Comer con el corazón: los lazos entre emociones y alimentación
Vol. 25, núm. 4 julio-agosto 2024
Comer con el corazón: los lazos entre emociones y alimentación
Barbara Vizmanos Lamotte y Alejandra Betancourt Núñez CitaResumen
Son muchos factores, ambientales e individuales, que determinan la selección y el consumo de alimentos. Particularmente, las emociones llamadas “negativas” como ansiedad, depresión, soledad, ira y tristeza, en algunas personas, disminuyen el apetito. Sin embargo, otras comen de manera impulsiva ciertos alimentos en presencia de estas emociones negativas. Consumir alimentos, les “ayuda” a sentirse mejor, evitando, disminuyendo o enfrentando así, esas emociones. Este comportamiento se conoce como alimentación emocional. Las personas con alimentación emocional seleccionan alimentos de buen sabor, habitualmente ricos en calorías, grasas o azúcares (por lo general poco saludables), porque les proporcionan placer y recompensa inmediata. Presentar alimentación emocional suele incrementar el riesgo de tener sobrepeso, obesidad y otras enfermedades. Por las implicaciones negativas de la alimentación emocional, es relevante identificarla y atenderla con apoyo profesional. Este artículo proporciona información general sobre estos temas.
Palabras clave: alimentación emocional, comedor emocional, estrés, emociones negativas, obesidad.
Eating with the heart: the links between emotions and food
Abstract
There are many factors, environmental and individual, that determine food selection and consumption. In particular, the so-called “negative” emotions such as anxiety, depression, loneliness, anger and sadness, in some people, decrease appetite. However, other people impulsively eat certain foods in the presence of these negative emotions. Consuming food “helps” them to feel better, avoiding, diminishing or coping with these emotions. This behavior is known as emotional eating. People with emotional eating select foods that taste good, usually high in calories, fat or sugar (typically unhealthy), because they provide them with pleasure and immediate reward. Emotional eating tends to increase the risk of overweight, obesity and other diseases. Because of the negative implications of emotional eating, it is important to identify it and address it with professional support. This article provides general information such topics.
Keywords: emotional eating, emotional eater, stress, negative emotions, obesity.
¿Qué es la alimentación emocional?
Ante la presencia de una emoción “negativa”, como estrés emocional, ansiedad, depresión, ira, tristeza y soledad, en algunas personas disminuye su apetito, debido a una serie de reacciones que suceden al interior del cuerpo (van Strien, 2018). Otras no presentan cambios en su alimentación ante este tipo de emociones (Macht, 2008). No obstante, un porcentaje importante de la población incrementa su consumo de alimentos o ingiere ciertos alimentos cuando percibe emociones negativas, esto define lo que es alimentación emocional (Evers et al., 2010; Macht, 2008; van Strien, 2018).
El efecto que tendrán las emociones negativas sobre la alimentación dependerá de la intensidad de la emoción, de las características de cada persona y de su contexto (pasado y presente). En este sentido, la presencia de una emoción negativa percibida con elevada intensidad (como podría ser miedo o tensión) podría generar como respuesta la diminución del apetito. Por su parte, la presencia de emociones negativas percibidas con intensidad leve o moderada podrían disminuir o incrementar la ingesta de alimentos, según las características individuales de la persona y su contexto (Konttinen, 2020; Macht, 2008).
Preferencias alimentarias en comedores emocionales
Las personas que presentan alimentación emocional suelen consumir preferentemente alimentos elevados en calorías (una pequeña cantidad del alimento contiene y brinda mucha energía) por su principal aporte de azúcares y grasas. Los alimentos preferidos por los comedores emocionales son: comida rápida, snacks salados, pasteles, galletas, pan, helados, chocolate y sus productos, cereales de desayuno, dulces y bebidas endulzadas artificialmente (Camilleri et al., 2014; Elran Barak et al., 2021; Ling y Zahry, 2021; Macht, 2008; Paans et al., 2019).

Crédito: elaboración propia.
Adultos mexicanos con alimentación emocional y obesidad abdominal (grasa acumulada en la zona del abdomen o cintura), frente a quienes sólo presentan obesidad abdominal pero no son comedores emocionales, prefieren un patrón de alimentación poco saludable. De esta manera, el conjunto de alimentos que acostumbran a consumir es: pan dulce, elote, comida rápida, tortillas de harina, panadería industrializada, dulces y azúcar, leche y yogurt, postres, papa y cereales de desayuno. Estos mismos participantes comedores emocionales comen, de manera conjunta, menos frutas, verduras, frutos secos, aguacate, pescados y mariscos, leguminosas, aceite de oliva y té; o sea, lo que se llama un patrón saludable. Por lo tanto, estos comedores emocionales con obesidad abdominal consumen en menor cantidad a lo recomendado fibra, magnesio, potasio, vitamina C y folato, y presentan mayor ingesta de grasas saturadas (grasas provenientes de alimentos animales, cuyo consumo debe limitarse) (Betancourt-Núñez et al., 2022).
Algunas razones por las que las personas identificadas como comedoras emocionales prefieren estos alimentos ante la presencia de emociones negativas son: reducir la intensidad de la emoción negativa; evitar la emoción negativa y, así, evitar sentirse mal; enfrentar la emoción, en ausencia de otra estrategia efectiva; distraerse y no experimentar la emoción negativa; proveer placer inmediato o una respuesta positiva en el estado de ánimo, que puede disminuir el impacto o la percepción de la emoción negativa (Canetti et al., 2002; Evers et al., 2010; Macht, 2008). Es relevante que todas estas razones tienen que ver con la percepción de las emociones y no se hace mención a la posible sensación de hambre o apetito.
Otra posible explicación de porqué estas personas comen estos alimentos en estas condiciones es que, ante una situación de estrés, tras percibir una emoción negativa, se incrementarían los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y ésta, pueda elevar el apetito. Ello contribuiría a un incremento en la ingesta de calorías, con preferencia por alimentos densos en energía, principalmente alimentos ricos en grasa y azúcar (Adam y Epel, 2007; Hewagalamulage et al., 2016; van der Valk et al., 2018). Finalmente, la disponibilidad de alimentos fáciles de obtener y preparar, y la preferencia por ingerir ciertos productos, también condicionan el tipo de alimentos que seleccionan los comedores emocionales (Konttinen, 2020).
Factores asociados a la alimentación emocional
Algunos factores que pueden favorecer la alimentación emocional son: poseer baja consciencia o percepción de las sensaciones de hambre y saciedad; experimentar dificultad para identificar sentimientos y expresarlos a otras personas; o para regular adecuadamente las emociones, y presentar un déficit en la sensibilidad a las sensaciones corporales. Es decir, es posible que la persona confunda las sensaciones corporales producidas por las emociones con las sensaciones corporales relacionadas con la saciedad y el hambre (Konttinen, 2020; van Strien, 2018).

Crédito: elaboración propia.
La dificultad para identificar sentimientos y regular emociones adecuadamente pueden ser el resultado de prácticas inapropiadas de crianza por parte del cuidador (papá, mamá u otro). Un cuidador negligente, excesivamente protector o incluso manipulador u hostil, puede afectar el equilibrio psicológico y el desarrollo emocional del menor (van Strien, 2018). Esta dificultad para percibir, comprender, regular y generar emociones para su autocontrol, también se conoce como baja inteligencia emocional y puede estar contribuyendo a que algunas personas sean más susceptibles de ser comedores emocionales (Zysberg y Rubanov, 2010). Así también, el abuso, los eventos traumáticos o el estrés crónico durante la infancia podrían generar una regulación del estrés poco óptima, causando así, alimentación emocional (van Strien, 2018).
Las emociones negativas pueden afectar el consumo de alimentos, tanto en personas con obesidad como en quienes no la presentan. Sin embargo, las personas con sobrepeso u obesidad tienen mayores posibilidades de ser comedores emocionales (Canetti et al., 2002).
Ante situaciones de estrés, asociadas con emociones negativas, los niveles de cortisol en el organismo se elevan; esto genera cambios en el organismo, por ejemplo, más palpitaciones, preparación del cuerpo a afrontar una situación desconocida o incluso temida. Los niveles elevados de cortisol, además de poder incrementar el apetito, favorecen el incremento en el depósito de grasa abdominal (Adam y Epel, 2007; van der Valk et al., 2018). Incluso, personas con obesidad abdominal en situaciones de estrés, principalmente mujeres, tienen mayores concentraciones de cortisol comparado con personas sin obesidad abdominal, lo que evidencia una manera diferente de reaccionar ante este tipo de situación que el organismo percibe como adversa (Adam y Epel, 2007).
Consecuencias de la alimentación emocional en la salud
Presentar alimentación emocional favorece el consumo de alimentos no saludables. Por ello, la alimentación emocional incrementa el riesgo de presentar obesidad correspondiente a la acumulación de grasa en abdomen o en todo el cuerpo (Elran Barak et al., 2021; Hunot-Alexander et al., 2021; Konttinen et al., 2019; Paans et al., 2019; Pacheco et al., 2021).

Crédito: elaboración propia.
Es importante resaltar que la obesidad no es un problema estético: la obesidad abdominal es un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, como las que afectan los vasos sanguíneos y arterias (aterosclerosis, por ejemplo), las que afectan el corazón (su ritmo, su músculo o sus válvulas, como arritmias, angina de pecho o infarto, valvulopatías, entre otras) (Xue et al., 2021). En consecuencia, ser comedor emocional incrementa nuestro riesgo de padecer enfermedades que a la larga pueden acortar nuestra vida y, sobre todo, que afectan la calidad de vida y bienestar.
La alimentación emocional dificulta la pérdida de peso y favorece la ganancia de peso (Frayn y Knäuper, 2018; van Strien, 2018). Ser comedor emocional podría explicar por qué muchas personas que realizan una dieta para bajar de peso, al poco tiempo lo recuperan (van Strien, 2018). Es decir, durante un tiempo hay adherencia a una alimentación saludable, pero al experimentar emociones negativas, si no se tienen estrategias de afrontamiento adecuadas, es muy probable que se recurra nuevamente al consumo de alimentos no saludables y calóricos.
¿Soy comedor(a)(e) emocional? ¿Qué puedo hacer?
Con el conocimiento de qué es ser un comedor emocional, los factores asociados, los alimentos más consumidos y las consecuencias que puede tener este tipo de alimentación, podríamos preguntarnos si cumplimos algunas de las conductas que pueden caracterizar esta situación, que se presenta de manera más frecuente en la población de lo que imaginamos. De sospechar que pudiéramos ser una persona que presenta esta conducta, lo ideal, es acudir con profesional para que nos evalúe y pueda orientar la intensidad de la conducta, sus repercusiones y si conviene tratarse, y cómo sería la manera más adecuada de hacerlo. Para ello, sugerimos consultar un nutriólogo, psicólogo o médico con experiencia en este tema.
Para empezar, podríamos contestar alguna de las siguientes preguntas que se incluyen en algunos de los cuestionarios que existen para valorar la tendencia a ser comedor emocional (Konttinen, 2020). De ser afirmativas las respuestas, podrían indicar la sospecha de presentar la conducta de comedor emocional.
- ¿Como más cuando estoy estresado, enfadado o aburrido?
- ¿Tengo problemas para controlar las cantidades que como de ciertos alimentos?
- ¿Como más cuando estoy irritado/a/e o enfadado/a/e?
- ¿Como más cuando estoy preocupado/a/e?
- ¿Como más cuando estoy molesto/a/e?
- ¿Como más cuando estoy ansioso/a/e?
- ¿Cuántas veces sientes que la comida te controla a ti, en vez de tú a ella?
- ¿Como más cuando estoy enojado/a/e?
Hay varios cuestionarios validados en español: Adult Eating Behaviour Questionnaire-Español (validado en población mexicana) (Hunot-Alexander et al., 2021), Dutch Eating Behavior Questionnaire (Cebolla et al., 2014), Three-Factor Eating Questionnaire (Jáuregui-Lobera et al., 2014) y Emotional eating questionnaire (Garaulet et al., 2012), también usado en población mexicana (Betancourt-Núñez et al., 2022).
Cómo tratar la alimentación emocional
El abordaje de la alimentación emocional requiere del apoyo de profesionales, idealmente un psicólogo especializado que trabajará con técnicas particulares para reducir el estrés emocional y la consecuente alimentación emocional. El mindfulness es una técnica muy utilizada y tiene por objetivo lograr la atención plena, un estado de conciencia sin prejuicios de los propios pensamientos, sentimientos o experiencias, en el aquí y el ahora (Konttinen, 2020; Warren et al., 2017).
En las intervenciones para tratar la alimentación emocional se trabaja para que la persona identifique, reconozca y contacte sus sensaciones de hambre y saciedad (van Strien, 2018). También se promueve el bienestar emocional, se enseñan habilidades de percepción y regulación de las emociones, así como estrategias de tolerancia a la angustia. Además, se invita a las personas a mejorar otras conductas del estilo de vida, como el dormir y la actividad física, pues parecen mejorar la ingesta de patrones de alimentos saludables en personas con alimentación emocional (Konttinen, 2020).
Conclusión
Comer, como reacción al estrés, tristeza, enojo, soledad o ansiedad, no es la mejor manera de reducir, evitar o enfrentar lo que sentimos. Uno de sus efectos negativos es que se prefiere el consumo de alimentos con sabores intensos y gustosos, muchas veces ricos en grasas y azúcares. El consumo habitual de estos alimentos se vincula con sobrepeso, obesidad y enfermedades asociadas, que aumentan y anticipan el riesgo de mortalidad. Es decir, quienes son comedores emocionales prefieren alimentos no saludables y se alejan del consumo de un patrón de alimentación saludable, conformado por verduras, frutas, leguminosas, nueces, y en el que hay poco consumo de productos de origen animal y se evitan alimentos muy procesados.

Crédito: elaboración propia.
Debido al posible impacto negativo en la salud al ser comedor/a/e emocional, es relevante sospechar y solicitar ayuda para detectar y tratar esta conducta, para mejorar la calidad de vida, bienestar y salud, de una manera integral. Esto requiere apoyo psicológico especializado, para la identificación de emociones y su procesamiento, así como de un nutriólogo experto para promover una selección de alimentos más saludables, que esté de acuerdo con la situación de cada persona, y que contribuya también a mejorar biológicamente la salud individual.
Actualmente, es limitada la investigación respecto a los factores asociados de la alimentación emocional en estudiantes universitarios mexicanos sobre su salud cardiovascular. Nuestro equipo de investigación está desarrollando un proyecto, aprobado por los correspondientes comités de ética, investigación y bioseguridad, cuyo objetivo es analizar, entre otros aspectos de salud, la alimentación emocional en población universitaria de México y su asociación con riesgo cardiovascular. Actualmente, el estudio requiere una evaluación presencial.
No obstante, si está(s) interesado/a/e en saber más de tu situación de riesgo respecto a si eres o no comedor/a emocional, podrías solicitar información escribiendo al siguiente correo electrónico: comedor.emocional.cucs.udg@gmail.com. Te contactaremos y explicaremos cómo podríamos realizar una evaluación en línea para brindarte elementos de retroalimentación personalizada, tras contestar unos cuestionarios de manera anónima. Esta información que recibirás puede contribuir a fundamentar la necesidad de acudir o no con un profesional de salud de tu elección, con elementos para plantear tus intereses de atención, avanzar en tu conocimiento personal y en el desarrollo de habilidades y resiliencia, para tener una mejor salud física y mental.
Referencias
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Recepción: 27/04/2022. Aceptación: 12/06/2024.