Supernova Burgos
Vol. 25, núm. 3 mayo-junio 2024
Supernova Burgos 1
Sergio de Régules CitaResumen
Este artículo es un retrato profundo de la divulgadora Estella Burgos, desde la perspectiva de uno de sus colaboradores más cercanos. El texto nos brinda un atisbo de sus inicios como divulgadora, del ímpetu y el entusiasmo con el que trabajaba, y del estilo de escritura comovesiano, el de la revista ¿Cómo ves?, de la que ella fue editora por casi 25 años, y que es referente en la divulgación mexicana.
Palabras clave: Estrella Burgos, editor, divulgación, divulgador, escritura, contar historias.
Supernova Burgos
Abstract
This article is a profound portrait of the popularizer Estella Burgos, from the perspective of one of her closest collaborators. The text gives us a glimpse of her beginnings as a science popularizer, of the impetus and enthusiasm in her work, and of the Comovesian style of writing, that of the magazine ¿Cómo ves? of which she was editor for almost 25 years, and which is a reference in Mexican science dissemination.
Keywords: Estrella Burgos, editor, Science popularization, Scientific Disseminator, writing, storytelling.
Lo sabes tú y lo sé yo, Boss”, le digo en mi mente a Estrella, mientras veo su imagen en YouTube explicando en un curso que la ciencia no es fácil y que la labor del divulgador no es dársela masticada a nadie, sino interesarlo en hacer el esfuerzo. Hace 20 años que yo le digo “la Boss” y ella me dice “QP”, por “querido primo”, desde que descubrimos que en las montañas de Burgos hay un pueblo llamado Regules y concluimos que somos primos topográficos. Bajo su imagen en el video hay un cintillo que dice “Estrella Burgos: editora de ¿Cómo ves?”
—Lo importante es comunicar la naturaleza de la ciencia, no sólo sus resultados —prosigue Estrella. —Y la mejor forma de hacerlo es contar historias—. Elabora explicando que una historia de ciencia tiene tres tiempos: cuando se expone el misterio o la pregunta que impulsa la acción, cuando se exploran las posibles soluciones, y cuando, en el clímax, se da la pieza esencial para resolver el misterio y con eso se libera la tensión narrativa. “Tú lo has dicho, Boss”, sigo concordando. Estrella añade: —Mientras más calidad literaria tengan esas historias, más eficaces van a ser—. “¡Eso mero!”
Nosotros lo llamamos estilo comovesiano: las técnicas literarias que sirven para exponer con claridad y al mismo tiempo cautivar al lector. No las inventamos nosotros ni son ninguna novedad: se trata simplemente del estilo del ensayo literario que inventó Michel de Montaigne en el siglo xvi y que han practicado divulgadores como Stephen Jay Gould y Steven Pinker. En la divulgación en México y en la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) tiene antecedentes en la revista Naturaleza y el boletín Prenci, fundados por Luis Estrada y su equipo, por lo que podemos decir que ¿Cómo ves? es heredera de esa augusta tradición. Y cómo no, puesto que Estrella participó en ambos proyectos allá por los años ochenta.
Cómo se hace una divulgadora
En una entrevista con alumnos de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en 2015 (ver video 1), Estrella cuenta cómo llegó a la divulgación de la ciencia.
—Una de las cosas fundamentales que me trajeron hasta aquí es que, de chiquita, en mi casa no había televisión. Mis papás decían que no había porque era la “caja idiota”, pero yo creo que no había porque no podíamos comprarla. Eso hizo que me marginaran mucho mis compañeros de la escuela porque no me sabía los programas, pero como, por otro lado, en mi casa había muchos libros, me volví una lectora voraz. Me gustaban todas las historias. Clandestinamente en mi casa también había cómics, aunque estaban prohibidos. Yo leía Lágrimas y risas. Era fantástico. Ocasionalmente también fotonovelas. Siempre quería saber qué pasaba después.
Video 1. Estrella Burgos en una conferencia sobre periodismo de la ciencia en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García (Carlos Septién, 2015).
Un principio fundamental del estilo comovesiano es preferir decir las cosas como historias que como listas de conceptos abstractos (rechazamos muchos artículos por pecar contra este principio). Complacerse en la abstracción es un gusto adquirido y poco común; en cambio la curiosidad por lo que hacen nuestros congéneres es innata. Nos cautivan los ires y venires de personas que, en pos de sus aspiraciones, encuentran obstáculos que al final superan o no. En forma de historia, la información más compleja es fácil de entender y retener, con la ventaja añadida de que el lector siempre quiere saber qué pasa después, una herramienta infalible para persuadirlo de que se quede con nosotros y lea todo el artículo.
—Siempre quise ser escritora —prosigue Estrella. —Y entonces copiaba. Lo primero que escribí era una copia de Los tres mosqueteros. Ya para cuando estaba en prepa era una devota de la literatura, pero también tuve excelentes maestros de ciencia. Tuve en particular un maestro, el profesor Rebolledo, que nos daba física y química, y me pareció maravilloso. Él me encaminó a la ciencia y yo me metí primero a estudiar química en la unam.
Cuenta Estrella que cuando estudiaba química entendía todo lo que le enseñaban, pero no entendía cómo se conectaban todos esos conocimientos ni entre sí ni con todo lo demás.
—Yo veía que tenía puros pedacitos y no podía juntarlos—. Y añade: —Entonces me pasó algo maravilloso que cambió para siempre mi vida.
Lo que le pasó fue esto:
—Un día estaba yo en la Facultad de Química y en el auditorio A, me acuerdo perfecto, había un letrero que solicitaba gente para hacer traducciones de inglés a español de notas científicas. Fui y con un montón de gente hice la prueba y me dijeron: ‘Bueno, te quedas, pero vamos a ver si funcionas’. El lugar se llamaba Centro Universitario de Comunicación de la Ciencia [cucc]. Me quedé diez años. Ahí aprendí con el pionero de la divulgación de la ciencia en México, el doctor Luis Estrada.
A fines de los setenta Luis Estrada había reunido un equipo de gente joven y talentosa dispuesta a inventar el lenguaje y la estética de la divulgación de la ciencia en México. Estrella encajó super bien en ese ambiente de taller renacentista donde: “nos dejaban experimentar, nos dejaban probar cosas”. Empezó traduciendo notas de revistas de divulgación del inglés al español, pero no pasó mucho tiempo antes de que empezara a escribir sus propios artículos para Prenci e incluso a encargarse de la edición del boletín.
Estrella pasó por varias carreras científicas, pero ninguna era lo que ella estaba buscando. Luego tomó un curso en la Sociedad General de Escritores de México. No sé cuánto tardó en darse cuenta de que en la divulgación de la ciencia, al estilo del cucc, se combinaban perfectamente sus pasiones por la ciencia y la literatura, pero al final Estrella encontró su vocación en este oficio.
Indomable
Estrella y yo nos conocimos en una rebelión, aunque sólo por teléfono. Era 1996 y yo trabajaba como traductor freelance con cierta editorial de libros de texto. En esa época nos pagaban en dólares y la carga de trabajo semanal era llevadera hasta que un día, no sé por qué, las condiciones cambiaron. La editora con la que estaba trabajando en un nuevo libro me informó que se acababa lo de los dólares, pero además que nos pagarían mucho menos por mucho más trabajo. En esas nuevas condiciones ya no me costeaba seguir ahí. Esa noche sonó el teléfono. Era una tal Estrella Burgos (el nombre me sonaba), que también era traductora en la misma editorial y que estaba como yo: indignada de que nos quisieran explotar. Me propuso hacer frente común e iniciar una huelga de diccionarios caídos. Acordada la rebelión, seguimos platicando más de una hora.
Nuestra huelga fue inútil y acabamos por renunciar. Me da una especie de Schadenfreude informar que a la editorial le fue muy mal con el proyecto que dejamos a medias: consiguieron traductores menos altaneros que nosotros (o más desesperados) para traducir el libro entre muchos y a marchas forzadas. El resultado fue una catástrofe que les salió carísima. Justicia poética, aunque francamente Estrella y yo hubiéramos preferido justicia justa.
Muchos años después, este espíritu indomable le serviría a Estrella para enfrentar con valor y como la señorona que era a autoridades que no tenían ganas de entender el trabajo de nuestra revista y la inquina de personajes siniestros que pasaron por estas oficinas. Pero sobre todo para encarar la enfermedad con un aplomo y una entereza que, a los que lo presenciamos desde fuera de su círculo familiar, nos parecieron sobrehumanos. Aquí paro con estos temas dolorosos. No quiero que esto cobre un tono plañidero.
Complicidad con el público
Fotografía 1. Estrella Burgos trabajando en el Castillo Civitella-Ranieri durante una residencia artística en 2014. Crédito: Giorgia Fanelli.
En 1998 varios divulgadores —entre ellos, Juan Tonda y Antonio Chamizo— pensaron que la unam debería publicar una revista de divulgación para jóvenes. Era una buena idea. Otra buena idea fue pedirle a Estrella que fuera la editora. Estrella afinó la idea original, exigió total libertad editorial y, concedidas estas condiciones, se dedicó a darle forma a la divulgación al estilo ¿Cómo ves? El estilo comovesiano no tardó nadita en ganarse el favor del público y el reconocimiento del gremio divulgador, y al poco tiempo ya éramos la revista más vendida de la unam y nos habíamos ganado premios de la Cámara Nacional de la Industria Editorial y el Premio de la RedPOP a proyectos de divulgación de impacto internacional. Ha habido otros premios, pero no estamos aquí para presumir.
Cuando llegué a la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la unam y me reencontré con mi compañera de rebelión, rápidamente gravité hacia la revista. Estrella y yo platicábamos mucho de novelas y de secretos del oficio, temas que están muy relacionados porque los secretos del oficio más importantes los aprendimos tanto ella como yo de los novelistas que nos gustaban. Para escribir bien, nada como leer buena literatura sin importar el tema del que uno escriba.
Recuerdo que Estrella me habló de Harry Potter cuando apenas había dos volúmenes, antes de que saliera la primera película. Ella lo leía con sus hijos, que eran pequeños en aquella época. Estrella se asombraba de una cosa en particular: que J. K. Rowling, la autora, se pusiera firmemente del lado de sus lectores. En un mundo en el que la literatura infantil debía ser didáctica y edificante —obligada a transmitirles a los niños las ideas que los adultos querían inculcarles—, Rowling escribía exclusivamente para encantar y deleitar a su público, sin tomar en cuenta lo que los adultos pudieran considerar ideas convenientes ni tramas adecuadas para gente joven. En Harry Potter hay nobleza y valentía —nada novedoso en la literatura para jóvenes—, pero también hay traición y mezquinidad, y personajes ambiguos que no son totalmente buenos ni totalmente malos. Rowling incluso fue capaz de matar al personaje más entrañable de uno de sus volúmenes. Así explicaba Estrella el éxito que ya tenía Rowling con sus libros cuando yo empecé a comprarlos por recomendación suya: la complicidad de la narradora con sus lectores. Y eso también es parte del credo comovesiano: nosotros estamos con el lector antes que nada. —El personaje más importante es el público —dice Estrella en otro video.
El estilo comovesiano se fue enriqueciendo a lo largo de 25 años en esas largas y apasionadas conversaciones en la oficina de Estrella, así como en jocosísimas reuniones editoriales de todo el equipo, en las que nos reíamos de nosotros mismos, y en intercambios de ideas con colegas de todo el mundo. Estrella lo propagó por varios países en cursos y conferencias como el que estoy viendo en YouTube.
Superpoderosa
En noviembre de 2023 Maia Miret —sucesora de Estrella en la silla de la editora— me cedió el honor de escribir el editorial de la revista, un texto para anunciar el deceso de Estrella y celebrar su vida. Lo titulé “Supernova”, con el evidente juego de palabras sobre el nombre de Estrella al final, como aguijón. Unos meses después, para escribir este ensayo, encontré una colección encuadernada del legendario boletín Prenci que Estrella dejó en su oficina y me puse a hojearlo en busca de textos suyos de aquellos años. Al dar vuelta a una página del número de julio de 1987 me topé con esto: “Supernova, por Estrella Burgos”
Devoré el texto, una explicación diáfana y perfectamente ritmada de la supernova SN 1987 A, que había aparecido en febrero de ese año en la Nube Mayor de Magallanes y que sigue siendo la única supernova visible a ojo pelón después de 1604. Las supernovas enriquecen el medio interestelar con nuevos elementos químicos y brillan más que toda una galaxia durante varias semanas. Al final queda una estrella de neutrones y una nube resplandeciente, rica en materiales para formar nuevas estrellas. La supernova de 1987 no se comportó a este respecto como se esperaba, lo que dejaba preguntas para resolver en el futuro. Hacia el final de su artículo Estrella expone otro enigma que habría que zanjar después: “Se ha propuesto que en la supernova [1987 A] se formó un hoyo negro, pero probablemente pasará mucho tiempo antes de que pueda probarse esta hipótesis”.
Para colmo de casualidades, resulta que la misma semana que leí el artículo de Estrella, salió en Science una investigación en la que un equipo científico ofrece la solución de ese enigma a partir de datos del telescopio espacial James Webb y el telescopio Hubble. Qué ganas de mandarle a Estrella un whatsapp y decirle: “¡Boss! ¡Ya sabemos! Parece que fue estrella de neutrones”. Aunque posiblemente habría sido ella la primera en enterarse y pasarme la noticia a mí, que es lo que siempre ocurría. Era uno de sus superpoderes: estaba enterada de todo en materia de actualidad científica. Estrella siempre cultivó muchos canales de información, asistiendo a las reuniones internacionales más importantes de la ciencia y su comunicación —casi siempre pagada de su propio bolsillo— y así es como se hizo del superpoder de husmear desde lejos los temas que serían importantes. Gracias a eso, en ¿Cómo ves? llegamos a tratar temas de rabiosa actualidad antes que Scientific American, o por lo menos al mismo tiempo.
Legado luminoso
Nuestra querida Estrella murió en octubre de 2023 tras una larga enfermedad, pero yo llevo en la cabeza una simulación cerebral de ella que sigue funcionando sin preocuparse de las vicisitudes del mundo físico. La única diferencia es que la simulación ya no se actualiza todo el tiempo, pero esto no me impide hacerme una imagen mental de lo que diría Estrella, los gestos que haría al decirlo, el sonido y la inflexión de su voz. (“Ya ves cómo eres, QP”, le había dado por decirme en los últimos tiempos. Todavía me da risa oírla en mi mente.) Para quien no la haya conocido, hay montones de videos en YouTube en los que la pueden ver impartiendo cursos y exponiendo su filosofía estelar de la divulgación de la ciencia y lo que hace falta para entablar el vínculo de complicidad con el público que tanto le admiraba a Rowling.
En ¿Cómo ves? la extrañamos mucho, pero nos da aliento saber que su trabajo sigue contribuyendo a construir y enriquecer la divulgación de la ciencia en español. Esos videos, sus libros y los 25 años de la revista son el resplandor prolongado de nuestra Estrella convertida en supernova.
Referencias
- Carlos Septién. (2015, 24 de diciembre). Imparte Estrella Burgos conferencia sobre periodismo de ciencia en la epcsg [Video]. YouTube. https://youtu.be/urObIlLFJjc?si=xuHo37XD2rzJveuD