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Introducción
México inició su incursión en el uso de la tecnología de computadoras
digitales el 8 de junio de 1958, cuando la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM) adquirió una computadora IBM-650; esta fecha marca
un hito en la historia de la informática en Latinoamérica, pues la
IBM-650 fue la primera computadora electrónica en operar en este
continente, al sur del río Bravo. Conmemoramos pues, en este 2008,
el 50 aniversario de tan importante evento histórico.
La investigación y desarrollo de la informática en México, comenzó
hacia fines de los 70. Entre las universidades mexicanas que desarrollaron
los primeros proyectos relacionados con el diseño de computadoras
destacan la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
Hacia finales de la década de los 70, las computadoras personales
de bajo costo estaban teniendo un fuerte impacto alrededor del mundo
al hacer accesible el uso de esta tecnología a un número cada vez
mayor de usuarios; dicho impacto las llevaría, a la vuelta de la
siguiente década, a la abrumadora conquista del mercado informático,
dominado hasta ese entonces por las macro y minicomputadoras. Este
hecho, aunado al sentido de nacionalismo prevaleciente en las políticas
nacionales de esa época, condujeron a que ciertos sectores dentro
del gobierno de México y la academia se interesaran en el desarrollo
de la tecnología de computadoras como un paso estratégico para reducir
nuestra muy elevada dependencia tecnológica del exterior. Sin embargo,
durante la década de los 80 la situación económica del país fue
notoriamente inestable. Las devaluaciones periódicas del peso mexicano
fueron seguidas por procesos hiperinflacionarios que llevaron al
país a una crisis económica de grandes proporciones. Como consecuencia,
para finales de 1989 el peso se había devaluado hasta llegar a tener
cerca de una centésima parte de su valor inicial a fines de 1981
con respecto al dólar estadounidense (Centro de Estudios de las Finanzas
Públicas, Cámara de Diputados).
La situación del
desarrollo tecnológico en el país se complicaba más aún debido a
que la inversión en ciencia y desarrollo estaba, entonces como ahora,
muy por debajo de los estándares mundiales. Además, la inversión
privada en estas áreas era prácticamente inexistente. La enorme mayoría
de las compañías mexicanas importaban toda la tecnología que requerían
(Cantarell, 2000; Calderón, 1980; Prieto-Diaz y Willson, 1981; Gaalbi).
En contrapeso, un grupo reducido de investigadores operando desde
el sector académico contaba con el conocimiento y los recursos económicos
y humanos necesarios para desarrollar tecnología mexicana de computadoras
(Casas, 1983; Soriano y Lemaître, 1985).
Así pues, durante la década de los setenta y los ochenta, México
tuvo una oportunidad histórica y -a la luz de la información que
tenemos ahora- irrepetible, de incorporarse al selecto grupo de países
fabricantes de computadoras con tecnología propia. Esto sucedía justo
cuando esta industria iniciaba su despegue hacia un desarrollo exponencial
llamado a cambiar para siempre el estilo de vida de los habitantes
de nuestro planeta. A pesar de ciertos aciertos por parte del Gobierno
Mexicano, los cuales fueron correspondidos por desarrollos embrionarios
de prototipos en el sector académico mexicano, podemos afirmar, con
la cómoda perspectiva que dan casi 30 años de historia, que tal oportunidad
no pudo ser aprovechada por nuestro país. Como será explicado a lo
largo de este artículo, diversos factores contribuyeron al fracaso
de la industria y la academia mexicanas en desarrollar una industria
nacional de computadoras capaz de crear su propia tecnología.
El principal propósito de este trabajo de investigación es presentar
una breve reseña técnica e histórica sobre el desarrollo de la
computación en México. Dada la amplitud del tema, nos concentraremos
principalmente en describir las computadoras Mexicanas diseñadas
en el período comprendido entre finales de los 70 y mediados de
los 80. La creación y diseño de esas computadoras indica que,
a pesar de las circunstancias económicas adversas prevalecientes
en el país en ese entonces, una incipiente tecnología de computadoras
de buen nivel estaba siendo gestada dentro del sector académico mexicano.
Como se describe en el resto de este artículo, las computadoras mexicanas
de la época incluyen una pequeña pero rica (y por momentos asombrosa)
variedad de sistemas que van desde computadoras orientadas a la investigación
y a la enseñanza hasta computadoras personales de alto rendimiento.
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