Vol. 23, núm. 1 enero-febrero 2022
De calendarios, memoria y celebraciones. 50 años del SUAyED, UNAM
Ana María del Pilar Martínez Hernández CitaInicia un nuevo año y con él la aparición del primer número de la Revista Digital Universitaria de 2022. Cada comienzo de ciclo se asocia a prácticas sociales vinculadas con ese acontecimiento. Buenos propósitos y metas por alcanzar aparecen en nuestra vida. De manera simultánea, encontramos multiplicidad de agendas y calendarios en los que se precisan informaciones múltiples.
Además de lo obvio —la distribución de fechas en días, semanas y meses, de acuerdo con la intención de quienes producen los calendarios—, aparecerá el santoral y festejos religiosos (algunos de carácter ecuménico, con interés de abarcar a diferentes públicos), cívicos (nacionales e internacionales), el inicio de las estaciones y de los signos del zodíaco, e incluso mantras para repetir a lo largo de la jornada o frases de personajes célebres para reflexionar día a día.
¿Han pensado, queridas lectoras, queridos lectores, de donde vienen los calendarios y por qué son bienes de consumo hacia el final de un ciclo anual y el inicio de otro? Los estudiosos de este tema señalan que son resultado de la capacidad de observación de nuestros ancestros, de su necesidad de explicar los fenómenos que les rodeaban, tales como las fases lunares, el ciclo de las estaciones y los sucesos relacionados a éstas.
Al notar la regularidad de dichos procesos, las primeras civilizaciones empezaron a “contar” los días y a establecer sistemas de división y medición del tiempo. Éstos estuvieron asociados con la ubicación geográfica en que se encontraban, su cosmovisión y creencias, rituales y religión, su forma de organización, así como con su historia y el resguardo de acontecimientos significativos para el grupo, que decidían conservar en la memoria colectiva, vía la tradición oral y, posteriormente, escrita, de donde derivaron sus celebraciones y conmemoraciones.
De ahí que las civilizaciones originarias surgidas en Sumeria, India, China, Egipto, así como las que emergieron en la región andina y mesoamericana de nuestro continente, diseñaron diversos calendarios, que fueron perfeccionando paulatinamente y que conocemos gracias al registro de sus observaciones de la Luna, el Sol y de otros planetas, estrellas o constelaciones. Los primeros calendarios fueron lunares y a éstos les siguieron calendarios lunisolares.
Sin embargo, estas mediciones del tiempo con base en información precisa de los ciclos, ya sea del clima, agrícolas, gestación, navegación, etcétera, fueron modificándose con base en otros criterios. Suele llamarnos la atención escuchar que en una fecha distinta a aquella en la que en Occidente iniciamos un nuevo año, comunidades de personas provenientes de otras culturas, a lo largo y ancho de la Tierra, celebran el arranque de un ciclo anual, basado en las tradiciones de su cultura ancestral, en otras fechas y con otros puntos de partida. Ese es el caso del calendario chino, que el próximo 1 de febrero celebrará el año 4,719, según su tradición. Asimismo, entre el pueblo judío se festejará el año 5,783 de su calendario el 25 de septiembre, en que se conmemora, de acuerdo con la tradición bíblica, el día en que Dios creó al mundo.
En la tradición occidental, el calendario vigente tiene una doble influencia, la que deriva de la cultura romana y la del cristianismo. Los calendarios latinos, sin negar la impronta de aquellos calendarios de las civilizaciones originarias mencionadas, que influyeron en el ámbito geográfico latino, son varios, como el calendario romano, juliano (que lo introdujo Julio César), el bizantino, el gregoriano, de los calendarios para el mundo europeo; y los calendarios para otros mundos, por ejemplo, el de nuestros ancestros americanos entre los que tienen importancia cultural como el azteca, el inca o el maya. Todos los calendarios europeos tienen interesantes sistemas de contabilizar los días, meses y años, con distintos esquemas de precisión y referentes astronómicos, pero muy semejantes en su medición anual. Los romanos partieron de un hecho particular de su propia historia para contar los años: la fundación de la ciudad de Roma: Ab Urbe condita, o “desde la fundación de la ciudad de Roma”, como acontecimiento fundacional de dicha cultura, de acuerdo con la narración hecha por el historiador Tito Livio en su obra monumental del mismo nombre; hecho que ocurrió en el año 753 antes de la era común (a. e. c.).
Entre los pueblos latinos primitivos los calendarios eran lunares y variaban según la región. El más extendido entre distintos pueblos y regiones comprendía diez meses y 304 días. En los calendarios romanos, el primer mes del año era el de Martius (marzo), dedicado a Marte, dios de la guerra y padre de los legendarios gemelos Rómulo y Remo; a fin de cuentas, siendo el romano un pueblo guerrero, ese mes era el más relevante ya que durante él se decidían las campañas militares a llevar a cabo a lo largo del ciclo anual.
A partir del año 153 a. e. c., se empezó a considerar a enero (Januaris) el primer mes del año. Sin embargo, con el afán de corregir la “confusión” creada por la diversidad de conteos calendáricos existentes en el mundo romano, cada vez más extenso, en el año 45 a. e. c., Julio César implantó un calendario único que fue llamado juliano en su honor. En él se consideraba que el año constaba de 12 meses y 365 días, e incluía años bisiestos para afinar los desfases existentes, los cuales se lograron corregir parcialmente por orden de César Augusto durante su reinado. En honor a estos dos emperadores, en distintos momentos se dio su nombre a dos meses del año: julio y agosto.
Otra curiosidad de los calendarios existentes en el universo latino radica en que ninguno de ellos consideró la cuenta de semanas. El año (annus=anillo) era la medida máxima, enseguida los meses —en algunos calendarios anuales de 10, otros de 12 o 13, con ajustes en los días que integraban los distintos meses de 27 a 31 días por ciclo anual—. Fue hasta el año 321 de la era común (e. c.), que Constantino el Grande, introdujo la semana de siete días, tomando como modelo los antiguos calendarios egipcios y mesopotámicos, y consideró que el domingo debía ser el día de adoración de Dios, partiendo de que fue en él que Jesucristo resucitó, de acuerdo con el estudio de los evangelios canónicos. Hay que recordar que para ese momento el cristianismo se había expandido ampliamente a lo largo del Imperio romano y que Constantino fue el emperador que detuvo la persecución de los seguidores de esta religión.
La última reforma del calendario en Occidente se dio en Europa durante el Renacimiento, impulsada por el Papa Gregorio xiii, en el año 1582, a partir de la necesidad de regularizar el calendario litúrgico en lo referente a las fechas para celebrar la Pascua y otras fiestas religiosas móviles. Para hacerlo, era necesario introducir ciertas correcciones al calendario civil vigente, que seguía siendo el juliano.
Los criterios para determinar las fechas litúrgicas habían sido enunciados en el Concilio de Nicea, realizado en el año 325 e. c., en el que se había fijado el momento astral para celebrar la Pascua. La reforma suponía ajustar el acumulado de tiempo que introdujeron los años bisiestos en el calendario juliano, a fin de recuperar un total aproximado de diez días acumulados en los 1257 años que mediaron entre el año 325 y el 1582 (Wikipedia, 2022).
Para ello, el Papa constituyó la Comisión del Calendario, misma que, basada en los avances de observaciones telescópicas más precisas realizadas por diversos astrónomos, propuso ajustar el calendario civil con el año trópico, es decir, aquel que fija el intervalo de tiempo preciso en que el Sol completa su órbita aparente en torno a la Tierra (Sociedad Española de Astronomía, 2022). La Comisión redactó un compendio que incluía su dictamen y propuesta de reforma al calendario vigente, el cual fue aprobado en septiembre de 1580 y puesto en práctica a partir de octubre de 1582.
El calendario gregoriano fue aceptado con rapidez por los países en los que la Iglesia tenía alta influencia, como lo era la Monarquía española, de gran extensión en ese momento. Otros países católicos lo fueron adoptando paulatinamente, en tanto que hubo un rechazo total a su implantación en los países que se habían adherido a la Reforma protestante. Al paso del tiempo, este calendario, denominado gregoriano —en honor al Papa que lo impulsó—, empezó a ser asumido y utilizado prácticamente en toda Europa y poco a poco se extendió al mundo colonizado de América y Asia, después a Oceanía y la Antártida.
Si regresamos al punto en torno a la información que los calendarios proporcionan, se mencionó el referente al santoral. Tiempos hubo en los que el nombre registrado en dicho santoral era el que obligadamente llevaría el niño o niña según el día en el que él o ella nacieran. Afortunados aquellos que tenían opción de elegir en el Santoral Católico, entre más de un nombre de santos, santas o beatos.
En el contexto mexicano, el calendario cívico (derivado del romano) agrega el santoral católico como herencia de las costumbres culturales. Sucede algo gracioso acerca de la mezcla de calendarios para uso popular: que son múltiples los casos de personas con registro civil y bautizadas en la Iglesia con “nombres” que aparecen en el calendario consultado, como Aniv. de la Rev., es decir, la abreviatura de Aniversario de la Revolución [mexicana], un evento cívico político, que remite al movimiento armado que buscó derrocar a Porfirio Díaz.
En relación con las celebraciones y conmemoraciones de diverso tipo, el calendario sirve para recordar y reforzar fechas en que acontecieron eventos que una nación considera imprescindible, que se “anclen” en la mente del ciudadano y en la memoria colectiva. Esta situación de carácter polifacético puede cambiar al paso del tiempo, de acuerdo con la postura política e ideológica de quien(es) se encuentre(n) en el poder. Fechas como el 5 de mayo, 15 de septiembre y 20 de noviembre, o los años 1521, 1810 y 1910, tienen un significado que resuena en la mente de los mexicanos.
Después de 15 años de su fundación, la Organización de las Naciones Unidas (onu) inició la práctica de designar “días, semanas, años y décadas específicas como ocasiones para marcar eventos o temas particulares con el fin de promover, a través de la conciencia y la acción, los objetivos de la Organización”. Los Estados integrantes de ésta y los organismos especializados de la onu, (unesco, fao, unicef , entre otros) proponen temas para las conmemoraciones, que son resueltos en la Asamblea General, práctica curiosa, que en lugar de rememorar hechos consiste en dedicar el tiempo por venir para promover la discusión y concientización acerca de un estado de cosas.
Por mencionar algunos de estos temas, la onu dedicó el período 1959-60 como Año Mundial de los Refugiados; 1968 fue el Año Internacional de los Derechos Humanos; 1970 se destinó al tema de la educación; 1971 a la Lucha contra el Racismo y la Discriminación Racial; 1975 se celebró como Año Internacional de la Mujer; los años 1978/79 se dedicaron contra el Apartheid; 1982 fue el año de la Movilización en pro de las Sanciones contra Sudáfrica; 1990, el Año Internacional de la Alfabetización; 1995, el Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia.
Entrado el siglo xxi vemos aparecer reiteradamente temas relacionados con el ambiente y la sostenibilidad; así como varios temas a conmemorar en un mismo año. 2019 fue nombrado Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos, de las Lenguas Indígenas, y de la Moderación. En 2021, tras un año 2020 vacío de reuniones de la organización (por motivos claramente comprensibles), se conmemoraron varios asuntos: la Eliminación del Trabajo Infantil; la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible, de las Frutas y Verduras, y de la Paz y la Confianza.
Como puede verse, el abanico de temas propuestos para abordar en un año específico da cuenta de los problemas más urgentes que debía o debe atender la humanidad. Sobrecoge, al leer los temas con perspectiva histórica, comprender que muchos de ellos se reiteran al paso del tiempo, ya que siguen sin resolverse. ¿Y qué ha propuesto celebrar la onu en el 2022? Se celebrará el Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales; de las Ciencias Básicas para el Desarrollo Sostenible y del Vidrio.1
A todo esto, se preguntarán, por qué esta editorial habla de calendarios y celebraciones. Comprender la importancia de medir el tiempo radica en el registro y representación de nuestro estar en el mundo, de las distintas maneras acerca de cómo transitar en comunidades que hacen cultura y celebran como una forma de memoria, un punto de referencia y una construcción de los sujetos y culturas históricas. Los calendarios marcan el inicio, la primera luna del año, el cuaderno de registro de los días, meses y años. Este año 2022 en la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) conmemoramos el 50 aniversario del Sistema de Universidad Abierta, al que se agregó la Educación a Distancia y que hoy conocemos como suayed.
Además del evidente inicio de este nuevo ciclo anual, este preámbulo quiere referirse a otro tipo de historias y conmemoraciones. Se trata de la historia de las instituciones, en este caso, la de una fundamental para este país, nuestra unam, la cual, con una trayectoria de 111 años, tiene un largo calendario propio de celebraciones. Por supuesto, entre éstas destacan varias: la de su creación, el 22 de septiembre de 1910; la promulgación de su autonomía, el 22 de mayo de 1929; la sanción de su Ley Orgánica el 6 de enero de 1945; el 20 de noviembre de 1952, en que se inauguró la Ciudad Universitaria, y el 28 de junio de 2007, en que el campus central de cu fue declarado patrimonio cultural de la humanidad por la unesco.
Desde la rdu, este año 2022 las y los queremos invitar a la celebración de los 50 años de creación del Sistema Universidad Abierta (sua) de la unam, ocurrida el 25 de febrero de 1972, en el contexto de un ambicioso proceso de reforma académica universitaria. Desde sus orígenes, en 1910, la Universidad Nacional fue concebida como una institución a la que pudieran acceder jóvenes provenientes de todo el país y de diferentes estratos sociales. Una institución que produjera e incorporara en sus procesos de formación nuevos saberes, resultado de los avances científicos, tecnológicos, sociales y humanísticos, es decir, de todas las áreas del conocimiento. Para ello, consideró tres ámbitos de actuación: la docencia y la investigación, pensadas en un vínculo de retroalimentación continua para atender las problemáticas más ingentes del país; y la extensión y la difusión de la cultura, como contribución a las desigualdades educativas de la población mexicana.
El proyecto de creación del sua en la década de los setenta se gestó por diversos factores, entre los que se encontraban el crecimiento demográfico y el impacto de políticas educativas tomadas por el gobierno mexicano en las décadas de los años cincuenta y sesenta, que produjeron una alta demanda de acceso a la educación pública en los niveles medio superior y superior.
En la segunda mitad de los sesenta y a lo largo de la siguiente década, la respuesta institucional fue contundente. Durante el rectorado del ingeniero Javier Barros Sierra (1966-1970) inició este proceso de reforma institucional, con la intención de dar acceso a un mayor número de estudiantes en los niveles medio superior y superior, a través de la revisión, actualización de los planes de estudios universitarios. Así, inició el proceso que se conoce como democratización de la Educación Superior, cuando en los setenta y ochenta las mujeres se incorporaron de manera masiva a la Universidad, lo que hoy llamamos la revolución silenciosa (Papadópulos y Radakovich, 2006).
Su sucesor, el doctor Pablo González Casanova (6 de mayo de 1970 – 7 de diciembre de 1972), continuó los procesos de transformación, los cuales quedaron plasmados en un plan de desarrollo institucional denominado Proyecto de Nueva Universidad. Entre los ejes básicos se establecieron los de ampliar y democratizar la matrícula; extender el ámbito geográfico de influencia institucional, abriendo espacios descentralizados de Ciudad Universitaria; la renovación de los planes de estudio de los niveles de bachillerato, licenciatura y posgrado, siguiendo nuevos paradigmas epistemológicos interdisciplinarios, enfoques psicopedagógicos y estructuras curriculares diferentes a las tradicionales, y, por último, la apertura de modalidades educativas de formación, además de la presencial, mediante los sistemas abiertos y a distancia alternativos a la relación cara a cara o presencial en el aula.
Destacan entre los logros de ese proyecto la creación de dos instituciones: el Colegio de Ciencias y Humanidades (cch) en 1971 y el Sistema de Universidad Abierta (sua) en 1972; proyectos educativos vinculados entre sí, que transformaron las prácticas educativas de la institución. El proyecto cch involucró en su concepción a un amplio grupo de universitarios que en menos de un año crearon un modelo alternativo de bachillerato universitario, con salidas técnicas y vínculos con los niveles profesional y de posgrado. Éste se concretó en menos de un año del rectorado de González Casanova, ya que la propuesta curricular fue aprobada por unanimidad en el Consejo Universitario el 26 de enero de 1971, y recibió a su primera generación el 12 de abril de ese año.
En secuencia, el 25 de febrero de 1972, el Consejo Universitario aprobó la creación del Sistema Universidad Abierta como un sistema alternativo y simultáneo, cuyo fin es el de extender la educación superior a grandes sectores de la población, dentro y fuera de los planteles universitarios. Sin horarios ni calendarios rígidos, siguiendo un modelo educativo que recupera lo mejor de los métodos clásicos y hace uso de nuevos medios de enseñanza, que propicia el autodidactismo, ha permitido a la Universidad descentralizar sus tareas, y cooperar con distinto tipos de organismos e instituciones del país y comunidades de habla hispana en el extranjero. Estos son sólo algunos de los atributos del sua que pueden leerse en el número extraordinario de Gaceta unam, publicado el día 26 de febrero de 1972 (Gaceta unam), así como en la Exposición de motivos que forma parte del Estatuto del Sistema Universidad Abierta, publicado el 28 de febrero de 1972, en ese mismo órgano, que invitamos sean consultados.
En 1973, se convocó a facultades y escuelas a diseñar planes y programas de estudio y a elaborar materiales didácticos para el sua. Participaron en este proceso ocho entidades: las escuelas de Economía y de Enfermería y Obstetricia, y las facultades de Ciencias Políticas y Sociales, Contaduría y Administración, Derecho, Filosofía y Letras, Medicina Veterinaria y Zootecnia, y Psicología. Con ello, a lo largo de esa década empezó la implementación paulatina de los planes de formación del Sistema.
Como puede suponerse, en el transcurso de 50 años ha habido múltiples cambios en la visión originaria del sua. No obstante, en el Estatuto mencionado se dice que “Este sistema abre una nueva etapa en la vida de la Universidad como Institución” (1972).2 Ante ello, baste decir que en el ciclo 2020-2021 el alumnado del Sistema Universidad Abierta y Educación a Distancia ascendió a 39,082 estudiantes, población que representa 17.25% de la matrícula de licenciatura (unam, 2022).
Como parte de la celebración de estas cinco décadas de existencia del suayed, la rdu integra a partir de este número una nueva sección denominada Itinerante, que estará conformada por textos inéditos en torno a un tema en específico de interés general. En este número de enero-febrero será un espacio para compartir experiencias, testimonios, reflexiones y perspectivas del Sistema Universidad Abierta y a Distancia, para conmemorar su 50 aniversario. Invitamos a docentes, estudiantes y egresados a que nos envíen sus testimonios y experiencias en textos narrativos para seguir celebrando, con un número especial el 50 Aniversario del sua de la unam.
Finalmente, hablemos de los artículos que integran este primer número de la rdu del año 2022. La sección Varietas cumple su objetivo incorporando cuatro textos sobre temas de actualidad. En el primero de ellos José Miguel Mata Hernández y Sandra Avendaño Cruz abordan las aplicaciones de la tecnología Blockchain en instituciones educativas, concibiéndola como una herramienta que soluciona problemas relacionados con la emisión, agilización y realización de acreditaciones académicas de forma íntegra, práctica y eficiente. Su aplicación en universidades permite expedir en poco tiempo acreditaciones académicas descargables, verificables e infalsificables.
En el artículo “Audiencias de comunicación de la ciencia y sus algoritmos en internet”, Erick Cruz-Mendoza e Irene Calderón-Mazzotti estudian la importancia de identificar audiencias de usuarios de internet que comparten intereses en temas de comunicación de la ciencia. Conocer cómo se relacionan las audiencias que consumen estos contenidos y saber cuándo navegan permite construir recorridos algorítmicos. Mediante el análisis de audiencias se pretende que los emisores (instituciones, colectivos o personas) conozcan bien a sus seguidores y construyan para ellos mejores contenidos.
En el trabajo titulado “De vuelta a la realidad: el doble compromiso de los investigadores en medios comunitarios”, Esmeralda Peña Flores, de la Universidad de Sonora, plantea la dificultad de realizar un análisis comparativo entre la labor de un investigador interno (originario de la comunidad de estudio), con la de uno externo (foráneo a la comunidad), dentro del trabajo de campo lingüístico-antropológico. Lo anterior debido a que los retos, compromisos y formas de actuar de un investigador comunitario están en plena función con su rol social como integrante de la comunidad.
Partiendo de la importancia de utilizar la luz solar como fuente de energía para la vida en la tierra, los autores del artículo “Videojuego para la enseñanza de celdas solares: diseño e integración al aula” proponen un videojuego sencillo, ilustrativo, interactivo y divertido para facilitar el proceso de enseñanza-aprendizaje de un tema abstracto, multidisciplinario y complejo, como el requerido para la fabricación y caracterización de dichas tecnologías. En este videojuego, los estudiantes pueden aprender de manera libre y creativa sobre la fabricación de celdas solares, aplicando los conocimientos de química y física de materiales, y de teoría de semiconductores aprendidos en el aula, en una forma interactiva, eficiente y amigable.
En la sección Continuum educativo se integran tres artículos. El primero de ellos, escrito por Verónica Cervantes López, de la Universidad Regional del Norte, ubicada en Chihuahua, México, aborda cómo “Cultivar la diversidad e inclusión en la educación”, en los distintos ámbitos del contexto escolar donde se desenvuelven los alumnos. Reflexiona en torno al reto pedagógico de alcanzar en el futuro próximo un sistema educativo justo e incluyente, en el que las estrategias de oportunidad permitan que todos los alumnos sean tomados en cuenta. Se considera que la diversidad de cada uno de ellos es una herramienta que enriquece y favorece el proceso de enseñanza-aprendizaje, a la vez que engrandece las culturas comunitarias.
En el trabajo “Filosofía para niños y adolescentes desde la neuroeducación”, Axel Rubalcava y Pablo Luis Hernández, de la Universidad Autónoma de Fresnillo, abordan dos proyectos revolucionarios aparecidos en la escena educativa en las últimas décadas: la filosofía para niños y adolescentes de Matthew Lipman y Ann Margaret Sharp, y la neuroeducación desde los hallazgos científicos alcanzados en las neurociencias. Desde este último campo, los autores analizan el sustento del pensamiento multidimensional del primer proyecto educativo, lo que los lleva a plantear la hipótesis del surgimiento de un nuevo paradigma que podría denominarse neuroeducación filosófica o neurofilosofía para niños y adolescentes.
El artículo “Transformar la enseñanza de la Historia a través del juego. Una reflexión teórico-práctica”, escrito por Jorge Alejandro Trejo Alarcón, plantea la conocida problemática del poco interés y atención que se da entre los estudiantes al aprender Historia de México. Para atacarla, propone brindar al docente estrategias alternativas para su enseñanza, basadas en la premisa de que el alumno aprenda jugando, propiciando así que se interese por la asignatura y logre los aprendizajes esperados.
En la sección Universidades, encontrarán el texto “Enfermería-Consulta: una plataforma digital que apoya el aprendizaje”, en el que sus autoras dan a conocer una plataforma digital desarrollada de manera emergente en la Universidad Veracruzana como recurso didáctico para la enseñanza de la Enfermería, especialmente en los campos de Enfermería Farmacológica, Anatomía y Fisiología y Práctica Profesional Comunitaria, ante la imposibilidad de que las y los estudiantes asistan a los centros de enseñanza debido a la pandemia generada por la covid-19. La herramienta utilizada ha sido probada con resultados satisfactorios para aprender conocimientos y desarrollar habilidades-destrezas del campo profesional, propiciando a la vez la autonomía e independencia del estudiante.
Por último, llegamos a la nueva sección Itinerante, que como se mencionó, en el número enero-febrero está destinada a recuperar reflexiones, testimonios y perspectivas de docentes, alumnos y exalumnos del suayed, en el marco del 50 aniversario de este sistema. Con ese objetivo se integran cinco trabajos de los cuales haremos una breve descripción.
En el trabajo “Mirando nuestro camino, reflexiones sobre el modelo suayed”, Ana I. Tsutsumi, docente en el Sistema Abierto de la Facultad de Filosofía y Letras, plantea con mirada retrospectiva a dicho sistema. Con una reflexión crítica comenta sus diferencias con otras modalidades, y hace énfasis en la experiencia de la Licenciatura de Lengua y Literaturas Hispánicas, destacando aspectos tales como el perfil de los estudiantes, el concepto de aula invertida y la pluralidad de los espacios académicos en los que convergen docentes y estudiantes. En un contexto marcado por la crisis sanitaria derivada de la pandemia, menciona los retos que presenta la evaluación del aprendizaje.
En el segundo trabajo de esta sección, titulado “Modalidad abierta, a distancia y mixta: mecanismo para disminuir la desigualdad educativa”, Laura Casillas Valdivia, jefa de la División suayed de la Facultad de Economía de la unam, centra la mirada en el limitado acceso de personas que radican en otras entidades federativas o que no podrían asistir de manera presencial a cursar estudios universitarios. Señala como el suayed, con la experiencia acumulada de 50 años de ofrecer educación superior de calidad, es un mecanismo que ha permitido disminuir esta desigualdad, al absorber 11% de la matrícula que cursa estudios de licenciatura en modalidades no presenciales en instituciones públicas de educación superior.
En la misma línea que el artículo anterior, Mariana Soberanes González, exalumna del sistema, presenta la reflexión denominada “El suayed y su papel ante la desigualdad educativa”, en el que da a conocer el papel activo de este sistema en la reducción de desigualdades educativas y, en consecuencia, sociales, al permitir acceder a la educación superior a sectores de la población, tradicionalmente excluidos, Comparte, además, su experiencia como estudiante del sistema abierto para que, a través de ella, otras personas puedan encontrar una posibilidad de cumplir sus metas universitarias dentro de esta modalidad de estudios.
El artículo “suayed como una oportunidad para alcanzar tus sueños”, de Grisel Lugo Bolaños, aborda la factibilidad de estudiar Pedagogía en el sistema de educación a distancia en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam, destacando la flexibilidad de horarios, la accesibilidad, calidad y sentido de pertenencia institucional, a partir de su experiencia como estudiante de la generación 2018.
En “Sistema abierto y letras hispánicas: el viaje a través de un agujero de conejo”, la autora, Morgana Carranco, comparte la experiencia de cursar la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en el suayed de la unam. Y en su testimonio aborda las razones y motivaciones para estudiar una carrera en el sistema abierto, así como los aprendizajes adquiridos a nivel personal y profesional.
Queridas lectoras, queridos lectores, como siempre, deseamos que nos acompañen en la lectura de uno, algunos o todos los artículos que integran este número. Si les es posible, retroaliméntenos con su opinión. Si quieren y pueden recomiéndenos. Y recuerden que la rdu es una obra colectiva que se construye con sus escritos.
Referencias
- Gaceta unam. (1972, 26 de febrero). Sistema de Universidad Abierta de la unam. Algunos aspectos fundamentales [Número extraordinario]. https://cutt.ly/KOfsXG0
- Papadópulos, J. y Radakovich, R. (2006). Capítulo 8. Educación Superior y género en América Latina y el Caribe (pp.117-128). https://cutt.ly/COfdvyy
- Sociedad Española de Astronomía. (s. f.). Año solar o año trópico. En Glosario astronómico. Recuperado el 28 de enero de 2022 de: https://www.sea-astronomia.es/glosario/ano-solar-o-ano-tropico
- Universidad Nacional Autónoma de México (unam). (1972). Estatuto del Sistema Universidad Abierta. http://abogadogeneral.unam.mx/PDFS/COMPENDIO/172-1.pdf
- Universidad Nacional Autónoma de México (unam). (2022). Agenda Estadística 2021. Cuadernos de Planeación Universitaria. https://www.planeacion.unam.mx/Agenda/2021/pdf/Agenda2021.pdf
- Wikipedia. (2022, 28 de enero). Calendario gregoriano. https://cutt.ly/yOffsnq
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Vol. 23, núm. 2 marzo-abril 2022
El jugo y el café de la mañana: una probadita de biodiversidad
Clementina Equihua Zamora CitaCada mañana, nuestro primer bocado se lo debemos la biodiversidad. No importa si prefieres un jugo de naranja o si lo tuyo es un café con leche. Si optas por jugo de naranja estás consumiendo un producto de origen asiático. Los primeros parientes domesticados de las naranjas son del sur de ese continente y llegaron a Europa por la península Ibérica. Eventualmente las naranjas arribaron a nuestro continente gracias a los españoles y hoy son protagonistas del desayuno de millones de mexicanos.
Si lo tuyo es el café, con o sin leche, entonces estamos hablando de los frutos de una planta cuyo origen está en Etiopía y, aunque son pocos los recuentos de su cultivo, se sabe que los monjes en Yemen lo utilizaban para mantenerse despiertos cuando oraban. De esa pequeña región al sur del mar rojo, el café como bebida se fue dispersando hacia la península arábiga, Europa, India e Indonesia. Eventualmente también nos llegó a América y hoy es el continente que produce más café en el mundo.
Parece que pasamos por alto este vínculo tan cercano y cotidiano con nuestra diversidad biológica, pero, al mismo tiempo, cada vez le exigimos más a la tierra productiva: siempre nos interesa tener una cosecha mayor. Para asegurarlo, aplicamos fertilizante para que las plantas tengan los nutrientes que necesitan o usamos pesticidas para prevenir que algún otro organismo aproveche las cosechas. No son bienvenidos insectos herbívoros, ni aves, ni pequeños mamíferos que piquen los frutos o que se roben algunas semillas. Sin estar satisfechos con estas exigencias, hemos convertido nuestras propias tierras de cultivo o las áreas naturales no explotadas en ciudades, en las que a veces pareciera que la naturaleza no es bienvenida y sólo aceptamos la que nos gusta. Pero eso sí, le exigimos a la naturaleza el abasto de agua y el aire limpio que nos dan los, cada vez más reducidos, ambientes naturales.
Este egoísmo humano hoy nos ha llevado a una situación sin precedentes y finalmente se manifiesta una preocupación mundial por la pérdida de la biodiversidad. Investigadores del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) han alertado de una sexta extinción masiva que se está acelerando debido a que, al extinguirse ciertas especies, se propiciará el colapso de la biodiversidad en varias regiones de la Tierra (Ceballos et al., 2020). Estas extinciones sucederán en un planeta que ahora sólo cuenta con alrededor del 3% de su extensión intacta, específicamente en áreas alejadas del mundo como Siberia, el norte de Canadá, partes del Amazonas y del Congo, y en el Sahara (Plumptre et al., 2021).
En trece artículos, este número de nuestra Revista Digital Universitaria lo dedicamos a la biodiversidad, precisamente para reflexionar sobre ella, acercarnos a ella y para recordarnos que, para nuestra propia supervivencia, necesitamos conservarla, cuidarla y respetarla. Y, en el mejor de los casos, darle la bienvenida en nuestros entornos urbanos para hacer sitios más verdes y saludables para todos. Todos somos nosotros los humanos y los millones de seres vivos con los que hemos caminado a lo largo de nuestra historia evolutiva.
En la sección Varietas, abrimos boca con y para enterarnos de “Los superpoderes de las plantas: los metabolitos secundarios en su adaptación y defensa”. Hermes Lustre Sánchez nos cuenta sobre la importancia de los metabolitos que mantienen las funciones primarias (crecimiento, desarrollo y reproducción) de las plantas, y de aquellos que les sirven como defensa contra potenciales depredadores y patógenos. Sorprendentemente, algunos de estos metabolitos se han ido colando a la industria con algunos resultados que quizá has visto en tu mesa.
Quizá de los depredadores más polémicos del mundo sean los lobos. Aunque se dice que comen ganado en “¡Qué dientes tan grandes tienes! Un vistazo a la dieta del lobo mexicano”, Jorge L. Reyes-Díaz, Nalleli E. Lara Díaz y Carlos A. López-González exploran su dieta utilizando pelo encontrado en el excremento de lobos mexicanos. Al conocer mejor la dieta de este animal, su futuro posiblemente sea más prometedor.
Las plantas no hablan, pero Felipe de Jesús Torres-Salazar y Paula Sosenski nos relatan, en “Comunicación a través del olor: las plantas y sus secretos”, que las plantas se comunican a través de compuestos volátiles, que son señales químicas transmisoras de información específica que detectan otros organismos, como sus propios polinizadores. ¿Qué pasaría si este medio de comunicación se trastoca con el cambio climático global?
Enfrentar la emergencia climática requiere de toda la creatividad, por eso Aurora del Carmen Munguía López y José María Ponce Ortega nos presentan una serie de “Herramientas matemáticas y políticas para reducir el efecto invernadero”. El objetivo de su artículo es compartir cómo estas herramientas permiten obtener soluciones óptimas que consideran las relaciones entre aspectos económicos, ambientales y sociales.
Hablando de ciudades, en “De ciudades, conservación y roedores: San Cristóbal de las Casas”, Gloria Tapia-Ramírez, Consuelo Lorenzo, Óscar Retana y Arturo Carrillo-Reyes nos cuentan de su estudio con el que quieren entender si en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, viven los mismos roedores en la ciudad que en los alrededores, naturales y conservados. Aunque es imposible erradicar la urbanización, las y los autores resaltan la importancia de proteger espacios naturales para conservar a algunas especies de roedores que no se adentran a las ciudades.
En “Bosques vemos, diversidad de frutos no sabemos: fotografías que delatan”, José Miguel Romero-Saritama habla de la fotografía digital y nos cuenta cómo la usa para describir la variedad de formas, colores y tamaños de los frutos en los bosques tropicales.
Es difícil pensar que los parásitos se puedan llenar de otros parásitos, pero en “Y así, ad infinitum… Las especies parásitas de los parásitos”, Rogelio Aguilar-Aguilar, Ricardo Balam-Narváez y Raúl Contreras-Medina nos llevan a reflexionar sobre ello. Primero nos explican que el término parásito se refiere a múltiples organismos con diferentes orígenes filogenéticos. Desde la perspectiva biológica, centran su reflexión en los hiperparásitos, pues algunos de ellos esconden sorprendentes historias naturales.
Ante la ingrata competencia por proteger nuestros recursos naturales David Brailovsky Signoret escribe sobre reservas de pequeñas dimensiones en “Microrreservas: una alternativa para las zonas áridas y semiáridas de México”. Su argumento es que áreas naturales protegidas menores a 10 km2 son una opción de conservación en zonas áridas y semiáridas de nuestro país. Las microrreservas, dice, son óptimas en la utilización de recursos económicos y naturales, y en la protección de especies con distribuciones disyuntas.
Uno de los grandes retos para el futuro es la restauración de los ecosistemas naturales. En “Redes de interacciones para el estudio de la biodiversidad”, Ek del Val de Gortari aborda el tema de las redes de interacción entre especies como una forma de medir la biodiversidad para instrumentar proyectos de restauración ambiental. Estas redes, dice, permiten evaluar el funcionamiento de un ecosistema al describir el papel que juegue cada especie y cómo se relacionan las comunidades en un lugar y tiempo determinados.
Diversas especies de pequeñas ratas canguro han ido desapareciendo de los ecosistemas y ahora muchas de ellas están en peligro de extinción. En “Los canguros mexicanos: aspectos importantes de su ecología y conservación”, Sandra H. Montero-Bagatella y Fernando A. Cervantes nos hablan de estos animales y de los servicios que brindan a los ecosistemas. Conócelas, conoce sus aspectos biológicos y ecológicos, así como los riesgos a los que se enfrentan.
En Continuum educativo, con “Antropología ecológica: ¿mezcla de ciencias o déjà vu?”, María Esther Nava-Bringas cuenta, desde su perspectiva profesional de la biología y la perspectiva personal, las similitudes que encontró entre la antropología ecológica y la ecología, en conceptos, intereses, percepciones y esfuerzos. Además, reflexiona sobre la necesidad de la multidisciplinariedad para generar nuevos saberes, y lograr la sustentabilidad de nuestro planeta.
Por su parte, en Caleidoscopio, Nathalie Cristina Sánchez Esparza nos comparte, en “Los servicios ambientales”, una infografía que nos ayuda a entender mejor el concepto de servicios ambientales o ecosistémicos, cómo se clasifican y los beneficios que nos brindan.
Por último, en este segundo número del año, estrenamos la sección Impresiones, donde se compartirán de manera corta temas de actualidad escritos por expertos o la narración de un acontecimiento universitario, o de algún libro o película hechos en la universidad. Esperamos que en esta ocasión disfruten estas “Historias de alacranes”.
Ojalá que disfrutes este número tanto como lo hemos hecho nosotras al compilarlo.
Referencias
- Gerardo Ceballos, G., Ehrlich, P. R., y Raven, P. H. (2020, 1 de junio). Vertebrates on the brink as indicators of biological annihilation and the sixth mass extinction. pnas, 117(24), 13596-13602. https://doi.org/10.1073/pnas.1922686117
- Plumptre, A. J., Baisero, D., Belote, R. T., Vázquez-Domínguez, E., Faurby, S., Jȩdrzejewski, W., Kiara, H., Kühl, H., Benítez-López, A., Luna-Aranguré, C., Voigt, M., Wich, S., Wint, W., Gallego-Zamorano, J., y Boyd, C. (2021). Where Might We Find Ecologically Intact Communities? Frontiers in Forests and Global Change, 4, https://www.doi.org/10.3389/ffgc.2021.626635
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Vol. 23, núm. 3 mayo-junio 2022
Nuestras huellas y cicatrices
María de las Mercedes de Agüero Servín CitaEn este número, de los meses de mayo y junio, la Revista Digital Universitaria les comparte un interesante grupo de artículos que me llevan directamente a pensar en las huellas que dejamos los seres humanos en nuestro vivir en el planeta y las interacciones entre personas con el medio ambiente y la naturaleza. Éstas, además de dejar huella, nos producen cicatrices diversas. Pienso en estas huellas como hermanas de las cicatrices en nuestros cuerpos, ambas como alteraciones permanentes, imborrables, cuyas marcas quedarán ahí hasta el fallecimiento, pero, a su vez, con la esperanza de la reparación. Si las huellas del vivir humano en el planeta y las cicatrices en nuestros cuerpos no entran en proceso de reparación, ese ser viviente, o parte de sí mismo, innegablemente morirá; ya sea un miembro de su cuerpo, parte del tronco, tal vez sólo las ramas de un árbol o una pequeña planta aledaña; también pudiera ser una herida, hambruna, fractura de mandíbula o de alguna pata de un animal que pudiera sentenciar de forma fatal.
Las huellas como las cicatrices pueden causarse por cirugías, heridas, infecciones, quemaduras, inflamaciones, lastimaduras etcétera. El proceso de reparación toma largo tiempo y tiene sus momentos, sigue etapas puntuales de intervención de elementos de distinta naturaleza que necesitan ser cuidados y respetados para que la reparación, nunca completa, pero sí restaurativa, suceda y culmine en la sobrevivencia de ser que haya sufrido la quemadura, cirugía o lastimadura.
Este proceso de reparación es sistémico, tanto en nuestro cuerpo como en el medio ambiente. Esto es animales, seres humanos, plantas y minerales, todos interactuamos para jugar nuestra parte en la restauración. No es difícil comprender que el intercambio entre seres vivos para nuestra sobrevivencia requiere armonía y equilibrio. Tomar demasiado de la tierra o de otra persona, vaciar, o dañar sin freno, límite o mesura llevará a una lastimadura o daño sin vuelta para atrás.
Desde esta mirada es que este número de la rdu nos comparte cuatro interesantes artículos que consideran a los animales en relación con los seres humanos; el primero intitulado“Trazabilidad en los productos de origen animal y su papel para desalentar las malas prácticas” en el que cuatro autores de dos Universidades y una Asociación Civil (A.C.) nos muestran con claridad la importancia de la trazabilidad, que se refiere al proceso de regulación y supervisión de la cría y la comercialización de animales para el consumo en nuestra alimentación; así como la forma en que la industrialización de alimentos y el mercado de alimentos, así como los variados productos derivados de los animales se realiza hasta llegar a todos e integrarse en nuestra dieta diaria. Recorrer, certificar y supervisar este largo proceso es fundamental en la atención y conservación de las especies y su cría regulada, a través de buenas prácticas; también, sirve para prevenir e informar al consumidor de posibles falsificaciones; por ejemplo, en la comercialización de la miel, que se consume más de la que se produce en el mundo. Todas las huellas en el planeta que son consecuencia de este largo proceso hay que vigilarlas y garantizar su reparación o al menos regulación en áreas restringidas de cría, pastura, caza y formas de hacerlo con cuidado al sistema ambiental y para el bienestar de las personas y la preservación natural.
Dos artículos se refieren a energía. El primero se titula: “Sustentabilidad energética: hidrógeno como combustible limpio”, en el que los autores nos narran cómo se produce la energía proveniente del hidrógeno, para una vida sana y de bienestar, al reducir el uso de fuentes no renovables de energía y el impacto para México. De este modo, se busca contribuir al cambio de fuentes de energía no renovables por las formas y costos de producción del hidrógeno limpio o verde y hacer una diferencia en su producción, es decir, pasar del uso del carbón del llamado hidrógeno azul (al que los autores tampoco consideran energía limpia) a la obtención de hidrógeno verde. El texto explica qué son las celdas de combustible, la producción de hidrógeno verde y los altos costos que aún se imponen en México. Más huellas y cicatrices al ambiente, al planeta y su atmósfera, si se continúa con la producción de energías sucias o con fuentes de productos no renovables.
El segundo artículo acerca de la energía es acerca de los “Calentadores solares: nanotecnología orientada al beneficio de la sociedad”. Aquí, como los mismos autores nos dicen, “se aborda el concepto de nanotecnología y su aplicación para fabricar calentadores solares de agua que propicien una forma más limpia y asequible de proveer energía, priorizando el desarrollo social y humano de manera igualitaria.” Nos explican las formas en que la tecnología ha avanzado y desarrollado hasta la intervención exitosa de la nanotecnología, cada vez más eficiente para el diseño y construcción de calentadores solares y sus posibles usos.
El artículo “La flor de jacaranda: más allá de su uso ornamental”, escrito por tres autoras de la Universidad de Guadalajara, llama nuestra atención por la cercanía de dicho árbol en muchos entornos urbanos de nuestro país en especial en los campus universitarios de la unam, lo que hace de estos árboles nuestros diarios acompañantes, que presumimos todas las primaveras por su hermoso colorido y por cómo sus flores alfombran nuestras calles, camellones y parques. Pues estas autoras nos muestran algunos datos y evidencias del valor benéfico del uso de las bellas flores de jacaranda para distintas áreas de intervención y estudio de la salud humana. Si quieres averiguar qué nos dice la ciencia al respecto en pocas palabras y de forma muy rápida, este atractivo artículo nos sorprende de manera muy agradable.
En armonía con el tema de la interacción con los animales y las plantas, y su impacto en nuestro beneficio y la salud, el artículo de José Armando Sánchez, cuyo título es: “Investigación experimental en neonatología: ¿es el cerdo el mejor amigo del niño?” nos parece fundamental para atender y solucionar el problema de la mortalidad por asfixia de bebés durante el parto y la continuada falta de oxígeno enseguida del nacimiento, así como las fatales consecuencias para el desarrollo de las y los bebés y las niñas y niños, lo que comúnmente se nombra como parálisis cerebral y cuyo nombre correcto es encefalopatía hipoxia-isquémica. Si esta situación ocurre en un momento cercano al nacimiento, marca de manera permanente, con problemas de discapacidad, la vida de miles de niñas y niños. El autor nos explica la importancia del uso del cerdo recién nacido para experimentación sobre la terapia con bebés en caso de asfixia al nacer; nos dice: “existe un consenso acerca del uso del cerdo neonato recién nacido como uno de los modelos animales más adecuados para el estudio de esta alteración debido a su similitud con el humano recién nacido en cuanto al tamaño y la madurez cerebral”. El autor nos comparte con detalle los principios éticos y de salud que sustentan el argumento que favorece estas investigaciones y cómo el hacerlas de forma adecuada contribuye a salvar miles de vidas y detener o reparar la falta de oxígeno al nacer. Temas de esta complejidad e importancia no son para explicarse en pocas hojas, sin duda presentan cierta dificultad para personas que están en formación o que buscamos comprender esta situación que afecta la vida de muchas personas, así que quienes carecemos de una formación como médicos o enfermeros encontramos aquí información valiosa que contribuye a tomar mejores decisiones e interacciones sociales. Trabajar para prevenir cicatrices y lastimaduras profundas en el cerebro, y las que de este daño causen en el alma de los bebés y sus familias al nacer, merece nuestra empatía, comprensión y educación.
Ya adentrados en el cuerpo humano y la importancia del cerebro y su sano desarrollo, al igual que el del sistema nervioso central para los procesos cognitivos, este número continúa con un artículo de dos profesores de la Universidad Autónoma de Baja California acerca de los procesos de memoria. El artículo titulado “Recordar para olvidar: cómo la reactivación de una memoria permite su modificación”, y retomando la metáfora de las huellas y cicatrices, a la que recurrimos en esta editorial, es claro cómo las cicatrices psicológicas de los recuerdos negativos –y los positivos– conforman los significados que damos a las experiencias de vida, y la manera cómo van dando forma a la construcción desde la infancia de nuestra personalidad. Asimismo, estos divulgadores nos ofrecen a través de una puntual y clara descripción, videos, diagramas e imágenes de la relación de la memoria y los eventos traumáticos, la manera cómo se puede trabajar con dichas memorias y la relación con los procesos electroquímicos, con el fin de llegar a un nuevo significado, para una vida mejor y más saludable.
La memoria es un proceso psicológico superior que es fundamental para el aprendizaje, su correlativo es la motivación, por ser la energética para la construcción del conocimiento, energía que tiene su fuente tanto interna como externa al sujeto que aprende. Así, es difícil que la participación de los estudiantes se dé en los procesos escolares sin que haya un espacio en el que se generen interacciones entre ellos, con los contenidos y con las y los docentes. Algunas estrategias educativas recomiendan ciertas tácticas para estimular la participación en las aulas y fomentar los procesos cognitivos sin los cuales no habrá aprendizaje. La autora del artículo intitulado “Golden Points: gamificación en el aula”, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, nos cuenta cómo debido a los cambios en el modelo educativo propuestos por la Secretaría de Educación Pública (2016), se busca mejorar el aprendizaje significativo de los alumnos, con un enfoque basado en el incremento de interés y participación. En este documento se describe la estrategia didáctica Golden Points, que utiliza gamificación, técnica que está siendo actualmente estudiada como una posibilidad para incrementar la motivación y el aprovechamiento de los contenidos educativos por parte de los alumnos en aulas virtuales y presenciales.
Enseguida la rdu nos comparte el tema de los tatuajes, muy presentes en los cuerpos, vidas y expresión de la identidad de las y los jóvenes —o no tan jóvenes—. Muchas son las formas en que, desde distintas culturas o momentos en la historia, se hacen huellas de identidad en el cuerpo para, a través de las impresiones, heridas o lastimaduras sobre éste, expresar distintas características como cualidades y valores de fortaleza o resistencia. Ejemplos de ellos son las escarificaciones de algunas culturas africanas o las ancestrales mayas, olmecas o chichimecas, más conocidas en México; resalta la famosa escultura olmeca del “Señor de las limas” con tatuajes en su cara, hombros y rodillas.
Así como marcar el cuerpo no es una actividad reciente, los tatuajes también son representaciones simbólicas de situaciones, memorias o cualidades que van comunicando aspectos importantes de la persona y su cultura. Algunos tatuajes son verdaderas expresiones artísticas, diseños que muestran la individualidad y creatividad. La autora de “El cuerpo como discurso a través del tatuaje” nos adentra paulatinamente a este mundo expresivo, cada vez más extendido socialmente y menos estigmatizante, a través de una interesantísima investigación con entrevistas y observaciones que nos llevan desde un recorrido histórico hasta su aceptación en por muchas personas, al ir introduciendo el concepto que se ha construido en la actualidad y el uso de prácticas simbólicas y artísticas menos prejuiciosas. Esta extensiva aceptación está muy conectada con las redes sociales, y las más precavidas técnicas para su implementación que reducen los riesgos en la salud, en una larga forma de dejar huellas milenarias con los tatuajes que se encuentran en momias tan ancestrales como las de hace más de tres mil años. ¡Es increíble! ¿No creen?
El número cierra en la sección de Caleidoscopio con la entrevista “Cáncer de mama: tatuajes que reconstruyen”. El equipo editorial de la rdu entrevista a la tatuadora Tatiana Hernández, con el fin de conocer cómo surge la idea de hacer tatuajes a las sobrevivientes de cáncer de mama, las técnicas que utiliza para dicho procedimiento, y conocer, según su experiencia, cuáles son las implicaciones que traen a nivel emocional este tipo de tatuajes, tanto para la tatuadora como para las mujeres sobrevivientes del cáncer de mama. Esta es una emotiva y fuerte entrevista que realizaron las editoras de la rdu, que evidencia el valor y la compasión del trabajo de Makandaxu, también su altruista y reparadora acción de sanar tanto las cicatrices físicas como las psicológicas, desde un acto de sororidad con mucho profesionalismo hacia las mujeres que perdieron una parte de su cuerpo y viven la experiencia con esta enfermedad. ¡Entrevista que recomiendo compartir con todas aquellas hermanas, amigas, madres, hijas, colegas y sus familias! Una alternativa en el proceso de restituir el trauma y resignificar la pérdida.
Les invito a adentrarse a este número, que nos lleva al recorrido de cómo entre huellas ambientales, cicatrices humanas, rastros de plantas y flores, y encuentros con animales, todas son memorias que cuentan dos caminos recorridos importantes de la vida. El primero, el triste, doloroso y fatal, que es aquel en que esos recuerdos acaban por esfumarse, al no ser más desde su existencia viva. Y el segundo, en el que las memorias, afortunadamente, entran y transitan el largo proceso de reparación. Así, algunas cicatrices nos narran historias y andan por doquier como huellas permanentes e imborrables, como evidencias y memoria de reparación. Los procesos de reparación y restitución permiten a la humanidad estar en interacción y hallar un punto de acuerdo y armonía con la vida.
Vol. 23, núm. 4 julio-agosto 2022
¿Realmente comprendemos que estamos conectados?
Maura Pompa Mansilla CitaPareciera que todo el planeta es una red con circuitos y más circuitos, donde cada elemento o materia fuera nodos interconectado con otros: la naturaleza, desde sus organismos más fundamentales hasta los más complejos; el desarrollo y avance de la ciencia, para el estudio y comprensión de todo ello; los procesos sociales y sus implicaciones; las fronteras que nos separan, pero que también dejan de existir entre las personas. En el planeta que llamamos casa, suceden un sin fin de situaciones de forma simultánea. Si detuviéramos el tiempo un instante e hiciéramos un recorrido para echar un vistazo a lo que está pasando en este instante, la infinidad de experiencias, fenómenos, reacciones químicas, emociones, cambios, así como las interacciones y sus formas de ocurrir, etcétera, sería abrumadora y algo difícil de cuantificar; no obstante, es aún más complejo contarles sobre ello.
Así, en este número de la Revista Digital Universitaria presentamos un fragmento de esa diversidad de sucesos, procesos y reflexiones que suceden en nuestro planeta y que tienen relación directa con todos sus habitantes. Somos seres curiosos, complejos y llenos de reflexiones, afortunadamente los y las autoras de los artículos que aquí les presentamos no sólo son curiosos y curiosas, y con una gran capacidad de reflexión profunda, sino que emprenden el camino para explorar sus cuestionamientos y razonamientos, a la vez que toman la voz del activismo para visibilizar situaciones y fenómenos, nos comparten sus puntos de llegada, y, ¿por qué no?, también lo que podría ser su siguiente punto de partida.
En el primer punto de nuestra ruta nos encontramos con un artículo que ya nos invita a reflexionar sobre nuestro lugar en el mundo y su perspectiva a futuro. En “Esperanza frente a la emergencia climática” Guillermo Murray platica con nosotros sobre el cambio climático desde su conocimiento y perspectiva como investigador especialista en el tema, y también situándose en su papel de padre. El autor nos lleva a un recorrido por diferentes aspectos del cambio climático y en cada situación que parece empantanada o sin salida, nos va dejando granitos de esperanza, para así, al estilo Hansel y Gretel, poder encontrar el camino que nos ayuda a construir, mediante acciones asequibles, ese futuro esperanzador. ¿Hamburguesas, taquitos de pescado al pastor, enchiladas de pollo con frijolitos, o un buen plato de frutas o verduras?, éste es un ejemplo de las decisiones cotidianas que tienen mucho peso en el impacto que tenemos en el planeta, no puedes esquivar tu responsabilidad en ello.
A su vez, en nuestro extraordinario planeta existen estructuras geológicamente excepcionales. En “Ferdinandea: origen y evolución de las islas volcánicas”, Benedetto Schiavo, Thania Elizabeth Arredondo Palacios, Claudio Inguaggiato y Diana Meza Figueroa nos cuentan sobre ellas. Aquí se vale pensar “¡el piso es lava!”, pues algunas islas nacen del fondo del océano, en donde se formaron volcanes submarinos que al hacer erupción surgen de las entrañas del océano; bueno, no tal cual así, sino que las capas de lava que se forman una sobre otra llegan a salir a la superficie y nace una isla volcánica. Lucha de fuerzas para el nacimiento de un titán, los fenómenos involucrados en la conformación de un volcán que da lugar a una isla parecieran parte de una película de acción en donde las explosiones, olas gigantes, temperaturas extremas, cambios de estado físico tienen lugar para concluir con lo que aparenta una calma que origina y sustenta vida. En este artículo hacemos un viaje histórico a Italia, que parece llevarnos también al centro de la tierra, para contarnos el origen de una isla volcánica que aparecía y desaparecía dejando a los habitantes de las naciones colindantes en una disputa por hacerla parte de su territorio. Si quieres saber cómo, después de cientos de años, fue Italia quien la proclamó como suya, en este artículo lo averiguarás. Las imágenes y el salto digital a algunos videos lo hacen aún más interesante.
En seguida, nos situamos en México, y para quienes disfrutamos del deleite de los alimentos, éste es un escenario fértil para imaginar y comprender una parte del proceso que nos conecta del campo a nuestra mesa, pues el artículo “La zarzamora: un delicado tesoro del campo mexicano” es uno que se antoja mucho leer, ya que nos cuenta de este delicioso y delicado tesoro para el paladar y el país. Joel Ernesto Martínez Camacho, Claudia Gutiérrez Antonio e Irineo Torres Pacheco nos comparten que una buena parte del cultivo de este manjar natural se despide del lugar que las vio nacer y emprende el viaje a otros países. Desde su cosecha, estos pequeños frutos dependen de condiciones particulares que garanticen su óptimo estado durante su traslado hasta el último punto del proceso de comercialización. ¡Es casi como trasladar una pieza de un museo! Desde la agitación o vibraciones en el medio de transporte, la temperatura y humedad, la presencia de otros organismos, y su embalaje, todo influye en la conservación de sus propiedades, en una ventana de tiempo muy corto. Pero ¿habrá algo dentro de la delicada zarzamora que desde su conformación contribuya a las cualidades que ayudan a protegerla durante su crecimiento, y a conservarla durante su manejo y traslado? Ahí es donde los llamados elicitores juegan un papel determinante. Al leer este artículo conocerás sobre ellos, y lo que bien podrían ser los superpoderes que adquieren las zarzamoras cuando éstos entran en acción.
Y hablando de alimentos, dado que actualmente nos enfrentamos a tasas preocupantes de obesidad a nivel mundial y las autoridades de salud pública recomiendan limitar la ingesta excesiva de azúcares en nuestras dietas, los edulcorantes bajos en calorías o sin calorías pueden ser una herramienta útil. En el artículo “Edulcorantes no calóricos: ¿son recomendables?”, María Guadalupe López Velázquez, Nicolás Camacho Calderón, Liliana Olalde Mendoza, César Antonio Campos Ramírez y Ma. Elena Villagrán Herrera nos brindan información algunos de ellos, además de consejos para consumirlos adecuadamente sin que afecten nuestra salud.
Como ya hemos abierto la puerta al salón de las cantidades y porcentajes, el siguiente artículo viene bien para afinar nuestro conocimiento en el mundo de la estadística, pero desde un lenguaje de programación que cada vez se hace más presente. R, además de ser una letra del abecedario, es un lenguaje de programación estadístico, y en “El programa R: una estrategia inicial para su entendimiento y aprendizaje” Francisco Joel Jahuey Martínez, Jessica Beatriz Herrera Ojeda y Francisco Alejandro Paredes Sánchez nos hablan sobre ello. Al ser de acceso libre o gratuito, se ha convertido en una de las principales plataformas para realizar análisis estadísticos y big data. Así, en este texto nos acercamos a este lenguaje, con la posibilidad de adentrarnos en su uso tengamos o no experiencia en programación. Lo primero es aprender a emplearlo, es decir, a comunicarnos directamente con el programa a través de códigos y comandos, usando una computadora y en términos de funciones. Parte importante es saber encontrar y usar las funciones, así como generar estructuras para almacenar datos, y en esta lectura encontrarás todas las herramientas para hacerlo. Los autores dan un paso más y nos ayudan a familiarizarnos aún más con R al proporcionarnos ejemplos y alternativas para ir practicando su uso, incluso si no contamos con una base de datos para comenzar.
Tal como esta sección de la Revista lo indica, la variedad de artículos dentro de ella nos permite dar el salto del lenguaje de programación con uso estadístico a hablar sobre “Armas moleculares bacterianas: el sistema de secreción tipo 3”. Aunque el título de este artículo nos puede hacer pensar que las bacterias son motivo de alerta y preocupación, los autores, Luis Fernando Montelongo Martínez y Miguel Cocotl Yañez, nos aclaran que no es necesariamente así y que, de hecho, muchas de ellas son benéficas para el ser humano. El asunto está en que existe un tipo de bacterias que pueden organizarse para ocasionar una infección y activar sus armas moleculares, todo se centra en sus sistemas de secreción. La clave aquí son las exotoxinas, moléculas que secretan las bacterias y resultan dañinas para nuestras células. Son ellas las que ocupan el lugar protagónico al ser el blanco terapéutico en el tratamiento de las infecciones. Y es que no hay que perder de vista que una de las epidemias más grandes de nuestra historia, la peste negra, fue causada por una bacteria. Por ello, es de suma importancia estudiar los sistemas de secreción de las bacterias, y en este caso los sistemas de secreción tipo 3. Algo que resulta muy interesante es que existen algunas bacterias que son naturalmente resistentes a algunos antibióticos, por lo que el estudio de estos microorganismos, y la forma en la que interactúan con nosotros, rebasa la mera curiosidad, ¡es más bien vital! Las imágenes y recursos que acompañan este artículo son realmente ilustrativos.
En la actualidad es difícil no notar el cambio en la temperatura ambiental, la cantidad de lluvia, y los fenómenos meteorológicos y vinculados a la salud de los ecosistemas que tienen lugar desde hace algunos años. Ya nos lo menciona el texto con el que abrimos este número de la revista, sin embargo, en algunos casos parece que el cambio climático todavía se pone en duda y que nuestras acciones cotidianas pudieran no estar vinculadas en lo absoluto con él. Es por eso que el artículo “¿Qué podemos hacer para afrontar el cambio climático en la zona costera?”, de Arely Anahy Paredes Chi, Laura Vidal Hernández, Diana de Yta Castillo, Alfonso Cuevas Jiménez y Isis Coral Hernández Herrera, resulta muy ilustrador en cuanto a la percepción que poseen estudiantes de educación básica sobre este fenómeno, así como sobre el importante papel que tienen, desde una edad temprana, en su visibilización y ser parte de las intervenciones para contrarrestarlo, al igual que el resto de la población. El artículo aborda la problemática en las zonas costeras y se sitúa principalmente en la península de Yucatán. La aproximación que hacen las autoras y autor es enriquecedora, pues se centra en la niñez, y ayuda a comprender qué sucede en nuestro entorno familiar, cómo concebimos lo que sucede a nuestro alrededor, y cómo es que esta cotidianidad se traduce en hábitos que contribuyen, o no, al cambio climático. Así, este artículo nos brinda acciones puntuales para contribuir a hacer frente al cambio climático, y sobre todo a tomar consciencia en nuestra parte para afrontarlo. En este espíritu curioso, dejamos aquí la pregunta que estas autoras y autor nos hacen en su artículo: “Y tú ¿qué estás haciendo para combatir los efectos del CC?”
Sin duda, la ruta que el ser humano ha trazado para abrirse paso en este planeta ha tenido consecuencias graves para las generaciones venideras. Una de ellas es el de la tala ilegal de árboles, un camino ilícito que va desde el bosque hasta los muebles. En el artículo “El palo de rosa: la tala ilegal y su comercio”, Euler Pedraza Ortega, Leticia Julio Catarino, Esteban Martínez Salas y Solange Sotuyo abordan la historia del palo rosa o granadillo, una especie que se encuentra en peligro de extinción; sin embargo, ésta es apenas una de las tantas problemáticas, también descubrirás lo que conlleva la destrucción de su hábitat y el modo de vida de las personas que dependen de estos bosques para su subsistencia.
Después de tantos temas macros, saltamos a lo micro: el estudio de la luz, que ha sido objeto de interés desde hace mucho, mucho, tiempo, pasando por el debate entre si estaba compuesta por partículas o si más bien era una onda, y el consenso de que al menos sí transmitía energía. Posteriormente se llegó al conocimiento de que en realidad cuenta con ambas propiedades (de partícula y onda), que transmite energía, y que además está formada por fotones. Con esto como preámbulo, el artículo “Pinzas o trampas ópticas: el fenómeno del atrapamiento óptico” nos adentra de una forma luminosa al universo de la observación de partículas. Mediante algunos artefactos y sus usos, Edgar Tonatiuh Santiago Lobato, Héctor Hugo Cerecedo Núñez y Patricia Padilla Sosa nos describen cómo es posible analizar una partícula y también moverla durante su observación. Además, nos comparten un video estupendo al respecto, en donde con una trampa óptica al acercar una partícula hacia el haz enfocado, ésta queda atrapada por unos instantes; es como si estuviera sostenida en el espacio, encandilada y maravillada por el haz. En cambio, al emplear las pinzas ópticas lo que sucede es que la partícula no se queda estática, sino que se mueve. Y una vez que se apaga el láser, el encanto termina y la partícula cae a causa de la gravedad. Existen muchas partículas que pueden ser observadas de esta forma, lo que hace su estudio algo muy emocionante. Sin duda te sorprenderás de saber qué son y para qué son útiles las trampas y pinzas ópticas, y el gran aporte que han significado en diversos ámbitos y disciplinas para ampliar nuestro conocimiento de los componentes fundamentales de la naturaleza.
Todavía en el mundo de lo micro, Raúl Acosta Murillo y Juan Carlos Castañon Baltazar son definitivamente una bandera para la biotecnología. En su artículo “Las tendencias, perspectivas, áreas y colores de la biotecnología” de la sección Continuum educativo, nos llevan por un recorrido de colores que visten cada una de las ramas de la biotecnología aplicada hasta el momento, y nos cuentan la historia y horizontes de cada una. Esta bandera de colores fue establecida en 2003 y ha ido añadiendo colores de acuerdo a los avances y desarrollos en la biotecnología. Así, para 2012 contaba con siete colores oficialmente. Hay que mencionar que ningún color, o tipo de biotecnología, ocupa un lugar más importante o es más necesario que otro, todos ellos son pieza clave para nosotros. El recorrido por el que nos llevan los autores comienza por el color blanco que refiere a la biotecnología industrial y termina con el café o del suelo, que se encarga del estudio de las plantas resistentes a sequías. Entre ellos están los colores: violeta (bioseguridad), azul (biotecnología marina), verde (biotecnología agrícola), amarillo (procesos que implican el uso de organismos vivos para la producción de alimentos), dorado (bioinformática y nanobiotecnología), y rojo (biotecnología médica). Al leer sobre cada color encontrarás cosas fantásticas e interesantes, pero sobre todo reconocerás su enorme importancia dentro de la biotecnología, y la forma en la que interactuamos y somos conscientes de la conexión que tenemos con lo que conforma la vida en este planeta.
Sin duda, la biotecnología ha sido clave para el estudio de la covid-19. En este sentido, es necesario resaltar la pandemia será un tema presente durante un largo tiempo. Tratar de comprender su gestación, su llegada, lo sucedido, lo latente y sus secuelas, ocupará gran parte de nuestra atención, como ya lo ha hecho hasta ahora. Esperemos que sea en un sentido más sanador y esperanzador, gracias a lo aprendido y a lo mucho que aún hay por comprender. Por ello, los siguientes dos artículos resultan piezas importantes para este número de la Revista.
Si bien la pandemia hizo aún más evidentes muchas diferencias y acrecentó desigualdades ya existentes, merece particular atención el caso que nos presenta la autora de “Educación intercultural bilingüe en una escuela amazónica del Perú, en el marco de la covid-19”. Sabemos que los procesos educativos fueron trastocados a consecuencia de la contingencia sanitaria, no cabe duda; sin embargo, en las comunidades cuyas condiciones difieren diametralmente de las de los centros urbanos y con acceso a otro tipo de servicios, sus habitantes vivieron una pandemia que tal vez no imaginemos, pero que no sólo es importante visibilizar, sino generar las estrategias, apoyos y mecanismos que las atiendan. Nila Vigil Oliveros nos habla desde la experiencia peruana, pero las similitudes con contextos y situaciones en otras latitudes hace que lo que nos comparte sea familiar e identificable en la propia realidad. La Educación Intercultural Bilingüe (eib) que tiene lugar en contextos indígenas ha sido objeto de grandes cambios en Perú. De acuerdo con la autora, la pandemia por covid-19 sacó a la luz la falta de atención pertinente por parte del gobierno hacia la eib, pues generalizó una estrategia educativa que no era aplicable para esa educación rural e indígena. Al hablarnos de la estrategia “Aprendo en casa”, se muestra con detalle, y a través de la experiencia de una docente, la realidad enfrentada por profesores y profesoras de covid durante la pandemia. La estrategia pretendía que el estudiantado se formara en casa a través de televisión, radio, dispositivos móviles y el uso de las tic; sin embargo, al igual que en muchos otros países, en zonas rurales y marginadas, el acceso a internet es escaso o nulo. De esta forma, la brecha, además de hacerse más honda y poner en evidencia una estrategia poco adecuada del gobierno en estas zonas, tuvo un impacto negativo y de retroceso educativo en dichas regiones. Se recupera la entrevista de una profesora de eib durante la pandemia en ustar “conectados” fue lo principal para la mayoría, donde en muchos casos los dispositivos fueron casi parte de nuestras manos y resolvieron la necesidad de la distancia, ¿cómo fue la experiencia de esta profesora y la de sus estudiantes? Estando ella confinada en su comunidad y sus estudiantes en otra, el panorama sin duda hizo echar mano de recursos y estrategias que les mantuvieran en contacto y aprendiendo. Además de ello, este artículo también nos comparte la forma en la que algunos niños y niñas indígenas aprendieron de un profesorado que sólo habla castellano.
Cerramos este número con un artículo que nos deja mucho por reflexionar: “Comunidades que son familias” nos hace recordar los meses previos al inicio de la pandemia, en los que, en México, los esfuerzos para reconocer y hacer visible a la comunidad lgbtq+, la organización en el trabajo sexual, las identidades no binarias, así como las marchas como la del movimiento 8M del año 2020, habían ganado un terreno sin precedentes, y las desigualdades habían sido expuestas como nunca antes. Luego, vino el confinamiento requerido por la emergencia sanitaria: las calles desiertas, el silencio, y pareciera que también el olvido, cuando servicios de salud, medicamentos y otros bienes se dejaron de abastecer; cuando los espacios de encuentro se quedaron vacíos, se perdieron trabajos, se forzó la permanencia en círculos familiares “homofóbicos o no afirmantes”. Todo ello también estremeció hasta sus cimientos la salud mental de muchas personas, y la violencia al interior de las familias escaló. Como si todo el activismo, los logros y su efervescencia hubieran quedado encapsulados en una burbuja detenida en el tiempo. Entre todo ello, la soledad y la falta de contacto a causa de “quedarnos en casa” encuentra un cobijo, un rayito de luz que acompaña, en quienes son más cercanos a nosotros. Así, Jan de la Rosa nos invita a conocer cómo es su familia, aquella en donde los lazos rebasan fronteras y el corazón late encontrando su ritmo porque reconoce el del otro. Esas familias incondicionales donde uno entiende lo que es encontrar un lugar seguro y siempre tener brazos abiertos, o en tiempos de pandemia, unos ojos que leen y responden nuestros mensajes, unos oídos que escuchan atenta y compasivamente, una pantalla con un rostro y una voz que reconforta a la distancia. Pero son esas familias en donde al no haber un papel de por medio que valide la relación, al no existir una genética heredada o compartida, se imposibilita la presencia legal como lo haría un familiar, o cercanía en un espacio físico como un hospital, y eso tiene un efecto particular para quienes esa familia elegida lo es todo. La familia que uno escoge es así porque en ocasiones la de origen es fuente de rechazo, desaprobación, negación del ser, prohibición y maltrato; entonces, encontrar la propia se convierte en una especie de salvavidas y motivo de bienestar. El sentido de comunidad se torna aún más personal, más cercano, y más solidario. Este texto nos lleva a las entrañas del corazón, a un motivo de esperanza en la adversidad y a reconocer con quiénes luchamos hombro con hombro, nos acompañamos y también celebramos esta fiesta agridulce que es la vida.
Les invitamos a curiosear por este número y adentrarse en lo compartido. Aún más, a cuestionarnos si en verdad asumimos nuestra parte en esta red, y si realmente somos conscientes y comprendemos que estamos conectados. ¡A explorar se ha dicho!