Bolaño y la ética de la literatura: entre la marginalidad y la dignidad

Vol. 26, núm. 1 enero-febrero 2025

Bolaño y la ética de la literatura: entre la marginalidad y la dignidad

Daniela Albarrán Cita

Resumen

Este ensayo analiza el compromiso ético, político y estético que Roberto Bolaño expresó a través de su obra literaria, particularmente en su relación con el movimiento infrarrealista. Se exploran cómo la ética y la estética se fusionan en su propuesta literaria, destacando su postura sobre la marginalidad, la crítica y la dignidad. Además, se revisan entrevistas y textos clave para entender su visión sobre la escritura y la poesía. En conclusión, se sostiene que Bolaño promovió una ética de la literatura que desafiaba el sistema literario establecido y que valoraba la dignidad del escritor en su lucha por la verdad literaria.
Palabras clave: Roberto Bolaño, ética literaria, infrarrealismo, compromiso político, marginalidad.

Bolaño and the Ethics of Literature: Between Marginality and Dignity

Abstract

This essay analyzes the ethical, political, and aesthetic commitment expressed by Roberto Bolaño through his literary work, particularly in relation to the infrarrealist movement. It explores how ethics and aesthetics merge in his literary proposal, highlighting his stance on marginality, criticism, and dignity. Additionally, interviews and key texts are reviewed to understand his views on writing and poetry. In conclusion, it is argued that Bolaño promoted an ethics of literature that challenged the established literary system and valued the dignity of the writer in their struggle for literary truth.
Keywords: Roberto Bolaño, literary ethics, infrarrealism, political commitment, marginality.


No nos publicarán libros ni incluirán muestras
de nuestro arte en sus antologías […]
Que tus palabras te sean fieles.
Roberto Bolaño

Hablar de Roberto Bolaño siempre lleva a la polarización: o lo amas o lo odias. Si bien es una de las figuras más importantes de la literatura latinoamericana, al menos en los últimos años,1 poco se ha hablado de una de las herencias extraliterarias que nos dejó, gracias a su particular forma de ver y vivir la literatura: la ética de un escritor.

El chileno fue conocido por “odiar” a Octavio Paz. Incluso, en una parte de Los detectives salvajes, los realvisceralistas “planean” el secuestro ficcional de este poeta; sin embargo, Bolaño, en una entrevista con Cristián Warneken,2 menciona que, de hecho, lo admiraba como poeta, pero que estaba en contra de la institución que representaba para el sistema literario mexicano. Es decir, él era el sistema y, por tanto, era necesario destruir las figuras de autoridad.



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Crédito: Carlos Escutia.

Es sabido que uno de los hitos más importantes del movimiento infrarrealista, comandado por el escritor chileno y el poeta mexicano Mario Santiago Papasquiaro, se fundamentó en estar en contra del sistema, ese que decide, de forma arbitraria, quién publica y quién no, sin importar la calidad literaria de las obras. Bolaño lo expresó claramente: “Básicamente, lo que molestaba mucho al estatus de la literatura mexicana de la época era que no estábamos en ninguna mafia, ningún grupo de poder. En la literatura mexicana siempre ha habido parcelas con señores de la guerra y sus samuraís. Nosotros no estábamos con ninguno” (Bolaño, en Maristain, 2012: 74). Esta es una herida que ha marcado el sistema literario mexicano, en el que se publican escritoras y escritores que el sistema sabe que no lo traicionarán, que se verán bien en las ferias de libros, que jamás dirán nada que los avergüence.

En ese sentido, Bolaño tenía una postura muy clara, que se refleja en toda su obra. De hecho, el infrarrealismo3 es un movimiento que, más allá de las cuestiones estéticas o poéticas, promueve una ética literaria, una ética del autor frente a su literatura y lo que lo circunda: publicar con dignidad. “Lo ético es asumir una marginalidad estratégica y crítica como poetas” (Medina en Maristain, 2012: 76). En ese sentido, esa marginalidad que promovió Bolaño y los infras se relaciona también con lo que él pensaba que era un poeta verdadero, pues no todas las personas que se dedican a la escritura poética son poetas “verdaderos”. Desde su perspectiva, existían los poetas verdaderos y los escribientes:4



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Crédito: Carlos Escutia.

Sí, sí, sí, yo creo que el poeta lo puede soportar todo, […] el poeta, el verdadero poeta, lo que pasa es que el panorama de los poetas, de mil poetas, hay dos poetas realmente, porque escribir poesía resulta de una facilidad bestial, con el verso libre, cualquiera emborrona, hace una página de prosa, y la corta arbitrariamente y ya tiene un poema. Pero eso no es un poema, evidentemente. La poesía, la poesía es difícil. Muy difícil y el ejercicio de la poesía. La comunión del poeta con esas cristalizaciones verbales permite que el poeta, después de eso, pueda soportarlo todo, pero el poeta, el poeta de verdad (Bolaño en Quezada, 2022).

Aunque esta clasificación puede parecer arbitraria y bilateral, ya que finalmente, ¿quién decide quién es o no un verdadero poeta?,5 hay que rescatar que responde también a otro término bolañiano: “letraherido”. Este término hace referencia a lo que él pensaba que la literatura provocaba en el alma. Tener una postura ética respecto a lo que se publica, con quién se hace e incluso los fines para la publicación, es también entender que la literatura, por ser una forma de vida, es dolorosa. Sólo los “verdaderos poetas” escriben desde la herida; aquellos tristes seres que se entregan en cuerpo y alma a la poesía son los que sufren los estragos de la literatura. Los escribientes pueden escribir y leer sin ningún problema ético, moral ni espiritual.



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Crédito: Carlos Escutia.

Según el escritor chileno, “Hay dos maneras de acercarse a la literatura, una es peligrosa y la otra no. La que no es peligrosa es haciéndolo a la manera que sale, sin el eje central de tu vida cotidiana” (Bolaño en Maristain, 2012: 225). Lo peligroso es ver a la literatura como una suerte de abismo, en el que el poeta no sabe qué hay en el fondo de eso. Esa es una forma casi suicida de vivir la literatura, pero también la vida, pues, en ese sentido, la literatura es “[…] saber meter la cabeza en lo oscuro, saltar al vacío, saber que la literatura básicamente es un oficio peligroso” (Bolaño en Paz Soldán, 2008:39).

Según Jorge Volpi (en Maristain, 2012: 231), “Bolaño es el escritor más político de las últimas generaciones latinoamericanas”. Siempre tuvo una postura política frente a su propia escritura, y eso lo demostró en la propuesta estética de los infrarrealistas,6 un grupo de poetas que, hasta el momento, ha sido poco estudiado y menos publicado. Pero, más allá del movimiento literario que pretendía ser un contrapeso a los pazianos,7 hay que entender que Bolaño nos dejó una herencia incalculable: el compromiso con lo que escribimos, la ética con el arte que hacemos y también asumir que la literatura está vacía si no se tiene un compromiso con ella.

Escribir no es sencillo, y publicar menos. Bolaño sabía que, a veces, uno tiene que vender la obra, porque, al final, la escritura es un oficio. Vivió precariamente durante gran parte de su vida, de hecho, romantizó la figura del poeta pobre; sin embargo, vendió su obra a Anagrama porque estaba enfermo, porque sabía que su obra tenía que ser publicada y porque es justo vivir de lo que uno escribe. Pero, a pesar de ese negocio, jamás dejó de escribir desde la marginalidad, y más allá de eso, nunca dejó de escribir desde la dignidad.

Referencias



Recepción: 2023/01/30. Aprobación: 2024/09/25. Publicación: 2025/01/13.

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Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079