Posclásico
Tardío
Esta
época corresponde al ocaso de Chichén Itzá
y el surgimiento de Mayapán como la gran capital heredera
de la grandeza de Chichén. Su marco temporal abarca de 1221
hasta el siglo XVI, con la conquista española, pero algunos
reductos mayas itzáes, en la zona central, como Tayasal en
lago Petén Itzá, permanecen insurrectos hasta finales
del siglo XVII. Debido a que el comercio marítimo ha cobrado
gran importancia desde la época anterior, varios asentamientos
costeros, en la costa del mar Caribe, como Tulum, Xcaret, Cozumel
y Santa Rita Corozal, en Belice, se convierten en los principales
centros de población, de dimensiones semejantes a las principales
ciudades españolas, según algunos cronistas.
El
altiplano guatemalteco presenta un marcado incremento poblacional
sin precedente. Durante el Posclásico Tardío los asentamientos
eran fortalezas construidas sobre mesetas escarpadas que facilitaban
la defensa, resultado de las constantes pugnas entre los linajes
principales que competían, constantemente, por la conquista
de los territorios vecinos para la obtención de tributos,
esclavos para mano de obra y sacrificios. (Figuras 43, 44).
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Figura
43. Vista de Tulum, Quintana Roo, periodo Posclásico
Tardío. |
Figura
44. Incensario antropomorfo, tipo Chen Mul, Dzibanché,
Quintana Roo. |
Las
capitales en las tierras altas de Guatemala correspondían
a los mayores centros políticos y religiosos de las distintas
etnias mayas de la zona. Se deben mencionar principalmente Utatlán,
que era la capital de los quichés, Iximché, de los
cakchiqueles, Zaculeu, de la etnia mam y Mixco Viejo, de los pokom,
que como se mencionó antes mantenían constantes hostilidades
y alianzas a conveniencia para ensanchar sus fronteras territoriales
y comerciales. Todo este poderío fluctuante se interrumpió
definitivamente con la Conquista. (Figuras 45, 46).
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Figura
45. Juego de Pelota, Utatlán, Quiché,
periodo Posclásico Tardío. |
Figura
46. Cántaro, tipo Chinautla Policromo utilizado
como urna funeraria. |
Por
mucho tiempo se pensó en los mayas antiguos como una civilización
única, razón por la cual no se le podía comparar
con ninguna otra y, por consiguiente, no era susceptible para la
aplicación de esquemas universales. También se consideró
su surgimiento y desarrollo como independientes de las otras culturas
mesoamericanas, atribuyéndosele a los mayas la invención
de los conocimientos matemáticos y astronómicos que
ellos perfeccionaron, pero que otros pueblos anteriores ya tenían
y también desarrollaron. Además, se sostenía
que los textos jeroglíficos y las escenas asociadas a éstos
carecían de contenido histórico, así como una
supuesta obsesión por el paso del tiempo y su registro, llevada
al plano filosófico. Al leer la mayoría de las obras
de divulgación se tiene la impresión de que sólo
existieron los sacerdotes y jefes militares, los sabios y los artistas;
se soslaya la indispensable presencia del pueblo, el cual carecía
de interés para los historiadores de la primera mitad del
siglo pasado.
La
reconstrucción del pasado maya se ha realizado con base en
los resultados de las investigaciones arqueológicas; hasta
hace poco tiempo las excavaciones y estudios se centraron en los
vestigios más llamativos de la antigua civilización
como las grandes pirámides, juegos de pelota y tumbas reales.
Las evidencias recobradas sólo mostraban un sector de la
población con referencia directa a las manifestaciones materiales
del culto, así como a las distintas fases de la vida de la
minoría gobernante. En la actualidad esas ideas han sido
refutadas y el marco de la historia cultural del pueblo maya ha
dado un giro diametral. Destacar la presencia de todo el pueblo
maya en la elaboración de su cultura, definir sus relaciones
con los demás grupos sociales y mostrar su continuidad, permanencia
y proyección en el tercer milenio, es el propósito
de los participantes en esta publicación digital.
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