Un traje a la medida Cómo elegir una carrera y no morir en el intento

Resumen

Este artículo discute la difícil decisión de elegir una licenciatura al salir del bachillerato. A muchos jóvenes les cuesta trabajo encontrar un espacio o una profesión en donde sientan que pueden integrar sus múltiples talentos e inquietudes. En estas líneas, una joven explora estos desafíos, tratando de reconciliar su pasión por las ciencias sociales y el arte, en el contexto particular de la UNAM.

Palabras clave: estudiante UNAM, vocación, carrera universitaria, elección.


Fit to a T. Choosing a bachelor’s degree that meets your needs

Many young people struggle to find the educational program that fully embraces their multiple talents and interests, especially in Mexico where undergraduate studies are highly specialized. This article reflects upon the difficulty of choosing a degree after finishing high school. In the following paragraphs, a young student at the National Autonomous University of México describes how she faced this challenge and shares her personal journey trying to reconcile a passion for social sciences and art.

Keywords: student UNAM, vocation, university career, election.

Soy María León y estudio Ciencia Política en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Me apasiona el arte, la animación y la información. Este mes, contribuí en la Revista Digital Universitaria con un video que pueden encontrar en la sección Caleidoscopio. Escribí este texto para explicar un poco el proceso detrás de la animación y para hablar de mi experiencia como universitaria en los semestres desde que inicié la carrera. Pueden encontrar otros ejemplos de mi trabajo en mi sitio web o en mi instagram @ca.ma.leon.

Decisiones…


Frustración. Ilustración: María León.
Tomar decisiones nunca ha sido mi fuerte. Me enfrenté a un episodio de indecisión hace más o menos dos años, cuando por fin tuve que elegir la carrera y la universidad a la que ingresaría para cursar mi licenciatura. Estaba llenando la forma para solicitar admisión a la UNAM, pero no sabía a qué carrera. En ese momento me acordé de una escena de La campana de cristal –la novela de Sylvia Plath (2005)– en donde la protagonista se imagina a sí misma descansando a la sombra de un árbol de higo. Cada higo que cuelga del árbol representa una opción de vida: un higo es una vida en familia con hijos y un esposo, otro higo un futuro como poeta, otro una brillante investigadora, otro presagia viajes por todo el mundo, y así ad infinitum. Cuando los higos se pudren y se caen, la protagonista aún no ha elegido uno. Por quererlo todo, se queda sin nada (Zen Pencils tiene una versión ilustrada esta escena que me gusta mucho). Tras esta aterradora reflexión, todavía sin estar segura de lo que quería, cerré los ojos y elegí “Ciencia Política” de la lista de más de cien opciones que la UNAM ofrece.


¿Por qué se oculta la verdad? Ilustración: María León.
Cuando comenzaron las clases me sentí un poco perdida. Primero, porque no sabía dónde estaban los baños, las copias, la biblioteca y la cafetería. No me había aprendido mi número de cuenta ni mis salones. Seguido se me olvidaba traer la tarea y siempre llegaba tarde, aunque supongo que eso les pasa a todos en su primer semestre. Pero a nivel interno no tenía claro porque iba a la facultad diario y si valdría la pena. Usaba todo mi tiempo para leer a Locke, a Rousseau y a Platón. Siempre me habían interesado los problemas sociales y quería aprender a resolverlos, pero también había otras cosas que me inquietaban. Me apasionaba el arte. Por muchos años, había dedicado mi tiempo libre a dibujar y pintar, y en el año antes de entrar a la UNAM había trabajado haciendo ilustraciones. No ayudaba que muchos profesores nos repetían constantemente que en cuanto nos graduáramos el mundo se nos vendría encima, por eso teníamos que ser los mejores en la carrera y trabajar hasta el cansancio para ser unos expertos. Yo no estaba segura si quería dedicar todo mi tiempo y energía a volverme una politóloga experta. Las ciencias sociales y el arte parecían existir en dos planos diferentes, y a mí me parecía triste tener que abandonar una cosa por la otra.

El puente mental que unió mis intereses aparentemente opuestos surgió de mi mayor frustración académica en la carrera. Me molestaba que una gran parte de los textos que teníamos que leer estuvieran escritos con lenguaje pretencioso, poco claro y complicado. ¿Que no se puede expresar el significado de la palabra “poder” o “Estado” de manera sencilla y accesible? Yo pienso que sí. En 1946 George Orwell (2017) escribió un ensayo en el que critica el lenguaje moderno por ser “feo e impreciso”. Para Orwell, esta complejidad innecesaria del lenguaje se debe al deseo de ocultarle a la población las condiciones actuales del mundo y las decisiones políticas poco éticas. La verdad es tan abominable que la única forma de lograr que la gente la acepte es ocultándola con el lenguaje. Yo añadiría que el lenguaje académico moderno, lleno de vaguedades y tecnicismos, sirve para limitar el acceso al conocimiento a aquellos que tienen el tiempo y la voluntad de descifrarlo.


Una nueva perspectiva. Ilustración: María León.
El acceso a la información simple y clara se volvió algo fundamental para mí, y empecé a pensar en formas de democratizar lo que estaba aprendiendo en clase. Descubrí que, en muchas ocasiones, las imágenes logran abordar conceptos complicados de manera parsimoniosa y elegante. En algunas revistas encontré ejemplos perfectos del poder de las imágenes. Las caricaturas del New Yorker (@newyorkercatroons), por ejemplo, hacen críticas incisivas a los políticos estadounidenses con dibujos de líneas simples. Las animaciones de The Atlantic explican problemas sociales complejos –como el racismo, la secularización del medio oriente y el voto que apoyó a Trump– en dos minutos, utilizando lenguaje sencillo y abstracciones gráficas.

Pensé que crear contenido así era la mejor forma de unir mis dos grandes intereses. Gracias a mi formación de politóloga tendría las herramientas necesarias para extraer el conocimiento de textos abarrotados de tecnicismos, y con mis habilidades artísticas podría comunicar el contenido a una audiencia más amplia de forma atractiva. La animación que hice para la edición de septiembre-octubre de la Revista Digital Universitaria es uno de mis primeros intentos de hacer justamente esto: difundir conocimiento especializado a través del arte, y de paso, reconciliar mi vocación artística con mi carrera en Ciencia Política.


Ante la disyuntiva. Ilustración: María León.
Ha sido una experiencia interesante tratar de encajar en la cajita definida de una licenciatura y darme cuenta de que no quepo ahí, como creo que les pasa a muchos otros estudiantes. La UNAM me ha dado la posibilidad de explorar esta incomodidad, aunque no de la forma que esperaba y no siempre dentro del espacio del salón de clases. Por ejemplo, de vez en cuando voy a alguna clase en la Facultad de Arte y Diseño para nutrir mi lado artístico, o me doy una vuelta por el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), o tengo la oportunidad de participar en un proyecto como la RDU que me permite trabajar en las cosas que me interesan y me importan. La lección que yo me llevo de mi tiempo en la UNAM (y aquí me permito citar a mi tía) es que una carrera muchas veces es como un traje que te queda mal. Lo bueno es que siempre puedes modificarlo, cortarlo, o rellenarlo para que te quede a la medida.

Bibliografía

Orwell, George. 2017. The Collected Essays, Journalism, And Letters Of George Orwell, Vol. 4. Nueva York: Harcourt, Brace, Javanovich. p. 128.

Plath, Sylvia (2005). The Bell Jar. Nueva York: Harper Perennial Modern.
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Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079