Vol. 26, núm. 2 marzo-abril 2025

Carbohidratos: ¿defensores o cómplices de los virus?

Brenda Ingrid Velázquez Dodge y Roberta Salinas Marín Cita

Resumen

Los virus son biológicamente diversos, y algunos han desarrollado la capacidad de infectar eficazmente a los seres humanos, eludiendo el sistema inmunológico mediante el uso de biomoléculas como los glicanos. Estos carbohidratos juegan un papel fundamental en las infecciones virales, facilitando la adherencia y penetración de virus como el sars-CoV-2 en las células humanas. Sin embargo, los glicanos también pueden actuar como una barrera contra las infecciones, interfiriendo en la unión y entrada de los virus, sirviendo como receptores para el sistema inmunológico o modificándose para bloquear la infección. La interacción entre glicanos y virus es compleja y clave para entender las infecciones virales, lo que resalta la importancia de los glicanos en la lucha contra ellas.
Palabras clave: glicanos, infecciones virales, carbohidratos, Glicovirología, sars-CoV-2, virus.

Carbohydrates: defenders or allies of viruses?

Abstract

Viruses are biologically diverse, and some have developed the ability to effectively infect humans by evading the immune system using biomolecules such as glycans. These carbohydrates play a key role in viral infections, facilitating the adhesion and penetration of viruses like sars-CoV-2 into human cells. However, glycans can also act as a barrier against infections by interfering with the binding and entry of viruses, serving as receptors for the immune system, or being modified to block infection. The interaction between glycans and viruses is complex and crucial for understanding viral infections, highlighting the importance of glycans in the fight against them.
Keywords: glycans, viral infections, carbohydrates, glycovirology, sars-CoV-2, viruses.


Un banquete para lo invisible

Cada día, al sentarnos a la mesa, nos alimentamos con más que simples nutrientes. Cada bocado que tomamos activa una serie de procesos moleculares en nuestro cuerpo, y curiosamente, no sólo a nosotros. Los virus, con sus propios planes, también se benefician de nuestros nutrientes. Los carbohidratos, más allá de ser una fuente directa de energía, se entrelazan en redes de interacción que afectan profundamente la forma en que las células se comunican entre sí y responden a estímulos, como los de una invasión viral. Pero antes de sumergirnos en este fascinante cruce de caminos, debemos entender qué es, realmente, un virus.

Los virus, a diferencia de otros seres vivos, no tienen vida propia en el sentido convencional. Son partículas inertes hasta que entran en contacto con una célula, momento en el que activan su capacidad para replicarse y propagarse. Su estructura es simple pero letal: un virión que contiene material genético —ya sea adn o arn— protegido por una cápside proteica. Según su envoltura lipídica, se clasifican en dos tipos: los virus con envoltura y los que no. La envoltura lipídica facilita la interacción del virus con las membranas celulares, ayudándolo a infiltrarse y manipular sus huéspedes (Sevvana et al., 2020) (figura 1).

Tipos de virus y su forma de infectar

Figura 1. Tipos de virus y su forma de infectar. A) En la parte superior izquierda, los virus con envoltura, que presentan proteínas y lípidos glicosilados en su superficie. A la derecha, un virus sin envoltura, cuya cápside viral protege su material genético (ADN o ARN). B) Las dos formas de infección de un virus: la fusión de membrana, donde la proteína ha del virus interactúa con el ácido siálico (Sia) de la célula para fusionarse con ella (inferior izquierda), y la unión a receptores celulares, donde la proteína Spike del virus se une a la proteína ACE2 de la célula (inferior derecha).
Crédito. Brenda Velázquez Dodge.

La coreografía de la infección

La entrada de un virus a una célula es algo que se podría comparar con una coreografía perfectamente orquestada. En los virus con envoltura, este proceso se desglosa en dos actos fundamentales:

  1. Reconocimiento del receptor. La célula tiene en su superficie una proteína llamada “receptor”. Es como un candado esperando que se le coloque la llave correcta —que en este caso es una molécula viral. Si la clave encaja, el virus logra infiltrarse.
  2. Fusión de membranas. En este paso, la célula tiene la llave y el virus posee el candado. Cuando ambas piezas se combinan, la envoltura del virus se fusiona con la membrana celular, permitiendo que el material genético del virus entre a la célula (Bamford et al., 2005; Holmes, 2011).

Aquí, tanto la célula como el virus se visten con carbohidratos. En las células animales, el proceso de glicosilación implica la unión de carbohidratos —o glicanos— con proteínas, lípidos y arn no codificantes. El resultado son glicoproteínas, glicolípidos y glico arns, estructuras que facilitan la comunicación entre células, protegen las proteínas y modulan las interacciones entre célula-célula y célula-virus (Varki et al., 2022).

Cómplices y guardianes: el doble rostro de los carbohidratos

En este escenario viral, los glicanos juegan un papel doble: pueden ser aliados del virus, ayudando a la infección, o convertirse en barreras de defensa. Veamos algunos ejemplos:

  1. Virus de la influenza. Este virus, que causa las gripes estacionales que todos conocemos, presenta en su superficie una proteína llamada hemaglutinina ( ha), que se une a glicanos llamados ácidos siálicos (Sia) (Li et al., 2021). El ácido siálico se encuentra en las cadenas de oligosacáridos que adornan las células humanas, haciendo más fácil que la proteína ha del virus pueda detectar y unirse a la célula, para luego fusionarse con ella (Dugan et al., 2022; Zheng et al., 2022).
  2. sars-CoV-2. El virus responsable del covid-19 también utiliza los glicanos a su favor. En su superficie, posee una proteína conocida como Spike, rodeada de carbohidratos organizados de forma similar a los de nuestras células. Este camuflaje engaña a la proteína ace-2 humana, permitiendo que el virus se infiltre sin ser detectado (figura 1B). Este truco resulta problemático para el sistema inmunológico, que no logra identificar el virus a tiempo.
  3. Virus del vih. El virus que causa el sida es otro experto en el arte del disfraz. Sus glicoproteínas, que están recubiertas en su mayoría por glicanos humanos, protegen ciertas áreas críticas de la proteína viral. Al igual que un espía, el vih utiliza estos glicanos para engañar a nuestro sistema inmune, haciéndole creer que es parte de nuestro cuerpo, mientras se infiltra en las células del sistema inmunológico (figura 1B).

Los carbohidratos o glicanos como enemigos de los virus

Pero los carbohidratos no siempre son cómplices. De hecho, pueden convertirse en poderosos guardianes. Esta dualidad de los glicanos se manifiesta en dos frentes:

  • Defensas naturales. Dentro de nuestro cuerpo, las mucinas —glicoproteínas que recubren nuestras mucosas en el intestino, pulmones, nariz y saliva— actúan como una barrera pegajosa que atrapa virus, bacterias y hongos antes de que logren alcanzar sus objetivos (figura 2A).
  • Intervenciones artificiales. Los científicos, inspirados por estas defensas naturales, han desarrollado tratamientos innovadores. Algunas vacunas incluyen adyuvantes como el mpla (Monofosforilado A), que aumentan el tamaño molecular del antígeno, facilitando su reconocimiento por el sistema inmunológico (Bashiri et al., 2020) (figura 2B). Otras investigaciones se enfocan en bloquear la adhesión viral mediante glicoproteínas específicas, como en el caso del herpes (Heldwein et al., 2006; Minaya et al., 2017) (figura 2C).
Diferentes tipos de protección otorgada por los carbohidratos

Figura 2. Diferentes tipos de protección otorgada por los carbohidratos. A) Virus tratando de penetrar a través del epitelio, pero las mucinas los detienen. B) Vacuna con el adyuvante MPLA neutralizan las glicoproteínas virales, bloqueando su adhesión a la célula.
Crédito. Brenda Velázquez Dodge.

Paralelamente, se están desarrollando fármacos antivirales que incorporan carbohidratos para interferir en la unión virus-célula o para mejorar el reconocimiento viral por el sistema inmune. Recientemente, ha ganado atención la viruela del mono, una enfermedad zoonótica provocada por el virus Monkeypox, que ha logrado infectar incluso a personas previamente vacunadas contra la viruela humana (Merchlinsky et al., 2019).

Los estudios han demostrado que este virus bloquea un receptor esencial para activar la respuesta inmune, el receptor de interferón ( ifn). Basándose en este hallazgo, los científicos están desarrollando fármacos que estimulen la producción de proteínas altamente glicosiladas, similares a las mucinas, que bloqueen la interacción viral (figura 3). Las lectinas, proteínas con alta afinidad por los glicanos, también están siendo estudiadas como posibles herramientas para prevenir la invasión viral.

Lectinas

Figura 3. Lectinas: bloqueadoras en la unión viral. Una lectina se adhiere a los residuos de glucosa, impidiendo que los virus se anclen en la célula.
Crédito. Brenda Velázquez Dodge.

Conclusión

Entender las interacciones entre los virus y nuestras células es crucial para comprender cómo las enfermedades se propagan y cómo nuestro cuerpo lucha contra ellas. En México, la Glicovirología —el estudio de la influencia de los glicanos en la replicación y propagación viral— se está consolidando como un campo emergente. Este conocimiento no sólo mejora nuestra comprensión científica, sino que también nos prepara mejor para enfrentar futuras crisis sanitarias, como lo hizo la pandemia de covid-19. Y ahora, al saber que cada bocado que tomamos puede desencadenar todo este proceso molecular, quizás empecemos a ver nuestra alimentación desde una perspectiva completamente nueva.

Material de Apoyo

A continuación se presentan definiciones clave de algunos términos técnicos utilizados en este artículo, para una mejor comprensión de los conceptos relacionados con los glicanos y su papel en las infecciones virales:

  • Ácido siálico (Sia): carbohidrato de 9 carbonos con carga negativa, que se encuentra en la parte terminal de la estructura de los glicanos de mamíferos.
  • Adyuvante: sustancias que ayudan a que la vacuna dure más tiempo en el torrente sanguíneo o que facilitan el reconocimiento por parte del sistema inmune, activándose así más fácilmente.
  • Enzima convertidora de angiotensina 2 ( ace-2): glicoproteína de membrana, presente especialmente en mucosas orales, nasales, epitelio pulmonar y tracto gastrointestinal.
  • Glicanos: carbohidratos que se unen a proteínas, lípidos y rnas.
  • Hemaglutinina ( ha): glicoproteína que reconoce ácido siálico y se encuentra en la superficie de algunos virus.
  • Interferón ( ifn): proteínas producidas por células del sistema inmune en respuesta a algún antígeno, principalmente virus.
  • Lectinas: proteínas extraídas de plantas que se unen a diferentes tipos de carbohidratos.
  • Lipopolisacárido ( lps): también conocido como endotoxina, es el mayor componente de la membrana externa de las bacterias gramnegativas, compuesto por fosfolípidos altamente glicosilados con gran capacidad para activar el sistema inmune.
  • Mucinas: proteínas epiteliales con alto contenido de carbohidratos, que juegan un papel importante en la protección de las mucosas y la defensa frente a patógenos.

Referencias



Recepción: 2023/10/12. Aceptación: 2025/02/10. Publicación: 2025/03/11.

Vol. 26, núm. 2 marzo-abril 2025

¿Qué hay en un número?

Guillermo N. Murray-Tortarolo Cita

Resumen

Los números están en todo lo que nos rodea. Desde el preparar una receta hasta el comprar alimentos o ver la velocidad del auto, los números están profundamente arraigados en nuestra vida. Los científicos pasamos la mayor parte de nuestra actividad buscando los números que explican el universo, evaluándolos y presentando argumentos para cuando no son convincentes. A partir de los números hemos creado la civilización y modificado nuestro entendimiento de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. En este artículo te cuento la importancia que existe en un número a través de tres relatos: la búsqueda de las constantes universales, la primera colaboración científica internacional y una historia sobre el riesgo que implica no conocer algunos números.
Palabras clave: números, matemáticas, ciencia, conocimiento.

What’s in a number?

Abstract

Numbers are everywhere around us. From preparing a recipe, to buying food, or checking the speed of a car, numbers are deeply ingrained in our lives. As scientists, we spend most of our time searching for the numbers that explain the universe, evaluating them, and presenting arguments when they are not convincing. From numbers, we have created civilization and modified the understanding of ourselves and the world around us. In this article, I will tell you about the importance of a number through three stories: the search for universal constants, the first international scientific collaboration, and a story about the risks of not knowing certain numbers.
Keywords: numbers, mathematics, science, knowledge.


—¿Qué hay en un nombre? —le pregunta Romeo a Julieta—. Aquello que llamamos Rosa olería igual de bien, aunque cambiemos el nombre.

Romeo aludía a que su amor iba más allá de los apellidos que él y Julieta llevaban; implicaba que éstos eran sólo un nombre insignificante. Pero este artículo no se trata de nombres, sino de números. Haciendo un símil a lo anterior, la pregunta es: ¿qué hay en un número? Esa es posiblemente una de las preguntas más importantes para los científicos, quienes pasamos años de nuestra vida y muchas horas de estudio tratando de comprender si un número tiene o no sentido.

Te daré un ejemplo, si yo te digo que existe un huevo que pesa 8 kg, tú inmediatamente me vas a decir que estoy loco (el huevo más grande, de avestruz, pesa a lo sumo 1.5 kg). Tu experiencia ha demostrado que el número que te presento es imposible. En este caso podemos detectar el error gracias a nuestras vivencias, pero ¿qué pasa cuando esto no es suficiente? Por ejemplo, ¿qué pasaría si yo te digo que la fuerza de gravedad en Júpiter es de 25 m/s2, o si te dijera que es de 200 m/s2? ¿Cuál es la respuesta correcta? ¿O ambas son incorrectas?1 A lo mejor aquellos que estudian astronomía no tuvieron problemas para encontrar la respuesta, yo personalmente tuve que buscarla en internet.

Lo anterior es un ejemplo para evidenciar que, al final, mucha de la ciencia se trata de ponerle valores a ciertos números. Es la búsqueda por encontrar números escondidos y debatir sobre los que existen. Números que nos permiten entender mejor nuestro mundo y, con un poco de suerte, generar predicciones. Pero no quiero que sólo lo creas de mi palabra, así que en este artículo te voy a presentar tres ejemplos de la importancia que puede tener un número en nuestro mundo, y los esfuerzos monumentales que se hacen para conseguirlos. El primero es la historia de la búsqueda de constantes universales y algunas de las más importantes que hemos encontrado. En segundo lugar, te contaré cómo surgió la primera colaboración científica internacional, y de cómo logramos determinar la distancia entre los planetas de nuestro sistema solar. Finalmente, cerraremos con una visión de lo que pasa cuando no nos podemos poner de acuerdo en un número y las consecuencias que puede tener para nuestra humanidad. Acompáñame entonces a ver qué hay en un número.

La regularidad en un mundo caótico: la búsqueda de constantes universales

A primera vista el mundo pinta caótico y desordenado. Al menos así le debió de haber parecido a nuestros ancestros durante muchos miles de años. Para explicar el medio errático, recurrieron a toda clase de explicaciones, que adquirieron la forma de dioses de los elementos.

Así vivió la humanidad por miles de años, hasta que llegó la revolución del pensamiento, la famosa Ilustración. Junto con esto surgió una forma de pensar, un método que fue el que cambiaría todo: el método científico. Y entonces el universo antes caótico comenzó a tener sentido. Empezamos a encontrar patrones en el caos: constantes universales. Y así, durante los siguientes tres siglos (de 1700 a la actualidad), el número de constantes creció y creció. Aquí te cuento la historia de tres de ellas, que a mi gusto han sido de las más importantes en el entendimiento del mundo.2

No hay miedo más común en nuestra humanidad que la oscuridad, y, por lo tanto, no hay mayor insignia del dominio sobre el mundo que entender la luz. Durante mucho tiempo, la luz fue algo místico, aunque algunos filósofos árabes ya sugerían que posiblemente tenía una velocidad finita. Galileo hizo sus mejores esfuerzos para medirla, pero no lo logró. Fue hasta la llegada de Ole Rømer, quien en 1676 y con una habilidad matemática impresionante,3 logró generar el primer cálculo de su velocidad, en 220,000 km/s. Hoy sabemos que el valor exacto es en realidad de 299,792.458 km/s, pero fue gracias a Rømer que pudimos comenzar a poner números a lo intangible (Spence, 2019).

Si la oscuridad nos aterra, uno de los mayores anhelos de nuestra humanidad es volar. Pero por más que lo intentamos, siempre acabamos pegados al suelo; empujados por una fuerza que durante mucho tiempo pareció invisible. Gracias a Newton, en 1687 —con la caída de la famosa manzana—, se caracterizó la ley de la gravitación universal, que describe la atracción que genera la masa entre dos cuerpos.

No obstante, esta ley también llevaba una constante —la de gravitación universal—, misma que tardó otros 100 años, hasta 1798, en ser explicada. Fue gracias a Henry Cavendish, físico británico, con un increíble experimento —que lleva su nombre— que pudimos determinarla en 6.67430×10-11 Nm2/kg2. A partir de allí, se podría calcular la aceleración que necesitamos para escapar del planeta… Y el resto es historia satelital (Falconer, 1999).

Habiendo domado la oscuridad y la gravedad, lo que siguió fue entender cómo dominar la materia. ¿Qué se puede hacer para crear mezclas exactas de sustancias que nos interesan? Esa fue justamente la pregunta que se hizo Amadeo Avogadro en 1811, y que lo llevó a encontrar una constante fundamental en la química, que además llevaría su nombre: el número de Avogadro. Esta increíble constante define la proporción entre el número de átomos o moléculas en un mol de un elemento o sustancia. En otras palabras, reconoce que no todas las sustancias pesan lo mismo si tienen la misma cantidad de átomos (por ejemplo, una molécula de agua pesará menos que una molécula de dióxido de carbono) y para mezclarlas debemos conocer las equivalencias. La constante se define como 6.02214 X1023 kg/mol, o seiscientos dos mil doscientos catorce trillones… Un número similar a la cantidad de estrellas en todo el universo (Schmiermund, 2022).

Después de eso la cantidad de constantes que encontramos en el universo comenzó a crecer de forma exponencial, con nuevos hallazgos casi cada década. Se encontraron relaciones entre energía y radiación (constante de Boltzmann y luego de Planck), el cero absoluto de temperatura, de la carga eléctrica de protones y electrones, entre muchas (muchas) otras. Entonces, ¿qué hay en estas grandes constantes universales, estos números tan únicos? Bueno, detrás de todos ellos hubo mentes brillantes, experimentos ingeniosos y sobre todo un arduo trabajo, que cambiaron nuestra forma de entender el universo y con ello también nuestra tecnología y nuestro diario vivir.

Los esfuerzos por conseguir un número: la medición del sistema solar

En la actualidad las distancias en el mundo se han reducido de manera impresionante. Podemos llegar prácticamente a cualquier parte en menos de un día y nos podemos comunicar de forma inmediata con amigos que tengamos en China, Sudáfrica o la Antártida. También las distancias en el espacio se han hecho un poco más pequeñas, ya logramos llegar a la Luna y con suerte en algunos años más estaremos pisando Marte. Es más, podemos calcular con exactitud la distancia entre dos puntos en nuestro planeta y también entre la Tierra y otros cuerpos del sistema solar. Pero durante la mayor parte de la humanidad esto no fue así, sabíamos que existían otros planetas, pero no teníamos idea de que tan lejos estaban. Esto cambió gracias a la primer gran colaboración científica internacional: el mayor esfuerzo por determinar un número.

La historia comienza en 1760, con la predicción de Edmond Halley —hay un cometa muy famoso con su nombre— de que existiría un eclipse planetario, en el que Venus cruzaría exactamente por el Sol y sería visible desde la Tierra. Gracias a ello, si se tenían suficientes mediciones exactas en diferentes lugares del mundo, sería posible estimar la distancia entre la Tierra y el Sol por primera vez.4 Sería una oportunidad única en un siglo, que requeriría tener mediciones astronómicas en prácticamente todo el planeta. He así que comenzó la primera gran colaboración científica internacional. Algunos científicos viajaron miles de kilómetros (en varios meses) por tierra y barco, para llegar a selvas remotas en la India, Filipinas y México. Otros se aventuraron a la tundra de Rusia y Noruega, a lugares tan fríos que por poco estaban desolados. Muchos de ellos murieron en el intento, algunos antes de llegar, otros en el camino de regreso. Todo este enorme sacrificio por un único número (Wolf, 2020).

Con enormes esfuerzos se logró hacer la determinación, y por primera vez en la historia de la humanidad tuvimos noción de la enorme distancia entre nuestro planeta y el Sol, y junto con ello el tamaño del sistema solar. ¡La distancia entre la Tierra y el Sol es de 150millones de kilómetros! ¡Y la distancia a la nube de Oort, donde termina nuestro sistema solar, es de 30 trillones de kilómetros! En este hecho en particular, vale la pena cuestionarnos ¿qué hay en un número? Las valiosas vidas de investigadores, recursos, y sobre todo mucha pasión por el conocimiento. Esta historia se repetiría varias veces después, hasta que en el mundo moderno nos hemos acostumbrado a ver colaborar a científicos de todas partes del globo. Hoy en día siguen existiendo grandes esfuerzos conjuntos para encontrar números, como el gran colisionador de Hadrones, la estación internacional en Antártida o el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático.

Cuando el número nos elude: la historia de la sensibilidad climática

Hasta ahora te he contado la historia de números que logramos medir y determinar, con pequeños o grandes esfuerzos, pero su valor —su nombre— es siempre el mismo. No obstante, existen números que no son constantes, sino variables, cuya determinación cambia según nuestro entendimiento del universo y cuyo valor puede tener grandes repercusiones. Existen muchos ejemplos de lo que menciono, pero aquí te quiero contar de un caso en particular.

Al día de hoy no existe la menor duda que el clima global está cambiando y que se debe a las actividades humanas. El calentamiento planetario que estamos viviendo es consecuencia del aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero, resultado de nuestra industria y cambio de uso de suelo. El debate se encuentra en qué tanto más se calentará nuestra Tierra, para un mismo nivel de emisiones. Te explico. Imaginemos que como humanidad decidimos dejar de emitir gases de efecto invernadero el día de mañana, o que nos ponemos de acuerdo para llegar a emisiones cero en 2030 o 2050. ¿En qué temperatura global aterrizaríamos? Uno pensaría que la respuesta debería ser sencilla, pero es todo lo contrario. El número que relaciona los gases con la temperatura es uno de los más escurridizos que hay: la sensibilidad climática.

Lo anterior se debe a que nuestra Tierra es un sistema complejo5 y nuestra atmósfera aún más. Esto quiere decir que cada molécula de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano u óxido nitroso) no tendrá el mismo efecto de calentamiento: algunas calentarán más, otras menos; como resultado, diferentes modelos predictivos pueden arribar a conclusiones muy distintas para la temperatura global para una misma química atmosférica. La predicción de esta relación es la llamada sensibilidad climática.

Lo anterior tiene implicaciones muy serias para nuestra humanidad y la toma de decisiones. Imaginemos que el número de la sensibilidad es muy bajo (por ejemplo, de 1°C por cada 200ppm de dióxido de carbono). Esto significaría que podríamos emitir muchísimos gases de efecto invernadero antes de calentar el planeta. Así, la preocupación por reducir las emisiones sería muy poca. Pero si, en cambio, la sensibilidad es muy alta (por ejemplo, de 4°C por cada 200ppm de dióxido de carbono), entonces, la Tierra se calentará rápidamente con pocas emisiones y nos urgirá mitigarlas (Intergovernmental Panel on Climate Change, 2021). Evidentemente, las decisiones políticas de mitigación y adaptación son diametralmente diferentes en ambos escenarios y por eso hay tanta discusión en torno a este número. De esta forma, un pequeño número, lleno de incertidumbre, tiene serios impactos en la política internacional, en el funcionamiento de la Tierra y en nuestra propia existencia.

Los números nos acompañan y nos seguirán acompañando

A lo largo del artículo te conté algunas historias breves sobre la relevancia de los números para nuestra humanidad. Desde aquellos que cambiaron nuestro entendimiento del mundo, pasando por las luchas por encontrar algunos, hasta llegar al riesgo que implica el desconocer otros. El mundo que nos rodea está lleno de ellos; el entenderlos y determinarlos modifica radicalmente el camino que tomamos en un sinfín de rubros.

Si tú te dedicas o piensas dedicarte a cualquier rama de la ciencia, los números formarán una parte integral de tu actividad diaria. Hasta estoy seguro de que te volverás experto, experta o experte en leer e interpretar valores que muy pocos podrán entender. ¿Quién sabe? A lo mejor hasta puedes encontrar una nueva constante universal…

Aún si tu camino no es la ciencia, los números te seguirán acompañando en tu vida cotidiana. Desde la administración financiera (como dividir la cuenta del restaurante o entender consumos de agua y luz en nuestros hogares), hasta la gestión de nuestros tiempos, e incluso en temas de salud (por ejemplo, para calcular las calorías que necesitamos en el día a día). Como ves, los números están en casi todo lo que hacemos, incluso en actividades que no parecen matemáticas a simple vista.

Así, cuando nos preguntamos qué hay en un número, en realidad estamos preguntando: ¿cómo funciona nuestro diario vivir, nuestra humanidad, la vida misma, nuestro planeta y en el universo?

Referencias

  • Goldsmith, S. (2023, 25 de agosto). The Movement to Rename Species. The Nature Conservancy. https://tinyurl.com/jy72bjwr.
  • Intergovernmental Panel on Climate Change (ipcc). (2023, 29 de junio). Annex vii: Glossary. En Masson-Delmotte, V., P. Zhai, A. Pirani, S.L. Connors, C. Péan, S. Berger, N. Caud, Y. Chen, L. Goldfarb, M.I. Gomis, M. Huang, K. Leitzell, E. Lonnoy, J.B.R. Matthews, T.K. Maycock, T. Waterfield, O. Yelekçi, R. Yu, and B. Zhou (Eds.), Climate Change 2021 – The Physical Science Basis: Working Group i Contribution to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change (pp. 2215-2256). Cambridge University Press. https://doi.org/10.1017/9781009157896.022.
  • Schmiermund, T. (2022). Avogadro Constant. Springer Fachmedien Wiesbaden.
  • Spence, J. C. (2019). Lightspeed: the ghostly aether and the race to measure the speed of light. Oxford University Press.
  • Wulf, Andrea. 2020. En búsqueda de Venus. Editorial Taurus.


Recepción: 2023/10/19. Aprobación: 2024/12/03. Publicación: 2025/03/11.

Vol. 26, núm. 2 marzo-abril 2025

Optimización eléctrica: el poder de los algoritmos bio-inspirados

José Alfonso Sánchez Cortez, Hernán Peraza Vázquez y Adrián Fermín Peña Delgado Cita

Resumen

Cada día, dependemos de sistemas eléctricos que nos permiten llevar una vida conectada, pero detrás de la electricidad que llega a nuestros hogares, hay un desafío complejo: cómo hacer que esos sistemas funcionen de manera más eficiente y menos costosa. Aquí es donde entran los algoritmos bio-inspirados. Estos algoritmos, basados en los comportamientos observados en la naturaleza, ofrecen una manera innovadora de resolver problemas que parecen difíciles de abordar. Si bien su uso tiene un impacto directo en la economía, también pueden mejorar la sostenibilidad de los sistemas eléctricos, reduciendo su huella ambiental. Desde la optimización del consumo energético hasta la mejora de la seguridad operativa, estos algoritmos encuentran soluciones inteligentes a través de patrones que no siempre son evidentes para el ojo humano. En un mundo donde los sistemas eléctricos se vuelven cada vez más complejos, estos algoritmos emergen como aliados poderosos, flexibles y capaces de ofrecernos un futuro energético más limpio y eficiente.
Palabras clave: algoritmos, optimización, sistemas eléctricos, bio-inspirados, eficiencia energética.

Electrical optimization: the power of bio-Inspired algorithms

Abstract

Every day, we rely on electrical systems that keep us connected, but behind the electricity that powers our homes, there is a complex challenge: how to make these systems work more efficiently and cost-effectively. This is where bio-inspired algorithms come in. These algorithms, based on behaviors observed in nature, offer an innovative way to solve problems that seem difficult to tackle. While their use has a direct economic impact, they can also improve the sustainability of electrical systems by reducing their environmental footprint. From optimizing energy consumption to enhancing operational safety, these algorithms find smart solutions through patterns that are not always evident to the human eye. In a world where electrical systems are becoming increasingly complex, these algorithms emerge as powerful, flexible allies capable of offering us a cleaner and more efficient energy future.
Keywords: algorithms, optimization, electrical systems, bio-inspired, energy efficiency.


El recorrido de la energía: ¿cómo llega a nuestro hogar?

Despiertas en una mañana cualquiera: preparas tu café, enciendes la radio y entre el murmullo de la rutina se desliza la pregunta, casi sin darte cuenta, ¿cómo se hace posible que la energía llegue de las centrales eléctricas hasta el enchufe de tu celular? En ese ir y venir diario se esconde una realidad fascinante: la optimización de sistemas eléctricos. Optimizar, en su esencia, significa encontrar la forma más inteligente y eficiente de hacer algo, una habilidad que la naturaleza domina con maestría y que, sorprendentemente, ha inspirado soluciones tecnológicas de gran alcance.

La sabiduría del entorno se refleja en los algoritmos “bio-inspirados”, herramientas que imitan procesos naturales para resolver problemas complejos de manera sencilla y rápida. En el ámbito de la generación y distribución de energía, estos algoritmos no sólo reducen el uso de combustibles ni minimizan las pérdidas energéticas, sino que también permiten gestionar sistemas cada vez más complejos. Este viaje de descubrimiento nos invita a explorar cómo la inspiración de la naturaleza puede transformar la manera en que operan los sistemas eléctricos de potencia.

Algoritmos Bio-inspirados: la naturaleza como maestra

En nuestro día a día, sin darnos cuenta, seguimos pequeños algoritmos: secuencias de pasos que nos ayudan a resolver desde qué ruta tomar hasta cómo organizar nuestros gastos. Un algoritmo, en términos simples, es una serie de instrucciones para alcanzar una solución. Los algoritmos bio-inspirados llevan esta idea un paso más allá, emulando comportamientos naturales para aproximarse a la mejor solución en problemas complejos (Márquez Vera, 2023).

Piensa en la agilidad de una araña al cazar, o quizás inspirados en la evolución biológica y su base genético-molecular como en el algoritmo genético (Sastry et al., s/f). Así funcionan estos algoritmos: generan, de forma aleatoria, una población inicial de posibles soluciones y, a partir de patrones inspirados en la naturaleza, seleccionan y mejoran esas soluciones para acercarse a un resultado óptimo (Jakšić et al., 2023).

Para visualizarlo de manera otra manera, piensa en alguien que organiza su quincena para pagar tarjetas de crédito, servicios, renta y despensa, sin quedarse en números rojos. La persona debe equilibrar ingresos y egresos, decidiendo cuáles deudas liquidar por completo y cuáles sólo abonar. Este desafío, común en la vida diaria, es análogo a un problema de optimización en ingeniería, donde un algoritmo bio-inspirado podría ayudarnos a distribuir los recursos de manera ideal y sin sobresaltos.

Sistema eléctrico de potencia: el recorrido de la energía

Antes de adentrarnos en la aplicación de estos algoritmos, es necesario comprender qué es un sistema eléctrico de potencia. Este sistema se encarga de generar, transmitir y distribuir la energía eléctrica que usamos cada día. Desde las imponentes centrales de generación hasta las torres y postes que adornan nuestras carreteras y vecindarios, cada componente juega un papel vital en llevar la energía a nuestros hogares (n.d, 2023) (figura 1).

Representación de un sistema eléctrico de potencia

Figura 1. Representación de un sistema eléctrico de potencia que abarca la generación, transmisión y distribución de energía, ilustrando el recorrido de la energía desde su origen hasta nuestros hogares.
Crédito: Shutterstock, uso reservado.

Sin embargo, el trayecto de la energía no es sencillo: implica superar desafíos de ingeniería, como minimizar las pérdidas durante la transmisión, mantener la estabilidad del sistema ante el crecimiento de la demanda y manejar el costo variable del combustible. Cada día, operadores y especialistas deben resolver cálculos complejos para garantizar un funcionamiento óptimo, abriendo la puerta a la aplicación de algoritmos bio-inspirados.

Aplicación de algoritmos bio-inspirados en sistemas eléctricos de potencia

Con el crecimiento constante del consumo energético —desde hogares hasta grandes industrias—, la planificación para generar la energía necesaria se ha vuelto una tarea titánica. Se debe contemplar la volatilidad en los precios, las necesidades futuras y, cada vez más, la integración de fuentes de energía renovable. Estas últimas, como la solar, presentan el reto de la intermitencia: sus horas de producción dependen del sol, limitándose, por ejemplo, a un rango entre las 9:00 y 17:00 (Shaheen et al., 2019) (figura 2).

Trayectoria del sol a lo largo de un día

Figura 2. Trayectoria del sol a lo largo de un día, ilustrando la variación de la radiación solar.
Crédito. autoría propia.

Ante este escenario, surge la necesidad de combinar fuentes para formar sistemas híbridos, donde la energía solar se complemente con, por ejemplo, la eólica, para asegurar un suministro constante (figura 3).

Sistema híbrido de generación que integra energía solar y eólica

Figura 3. Ejemplo de sistema híbrido de generación que integra energía solar y eólica para satisfacer la demanda eléctrica.
Crédito. Shutterstock, uso reservado.

La optimización en este contexto se vuelve vital. Imagínate resolver el enigma de reducir las pérdidas en la transmisión o equilibrar la generación con la fluctuante demanda, todo mientras se manejan los costos de combustible. Aquí es donde los algoritmos bio-inspirados emergen como soluciones innovadoras. Estos algoritmos aprovechan la adaptabilidad y la eficiencia que la naturaleza ha perfeccionado durante millones de años (Ma et al., 2020; Ullah et al., 2020).

Existen diversas metodologías inspiradas en la naturaleza que ayudan a resolver problemas complejos de forma eficiente (Peraza-Vázquez et al., 2021 y 2024):

  • El algoritmo de enjambre de partículas (pso). En este enfoque, cada “partícula” representa una posible solución, como una configuración del flujo eléctrico en la red. Estas partículas se desplazan por el espacio de soluciones, ajustando su posición según su experiencia y la del grupo, tal como lo hacen las aves en una parvada. Este movimiento coordinado permite que el enjambre se acerque gradualmente a la mejor solución, ayudando a reducir las pérdidas en la transmisión o mejorar la distribución de la carga (Kennedy y Eberhart, 1995) (figura 4).
  • Imagen de una parvada de aves en vuelo

    Figura 4. Imagen de una parvada de aves en vuelo, simbolizando la sincronía y dinamismo que dan nombre al algoritmo de enjambre de partículas.
    Crédito. Shutterstock, uso reservado.

  • El algoritmo de optimización de mariposas (boa). Inspirado en la búsqueda de alimento y el ritual de apareamiento de las mariposas, este algoritmo asigna a cada solución una “fragancia” que aumenta conforme se acerca a la óptima. Las soluciones se atraen entre sí a través de funciones matemáticas que simulan estos comportamientos naturales, lo que permite una exploración efectiva del espacio de búsqueda y lleva a configuraciones que minimizan las pérdidas energéticas en el sistema (Arora y Singh, 2019) (figura 5).
  • Comportamiento natural de las mariposas

    Figura 5. Comportamiento natural de las mariposas en su búsqueda de alimento y apareamiento, fuente de inspiración para algoritmos de optimización.
    Crédito. Shutterstock, uso reservado.

  • El algoritmo del chacal dorado (gjo). Basado en la caza cooperativa de estos animales, el algoritmo divide la búsqueda en tres etapas: primero, explora diversas soluciones de forma aleatoria; luego, agrupa las mejores opciones; y finalmente, “ataca” o explota las soluciones más prometedoras. Este enfoque se utiliza para optimizar la generación eléctrica, reduciendo los costos de combustible (Chopra y Mohsin Ansari, 2022) (figura 6).
  • Estrategia de caza cooperativa del chacal dorado

    Figura 6. Serie de imágenes que ilustran la estrategia de caza cooperativa del chacal dorado (Canis aureus): A) Pareja en acción; B) Búsqueda de presas; C) Acecho y cercamiento; D-E) Abalanzamiento sobre la presa.
    Crédito. Chopra y Mohsin Ansari, 2022.

Estos algoritmos no sólo han demostrado ser útiles para reducir pérdidas en la transmisión, disminuir costos de generación y optimizar el flujo eléctrico, sino que también se aplican en la optimización de redes eléctricas inteligentes, donde su integración en tiempo real puede mejorar la distribución y el consumo de energía (R. Wang et al., 2019). Ejemplos de su uso incluyen la reducción de pérdidas de potencia activa en sistemas de prueba de 30 buses (Zadehbagheri et al., 2023) y la mejora de la eficiencia en la distribución de energía en otros escenarios (Dora et al., 2023).

Innovación y sostenibilidad: el futuro de los sistemas energéticos

La fascinante convergencia entre la naturaleza y la tecnología nos muestra cómo los comportamientos observados en el reino animal y vegetal pueden traducirse en soluciones innovadoras para desafíos modernos. Los algoritmos bio-inspirados, basados en procesos tan variados como la caza, el apareamiento o la cooperación en grupo, han demostrado ser herramientas valiosas para optimizar sistemas eléctricos de potencia. Su aplicación no sólo permite minimizar pérdidas y reducir costos, sino que también abre la puerta a una gestión más sostenible y eficiente de los recursos energéticos.

En una sociedad que cada día demanda más eficiencia y sostenibilidad, la inspiración natural se erige como un faro de innovación. Sin embargo, es fundamental recordar que ningún algoritmo es la solución mágica para todos los desafíos; la continua investigación y el desarrollo de nuevos enfoques seguirán siendo esenciales para responder a las complejidades del mundo actual.

Referencias

  • Arora, S., y Singh, S. (2019). Butterfly optimization algorithm: A novel approach for global optimization. Soft Computing, 23(3), 715–734. https://doi.org/10.1007/s00500-018-3102-4.
  • Chopra, N., y Mohsin Ansari, M. (2022). Golden jackal optimization: A novel nature-inspired optimizer for engineering applications. Expert Systems with Applications, 198, 116924. https://doi.org/10.1016/j.eswa.2022.116924.
  • Dora, B. K., Rajan, A., Mallick, S., y Halder, S. (2023). Optimal Reactive Power Dispatch problem using exchange market based Butterfly Optimization Algorithm. Applied Soft Computing, 147. https://doi.org/10.1016/j.asoc.2023.110833.
  • Jakšić, Z., Devi, S., Jakšić, O., y Guha, K. (2023). A comprehensive review of bio-inspired optimization algorithms including applications in microelectronics and nanophotonics. Biomimetics, 8(3). https://doi.org/10.3390/biomimetics8030278.
  • Kennedy, J., y Eberhart, R. (1995). Particle swarm optimization. IEEE International Conference on Neural Networks – Conference Proceedings, 4. https://doi.org/10.4018/ijmfmp.2015010104.
  • Ma, R., Li, X., Gao, W., Lu, P., y Wang, T. (2020). Random-fuzzy chance-constrained programming optimal power flow of wind integrated power considering voltage stability. IEEE Access, 8. https://doi.org/10.1109/ACCESS.2020.3040382.
  • Márquez Vera, M. A. (2023). Inteligencia de enjambre: De los sistemas naturales a los artificiales. Revista Digital Universitaria, 24(1). https://doi.org/10.22201/cuaieed.16076079e.2023.24.1.11.
  • n.d. (2023, junio 30). Plataforma Nacional de Energía, Ambiente y Sociedad. https://energia.conacyt.mx/planeas/electricidad/sistema-electrico-nacional.
  • Peraza-Vázquez, H., Peña-Delgado, A., Ranjan, P., Barde, C., Choubey, A., y Morales-Cepeda, A. B. (2021). A Bio-Inspired Method for Mathematical Optimization Inspired by Arachnida Salticidade. Mathematics, 10(1), 102. https://doi.org/10.3390/math10010102.
  • Peraza-Vázquez, H., Peña-Delgado, A., Merino-Treviño, M., Morales-Cepeda, A. B., y Sinha, N. (2024). A novel metaheuristic inspired by horned lizard defense tactics. Artificial Intelligence Review, 57(3). https://doi.org/10.1007/s10462-023-10653-7.
  • Sastry, K., Goldberg, D., y Kendall, G. (s/f). Genetic algorithms. En Search Methodologies (pp. 97–125). Springer US. https://doi.org/10.1007/0-387-28356-0_4.
  • Shaheen, M. A. M., Hasanien, H. M., Mekhamer, S. F., y Talaat, H. E. A. (2019). Optimal power flow of power systems including distributed generation units using sunflower optimization algorithm. IEEE Access, 7. https://doi.org/10.1109/ACCESS.2019.2933489.
  • Ullah, K., Ali, S., Khan, T. A., Khan, I., Jan, S., Shah, I. A., y Hafeez, G. (2020). An optimal energy optimization strategy for smart grid integrated with renewable energy sources and demand response programs. Energies, 13(21). https://doi.org/10.3390/en13215718.
  • Wang, R., Li, Q., Zhang, B., y Wang, L. (2019). Distributed consensus-based algorithm for economic dispatch in a microgrid. IEEE Transactions on Smart Grid, 10(4). https://doi.org/10.1109/TSG.2018.2833108.
  • Wang, Z., Younesi, A., Liu, M. V., Guo, G. C., y Anderson, C. L. (2023). AC optimal power flow in power systems with renewable energy integration: A review of formulations and case studies. IEEE Access, 11. https://doi.org/10.1109/ACCESS.2023.3314330.
  • Zadehbagheri, M., Ildarabadi, R., y Javadian, A. M. (2023). Optimal power flow in the presence of HVDC lines along with optimal placement of FACTS in order to power system stability improvement in different conditions: Technical and economic approach. IEEE Access, 11. https://doi.org/10.1109/ACCESS.2023.3283573.


Recepción: 2023/11/16. Aceptación: 2024/11/12. Publicación: 2025/03/11.

Vol. 26, núm. 2 marzo-abril 2025

Pesca y acuicultura: ¿cómo salvar nuestros mares?

Sergio Escárcega-Rodríguez Cita

Resumen

En los últimos 50 años, el clima de la Tierra ha cambiado drásticamente, y gran parte de la culpa recae en la sobreexplotación de nuestros recursos naturales. Este fenómeno ha afectado incluso a la acuicultura, que ha crecido rápidamente, pero a un alto costo para el medio ambiente. Para frenar estos impactos, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (onuaa), o más conocida como fao promueve enfoques como el Enfoque Ecosistémico de la Pesca (eep) y el Enfoque Ecosistémico de la Acuicultura (eea), que buscan una forma más equilibrada de gestionar estos sectores. En México, aunque ya existe legislación en la materia, es clave actualizarla para alinearla con estos enfoques globales, enfocados en la sostenibilidad. Adaptarse a estos marcos no sólo sería un paso hacia prácticas acuícolas más responsables, sino también una medida crucial para preservar la biodiversidad y garantizar un futuro más saludable para el planeta.
Palabras clave: acuicultura, sostenibilidad, pesca, biodiversidad, México.

Fishing and aquaculture: how to save our oceans?

Abstract

In the last 50 years, Earth’s climate has changed drastically, largely due to the overexploitation of our natural resources. This phenomenon has even affected aquaculture, which has grown rapidly but at a high environmental cost. To mitigate these impacts, the fao promotes approaches like the Ecosystem Approach to Fisheries (eaf) and the Ecosystem Approach to Aquaculture (eaa), which aim for a more balanced way of managing these sectors. In Mexico, although there is already legislation on the matter, it is crucial to update it to align with these global approaches focused on sustainability. Adapting to these frameworks would not only be a step toward more responsible aquaculture practices but also a crucial measure to preserve biodiversity and ensure a healthier future for the planet.
Keywords: aquaculture, sustainability, fishing, biodiversity, Mexico.


Rediseñar la regulación pesquera y acuícola

En los últimos 50 años, el planeta ha sufrido transformaciones que cambiaron las condiciones climáticas que prevalecieron durante más de 10 mil años. Esta alteración es consecuencia directa de la presión humana sobre los recursos naturales, que ha llevado a sobrepasar varios límites críticos para la sostenibilidad. Este desajuste pone en peligro los equilibrios de los ciclos biogeoquímicos1 a gran escala y, por ende, la viabilidad del capital natural, entendiendo esto como la biodiversidad global (b@unam, 2024); (Rockström, 2021).2 En términos sencillos, estamos arriesgando el futuro de la vida tal como la conocemos.

Es momento de actuar

La urgencia de tomar medidas para frenar el deterioro ambiental es cada vez más evidente. Es fundamental implementar estrategias que reduzcan el impacto negativo tanto en las prácticas productivas como en los hábitos de consumo, con el propósito de garantizar un futuro sostenible para las próximas generaciones y preservar el patrimonio natural. En este contexto, la acuicultura, que ha experimentado un crecimiento significativo en las últimas décadas, representa un sector clave que no puede quedar rezagado.

A nivel global, la fao ha promovido el Enfoque Ecosistémico de la Pesca (eep) y el Enfoque Ecosistémico de la Acuicultura (eea)3 (Andrade Pérez y Shepherd, 2006), resaltando la importancia de marcos regulatorios más amplios para la gestión sostenible del sector. Estos enfoques, formalmente introducidos en el sector pesquero a través del Código de Conducta para la Pesca Responsable (fao, 1995), integran aspectos ecológicos, sociales y económicos esenciales para la sostenibilidad y gobernanza4 del sector (onu, 2024). Su meta es lograr que la pesca y la acuicultura se desarrollen sin comprometer la salud de los ecosistemas ni el bienestar de las comunidades que dependen de ellos.

Desde 2006, la fao ha trabajado en la consolidación de un enfoque ecosistémico para la acuicultura, y en 2011 estableció lineamientos específicos para su implementación (fao, 2011). La adopción de estos principios ha demostrado que es posible integrar sostenibilidad y productividad (fao, 2018). Un ejemplo de ello es el cultivo intensivo de peces en sistemas suspendidos (Figura 1).

Cultivo intensivo de peces

Figura 1. Cultivo intensivo de peces en sistemas suspendidos.
Crédito: Panorama Acuícola (2019).

Los pilares del enfoque ecosistémico

Cuando hablamos del Enfoque Ecosistémico de la Pesca (eep) y el Enfoque Ecosistémico de la Acuicultura (eea), no estamos sólo describiendo un conjunto de normas técnicas. Estas directrices de la fao proponen un proceso participativo de ordenación, en el que se incluyen diversas voces de la sociedad: gobiernos, académicos, productores y comunidades. Todo esto debe estar adaptado a los riesgos propios de la pesca y la acuicultura. Entre las características más destacadas de estos enfoques, encontramos:

  • La participación activa de todas las partes interesadas en cada etapa de la planificación y aplicación.
  • Un análisis exhaustivo de los elementos clave del sistema de pesca o acuicultura: lo ecológico, lo social, lo económico y la gobernanza, todo visto desde una perspectiva global que también considera factores externos, como el cambio climático.
  • Toma de decisiones basada en los mejores conocimientos disponibles, tanto científicos como tradicionales, impulsando evaluaciones de riesgo.
  • El diseño de planes de ordenación específicos para diferentes zonas o sistemas, con límites claros que faciliten su implementación efectiva.

Para su implementación efectiva, se requiere un ciclo de ordenación que incluya planificación, ejecución y retroalimentación para ajustar el marco regulatorio ante nuevos desafíos. En este sentido, las figuras de gobernanza, como los Consejos Nacionales de Pesca y Acuicultura que operan en México y otros países, juegan un papel crucial.

Cambio climático: el gran desafío

El eep y el eea son herramientas fundamentales para mitigar los efectos del cambio climático en la pesca y la acuicultura. Al fortalecer la resiliencia5 del sector, se reduce su vulnerabilidad a eventos climáticos extremos (De Silva y Soto, 2009). Un ejemplo de esto ocurrió en México en octubre de 2023, cuando el huracán Otis impactó Acapulco con categoría 5 y vientos de hasta 300 km/h (Figura 2). Este evento subraya la necesidad urgente de establecer esquemas de adaptación que protejan a los sistemas de cultivo, como los que operan en jaulas flotantes en el mar (Escárcega-Rodríguez, 2020), especialmente en regiones expuestas a ciclones tropicales.

Impacto del huracán Otis en Acapulco

Figura 2. Impacto del huracán Otis en Acapulco, octubre de 2023.
Crédito: Domínguez et al., (2023).

Planificación espacial para un futuro sostenible

Uno de los pilares del eep/eea es la planificación espacial de la acuicultura, que debe equilibrar viabilidad económica con sostenibilidad social y ambiental. En especial, cuando se realiza en espacios compartidos, como el mar o cuerpos de agua naturales (fao y Banco Mundial, 2015). En este contexto, la fao ha orientado a muchos países en la planificación espacial, incluyendo la zonificación y la selección de sitios para acuicultura con una perspectiva ecosistémica (Aguilar-Manjarrez, Soto y Brummett, 2017). En México, por ejemplo, la identificación de ecorregiones marinas ha sido crucial para guiar el desarrollo y la planificación de la acuicultura.

EEP/EEA: avances y retos globales

A nivel global, se han logrado avances importantes en la aplicación de los elementos del eep/eea, que van desde la sensibilización de los responsables de la formulación de políticas y los interesados directos en materia de pesca y acuicultura, hasta el desarrollo de actividades de pesca y acuicultura rentables y generadoras de empleo, que sólo se logran con un enfoque integrado y sostenible para el aprovechamiento de los recursos acuáticos vivos y su entorno.

La proliferación de proyectos alineados con estos enfoques ha sido clave, promovidos tanto por organismos gubernamentales como por ongs dedicadas a la gestión de recursos naturales. Ejemplos destacados en América Latina incluyen el cultivo de camarón en el Golfo de Fonseca, Nicaragua, donde colaboraron empresarios, pescadores, universidades, ongs y gobiernos; y en Chile, la implementación de áreas de manejo integrado para la pesca y el cultivo de salmón en la región de Los Lagos (Soto y Jara, 2005).

Resulta alentador que el porcentaje de los países que adoptan el eep o un enfoque similar creció del 69% en 2011 al 79% en 2015. Sin embargo, el grado de adopción difiere entre las regiones. En América Latina, de destacarse, llega al 84% (fao, 2018).

México frente a la acuicultura sostenible

En México, los esfuerzos por aplicar los principios del eep/eea se reflejan en documentos como la Carta Nacional Acuícola (imipas, 2024), que define especies y zonas de cultivo, así como en lineamientos específicos de ordenación para distintas entidades federativas. Sin embargo, aún hay áreas pendientes, como:

  • Evaluación de la capacidad de carga de cuerpos de agua federales.
  • Desarrollo de tecnologías innovadoras para la producción sostenible de crías de peces diádromos6 (Pérez, 2018; Escárcega-Rodríguez, 2023).
  • Planificación adecuada para la gestión de la pesca y la acuicultura en cuencas hidrográficas y ecorregiones marinas (Figura 3).
Ecorregiones marinas de México

Figura 3. Ecorregiones marinas de México. Base para la planificación espacial de la acuicultura.
Crédito: CONABIO, (2022).

Es fundamental adaptar el cultivo de especies marinas y de agua dulce a la capacidad de carga de los ecosistemas, considerando incluso un enfoque regional. Esto cobra especial relevancia en los modelos intensivos, como el cultivo en jaulas flotantes de tilapia y bagre en cuerpos de agua continentales, o de pargos, pámpanos y corvinas en el mar. En estos casos, es crucial implementar mecanismos que mitiguen el impacto ambiental, principalmente el aumento de materia orgánica y nutrientes en los cuerpos de agua receptores.

Mirando hacia el futuro

Es fundamental profundizar en la aplicación del eep/eea en México. Aunque existe un marco legal amplio para regular y fomentar la pesca y la acuicultura, es necesario actualizarlo y adaptarlo a los criterios más recientes de la fao. La preocupación por la sobreexplotación de los ciclos biogeoquímicos y su impacto en la biodiversidad hace urgente esta adecuación. La conapesca, como autoridad en la materia, deberá considerar este reto dentro del Consejo Nacional de Pesca y Acuicultura, el principal mecanismo de gobernanza intersectorial para la sostenibilidad del sector.

Referencias



Recepción: 2023/10/09. Aceptación: 2024/10/08. Publicación: 2025/03/11.

Vol. 26, núm. 2 marzo-abril

La comunicación de la ciencia

Luis Estrada Cita

*Nota editorial

Este artículo fue publicado originalmente en el volumen 15, número 3, del 1 de marzo de 2014, en la Revista Digital Universitaria, pero debido a que su versión original ya no está disponible en línea, lo recuperamos y volvemos a publicarlo en el marco de los 25 años de la revista. El texto se presenta sin modificaciones de contenido, respetando la versión original.



Resumen

Se reflexiona sobre los conceptos de difusión, divulgación y comunicación de la ciencia, que no son lo mismo y suelen confundirse con el de periodismo científico. La comunicación de la ciencia es una acción “activa”, o en otras palabras un “ir y venir” de conocimientos, opiniones, críticas y aclaraciones. El diálogo que supone la comunicación de la ciencia intenta llamar la atención sobre algún tema relevante de la misma, entusiasmar por saber más acerca de una cuestión científica o inducir a buscar mayor información para entender mejor lo publicado. En fin, se trata de acercar al público al conocimiento científico para que, en alguna medida, se apropie de él y, en conjunto con divulgadores, científicos, maestros, museos e instituciones, participe de una cultura científica incluyente.
Palabras clave: Comunicación de la ciencia, divulgación, cultura científica, UNAM.

Science communication

Abstract

The knowledge society requires informed citizens with a basic scientific culture that allows them to make decisions and participate in matters related to science and its applications in order to improve their quality of life and move towards sustainable development taking into account local cultures and needs. Science museums have unique features and benefits to contribute to this task and become protagonist spaces within the community to which they belong. In this article ideas and proposals to develop the potential of science museums are shared. Some of the topics covered are: museums as hubs of a network of cultural and educational institutions; their relationship with the educational system; contents of museums and current needs; the balance between global and local knowledge, museums as an inclusive space for its community for life-long learning; museums and sustainability; evaluation as a tool for development; professionalism and research.
Keywords: Science museums, public communication of science, life-long learning, educational society, evaluation and research in museums.


Introducción

Aunque en los últimos años suele hablarse sólo de divulgación de la ciencia, se entiende que es una actividad inmersa en un proceso de comunicación que precisa estrategias diversificadas de acuerdo con el espacio y el público con el que se dialoga. Recuerdo la época en que laboré en el Centro Universitario de Comunicación de la Ciencia, antigua dependencia de la unam, antecedente de la actual Dirección General de Divulgación de la Ciencia. En ese entonces convenimos en distinguir tres actividades: la difusión, la divulgación y la comunicación. No sobra recordar que con la primera nombrábamos a la participación de conocimientos en los grupos dedicados a labores de ciencia, pensando que, al menos para fines prácticos, sus integrantes hablaban un lenguaje común. Las reuniones de las sociedades científicas emplean básicamente este tipo de interacción.

Con la segunda actividad, la divulgación de la ciencia, esperábamos llevar el conocimiento científico al público en general, pues suponíamos que éste podía no estar enterado de los temas a tratar, ya sea porque no había tenido la oportunidad de conocer- los o porque era necesario precisarlos, situarlos en un contexto apropiado o señalar sus consecuencias. En esta actividad siempre se supuso que el desconocimiento de un tema científico no se debía a alguna clase de incapacidad personal, pues mucho del público atendido eran niños y personal académico especializado en alguna disciplina diferente a la de los temas tratados. Las conferencias, las mesas redondas, los programas de cine y televisión, las exposiciones y salas de museos son algunos ejemplos de este tipo de actividad.

En el caso de la comunicación de la ciencia, lo esencial es el intercambio de conocimientos, el diálogo aclaratorio, la discusión de lo tratado, las sugerencias para su mejoría y la conversación profunda que ayude a la comprensión del conocimiento cien- tífico. Empleando el lenguaje ordinario diríamos que la comunicación de la ciencia es una acción “activa”, o en otras palabras un “ir y venir” de conocimientos, opiniones, críticas y aclaraciones. No sobra explicar que esta comunicación no requiere que todos sus participantes practiquen la misma disciplina o sean expertos en el tema tratado. Los seminarios, una actividad característica de los medios académicos, son el mejor ejemplo de una labor de comunicación de la ciencia.

Como podemos constatar, las condiciones actuales de nuestra universidad han reducido prácticamente las actividades mencionadas a una: la divulgación de la ciencia, la cual en muchas ocasiones se confunde con el periodismo científico. Siendo éste también una actividad importante en la propagación del conocimiento científico conviene precisar la distinción entre estas dos actividades. El periodismo científico busca mantener informado al público de lo que sucede en el mundo de la ciencia, y entre más pronto lo logre, mejor. Así podemos estar enterados de los nuevos descubrimientos y de sus autores, de la aparición de recientes productos derivados de la actividad de los labora- torios y de su eficacia o sus inconvenientes. Ejemplos de esta labor serían el anuncio del otorgamiento de un premio Nobel, de la aparición de un nuevo fármaco o la reseña de un acontecimiento, como un eclipse solar. Por otro lado, para la divulgación de la ciencia, llamar la atención sobre algún tema relevante de la misma, acometer un asunto es dar a conocer la sustancia y sentido de un resultado científico, entusiasmar por saber más acerca de una cuestión científica, inducir a buscar mayor información para entender mejor lo publicado, en fin, acercar al público al conocimiento científico para que, en alguna medida, se apropie de él. No sobra señalar que ambas actividades, periodismo y divulgación, tienen una frontera común y que son complementarias.



Imagen de bitácoras


La divulgación de la ciencia como una actividad de comunicación

Reduciré lo siguiente a la labor de divulgación de la ciencia y comenzaré por repetir lo muy conocido de su realización. Es claro que ésta dependerá de la acertada selección del auditorio. Cómo y a quién dirigirse –a los niños, a los estudiantes de determinado nivel, a los profesores de escuelas elementales o al público general– es algo que hay que definir de antemano y con claridad. Cabe señalar aquí que hay que considerar también en este rubro si se dirige a un auditorio presente, como sería el caso de las conferencias, o a uno distante, ya sea espacial o temporalmente, como sucedería en el caso de un capítulo de un libro o de un programa radiofónico. Otro factor importante en una buena labor de divulgación es la definición clara del propósito de cada actividad, aunque éste no se haga público. Partiendo de que una actividad de divulgación de la ciencia tiene como finalidad dar a conocer este conocimiento, entonces la presentación de ella será muy diferente si se quieren exhibir objetos de laboratorio, mostrar experimentos, atraer jóvenes a estudiar una carrera científica, borrar la imagen de que la ciencia es aburrida o sólo para personas inteligentes, convencer de que, al contrario, se trata de algo útil, difundir los logros de la investigación que se realiza en una institución o simplemente el divertir al público mostrándole efectos inesperados. El caso más notable de la importancia de este factor se presenta en los museos de ciencias en donde la claridad del objetivo de su labor es definitiva para su buen funcionamiento.

Hay mucho por decir acerca de qué hacer para lograr una buena labor de divulgación de la ciencia. Sin embargo, me referiré solamente a ésta como una actividad de comunicación, aunque no use ese término explícitamente. Así continuaré usando la palabra divulgación pues no quiero apartarme del modo usual de hablar, además de que hay que recordar que una buena divulgación está siempre respaldada por una vigorosa labor de comunicación de la ciencia. Lo primero es que esta divulgación es una tarea propia del quehacer de un medio dedicado al cultivo de la ciencia, como sería, en el caso de la universidad, el subsistema de la investigación científica, ya que para su buen funciona- miento requiere de la participación activa de los investigadores y profesores de ciencias.

Al reflexionar sobre la divulgación de la ciencia se llega inevitablemente al tema de la cultura científica. Es por esto que debo recordar que la cultura y la educación son temas inseparables ya que la primera es un resultado de la segunda y la educación se realiza de buena manera en un ambiente culturalmente propicio. Por ello, para hablar de cultura científica conviene aceptar que por ésta entendemos algo similar a lo que comprendemos al hablar de la cívica, la artística y otras “culturas” del hombre actual. Es evidente que la cultura científica, como otros asuntos educativos, tiene sus raíces en la escuela, aunque también es claro que no es ésta la única ni la mejor fuente del conocimiento científico. Las escuelas no pueden formar solas la cultura científica que necesita el ciudadano actual.

Es por tanto indispensable reforzar y complementar la labor de la educación en materia de ciencias, para lo cual debemos pedir ayuda a nuestros científicos avivándoles su responsabilidad social. Aunque algunos lo tomarían como una degradación, deberíamos convertir a muchos de nuestros investigadores, al menos por una buena temporada, en maestros. Es claro que esta conversión debería hacerse en forma ambiciosa, pues el problema a resolver no es de especialistas sino de formación humana. Necesitamos maestros de ciencias, maestros de maestros de ciencias, e investigadores de la educación en ciencias y de la cultura científica.

Comunicación para una cultura científica

Con la divulgación de la ciencia se busca acrecentar la cultura científica. Cultura con todas sus letras, es decir, algo vivo, orgánico, usual, con lo que las personas vivan y convivan. Científica también en un sentido profundo, que implique no sólo conocimiento sino una participación de la vida y la actitud, de la pasión y la crítica que las prácticas científicas conllevan. Como bien sabemos, la ciencia no es monolítica ni constituye un sólo método o una sola forma de pensar; es, sobre todo, la búsqueda por diversas avenidas de conocimiento sobre el mundo natural, sobre nosotros y nuestro entorno físico. Ciertamente es un conocimiento útil o hermoso, intrigante, inquietante, efímero, cambiante, o todo eso a la vez. Pero si algo proporciona la ciencia, más bien lo que he llamado la cultura científica, más allá de ese conocimiento, es una actitud, un cúmulo de herramientas críticas de pensamiento, que sirven para muchas situaciones. No es poca cosa aprender a apreciar de veras la posibilidad de dudar con fundamento, de enfrentar la verdadera ignorancia y de observar detalladamente la naturaleza, con la humildad del que suele equivocarse y lo sabe, y así logra valorar y utilizar lo que le ha servido para aprender a cometer cada vez menos errores.

La mayoría de las personas sólo ven los beneficios materiales que la ciencia ha traído consigo, pero pocas veces ven y constatan que en la actividad que la genera hay lecciones que brindan una inmejorable formación; sobre todo en un mundo en el que las personas tienen cada vez más que decidir sobre tantas cosas que les afectan, con realismo, precisión y responsabilidad. La ciencia enseña a pensar crítica y libremente, y ésta es una de las tareas formativas de la educación. Por esto es de primera necesidad en una sociedad plural y democrática poner esta disciplina al alcance de todas las personas, aunque no vayan a ser científicos.

Es urgente tomar conciencia de lo importante e inaplazable que es para un país generar su propia cultura científica, su manera de apropiarse del conocimiento científico. La formación de personal especializado de primer nivel es por tanto una prioridad para hacer una buena labor de divulgación de la ciencia. Hay que proceder de manera análoga a la que usan los artistas y su público para apropiarse del arte universal y convertirlo desde su lugar de origen en un hecho particular y propio, sin quitarle por ello su amplia validez. Reitero: la cultura científica es indispensable en la educación a todos los niveles y en otros ambientes donde se difunden las artes y las humanidades, pues para construir una ciencia propia se necesita que se divulgue.



Imagen de tubos de ensayo


Ciencia y comunidad

¿Qué queremos de nuestra ciencia? ¿Los logros científicos y los desarrollos técnicos son siempre benéficos? ¿En el marco general de sus intereses reales, qué prioridad tienen los diferentes proyectos de investigación para las distintas sociedades? ¿El costo de la ciencia es siempre y en todo lugar una buena inversión? ¿Es ético gastar en sofisticado equipo de laboratorio cuando los recursos económicos no alcanzan para las vacunas ni la comida? ¿En qué campos nos estamos distinguiendo y por qué? Y finalmente, ¿quién debe, y quién no, participar en las deliberaciones para contestar todo esto?

Ninguna ciencia va a ser mejor que la comunidad más amplia en la que está in- mersa. Sólo donde haya educación y culturas científicas habrá provecho y sentido para ésta. La educación científica es anterior, no posterior al éxito de la ciencia. Como ciudadanos nos tocará asumir con mayor seriedad el entender y juzgar a las ciencias y sus vínculos con nuestra calidad de vida. Eso no lo podremos hacer si no establecemos y reforzamos una verdadera cultura científica, es decir, un ambiente de comprensión y aceptación, de crítica informada y respeto bien fundamentado, en el que no resulte esotérico estudiar, leer, platicar e interesarse por la ciencia.

Lo expuesto no es ninguna novedad, lo he señalado en diversas ocasiones y repetido en otras tantas conferencias. Tampoco es una producción original mía. Es un re- lato de algunos logros del esfuerzo que un grupo de divulgadores, especialmente del Centro Universitario de Comunicación de la Ciencia, hicieron para encontrar el sentido de su labor. En sus primeras conclusiones el esfuerzo quedó plasmado en el documento titulado La comunicación de la ciencia como una labor académica , que fue presentado por el personal del Centro Universitario de Comunicación de la Ciencia al Consejo Técnico de la Investigación Científica de nuestra universidad a principios de 1988.

Los divulgadores de la ciencia

Quien se enfrente a la genuina divulgación de la ciencia no sólo debe estar enterado del avance de la investigación científica, sino también comprender el significado de lo que ocurre: de dónde viene, a dónde se quiere ir y qué consecuencias se podrían tener. Todo esto a fin de poder integrarlo a la cultura personal. La divulgación de la ciencia apunta a capacitarnos para descubrir nuevas facetas del mundo que habitamos y relacionar constructivamente las perspectivas de las distintas disciplinas científicas. En síntesis, esta divulgación debe insertarnos en el esfuerzo que la humanidad ha multiplicado durante el siglo pasado para buscar un conocimiento objetivo del Universo, y hacernos conscientes de que ese conocimiento no nos excluye.

Por otra parte, la divulgación de la ciencia, como otras disciplinas modernas, es una labor especializada que hay que llevar a cabo. Hay que fundar y solidificar tradiciones propias de producción y consumo en torno a ella. En los países más desarrollados esto se ha hecho desde el siglo xxi, y de un modo a veces espectacular en el xx. Una buena divulgación en cada lugar, pese a transmitir o cuestionar a menudo los mismos conocimientos, está impresa también de su carácter local. Cada público, cada tradición cultural y cada idioma tiene matices y formas idiosincrásicas de percibir e interactuar con el entorno, que pueden y deben considerarse a la hora de construir puentes de comunicación. Calcar e importar técnicas es estéril e ineficaz.

La divulgación de la ciencia resultará efectiva siempre y cuando no constituya un pasatiempo marginal para los divulgadores, ni un simple agregado curricular para los científicos. Hay que enfrentarse a la solución de cuestiones concretas en cada caso. Se requieren trabajos específicos para asesorar, por ejemplo, a los maestros de primaria, secundaria o preparatoria en alguno de los temas que enseñen; para editar publicaciones científicas; para escribir el guión de una exposición o diseñar sus imágenes; para escribir distintos tipos de textos; para diseñar talleres para niños, adolescentes o adultos; para hacer un programa de radio o de televisión sobre algún tema científico, o simplemente para dar una charla sobre algún tema. La divulgación del conocimiento es un trabajo que debe tomarse con la seriedad no carente de sentido del humor con la que trabajan los científicos.

Los divulgadores de la ciencia no necesariamente deben tener un perfil similar entre ellos. A menudo, la variedad de talentos y habilidades hace que los grupos sean mucho más prolíficos y eficaces. Pero sí tienen todos que ser personas dedicadas seria- mente a alguno de los aspectos de esta demandante labor. Reitero, una manera eficaz de efectuar una buena labor de divulgación es en la integración de grupos creativos de divulgadores capaces de responder a problemas locales y concretos; grupos que trabajen en museos, casas de la ciencia, revistas, radio, televisión, internet, parques o plazas públicos; grupos dispersos por todo el país, eficazmente intercomunicados y aprendiendo unos de otros, afín de que la ciencia se discuta, se difunda y se viva en todos los ámbitos y espacios disponibles.



Taller el Kamasutra de la Divulgacion Foto de Leonor Solis

Taller el Kamasutra de la Divulgación CIECO – UNAM. Foto: Leonor Solis.

La divulgación de la ciencia en México

El número de divulgadores en México ha crecido mucho. Hay un buen número de lugares de nuestra república en los que se realiza esta actividad y en los que se han constituido grupos para apoyar, organizar y efectuar esta labor, siendo el mejor ejemplo la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica (somedy cyt). En la c hay varios institutos y dependencias que cuentan ya con personal dedicado a esta tarea. Otro logro relevante es la creación y realización de programas de formación de divulga- dores, como los estudios de posgrado dedicados al aprendizaje de esa disciplina que ha iniciado la unam, así como los diplomados que ofrecen varias instituciones educativas. Todo esto es muy estimulante.

Sin embargo, hay que reconocer que en la mayoría de los productos de divulgación que llegan al público el conocimiento científico mostrado es superficial y a veces anacrónico. Algo similar puede detectarse en los programas de formación de divulga- dores, por lo que muchos de ellos deberían anunciarse como cursos de aprendizaje de técnicas y métodos para la divulgación de la ciencia. Cabe señalar que un asunto en el que se hace mucho énfasis en tales programas es enseñar a escribir bien a los alumnos. Creo que lo que sucede es que dichas actividades de formación se diseñan tomando en cuenta sólo el sentido literal de divulgación que mencioné al principio, en vez de basarse en el profundo sentido de la comunicación.

Conclusiones y propuestas

Quizá lo más importante sea pensar en el futuro de la divulgación de la ciencia en nuestro país, aunque dicho futuro no parezca halagüeño. De esto, lo primero que hay que apuntar es que muchas personas, aun del medio científico, desdeñan tal actividad con lo que propician que su desarrollo se inhiba. Independiente de ello, algunos divulgadores proponen remedios para lograr un mayor crecimiento y una mejoría en la labor que nos ocupa, aunque casi todas esas propuestas están centradas en la consecución de un buen apoyo económico. Esos divulgadores piensan que eso se lograría emulando los caminos seguidos por los investigadores científicos, ya sea buscando la creación de un Sistema Nacional de Divulgadores, ingeniándose para allegar dinero proveniente de instituciones u otros simpatizantes de la ciencia, vendiendo proyectos relacionados con esa tarea y algunas cosas más. Yo difiero de esos caminos, pues, aunque me es claro que para realizar una buena labor de divulgación se necesita dinero, y mucho, estimo que el problema está en otro lado. Como he insistido, la ciencia, y por tanto su comunicación, es una parte de la cultura y ésta se produce y se desarrolla con la educación, educación entendida por supuesto en todos sus aspectos y niveles, principalmente en el superior. Es obvio que esto dificulta más el desarrollo deseado de nuestra actividad, ya que en México no parece haber solución cercana a los problemas educativos.

No hay que olvidar que vivimos en un país en el que no se valora el trabajo, por lo que para disponer de un salario razonable hay que buscar propinas, bonos o estímulos de alguna clase. También hay que tener presente que, en nuestro país, la autoridad no necesariamente se logra por tener conocimientos del campo que cubre el cargo a ocupar ni por alguna aptitud relacionada con tal puesto. En fin, estamos en un país en el que conceptos como democracia, solidaridad y excelencia académica han sido tergiversados, por lo que resulta muy difícil que se aprovechen las enseñanzas obtenidas del quehacer científico. El fuerte y prolongado esfuerzo para realizar una investigación es incomprendido y la belleza de lo descubierto de la naturaleza se pierde, ya que tiende a mostrarse con imágenes visuales contendientes con las empleadas en la televisión comercial.

Por otra parte, en nuestro país es cada vez más difícil saber qué sucede; cada día aumenta la desconfianza en la información y casi no hay credibilidad en lo que se difunde. Cuando se habla de conocimientos derivados del quehacer científico se encuentra algo parecido, y para ilustrarlo haré dos preguntas: ¿de veras creen que el desarrollo de la vida en la Tierra no fue programado?, ¿creen realmente que el Universo se expande? Noten que formulo mis preguntas esperando conocer creencias, pues difícilmente lo haría pidiendo pruebas, aunque éstas fueran leves y provisionales. Parece claro que, aunque la ciencia no provee verdades pero sí evidencias confiables para afirmar o negar algo, es necio ignorar sus enseñanzas. Es innegable entonces que, en esas condiciones, divulgar la ciencia es pedir peras al olmo. Sin embargo, no debemos cruzarnos de brazos.

Quiero presentar algunas propuestas para seguir adelante en nuestra labor. Para esto, lo primero que hay que hacer es reconocer que se han formado buenos divulga- dores y que no hay por qué desperdiciar ese valioso capital humano que hemos ganado. Después debemos encontrar cómo seguir aprovechando la generosidad de los apasionados del conocimiento científico que están haciendo divulgación. Mucho ayudaría unir esfuerzos trabajando en equipo y así aprovechar mejor el “trabajar por amor al arte” que mueve a muchos de los divulgadores actuales. También convendría buscar tiempo para generar espacios de reflexión acerca de los temas de mayor interés y relevancia que contribuyan a mantener al día a los divulgadores.

Todo esto servirá más allá de preservar viva nuestra labor, aunque siga pareciendo que se trata de una actividad clandestina. El mismo esfuerzo funcionaría para formar nuevos y buenos divulgadores. Pienso que estas propuestas son viables ya que están basadas en la gran libertad que todavía tenemos para trabajar; libertad que nos invita a hacer todo lo que a nuestro juicio haya que hacer, aunque sólo sea el sustento de un grupo que busca la superación cultural. Proposiciones como estas, y otras similares que surjan de esos grupos de trabajo, serían una semilla que esperamos germine algún día y haga que nuestro país cuente con una genuina labor de divulgación de la ciencia. Pero, ¿hay posibilidad real de tal germinación o sólo se trata de un sueño? No niego que mis propuestas sean sólo un sueño; empero, en tiempos aciagos un sueño no es sólo un alivio sino también un estímulo. Quiero recordarles que hay muchos ejemplos en los que la renovación, la creación y la innovación de una obra humana han sido producto de un sueño.



Imagen de vasos de precipitado


Bibliografía

  1. BURGOS, Estrella. “La importancia de contar historias”. C+TEC. 2011, octubre, México [En línea]
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  3. SÁNCHEZ MORA, Ana María. Introducción a la comunicación escrita de la ciencia. México: Universidad Veracruzana, 2011.
  4. TONDA, J., Sánchez Mora, A.M. Chávez, N. (Coord.) Antología de la divulgación de la ciencia en México. México: dgdc. unam.
  5. ZAMARRÓN GARZA, Guadalupe. La divulgación de la ciencia en México: una aproximación. México: Serie de Cuadernos de Divulgación 1, Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica (somedicyt), 1994.


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Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079