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Dios
creó al hombre y, no encontrándolo lo
suficientemente solo,
le dio una compañera para hacerle sentir mejor
su soledad. 1
PAUL
VALÉRY
La
vasta mayoría de las escuelas interpretativas
tienden a afirmar al Don Juan como un caballero de la
pura vida instintiva, vertebrado en su totalidad por
el deseo e incapaz de guiarse por argumento alguno de
la razón. Se afirma que el erotismo donjuanino
consiste en el engaño, la burla, la suscripción
inmediata, en suma, la carnalidad como ejecución
misma de la vida. En torno al modelo de vida del Don
Juan escribe José Zorrilla:
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Aquí
está Don Juan Tenorio,
y no hay hombre para él.
Desde la princesa altiva
a la que pesca en ruin barca,
no hay hembra a quien no suscriba;
y a cualquier empresa abarca
si en oro o valor estriba.
Búsquenle los reñidores;
cérquenle los jugadores;
quien se precie, que le ataje;
y a ver si hay alguien que le aventaje
en juego, en lid o en amores. 2
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Efectivamente la figura mítica del Don Juan encarna
una modalidad sensual, pero como veremos más
adelante, el pensamiento de Søren Kierkegaard
propone una revaloración radical del arquetipo
clásico donjuanino a través del Diario
del seductor [DS]. El objetivo de este ensayo es
realizar una interpretación de la concepción
kierkegaardiana de la seducción a través
del personaje de Juan el seductor. Mi creencia inicial
es que una exégesis de la revaloración
que hace Kierkegaard 3
de la figura mítica del Don Juan mediante el
DS puede generar una poderosa clave interpretativa que
permita realizar un acercamiento original al concepto
de ‘estética' en el pensador danés. La
interpretación aquí planteada persigue
defender a la seducción como un arquetipo anómalo
de racionalidad y como un modelo nihilista de construcción
estética, en oposición a los modelos canónicos
de interpretación que lo sostienen como una forma
de vida sostenida totalmente en el delirio y la inmediatez.
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