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LITERATURA
ENTRE EL TEXTO Y EL HIPERTEXTO
LA
VÍA DIGITAL
Uno de los problemas medulares de la promoción
literaria y cultural latinoamericana, verdadero
talón de Aquiles de la creación
y de la reflexión nacida a partir de
ésta, es y ha sido siempre la distribución
de los materiales editados.
Para autores que publican sus libros en editoriales
comerciales el brincar de un país a
otro, aun en el caso de territorios vecinos
dentro del mismo continente, podría
llegar a convertirse en una aventura que ronda
desde la anécdota apenas curiosa hasta
lo verdaderamente rocambolesco. En esta línea
del más puro absurdo, por ejemplo,
un libro editado en España figurará
en las mesas de novedades de la península
y muy probablemente también en las
de toda la América de habla hispana.
Mientras que el mismo título, de haber
sido concebido por una de las gerencias regionales
de la misma casa editorial, sólo existirá
en las librerías del país de
publicación. Y muy probablemente, no
en todas y en un tiraje mucho menor.
Ahora bien, para aquellos otros autores que
dan a la imprenta creación o crítica
en editoriales universitarias o académicas
el periplo promocional adquiere tintes un
poco más dramáticos. El paso
descrito hace un momento, en este caso, de
hecho no crearía conflictos al autor
o al libro, ya que no se podría dar.
Al menos, bajo las estructuras actuales y
con los medios convencionales. Pues, para
la mayoría de las editoriales académicas
de México y de más al sur, me
supongo, las dificultades empiezan y concluyen
mucho antes del posible brinco geográfico.
Poner el libro en las manos del lector en
el mismo país de edición arrastra
una suma de complejidades todavía más
enigmáticas que las del paso al otro
lado de la frontera. El libro académico,
el universitario deberán superar barreras
casi siempre infranqueables, heredadas de
una estructura burocrática que no ha
sabido adaptarse al cambio, a los tiempo que
corren.
Desde hace algunos años, sin embargo,
nuevas opciones para ampliar y racionalizar
el espectro de la publicación y la
distribución editorial han venido surgiendo
dentro del ámbito de la cultura. No
exentas de limitaciones y hechos criticables,
como cierta dificultad que plantea la lectura
en pantalla, o las incompatibilidades y rarezas
que todavía sufrimos al pasar de una
a otra de las distintas plataformas,
las ediciones electrónicas comienzan
a dejar huellas definitivas en los lectores.
Sobre todo, en los más jóvenes:
los del siglo XXI. De hecho, la marca
de agua de esta tecnología se
hace visible ya en el campo del libro, tal
cual lo conocemos. La prueba más palpable
de este fenómeno, el aval definitivo
para la entrada de las tecnologías
multimedia en la alta cultura de habla española,
es la edición en CD-ROM de dos hitos,
dos monumentos de nuestra lengua aparentemente
intocables que, no obstante, han caído
bajo la seducción del hipertexto. Me
refiero a Menéndez Pelayo digital1
y a Alfonso Reyes digital2,
proyectos de iniciativa hispana que incluyen
las obras completas de los dos autores así
como algunos de sus epistolarios.
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