Las culturas alimentarias más antiguas suelen tener formas más variadas y complejas de comer que las culturas recientes y con escasa tradición. Asimismo, por haber resistido con éxito la “prueba del tiempo”, suelen también ser más saludables siempre que no surjan desastres naturales o restricciones socioeconómicas (GÁLVEZ y BOURGES, 2012). Por otra parte, con fenómenos como la migración y el abandono del campo, se pierde la biodiversidad agrícola, y con ella especies de plantas comestibles que son fuente de proteínas de origen vegetal y otros nutrimentos que se requieren en pequeñas cantidades pero que son sumamente importantes para la salud: vitaminas, minerales y fitocompuestos.
Los componentes de una buena alimentación siempre han estado presentes en la milpa. Sus bondades aún se aprovechan en los pueblos que las conservan gracias a la cocina tradicional que utiliza los quelites de la milpa. La cocina familiar, sin mayores conocimientos de nutrición, lograba un excelente balance de nutrimentos gracias a esa tradición. Sin embargo, la producción “moderna” y el abasto actual de alimentos han hecho a un lado a los sabios y bien balanceados platillos tradicionales. Otro problema es que en la sociedad mexicana actual, con el aumento del sedentarismo, se ha exacerbado la epidemia de obesidad y diabetes, enfermedades relacionadas con la mala nutrición (GÁLVEZ y SALINAS, 2015).
En este número de la
Revista Digital Universitaria, además de hacer una introducción al tema de los alimentos de la milpa, se presentan los puntos de vista de los participantes del “Laboratorio de Ideas”, reunidos en 2013, quienes dan sus opiniones respecto del estado nutrimental del país, los quelites que se usan actualmente, sus bondades como alimentos, y hablan acerca de los retos a los que se enfrentan los investigadores mexicanos para conservarlos tanto en los campos como en las colecciones de los bancos de germoplasma
in situ. También analizan los enormes retos para poder conservar de manera equitativa los conocimientos tradicionales asociados a estas plantas comestibles de la milpa. Estos investigadores, actualmente, trabajan en valorizar estas especies cuyo consumo ha disminuido marcadamente y de las que casi no se tienen conocimientos científicos modernos para justificar ante los productores y el Gobierno la valía de estos cultivos y de una alimentación que respete la tradición de nuestra población.
1. GÁLVEZ MARISCAL, A. y Héctor Bourges Rodríguez. “La alimentación en la Ciudad de México”, en: Los riesgos para la Salud en la vida de una Megametrópoli. Memoria I. México: UNAM, Facultad de Medicina, Seminario sobre Medicina y Salud, 2012. pp. 366-403, México, 2012.
2. GÁLVEZ MARISCAL, A. y G. Salinas, “El papel del frijol en la salud nutrimental de la población mexicana”, en Revista Digital Universitaria, 1 de febrero de 2015 [en línea]: http://www.revista.unam.mx/vol.16/num2/art12/.