Introducción
En el contexto mundial, las investigaciones sobre dinosaurios se encuentran cercanas a cumplir 200 años con las primeras descripciones realizadas en la década de 1820 por los naturalistas británicos William Buckland y Gideon Mantell. El primer registro de fósiles de dinosaurios en México se hizo en 1913 a partir de la expedición a Coahuila que encabezó el equipo del geólogo alemán Erich Haarmann. El material encontrado fue publicado en 1926 por Werner Janensch, el célebre paleontólogo de la Universidad de Berlín, quien lo asignó al género
Centrosaurus (JANENSCH, 1926) (Fig. 1). Actualmente, algunos investigadores sugieren que podría tratarse de un dinosaurio pico de pato (RIVERA-SYLVA
et al., 2014).
Figura 1. Reconstrucción del dinosaurio cornudo
Centrosaurus. Dibujo de Marco A. Pineda.
Media docena de equipos internacionales, principalmente de Estados Unidos y Canadá, realizaron trabajos de investigación geológica y paleontológica en nuestro territorio durante las siguientes seis décadas, generando algunas publicaciones sobre dinosaurios. Fue hasta finales de 1980 que se registró un incremento en los descubrimientos y estudios de estos animales en México, impulsados por el proyecto
Primer montaje y exhibición de un dinosaurio recolectado y preparado en México (Fig. 2), que marcó el inicio de una mayor participación activa de los científicos nacionales, lo cual, durante las últimas tres décadas, logró que el conocimiento de esta disciplina se quintuplicara.
Figura 2. Isauria, el primer dinosaurio recolectado, preparado y montado en México.
A un siglo del inicio de las investigaciones sobre este emocionante tema en nuestro país, se han publicado varios textos que recopilan los conocimientos existentes hasta la fecha en este campo. Entre ellos se pueden mencionar los libros
El registro fósil de los dinosaurios de México, de Gudiño Maussán y Guzmán (2014), escrito en español y editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH);
Dinosaurs and other reptiles from the Mesozoic of Mexico, editado por Rivera-Sylva, Carpenter y Frey (2014); el capítulo “The hadrosaurian record from Mexico” dentro del libro
Hadrosaurs editado por Eberth y Evans (2014) y el artículo “Diversity of late Cretaceous dinosaurs from Mexico” de Ramírez-Velasco y Hernández-Rivera (2015), estos últimos en inglés (Fig. 3).
Figura 3. Portadas de los libros
El registro fósil de los dinosaurios en México,
Dinosaurs and other reptiles from the Mesozoic of Mexico y
Hadrosaurs.
Justificación
El tema de estos escritos es realmente importante, durante los últimos quince años se han publicado varias recopilaciones que tratan de forma exclusiva a los dinosaurios de México. Son textos que sintetizan los descubrimientos del país y, por lo regular, hacen referencia tanto a los materiales fósiles como a las localidades donde se encontraron (HERNÁNDEZ-RIVERA, 1997; RIVERA-SYLVA et al., 2006; RODRÍGUEZ-DE LA ROSA, 2007).
Con el notable incremento en los registros de dinosaurios en el país durante las últimas dos décadas, se ha estimado necesario realizar estudios bibliográficos exhaustivos que permitan no sólo recopilar la información proveniente de las fuentes bibliográficas disponibles del tema, sino también realizar un análisis de los datos que incluyen, evaluar la calidad de las evidencias halladas, comparar los niveles de estudio entre las localidades y, en última instancia, establecer el estado del arte de esta disciplina para que sirva como un referente en investigaciones futuras.
Dinosaurios de México
Los fósiles de dinosaurios que se han hallado en México varían en antigüedad entre 189 millones de años (Jurásico temprano) a 66.5 millones de años (Cretácico tardío), siendo estos últimos los más abundantes (FASTOVSKY
et al., 2005; RIVERA-SYLVA
et al., 2006).
Se han encontrado restos de estos animales en 50 localidades pertenecientes a diez entidades del país, incluyendo Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Durango, Puebla, Michoacán, Oaxaca y Chiapas (Fig. 4).
Figura 4. Mapa de los dinosaurios descubiertos en México. Cortesía de Ángel Ramírez y René Hernández.
El registro de los dinosaurios mexicanos puede considerarse diverso a nivel supragenérico, ya que comprende al menos quince familias, un tercio de las descritas mundialmente, e incluye tanto evidencias osteológicas (huesos) como icnológicas (huellas, cáscaras de huevo, impresiones de piel, coprolitos, entre otras) (Fig. 5).
De los descubrimientos realizados en nuestro país destaca la descripción de seis especies que no se han encontrado en ningún otro lugar del mundo. Éstas son:
Labocania anomala. Un terópodo mediano, afín a la familia de los tiranosaurios que proviene del Cretácico de Baja California (MOLNAR, 1974).
Magnapaulia laticaudus. Un hadrosaurio (dinosaurio con pico de pato) crestado, encontrado también en Baja California (MORRIS, 1981; PRIETO-MÁRQUEZ et al., 2012).
Velafrons coahuilensis. Un ejemplar juvenil de un hadrosaurio crestado, hallado al sur de Coahuila (GATES et al., 2007).
Coahuilaceratops magnacuerna. Dinosaurio cornudo de la familia de los ceratópsidos, fue encontrado en Coahuila (LOEWEN et al., 2010).
Lathirinus uistlani. Un hadrosaurio sin cresta, el primer dinosaurio en ser recuperado, preparado y montado en el país. Proviene también del Cretácico de Coahuila (PRIETO-MÁRQUEZ y SERRANO BRAÑAS, 2012).
Huehuecanauhtlus tiquichensis. Hadrosaurio sin cresta primitivo, fue encontrado en estratos del Cretácico temprano en Michoacán (RAMÍREZ-VELASCO et al., 2012).
Figura 5. Proporción por familias de dinosaurios hallados en México (modificado de GUDIÑO MAUSSÁN Y GUZMÁN, 2014).
Meta-análisis: ¿qué nos dicen las fuentes sobre los dinosaurios de México?
En la obra
El registro fósil de los dinosaurios de México se recopilaron 145 referencias bibliográficas distribuidas en 99 años de historia, desde 1913 hasta 2012.
Figura 6a. Proporción de referencias bibliográficas referentes a dinosaurios de México según su tipo (modificado de GUDIÑO MAUSSÁN Y GUZMÁN, 2014).
El objetivo del estudio no se limitó a realizar una relación completa entre el material fósil encontrado y las localidades de donde proviene, sino también a analizar los datos generados en estas publicaciones para evaluar el estado actual del conocimiento de estos organismos en el país.
Las referencias bibliográficas se clasificaron según su tipo: si han sido debidamente publicadas se consideraron “formales”, mientras que si corresponden a literatura gris, escritos sin publicación, se denominaron “informales”. Se contabilizaron datos específicos de cada una, incluyendo el idioma en que se escribieron, la nacionalidad de los autores y adicionalmente se les asignó una clasificación según la primicia de los temas presentados en las fuentes (preliminares, primarias y secundarias) (Fig. 6a y 6b).
Por último, se asignaron tres niveles de estudio a cada localidad de acuerdo con la información obtenida de los fósiles y depósitos. Considerando el I como el menor nivel de estudio y el III el de mayor profundidad (GUDIÑO MAUSSÁN y GUZMÁN, 2014).
Figura 6b. Proporción de referencias bibliográficas referentes a dinosaurios de México según su fecha e idioma de publicación (modificado de GUDIÑO MAUSSÁN Y GUZMÁN, 2014).
Conclusiones
Con los datos obtenidos se comprueba que la paleontología de dinosaurios es una disciplina de reciente crecimiento, que abarca a la fecha descubrimientos en medio centenar de localidades en diez estados del país. Los hallazgos incluyen quince familias que habitaron nuestro territorio entre el Jurásico temprano y el Cretácico tardío, las cuales dejaron evidencias tanto osteológicas como icnológicas.
Se han realizado grandes avances durante los últimos 20 años, pero no cabe duda que aún queda mucho por hacer. La riqueza de evidencias fósiles de este fascinante grupo de organismos se ha demostrado en muchas ocasiones y, con equipos de investigadores nacionales y extranjeros interesados en su estudio y publicación, el futuro de la paleontología en nuestro país es prometedor.
Bibliografía
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GATES, T. A. et al., “Velafrons coahuilensis, a new lambeosaurine hadrosaurid (Dinosauria: Ornithopoda) from the late Campanian Cerro del Pueblo Formation, Coahuila, Mexico”, Journal of Vertebrate Paleontology, 2007, Vol. 27, Núm. 4, pp. 917–930.
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RAMÍREZ-VELASCO, A. A. y R. Hernández-Rivera, “Diversity of late cretaceous dinosaurs from Mexico”, Boletín Geológico y Minero, 2015, Vol. 126, Núm. 1, pp. 63–108.
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