Revista Digital Universitaria
10 de agosto de 2006 Vol.7, No.8 ISSN: 1607 - 6079
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Afirma el viejo dicho que todos los caminos conducen a Roma. Este refrán, tan conocido hoy como descontextualizado, sentenciaba con su brevedad la magnífica labor de construcción de carreteras que consolidaron los antiguos romanos y que permitían que todos los lugares del Imperio estuviesen interconectados hasta llegar a la Urbe. La Vía Apia, que conducía directamente a Roma, fue durante siglos uno de sus caminos más emblemáticos. Constituyó también, curiosamente, la última morada de los antiguos romanos, ya que, si bien todos los caminos llevaban a Roma, muchos de los caminos de la vida conducían a la Vía Apia después del fallecimiento.

Queremos recordar aquí cuáles eran los aspectos más llamativos de la Vía Apia como cementerio, y para ello lo haremos centrándonos en dos de las novelas de Steven Saylor1, un autor de novela policíaca de temática romana clásica que recrea con pinceladas literarias la doble naturaleza de esta importante vía.

 
   

 

 

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