Habitar
el límite
Un
acercamiento a la ética de Eugenio Trías
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Trías
Eugenio, Ética y condición humana,
Barcelona, Ediciones Península, 2000, 154 pp.
Adriana
Renero
Posgrado en Filosofía, UNAM
Estudiante de Maestría
arenero@prodigy.net.mx |
La
filosofía del límite de Eugenio Trías tiene
como intención principal someter a la razón
a un diálogo constante con aquello que le reta. Este pensamiento
nace como propuesta crítica y reflexiva ante la modernidad,
cuya razón dogmática ha rechazado las sombras de la
misma y ante la llamada posmodernidad, cuyas ideas han pretendido
la disolución de la razón. La filosofía del
límite ofrece un nuevo concepto crítico de razón
que emerge en la frontera entre ella misma y aquello que la asedia
y que es concebido por Trías como razón fronteriza,
la cual convive en el ámbito de la estética, la religión,
la teoría del conocimiento, la ética.
La
filosofía del límite alumbra y recrea la pregunta
¿qué es el hombre? otorgándole un carácter
fronterizo. En Ética y condición humana dicha
razón fronteriza se conecta con el ámbito
de la ética, precisamente, en la reflexión sobre lo
que somos, es decir, en la reflexión sobre nuestra
propia condición humana. Trías propone comprender
eso que somos a través de la idea del límite
pero advierte sobre la importancia de recrear otras propuestas de
la tradición filosófica (recurriendo a Aristóteles,
a los estoicos, a Kant, a Hegel, a Wittgenstein, etc.).
El
hilo conductor de esta reflexión se centra en un imperativo
ético que expresa nuestra condición humana; el cual
es una variante del imperativo pindárico: “Llega a
ser lo que eres” y de los adagios délficos “Nada
sin medida”, “Conócete a ti mismo”. El
imperativo que esta ética enuncia, en palabras de Trías,
dice: “Obra de tal manera que ajustes tu máxima
de conducta, o de acción, a tu propia condición humana;
es decir, a tu condición de habitante de la frontera”.
Tal imperativo, según el filósofo español,
nos invita y conmina a habitar el límite del mundo,
o a encarnar esa condición limítrofe y fronteriza
que constituye nuestro signo de identidad.
Limes
y experiencia ética
Habitar
el límite y reconocer nuestra condición fronteriza
requiere considerar, además de la ambigüedad del concepto,
lo que el límite o limes era para los antiguos romanos:
la franja fronteriza de territorio habitable en la que confluían
ciudadanos y extranjeros. Este significado del limes es
reflexionado como el lugar desde donde se hace posible la experiencia
ética, aquella que se genera mediante la libre respuesta
del hombre a la propuesta o invitación citada. La propuesta
de la razón en su uso práctico se muestra como tal,
en virtud de la libertad y responsabilidad que posee el hombre de
responder a dicha propuesta según su acción o praxis
de forma afirmativa o negativa; es decir, mediante su acción
se argumenta el ajuste a su condición fronteriza o el desajuste
a esa proposición. Así, el hombre tiene en el límite
el signo de su identidad, pero en razón de su libertad dispone
de la posibilidad de decidir por su propia condición o de
contradecirla optando por el comportamiento inhumano e incurriendo
en desmesura o hybris.
Habitantes
de la frontera
Trías señala que la medida humana se reconoce limítrofe
entre la condición animal y divina, o entre la inclinación
a permanecer en la matriz física o entre la tendencia o ambición
a ocupar la morada de los dioses. Precisamente, es en esa medida
limítrofe donde nuestra existencia encuentra el indicio de
su propia condición humana. De aquí que el hombre
se pueda considerar habitante de la frontera, ni de aquí
ni de allá, ni animal ni dios, sino fronterizo o con la cualidad
de centauro. Esto es, el hombre, provisto de logos, deja
la matriz física de la cual procede (adquiriendo con ello
una existencia errante, o en exilo y éxodo) y se dirige a
su verdadera morada, al umbral o habitat que esta filosofía
denomina límite. Se trata de la frontera que se
localiza entre la naturaleza y el mundo (el cual dotamos de sentido
y significación). Así, el límite, hallado entre
naturaleza y mundo, constituye nuestra propia condición.
Condición que refiere siempre a un término medio
entre dos extremos indeterminados. Es por eso que a partir del imperativo
de esta ética se infieren dos proposiciones complementarias:
la que conmina a exiliarse del cerco físico del cual proviene
el fronterizo, y la que lo previene sobre la importancia de mantenerse
en el limes sin excederlo o desbordarlo. El limes
mantiene, al mismo tiempo, distancia en relación a lo que
en él se constituye como confín y a lo que lo excede
o se encuentra más allá de él, a modo de arcano
o misterio.
Llegar
a ser lo que potencialmente somos
La ética orienta la acción o la praxis hacia
ese justo medio, hacia ese lugar específico en el
que el hombre se realiza como habitante de la frontera,
como límite de lo físico, como umbral de lo metafísico.
Y en virtud de su acción, el hombre puede alcanzar su finalidad
o su destino que es el de llegar a ser eso que potencialmente
es. El hombre constituido de inteligencia y pasión,
puede ser límite y medida de la naturaleza o cerco hermético
y el mundo o cerco del aparecer; a la vez que cópula
y disyunción, gozne y bisagra entre el mundo y la naturaleza,
o entre el ser físico y el metafísico.
Ética
y condición humana abre y alumbra el camino que nos
invita a habitar el limes en razón de la manera en que actuamos,
porque el concepto de límite que Trías utiliza, no
es emplazamiento estático, espacial y geográfico,
sino sendero dinámico que se traza conforme la marcha, mediante
nuestro propio itinerario. Asimismo, esta ética dibuja mediante
su imperativo, nuestro deber de ser felices o de alcanzar en lo
posible la buena vida tomando partido por la felicidad, lo cual
sólo puede hacerse por responsabilidad. Es una alternativa
también para pensar en la posibilidad de construir o edificar
una ciudad habitada por una comunidad de fronterizos los cuales,
en su calidad de ciudadanos, tienen la posibilidad de hacer uso
y ejercicio de esa libertad responsable.
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