
Siendo el hombre su sujeto de estudio, en más de 40
años el antropólogo Santiago Genovés
Tarazaga se ha dedicado a realizar investigaciones sobre el
género, la especie, la raza y el racismo, esto, después
de haberse iniciado en sus estudios sobre la evolución
del hombre, la paleoantropología y la determinación
de la edad y el sexo por medio del análisis de los
huesos. Esto lo ha llevado a internarse en el conocimiento
de los orígenes del conflicto, la fricción,
la agresión y la violencia. En su afán por realizar
estudios sobre el comportamiento humano, considera que el
conocimiento del hombre traería como beneficio la supervivencia
de nuestra propia especie. Para esto emprendió tres
viajes en las balsas RA 1, RA 2 y Acalli para cruzar
el océano Atlántico, las que, opina, fueron
un "laboratorio del comportamiento humano" del que no se podía
salir, aunque los dos primeros tuvieron el propósito
de verificar la posibilidad de contactos trasatlánticos
antes de la expedición de Cristóbal Colón,
y el tercero, analizar la conducta de mujeres y hombres.
Santiago
Genovés Tarazaga nació en Orense, Galicia, el
31 de diciembre de 1923. Con la emigración de intelectuales
españoles, sus padres lo trajeron a nuestro país
para posteriormente naturalizarse mexicano. Estudió
antropología en la Escuela Nacional de Antropología
e Historia. También es doctor en ciencias antropológicas,
grado que obtuvo en la Universidad de Cambridge, Inglaterra.
Además es investigador emérito del Instituto
de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
Expedición
a la Violencia es un libro que vino a constituirse en
una ampliación de la declaración sobre la violencia,
la cual fue adoptada por la UNESCO y por más de cien
sociedades científicas del mundo. Al margen de la ciencia
ha escrito ensayos sobre Luis Buñuel, Emilio Prados
Such, Franz Kafka, George Orwel, Marcel Proust, Pablo Picasso,
Ceniceros, Alfonso Reyes, Rius, Rioja y dos libros: El
Mar, los Peces y Yo, y El Pájaro Rojo o
El Viaje a Nigeria.
De
Galicia, donde nació, el doctor Genovés se fue
a las Islas Canarias, después a Las Palmas y Marruecos,
para posteriormente trasladarse a Valencia, donde vivió
los efectos de la Guerra Civil en un campo de concentración.
Su siguiente destino geográfico sería México.
Afirma que en las migraciones forzadas, los que salen son
los que tienen detrás de sí algo más,
mientras que los que se quedan son "cedentes". Como ejemplo
cita las migraciones de japoneses, irlandeses y alemanes a
Estados Unidos. Sobre la migración de españoles
a México considera que "la realidad es que en el grupo
de gentes, unos 35 000, cuando yo tenía 15 años,
venía gente excepcional que perteneció a la
muy breve Segunda República Española. Entre
esas gentes destacaban siete ex rectores de universidades
españolas, y personas como Luis Buñuel, Emilio
Prados, León Felipe, Pedro Garfias y Giral, gentes
de primera línea". Juzga que en ese entonces perdieron
los buenos y ganaron los malos. Ante esta situación
recuerda que México tuvo la enorme generosidad, "y
eso hay que decirlo siempre", a través del general
Lázaro Cárdenas, de darles refugio.
El
doctor Genovés supone que si no hubiera sido por México,
"pues yo muero en un campo de concentración como cualquiera".
Calcula que en esa época la Ciudad de México
tenía un millón docientos mil habitantes. Aunque
el propósito era que radicaran en provincia, "todo
el mundo se quedó en el Distrito Federal, hecho que
significó una inyección de cultura en el sentido
verdadero, de gente muy buena".
Manifestando
que se ha hecho en México y un poco en Inglaterra,
estima que la antropología es ciencia y también
humanismo, retroalimentación e interacción constante.
Es una disciplina, agrega, en la que hay que mantenerse dentro
y conservar la objetividad, con la conciencia de que la objetividad
es un invento intersubjetivo del hombre. Dice que ha tenido
la suerte de conocer a una veintena de grandes hombres y mujeres,
entre ellos premios nóbel, científicos, artistas
y músicos. Afirma que si le preguntaran el nombre del
hombre más destacado que haya conocido, contestaría
que ese es Luis Buñuel.
En
contraposición con la violencia, en la que ha trabajado
mucho, observa que la paz no es un estancamiento "o el padre
leyendo el periódico en zapatillas, la señora
de la casa tejiendo, un gatito jugando con las madejas de
hilo o un niño jugando con un mecano", sino investigación,
esfuerzo y audacia. Aduciendo que ha trabajado mucho sobre
las razas y el racismo, piensa que en biología humana,
en antropología, quien más ha trabajado por
la ciencia, el estudio, es él en toda América.
En
este sentido ubica al racismo como el factor que más
genera violencia. A este respecto, ejemplifica: "él
es blanco, el otro negro y uno más amarillo y ahí
nos odiamos, ¿verdad?", aunque blancos, negros, amarillos,
turcos, yucatecos, chiapanecos y gallegos, prosigue, biológicamente
tengan dos ojos mirando al frente, cabeza erguida y con pelo,
nariz en la cara, boca al frente, no para abajo, 32 dientes,
corazón a la izquierda, hígado a la derecha,
dedos "prensibles" con uñas, no con garfios, y uno
fundamental. Además, añade que todos caminan
en dos pies y que en cuanto a su comportamiento se refiere,
cree que a todos les gusta cantar y bailar, respetar a los
ancianos, y cuidar a los niños y las mujeres grávidas.
Asegura, por otra parte, que en todas las sociedades estamos
conscientes de la muerte: "unos le temen más y otros
menos, en fin".
Sobre
sus estudios de género, el doctor Santiago Genovés
habla de la mayor diferencia entre un hombre y una mujer:
"ella tiene sus características sexuales primarias
y secundarias, mientras que él también posee
las suyas. Por la unión de esa diferencia es que estamos
aquí. Qué sabia naturaleza. Lo más diferente
en nuestra especie, en el hombre y la mujer, es por lo que
estamos aquí". Para él está bien claro
que existen razas y que éstas son diferentes entre
sí, pues se pueden ver a simple vista algunos aspectos
genéticos, internos o bioquímicos, lo que no
quiere decir que haya razas superiores e inferiores, sino
diferencias que se ubican en los campos de la antropología
biológica, la antropología social y el humanismo.
Reconoce que ha trabajado bastante sobre los orígenes
y las fuentes del conflicto, la fricción, la agresión,
la agresividad y la violencia. "Las balsas están para
eso", explica. Así, considera que la violencia no está
genéticamente determinada, porque es un producto de
la cultura.
En
su incursión en la determinación sexual a través
del análisis de los huesos, una tarea básica
en cualquier investigación como la medicina forense,
el doctor Genovés se introdujo en un cementerio de
Teotihuacán y otro de Xochicalco. De sus estudios en
estos sitios curiosamente descubrió "que no había
mujeres en el pasado", esto, en contraste con los restos de
Neanderthal, Cromagnon, Pekín y los de Gibraltad, que
la mitad eran de mujeres. Añade que si en los análisis
se mezclan hombres y mujeres, comparándolos entre sí
para estos fines, es posible llegar a conclusiones sobre la
evolución, es decir, las diferencias sexuales.
En
el laboratorio de Antropología Física del Museo
del Antiguo Palacio del Arzobispado, en la calle de Moneda,
el doctor Genovés cuenta que allí tenía
los restos de Tepexpan, de los que se creía eran de
un hombre alto y mayor, el padre de Mesoamérica, pero
resultó que pertenecían a una mujer chaparrita
y joven, lo que, añade, desembocó en "un escándalo
nacional y medio mundial". Al continuar con sus estudios sobre
las diferencias sexuales, se ocupó también de
la determinación de la edad y la estatura por medio
del análisis de los huesos.
Explica
que es bien sabido que la violencia, "la que nos interesa,
la generalizada y estandarizada, la generalizada e institucionalizada,
comienza paradójicamente con la revolución agrícola,
la gran revolución del hombre". Es cuando por primera
vez pudimos estar sentados para tomar nuestros alimentos.
De la prehistoria, 7000 años antes de la Revolución
Agrícola, no se tiene evidencia de violencia institucionalizada
y generalizada, explica, pero con esta transformación
nos volvimos sedentarios. Así, por motivos que tienen
que ver con la orografía, la tenacidad, la inteligencia,
la latitud, la lluvia y la fertilidad del suelo, entre muchas
otras razones, entonces unos tienen y otros no. De esta manera
surgen las ciudades, los grandes imperios, las grandes religiones
y los grandes ejércitos y contraejércitos, pero
todavía no se da la barbarie, es decir, la violencia
institucionalizada, aclara.
Es
así como el doctor Genovés se reunió
con "14 personas de diversas partes del mundo, cercanos a
la violencia: neurólogos, fisiólogos, sociólogos,
antropólogos, psicólogos, psiquiatras, historiadores
y hasta bioquímicos, para dar al mundo la primera declaración
sobre la violencia" en 5 puntos. Esta ha sido adoptada por
más de 100 sociedades científicas nacionales
e internacionales, así como la UNESCO, señala.
Estos 5 puntos, son: "1. La violencia no está genéticamente
determinada; 2. La violencia no está inscrita en nuestro
cerebro; 3. La violencia no viene de nuestro pasado animal;
4. En el proceso de la evolución no ha habido una selección
mayor hacia el comportamiento agresivo o violento, que hacia
otros tipos de comportamiento, y 5. La violencia no es hereditaria.
En
el plano mundial, es decir, en la guerra, se refiere a que
"por matar a la gente te dan medallas, mientras que en la
paz te llevan a la silla eléctrica. Muchos fueron los
hechos violentos del siglo XX: la primera guerra, que se llama
primera porque luego vino la segunda, más todo lo que
ha venido después, que es muchísimo: las guerras
de España, Irlanda, el País Vasco, Bangladesh,
Vietnam, las Coreas y demás conflictos en curso en
todo el planeta". Para referirse al efecto en la humanidad,
derivado de estos conflictos, ejemplifica: "si pudiéramos
poner pies con cabeza, como una macabra cosa, los muertos,
yo calculo, darían algo así como 7 vueltas a
la tierra. ¡Qué no hubieran logrado esos hombres
y mujeres que fueron muertos!. Son millones y millones, ¿qué
no hubieran logrado?".
Al
referirse a su actividad científica, el doctor Santiago
Genovés afirma que "cuando investigamos salen cosas
por todas partes que no las esperamos". Para él la
investigación es ir en busca de lo desconocido, porque
"si ya sabemos lo que vamos a encontrar, no estamos haciendo
investigación". Al introducirse en las dos primeras
balsas, su propósito era hallar la posibilidad de contactos
trasatlánticos antes de la expedición de Cristóbal
Colón, pero "vi que una balsa en medio del mar es el
mejor laboratorio aislado, inescapable, para estudiar el comportamiento
y las relaciones humanas que tienen que ver con el conflicto.
Cuenta
el doctor Genovés que la primera balsa, la RA 1, no
llegó a su destino porque se hundió "y nos salvamos
de puro milagro". Posteriormente se embarcó en la balsa
RA 2, en la que uno de los tripulantes no pudo hacer el viaje
porque perdió la razón. Esta balsa sí
logró atravesar, por lo que la proeza se convirtió
en un "éxito mundial, en el sentido de que entonces
existe la posibilidad de haberse dado contactos trasatlánticos
antes de Colón". De este experimento obtuvo muchos
datos sobre las relaciones humanas, aunque, reitera, el propósito
no era ese.
Relata
que al acudir a la ciudad de Monterrey para ofrecer un seminario
sobre la evolución del hombre, el avión donde
viajaba fue secuestrado y conducido a Cuba: "en un secuestro,
digo, se pasa mucho miedo. Hay pistolas y metralletas y nos
iban a matar a todos". Opina que éste también
fue un "laboratorio crítico" y que es en las situaciones
críticas cuando nos conocemos y estamos más
cerca de la verdad. "El secuestro fue interesantísimo.
Pasé mucho miedo, como todo el mundo, pero fue muy
interesante".
Después
de esta experiencia, el doctor Santiago Genovés opinó
que había que autosecuestrarse otra vez. Fue entonces
cuando se embarcó en la balsa Acalli, "casa
en el agua", con 6 mujeres y 4 hombres, "grandes hombres y
mujeres de estudio", entre psicólogos, psiquiatras,
sociólogos, médicos y sexólogos". Recuerda
que la historia fue larga en ese laboratorio aislado e inescapable,
en el que se centró sólo en la violencia durante
101 días en el mar. Pudo comprobar, de manera "fehaciente
y brutalmente directa", que la violencia se relaciona con
la búsqueda de liderazgo y poder. "Es la fuente número
uno de violencia". Considera que tal vez la segunda fuente
de violencia es el cambio de roles, en nuestros papeles de
jefes, amigos, hijos y padres, por ejemplo. Así, hace
resaltar que nos pasamos el día cambiando de roles
y que cuando ese cambio es muy súbito, se origina el
conflicto. Opina que en el mundo se considera como posible
que el de Acalli sea el experimento más esencial
sobre las relaciones humanas que se haya hecho.
Desde
su película ¿La Pax? el doctor Santiago
Genovés dio muestras de su gran interés por
el fenómeno de la violencia. Con relación a
este "buen documento sobre violencia", el reconocimiento de
su esposa fue tal que le dijo: "Santiago, tú ya te
puedes morir", expresión que recibió como "el
mejor piropo que jamás haya recibido en mi vida. Bueno,
era mi mujer y me quería mucho". Sobre esta producción,
dice: "que yo sepa, hasta hoy en todo el mundo nadie ha hecho
una sola película en serio, para deshacer entuertos,
malentendidos, tabúes o preconcepciones sobre la violencia".
Sobre
el conocimiento científico afirma que nadie puede darle
un valor menor al que merece, porque estamos vivos gracias
a él. Después de la ciencia, prosigue, viene
la tecnología, que es "un magnífico instrumento,
un enorme instrumento, pero sólo eso, no un ser pensante",
gracias al cual "ponemos, vemos, subimos y bajamos para ir
a donde debamos ir". Lo que no podemos dejar es que la tecnología
nos avasalle, agrega.
El
doctor Santiago Genovés comenta que como Homosapiens,
como pomposamente nos hacemos llamar, aún nos falta
mucho todavía. "Desde el zapatero, el violinista, el
miembro de un coro y la costurera, inconscientemente todos
queremos saber más, hacer mejor las cosas, aunque a
veces para hacer daño a otros. Los que trabajamos en
centros de estudios estamos conscientes de que lo que nos
divierte, lo que nos gusta, es ir en busca de lo desconocido".
Metafóricamente, estima que si un investigador de cualquier
nivel concibe que encontrará "lo que hay detrás
de esa puerta, descubrirá que hay un salón mucho
más grande con muchas más puertas, es decir,
que ha encontrado un sitio 'chiquito' que conduce a más
conocimiento. La búsqueda de conocimiento no tiene
límite. Yo creo que la base es esa".
El
doctor Santiago Genovés percibe que todo lo que hace
el hombre es cultura, incluyendo la ciencia política,
la economía, la medicina, la antropología, así
como el quehacer de los camareros, Maradona, Hugo Sánchez
y el gordo Valenzuela. En particular, considera que la investigación
es el mejor antídoto para el aburrimiento y que no
termina nunca, aunque sí produce ansiedad. Recuerda
que cuando "era pequeñito, en España, ser maestro
era ser alguien y a todo el mundo le gusta ser alguien, aunque
no se sea maestro para ganar dinero, no obstante lo que se
requiere es educación, educación, más
educación y más recontraeducación, desde
chiquitines, para lo cual hay que predicar con el ejemplo".
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