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Los
historiadores de Chiapas están de acuerdo en que los recursos
a controlar, desde la Colonia, fueron la tierra y la mano de obra,
además de los puestos altos del gobierno. Pero quién
quiere controlar tales recursos: “la familia chiapaneca”,
responden algunos estudios de los años setenta y ochenta,
y la conciben como una oligarquía, como un grupo de familias
emparentadas entre sí, aunque con ciertas diferencias faccionales.
Sin embargo, los terratenientes de Chiapas son parte de una clasificación
heterogénea, acompañada por el surgimiento de nuevos
agentes económicos: estudios recientes muestran el ascenso
de un sector de agricultores y comerciantes organizados en nuevas
asociaciones, a la par, del debilitamiento de los ganaderos y la
influencia de sus asociaciones ganaderas y de pequeños propietarios.
En
Comitán, los comerciantes y funcionarios urbanos forman,
ahora, el grupo dominante en su región, tienen mejor relación
con el Estado que los propios ganaderos tradicionales, y sus intereses,
resultan más cercanos al proyecto del gobierno federal (Escalante
1995:30).
En
Ocosingo, al menos en los primeros años noventa, un grupo
de empresarios jóvenes disputaba el poder a los ganaderos
tradicionales. Dicho grupo estaba compuesto por universitarios,
muchos de ellos formados fuera de Chiapas, quienes regresaron a
retomar las actividades de sus padres, o bien, con su trabajo profesional,
pudieron comprar pequeñas propiedades e invertir en granjas
de mejoramiento genético y cultivos agroforestales en combinación
con pastoreo.
En San Cristóbal de Las Casas, hacia mitad del siglo XX los
herederos de finqueros y comerciantes, afectados por la revolución
mexicana, y el cardenismo, principalmente, emigraron al perder fortuna
y abolengo. Con el turismo, a partir de los setenta se diversificaron
las actividades y surgieron nuevos empresarios a partir de los pequeños
comerciantes que habían permanecido en la ciudad, restringidos
prácticamente al intercambio de productos locales (Sánchez
1995:74).
En Simojovel, desaparecen las fincas frente a la ejidalización,
se advierte un panorama de campesinos libres, pequeños productores
frente a comerciantes intermediarios ex finqueros y asociaciones
para la incursión en el mercado solidario (Toledo 2002).
En Túmbala desaparecen las fincas cafetaleras en manos de
alemanes y emergen junto al ejido hoy dominante, los propietarios
mestizos que fueron atraídos por las actividades comerciales,
administrativas y ganaderas en la época de las fincas (Alejos
1999).

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