Vol. 18, Núm.8 noviembre-diciembre 2017.
Entrevista a Rafael Sánchez Guevara
Rafael Sánchez Guevara CitaCuéntanos quién eres.
Mi nombre es Rafael Sánchez Guevara, soy músico. Me dedico a tocar, investigar y enseñar dos instrumentos musicales que me fascinan: el violonchelo y la viola da gamba. Este año cumplo 16 años en ello.
¿A qué edad y qué te hizo enamorarte de la música?
Cuando tenía 13 años vi por primera vez un violonchelo, lo escuché, lo toqué y me sentí seducido e hipnotizado por su sonido y su forma. Cuando empecé a estudiarlo entré en un universo fascinante, lo encontré dificilísimo, y eso me atrajo aún más.
¿Qué estudios tienes y qué preparación se necesita para hacer lo que haces?
Estudié la licenciatura en violonchelo en la entonces Escuela Nacional de Música de la UNAM (hoy Facultad de Música), ahí pasé 7 años aprendiendo no solamente la técnica y la teoría, sino la profundidad y devoción que la música demanda. Tuve la fortuna de tener maestros generosos, de quienes aprendí sobre todo con el ejemplo de su dedicación y entrega a la música. Estudié el violonchelo con Ignacio Mariscal, la viola da gamba con Gabriela Villa Walls, con quien me inicié en el estudio de la música antigua, y aprendí mucho de las clases de música de cámara de Eunice Padilla y María Díez-Canedo; además, tuve la oportunidad de tomar clases con grandes figuras de la música en México como Julio Estrada, Mario Stern y Luisa Durón. Era un momento de avidez por aprender, iba con mis compañeros a muchos conciertos, cursos y clases magistrales de invitados de otros países. Después, ya totalmente concentrado en la interpretación histórica y la música antigua, estudié la maestría en viola da gamba en la Universidad de Montreal, Canadá. Fueron dos años de sumergirme completamente en este instrumento, bajo una gran exigencia y muy motivado por el entorno; ahí estudié con Margaret Little, quien ha sido una gran inspiración por su inmensa creatividad y sensibilidad artística. Actualmente realizo estudios de doctorado en la UNAM, está siendo un gran reto porque en este proyecto de investigación trato de juntar lo que he aprendido en ambos instrumentos, que son como dos mundos; me estoy cuestionando mucho de mi propia práctica. Es un camino en el que nunca dejas de aprender y siempre descubres cosas nuevas.
¿Por qué elegiste instrumentos de cuerdas y en específico instrumentos barrocos?
Algo que me encanta de los instrumentos de cuerda es la sensación física al tocarlos, el instrumento vibra y resuena según tus propios movimientos, y con el tiempo llegas a desarrollar una comunión muy particular con el instrumento; siempre estás en contacto con el sonido de una manera muy primaria y material, y al mismo tiempo muy refinada e incluso espiritual. Los instrumentos barrocos son muy sensibles a cada pequeño movimiento, además de tener un sonido muy cálido y vocal. En la viola da gamba, además, por la técnica de arco tan particular, tienes contacto directo de los dedos con las crines que frotan las cuerdas, es como estar sintiendo y amasando el sonido con los dedos todo el tiempo.
También está la parte histórica, me fascina imaginar cómo se tocarían estos instrumentos hace tres o cuatro siglos, cómo se construían, quiénes eran esas personas que crearon mundos así. Hay mucho de investigación y método, pero también de fantasía.
¿Cuál es la pieza que más disfrutas ejecutar y cuál la que más disfrutas escuchar?
Disfruto escuchar muchísimos tipos de música, creo que la música nos enseña mucho de la sociedad y los individuos que la hacen; me cuesta mucho trabajo escoger una sola pieza favorita, pero en este momento me viene a la mente el motete Nuper rosarum flores de Guillaume Dufay; es la obra que compuso para la consagración del domo de la catedral de Florencia construido por Filippo Brunelleschi, es una obra alucinante y enigmática, que no deja de sorprenderme y me hace admirar los alcances de la mente y el alma humana.
La pieza que más disfruto tocar es la que esté tocando en ese momento… En el violonchelo, desde luego las Suites de J.S. Bach (¡qué original!), y también tengo recuerdos entrañables de conciertos donde toqué la Sonata Op. 69 de Beethoven o la Op. 38 de J. Brahms. En la viola también aparece Bach en esa predilección, y también las piezas de Demachy y J. Schenck.
¿Cuáles son las diferencias entre un instrumento antiguo y uno moderno, y para ti, en qué radica el encanto de uno y de otro?
Tienen varias diferencias en la construcción: los instrumentos modernos tienden a tener mucha más tensión, las cuerdas modernas son de metal, a diferencia de las antiguas que están hechas de tripa de res o de cordero (¡no de gato!), la forma del arco que se utiliza para cada uno es muy distinta, y por supuesto la técnica. En realidad, la principal diferencia no es ninguna de las anteriores, sino la aproximación a la música y toda la estética alrededor de cada una de esas perspectivas de interpretación.
Viola da gamba:
Violonchelo moderno:
¿Qué podrías decir a los lectores que aman la música, pero que de alguna manera no saben si irse por ese camino o por otro distinto?
Es muy difícil dar un consejo de ese tipo. Creo que la música es un camino en el que no hay recetas y cada quien debe seguirlo según sus propias convicciones. Algunas personas dirán que, si no estudias en tal o cual sistema o en tal o cual escuela, o no sigues una ruta trazada estratégicamente, no tienes lugar en esto. También hay mucha neurosis en el medio y creo que esa obsesión por la perfección nos distrae de muchas cosas que hay en la música. Creo que lo único que podría decir es que la música tiene muchas formas de hacernos felices y ojalá la cultivemos más como algo que se comparte que como una competencia. Quisiera cerrar con una cita del tratado “El arte de tocar el violín” (1751) de Francesco Geminiani: “La intención de la música no sólo es agradar el oído, sino golpear la imaginación, afectar la mente y gobernar las pasiones.” Creo que la música tiene mucho todavía qué decirnos, y estar en contacto con ella en toda su diversidad es una experiencia que puede acercarnos al otro y enseñarnos mucho.