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En
los últimos años la enseñanza
de la estadística se ha incorporado
en diferentes carreras universitarias debido
a su carácter instrumental para otras
disciplinas y a su importancia en una sociedad
caracterizada por la disponibilidad de información
de carácter numérico (Batanero
2001a).
Godino
y Batanero (1998) resaltan el interés
hacia la enseñanza de la estadística
puntualizando que su estudio fomenta un razonamiento
crítico, basado en la valoración
de la evidencia objetiva, ayudando a comprender
los restantes temas del currículum donde
con frecuencia aparecen gráficos, resúmenes
o conceptos estadísticos.
Asimismo,
se reconoce la necesidad de un enfoque estadístico en la práctica de
las disciplinas que constituyen la Salud Pública, ya que éstas estudian comunidades
o poblaciones en las que claramente se aplican
las leyes de los grandes números y de
las fluctuaciones aleatorias (Cantú Martínez
y Gómez Guzmán 2003).
Señalada la importancia del conocimiento
de esta disciplina es necesario reconocer que
no es sencillo enseñar esta disciplina
a estudiantes frecuentemente desmotivados y
con pocos conocimientos matemáticos
(Batanero 2001 b), aunque las dificultades
no parten únicamente de los alumnos.
En
el aspecto metodológico, se han
realizado fuertes críticas a la enseñanza
de la estadística centrada en la realización
de cálculos y que descuida valiosos
elementos de tipo conceptual (Salcedo 2005),
señalándose como adecuado el
desarrollo del Pensamiento Estadístico definido
como el proceso de pensamiento que permite
identificar, caracterizar, cuantificar y controlar
la variación que está presente
en el mundo actual (Wild y Pfannkuch, 1999).
El
tiempo dedicado a la ejercitación
mediante problemas de aplicación cuyos
datos a veces resultan poco relevantes por
su escasa relación con la realidad,
hacen perder el interés en su estudio
y, por otra parte, el auge de los programas
y paquetes de fácil aplicación
hace que los fundamentos, especialmente en
la toma de decisiones y en la comprensión
de los errores que se pueden cometer en tales
decisiones, no se comprendan cabalmente (Basconcelo,
Duarte, Meinero y Rodríguez 2003).
Gal (2002) avanza sobre el tema y puntualiza
que el desarrollo de una Cultura Estadística en
adultos requiere de algo más que el
conocimiento formal de la estadística,
proponiendo un modelo sobre las bases de conocimiento
y otros procesos que deberían estar
a la disposición de estudiantes que
se gradúan en institutos universitarios,
de manera que puedan entender, interpretar,
evaluar críticamente y reaccionar a
los mensajes estadísticos encontrados
en los contextos de lectura.
Por
otra parte, se suele criticar la poca conexión entre los contenidos conceptuales
que se enseñan y las situaciones de
vida de los alumnos, y ello se debe en parte
a que las problemáticas seleccionadas
son generales y no establecen nexos de significación
con el entorno del alumno (Fumagalli 1993),
recomendándose la formación mediante
actividades donde la fuente de información
sea motivadora y manejable, que implique su
participación activa de modo de involucrarlo
en el proceso de aprendizaje y así "descubra" los
conceptos al resolver problemas del mundo real
(Basconcelo, Duarte, Meinero y Rodríguez
2003).
Gallese
[et. al.] (2000) resumen diferentes propuestas
para mejorar la manera en que se desarrolla
el dictado de cursos introductorios de estadística,
entre los que se destacan trabajar con
datos reales y la realización
de proyectos por parte de los alumnos,
donde se los coloca en el papel de investigador,
los lleva a considerar todos los aspectos que
hacen al tema, a recolectar los datos y a analizarlos;
es decir, a poner en práctica el denominado
el pensamiento estadístico.
Snee (1990) afirma que "la colección
y el análisis de datos están
en el corazón del pensamiento estadístico.
La colección de datos promueve el aprendizaje
por la experiencia y conecta el proceso de
aprendizaje a la realidad".
Gal (2002) enuncia que el pensamiento
estadístico implica la comprensión
del por qué y de cómo se realizan
las investigaciones estadísticas.
Esto incluye reconocer y comprender el proceso
investigativo completo (desde la pregunta
de investigación a la recolección
de datos, así como la selección
de la técnica para analizarlos, probar
los supuestos, etc.), entendiendo cómo
se utilizan los modelos para simular fenómenos
aleatorios y utilizar el contexto de un problema
para emitir conclusiones.
Finalmente,
Cantú Martínez y
Gómez Guzmán (2003) sostienen,
por su parte, que el conocimiento de los métodos
estadísticos está estrechamente
ligado a la práctica de la investigación
ya que es necesario para poder interpretar
correctamente y de una manera crítica
los resultados obtenidos. Consideran que un
buen trabajo de investigación en salud
debe dedicar un espacio a describir los métodos
de análisis de datos utilizados y entre
los factores determinantes para un buen análisis
se encuentra el tipo de diseño y el
conocimiento de las variables de estudio.
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