ayuden!
Ayúdenos a ser más tierra cada día!
Ayúdenos a ser
más espuma sagrada, más aire de la ola!
¡Oh monja panadera! De cristalinos hornosEl tema de este poema es metafísico y en él se celebra el hecho de existir entre fuerzas inmensas y finalmente arrolladoras de la vida humana; la expansión de llevar la conciencia a un lugar donde ella simplemente contempla con asombro sin poder hacer nada, como es el caso del “Cementerio marino”, antes citado, o del poema “Nada más”, de Jorge Guillén, que dice:
fríos de eternidad, sacas infatigable
tus grandes panes blancos y esponjosos.
Despliegas el mantel de un festín de infinito
en donde el horizonte, en su plato de nubes,
sirve el manjar del sueño y del olvido.
Esta arena en que escucho el oleaje,La diferencia entre el poema de Carrera Andrade y el de Guillén es que la aproximación del primero a la espuma, con versos juguetones al estilo modernista, pero llenos de la carga metafísica de su asombro, hace que uno tenga la sensación de que eso que para Jorge Guillén está más allá de los hombres, se vuelve para Carrera Andrade accesible, entrañable y humano gracias a palabras como “dulce monja”, “hospital”, “panadera”, “hornos”, “mantel”, “manjar”, “festín” y “panes blancos y esponjosos”. Al igual que Neruda, Carrera Andrade, con sus versos, trata de tender un lazo en medio de esa soledad del ser humano frente a la naturaleza, y ese lazo es el de la comunidad de la especie, pues qué son sino eso los panes, los manjares, los festines y, por supuesto, la poesía.
La tierra con el aire sobre el agua
Más lejos, invisibles,
Espacios tras espacios
Vacíos con tinieblas
O con terribles luces,
Definitivamente
Más allá de los hombres
De su saber, su alcance…
Nocturna rosa
Xavier VillaurrutiaA José GorostizaYo también hablo de la rosa.
Pero mi rosa no es la rosa fría
ni la de piel de niño
ni la rosa que gira
tan lentamente que su movimiento
es una misteriosa forma de quietud.
No es la rosa sedienta
ni la sangrante llaga
ni la rosa coronada de espinas
ni la rosa de la resurrección.
No es la rosa de pétalos desnudos
ni la rosa encerada
ni la llama de seda
ni tampoco la rosa llamarada.
No es la rosa veleta
ni la úlcera secreta
ni la rosa puntual que da la hora
ni la brújula rosa marinera.
No, no es la rosa rosa
sino la rosa increada,
la sumergida rosa,
la nocturna,
la rosa inmaterial,
la rosa hueca.
Es la rosa del tacto en las tinieblas
es la rosa que avanza enardecida,
la rosa de rosadas uñas,
la rosa yema de los dedos ávidos,
la rosa digital,
la rosa ciega.
Es la rosa moldura del oído,
la rosa oreja,
la espiral del ruido,
la rosa concha siempre abandonada
en la más alta espuma de la almohada.
Es la rosa encarnada de la boca,
la rosa que habla despierta
como si estuviera dormida.
Es la rosa entreabierta
de la que mana sombra,
la rosa entraña
que se pliega o se expande
evocada, invocada, abocada,
es la rosa labial,
la rosa herida.
Es la rosa que abre los párpados,
la rosa vigilante, desvelada,
la rosa del insomnio desojada.
Es la rosa del humo,
la rosa de ceniza,
la negra rosa de carbón diamante
que silenciosa horada las tinieblas
y no ocupa lugar en el espacio.
Aquí vivimos
Pablo Neruda
Yo soy de los que viven
a medio mar y cerca del crepúsculo,
más allá de las piedras.
Cuando yo vine
y vi lo que pasaba
me decidí de pronto.
El día ya se había repartido,
ya era todo de luz
y el mar peleaba
como un león de sal,
con muchas manos.
La soledad abierta allí cantaba,
y yo, perdido y puro,
mirando hacia el silencio
abrí la boca, dije:
“Oh madre de la espuma,
soledad espaciosa,
fundaré aquí mi propio regocijo,
mi singular lamento.
Desde entonces jamás
me defraudó una ola,
siempre encontré sabor central de cielo
en el agua, en la tierra,
y la leña y el mar ardieron juntos
durante los solitarios inviernos.
Gracias doy a la tierra
por haberme esperado
a la hora en que el cielo y el océano
se unen como dos labios,
porque no es poco, no es así? haber vivido
en una soledad y haber llegado a otra,
sentirse multitud y revivirse solo.
Amo todas las cosas,
y entre todos los fuegos
sólo el amor no gasta,
por eso voy de vida en vida,
de guitarra en guitarra,
y no le tengo miedo
a la luz ni a la sombra
y porque casi soy de tierra pura
tengo cucharas para el infinito.
Así, pues, nadie puede equivocarse
no hallar mi casa sin puertas ni número,
allí entre las piedras oscuras
frente al destello
de la sal violenta,
allí vivimos mi mujer y yo,
allí nos quedaremos.
Auxilio, auxilo! Ayuden!
Ayúdennos a ser
más espuma sagrada, más aire de las olas!
Aquí yace la espuma
Jorge Carrera Andrade
La espuma, dulce monja, en su hospital marino
por escalones de agua, por las gradas azules
desciende hasta la arena con pies de luna y lirio.
¡Oh Santa revestida con vellones de oveja!
Les dan una final cura de cielo
a las rocas heridas tus albísimas vendas.
¿De dónde tanta nieve caminante,
tantas flores saladas
y despojos de cirios y camisas de ángeles?
¡Oh monja panadera! De cristalinos hornos
fríos de eternidad, sacas infatigable
tus grandes panes blancos y esponjosos.
Despliegas el mantel de un festín de infinito
en donde el horizonte, en su plato de nubes,
sirve el manjar del sueño y del olvido.
También, obrera nívea, eres enterradora:
Llevas hasta la arena en paletadas
montones de cadáveres de pálidas gaviotas.
Ruedan sobre la orilla tus vanas esculturas
que pronto se deshacen
en un mármol soluble, en ingrávidas plumas.
Móvil, caída nube, al chocar con la tierra
expiras, pero se alza entre las rocas
cual fantasma gaseoso tu presencia.
Arremangado el manto sonante, casta monja
recorres suspirando
tu plantación errante de magnolias.
¿Con material de garzas y medusas
tu flotante y blanquísimo cimiento
va a sostener acaso la ideal arquitectura?
¡Frontera del abismo, guardada por palomas!
Tu ejército nevado avanza hacia la tierra
¡oh monja capitana! en batallas de aurora.
En la arena o las rocas hallas tu fresca tumba
mas vuelves a nacer a cada instante
y sin pausa atesoras en las conchas tu albura.
De las fieras del mar balsámica saliva
acaricia tus plantas de cristal y de hielo,
¡Santa Espuma, difunta en las gradas marinas!
CARRERA ANDRADE, Jorge, Material de Lectura UNAM, serie poesía moderna núm. 44 [en línea]: <http://www.materialdelectura.unam.mx/images/stories/pdf5/jorge- carrera-andrade-44.pdf>
NERUDA, Pablo, Estravagario, Barcelona: Random House Mondadori, col. Debolsillo, 2013.
VILLAURRUTIA, Xavier, Nocturna rosa, México: Dirección General de Publicaciones CONACULTA, 2013.
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