Vol. 23, núm. 5 septiembre 2022
¿Hacia dónde vamos? Vínculos entre la actividad humana, las tecnologías y el medio ambiente
Víctor Jesús Rendón Cazales CitaDesde hace unas décadas, la crítica al estilo de vida de muchas sociedades que adoptan el modelo de producción capitalista ha puesto en evidencia la necesidad de replantear y adoptar medidas alternativas en el consumo, producción y usos de las mercancías que se desarrollan para mantener la vida cotidiana de las personas. La evolución de la globalización como proceso histórico también ha puesto en evidencia que no sólo las personas y los productos están interrelacionados en las diferentes partes del orbe, sino también los organismos “no-humanos” (Latour, 2008; Sayes, 2014). Prueba de ello es lo que ocurrió recientemente con el virus sars-CoV-2, patógeno que desencadenó la pandemia de covid-19 y que se expandió en menos de tres meses a casi todas las partes del mundo (oms, 2020).
En un contexto en que el desarrollo tecnológico se ha incrementado y el uso de tecnologías digitales se ha diseminado a la mayoría de los ámbitos de la vida social, conviene preguntarse: ¿de qué manera los seres humanos podemos conseguir una relación más equilibrada con nuestros semejantes, nuestro entorno y otras especies de vida que también habitan el planeta Tierra? Si bien las tecnologías nos han brindado varias soluciones en nuestras relaciones personales, en la salud, el trabajo, la educación, etcétera, también hay una parte negativa que no es muy visible: la huella ecológica que impacta en nuestro planeta y cuyas secuelas se desconocen.
Hay que recordar que, si bien las tecnologías digitales tienen un halo de “inmaterialidad” ya que lo digital se encuentra en la nube, en haces de luz y electricidad o en bits de información, en realidad también hay un componente físico y material palpable que se puede tocar y sentir. Estos aparatos tienen materiales como el oro, plata o litio, pero también sustancias nocivas para la salud humana y para el medio ambiente como el plomo, arsénico, mercurio, berilio o el plástico de las carcasas que tarda siglos en destruirse. Según Pérez et al. (2018), México es el tercer país que más basura electrónica (e-waste) genera en Latinoamérica, con 958 kilotones (para dejarlo en números más claros un kilotón o kilotonelada equivale a mil toneladas).
Ante esta situación, no ha habido muchas soluciones que deriven en políticas claras sobre qué hacer para tratar este tipo de contaminación. Lo que ha sucedido es que se ha trasladado el problema de un lugar a otro, específicamente hacia países pobres de Asia y África, quienes son los receptores de este tipo de deshechos. Como lo señala Gómez-Cotta (2019), en un reportaje periodístico sobre Accra capital de Ghana (uno de los mayores vertederos de basura electrónica del mundo), sólo el 20% se recicló adecuadamente, lo cual tiene como consecuencia que haya daños a la salud de las personas y en el medio ambiente.
Situaciones como ésta nos lleva necesariamente a preguntarnos: ¿hasta qué punto el “progreso” y comodidad de la vida contemporánea obnubila el impacto y destrucción de nuestro entorno? Enfrascados en una maquinaria en la que pareciera que los engranes están dando vueltas y que no se pueden detener, y que como un auto cuyo motor se fuerza corre riesgo de desvielarse, pareciera que no hay opciones de salida para redefinir el modelo de producción en el que nos encontramos y que un cambio podría ocasionar un colapso.
En 2020, el informe de riesgos globales (Global Risk Report 2020) señaló como una tendencia a considerar los problemas relacionados con el clima y biodiversidad. De ahí que algunos autores consideraran que el origen del virus sars-CoV-2 no esté relacionado exclusivamente con una mutación que ocurrió dentro de los murciélagos o el pangolín como especies animales aisladas, sino debido a la degradación de los ecosistemas, a la devastación de los servicios ecológicos producto de la acción humana, la extracción desmedida de recursos y los asentamientos urbanos en reservas naturales (Luna, 2020).
Este tipo de situaciones nos permite ver la interconexión entre las actividades humanas y sociales, los recursos tecnológicos que empleamos y el impacto en el medio ambiente, que influye, a modo de círculo vicioso, en las prácticas sociales y culturales. Estas lecciones nos tienen que dejar en claro que no somos entes aislados de un ecosistema, y que tampoco somos los dueños de una porción de tierra que podemos explotar de manera desmedida sin pensar que no habrá consecuencia alguna. La situación actual requiere tener consciencia de la huella ecológica que dejamos en el planeta y que, si bien las tecnologías digitales tienen potencialidades (affordances) que nos ayudan a realizar nuestras labores cotidianas, también existe una afectación (una aplicación que puedes emplear para calcular tu huella ecológica es la calculadora de carbono).
Más que pensar en un individualismo que, justificado ideológicamente, nos hace creer que somos una “especie superior”, que tiene que dominar a la naturaleza, es más conveniente, a modo de lo que plantea Lynn Margullis, una bióloga que destacó por sus estudios en el campo de la microbiología, plantear las vinculaciones entre organismos y, por lo tanto, la cooperación como un eje que permite la realización de sistemas más complejos. Es importante recuperar este pensamiento para comprender y cuestionar hacia dónde vamos, después de haber vivido durante dos años y medio el paso de la pandemia por covid-19.
De esta manera, el presente número de la Revista Digital Universitaria (rdu) me recuerda las múltiples asociaciones que se pueden establecer entre los fenómenos sociales y culturales, con los tecnológicos y los naturales. En sus 12 contribuciones podemos encontrar abordajes que problematizan y discuten aspectos sociales.
Un de ellos son las “Actitudes y aptitudes que dieron origen al capitalismo”, en el que su autor retoma las reflexiones de Joel Mokyr, y nos invita a pensar las actitudes hacia ciertos valores y algunas aptitudes enfocadas en el desarrollo tecnológico que muchos países europeos tuvieron, como factores que influyeron en una visión de la producción económica y la política cuyos efectos —tanto positivos como negativos—apreciamos en nuestros días.
En el trabajo “Universidad en crisis: el espejismo de la autonomía universitaria” se abordan las luchas políticas por la autonomía universitaria, las tensiones entre el Estado y las universidades públicas por la determinación de políticas institucionales y el ejercicio presupuestario. El autor nos invita a pensar una situación que se ve amenazada con cada administración sexenal que se encuentre en el gobierno.
Otros dos escritos se centran en el aspecto comunicativo, uno enfocado en la “Dimensión simbólica de la competencia intercultural en clase de lenguas extranjeras”, en el que se resalta que el aprendizaje de un segundo idioma no sólo contiene un aspecto estructural, sino también la necesaria apropiación de las prácticas comunicativas y culturales, que permiten establecer vínculos y un diálogo intercultural. Relacionado con esto último, el diálogo como un espacio de reflexión entre amigas, es otro trabajo que nos enseña cómo la idea de la menstruación se construye simbólicamente a través de la interacción y comunicación. Así, en “Plática de amigas: ¿qué onda con mi menstruación?”, la autora nos muestra cómo un proceso de la biología humana se encuentra interrelacionado con el consumo de carne y uso de productos desechables, un ejemplo más de la relación social-material-biológica.
A su vez, en este número de la Revista Digital Universitaria, hay artículos que abordan nuestra vinculación con el medio ambiente. Por ejemplo, “¡A limpiar agua con óxidos! Química de materiales al servicio del medio ambiente” trata del desarrollo de una técnica para limpiar el agua, a partir de la acción de fotocatalizadores, en donde la luz solar y el catalizador aceleran una reacción química que permite degradar contaminantes que tienen una composición química más estable y, por lo tanto, que son más difíciles de eliminar en el agua.
Un segundo trabajo se centra en el “Tiburón azul: riesgo y beneficio de su consumo”, debido a los altos niveles de mercurio que podría contener y cómo esto repercute en la salud humana. Las autoras y autores nos invitan a ser conscientes de que el consumo desmedido de esta especie puede repercutir en la salud, principalmente de niños y mujeres embarazadas. Por el contrario, en “El aguacate: un aliado protector en la obesidad”, los autores nos hablan de los regalos que la naturaleza nos puede otorgar para nuestra salud, a través del consumo de uno de sus frutos.
Por último, en el cuarto escrito que exalta nuestra relación tan estrecha con el medio ambiente, regresamos al tema que estuvo en nuestra mente por casi dos años: la covid-19. No obstante, en “Vacunación contra sars-CoV-2: historia, mitos y realidades”, los autores no sólo examinan algunos de los procesos naturales que nuestros cuerpos tienen para defendernos ante una infección, sino que comparten las fases necesarias para el desarrollo de las vacunas, los tipos de vacunas anticovid que existen, así como información adicional interesante y valiosa.
Además, existen contribuciones que abordan nuestra relación con diferentes tipos de objetos tecnológicos como aquellas aplicaciones digitales que pueden servirnos en las prácticas educativas, como “Twitter: un pretexto para investigar” y “Una metodología híbrida para la construcción de un laboratorio de servidores virtuales con un enfoque educativo”. En estos dos trabajos se ofrecen sugerencias que pueden ayudar a la docencia para la promoción de aprendizajes en sus alumnos, ya sea empleando algunas de las posibilidades (affordances) de las herramientas como la red social Twitter, o el empleo de un software especializado que permita hacer uso de la tecnología de virtualización para simular un laboratorio en el cual los estudiantes puedan interactuar de forma controlada y segura.
Finalmente, hay otros trabajos que ofrecen una vinculación más estrecha la manera en que el cuerpo humano y lo tecnológico se pueden integrar para crear híbridos que encarnan una relación socio-material: “Biopilas que convierten la orina humana en electricidad”; o el trabajo de diferentes tipos de “Dispositivos auxiliares para la discapacidad visual”, en cuanto al desplazamiento, el reconocimiento y otras funciones especializadas.
En todos estos artículos, las relaciones entre el mundo social, tecnológico y natural son un aspecto en común que nos permite pensar una manera diferente de interrelacionarnos entre especies, objetos y fenómenos naturales. Este número de la rdu nos invita a reflexionar sobre una relación más equilibrada de las sociedades con el medio ambiente. La experiencia que tuvimos a partir de la covid-19 es un llamado de atención para entender que la acción humana tiene consecuencias que repercuten de forma directa en la vida social.
Referencias
- Gómez-Cotta, C. (2019). Vertederos electrónicos: dónde va a parar la basura digital. Ethic. https://cutt.ly/TCHMyMs
- Latour, B. (2008). Reensamblar lo social–una introducción a la teoría del actor-red. Manantial.
- Luna, L. M. G. (2020). El desafío ambiental: enseñanzas a partir de la covid-19. Medisan, 24(04), 728-743. http://www.medisan.sld.cu/index.php/san/article/view/3188
- Organización Mundial de la Salud (oms). (2020. 27 de abril). covid-19: cronología de la actuación de la oms. https://cutt.ly/wCHNYHY
- Pérez, J, Reding, J., Tass, B., Morales, E., y Carbonell, R. (2018). La e-waste en México: otro problema para el medio ambiente del país. reci Revista Iberoamericana de las Ciencias Computacionales e Informática, (13), 124-139. https://doi.org/10.23913/reci.v7i13.82
- Sayes, E. (2014). Actor–Network Theory and methodology: Just what does it mean to say that nonhumans have agency? Social studies of science,& 44(1), 134-149. https://doi.org/10.1177/0306312713511867
- World Economic Forum. (2020, 15 de enero). Global Risk Report 2020. https://www.weforum.org/reports/the-global-risks-report-2020/
Vol. 23, núm. 6 noviembre-diciembre 2022
El Sistema Universidad Abierta y Educación a Distancia de la UNAM: 50 años haciendo camino
Melchor Sánchez Mendiola CitaEs un placer escribir estas líneas editoriales para presentar este número de la Revista Digital Universitaria, dedicado a la celebración de los 50 años del Sistema Universidad Abierta (sua) de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam), origen del actual Sistema Universidad Abierta y Educación a Distancia, el suayed. Los trabajos elaborados ex profeso para este número especial con motivo del 50 aniversario conforman un conjunto de experiencias, narrativas, investigaciones y anécdotas sobre el suayed en los diferentes contextos de nuestra Universidad, que constituyen una muestra de la titánica y compleja tarea que ha implicado el nacimiento, crecimiento y desarrollo de este Sistema pionero en México. El presente número de la revista representa la amplia variedad de visiones y perspectivas sobre el citado Sistema, que ha sido germen de una compleja red de personas, grupos de trabajo, entidades académicas y dependencias de la unam, que lograron crear y desarrollar un proyecto educativo innovador y disruptivo que se adelantó a su época.
El 50 aniversario del Sistema está revestido de un profundo significado histórico y un gran anecdotario de logros a nivel nacional e internacional. Este mismo año fuimos testigos de un merecido y cálido homenaje institucional al Dr. Pablo González Casanova, por sus 100 años de edad, en el que se mezclaron la nostalgia, el cariño, las memorias, el optimismo y el pensamiento crítico. El año pasado se conmemoraron los 50 años de la creación de la Escuela Nacional Colegio de Ciencias y Humanidades (cch) de la unam, y este año los 50 años del sua, ahora suayed.
El H. Consejo Universitario de la unam, en su sesión ordinaria del 25 de febrero de 1972, aprobó la creación del Sistema Universidad Abierta (sua), siendo Rector de la unam el Dr. González Casanova. En el transcurso de las siguientes cinco décadas el Sistema ha crecido y se ha desarrollado de una manera impresionante, constituyéndose en un elemento fundamental de la Universidad. Cuando una organización cumple medio siglo es motivo de regocijo y celebración, aunque también de necesidad de reflexión, análisis e introspección sobre lo realizado y sobre lo que falta por hacer. Pensemos en todo el proceso que dio origen al sistema y su avance hasta la fecha, vislumbremos el futuro con optimismo y visión de largo plazo, alegrémonos con nostalgia y emoción por lo logrado, por la descendencia del sistema, en este caso los graduados del mismo, y su influencia en múltiples escenarios de la sociedad.
Con la lente del tiempo y la experiencia, es difícil imaginar la cantidad y magnitud de retos que enfrentó el Dr. González Casanova en el contexto de hace 50 años en nuestro país, para iniciar algo tan innovador y presciente como el sua. Sirva esta oportunidad para expresar un profundo reconocimiento a don Pablo y el grupo de personas que participaron con él en la generación de la idea, filosofía, diseño e implementación de este ambicioso proyecto, para servir a aquellos sectores de la sociedad que más lo requerían. Es menester reconocer también a los líderes que han encabezado las dependencias que han tenido a su cargo la coordinación del sistema, los responsables de facultades y escuelas, los académicos, docentes y personal administrativo que han puesto lo mejor de sí para llegar al momento actual. No omito mencionar a los académicos universitarios que han tenido la diligencia e iniciativa de registrar la cronología histórica del sua en documentos académicos, particularmente la Dra. Rocío Amador Bautista, investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (iisue), y el Maestro Héctor Barrón Soto, académico de la Coordinación de Universidad Abierta, Innovación Educativa y Educación a Distancia (cuaieed), entre muchos otros (Amador Bautista, 2012; Barrón Soto, 2022).
Hoy el suayed está integrado por 28 licenciaturas en modalidad abierta y 22 en modalidad a distancia. Cuenta con más de 40 mil estudiantes, que conforman cerca de 11% del total de estudiantes de la unam. Tiene más de 1500 docentes en la modalidad abierta y casi dos mil en la modalidad a distancia. La tendencia a una predominancia de estudiantes mujeres en el sistema se ha mantenido, en 2021 ya era 54%. Por primera vez en la historia del sistema, el número de estudiantes en cada modalidad, abierta y a distancia, es prácticamente idéntico. Esto contrasta con el año 2020, en que la proporción era 60% en la modalidad abierta y casi 40% en la modalidad a distancia.
En los años de la pandemia la matrícula de educación a distancia en nuestro sistema aumentó aproximadamente 25%, mientras que la de educación abierta disminuyó en 10%. Las explicaciones de estas tendencias están insertas en los efectos de la pandemia y la percepción social de las ventajas de la educación a distancia. En los últimos años se han realizado diversas evaluaciones del Sistema, que nos está sirviendo como un mapa de ruta para proponer y realizar mejoras al mismo, a corto y mediano plazo, y así continuar en la ruta ascendente de la excelencia académica. En este orden de ideas, invitamos a nuestros amables lectores a utilizar el recurso digital del Observatorio de Datos del suayed, en donde a través de la herramienta tecnológica de visualización de datos Tableau, se pueden consultar de manera abierta al público diversos datos y combinaciones de los mismos, para profundizar en los cambios que ha vivido el sistema en términos de sus estudiantes, las carreras y modalidades disponibles, así como sus entidades académicas (Moreno Salinas, 2022).
Combinar la vida con el aprendizaje formal del sistema abierto y a distancia es una valiosa oportunidad. Cada modalidad tiene sus ventajas y sus retos, pero creo firmemente que la llamada educación no presencial, a distancia o remota no tiene nada de lejana, distante, ni de ausencia de presencia, siempre y cuando se haga bien y con profesionalismo. Parafraseando a nuestra colega Linda Harasim, de Canadá: en educación en línea no sólo se conocen los rostros de los estudiantes, sino también sus mentes. El aprendizaje a distancia requiere una planeación e implementación cuidadosos, lo que lo hace diferente de la educación remota de emergencia que vivimos al inicio de la pandemia. Ahora debemos realizar una educación genuina, más deliberada y reflexiva, más balanceada en sus componentes sincrónicos y asincrónicos, más participativa con el involucramiento del estudiantado. Las carreras abiertas y a distancia permiten combinar lo mejor de los dos mundos, manteniendo los pies firmes en la realidad personal, familiar y, en algunos casos, laboral, mientras se construye un camino académico, manteniendo el componente humano tan esencial para que ocurra el aprendizaje verdadero.
El recurso fundamental del sistema, que es el profesorado de las modalidades abiertas y a distancia, tiene amplia y probada experiencia en éstas. Nuestros docentes son un grupo de héroes y heroínas que, de forma creativa y desinteresada, han sido el cimiento principal de la frase “la unam no se detiene”.
Muchos de los retos a los que se enfrentó el Sistema y la Universidad hace 50 años siguen vivos, e incluso algunos han aumentado. En México, de cada 100 estudiantes que inician en el sistema de educación básica, únicamente 39 ingresan a la educación superior y sólo 26 se gradúan. El conocido reto de la eficiencia terminal en educación abierta y a distancia, a nivel internacional y local, no ha sido resuelto a cabalidad, debemos continuar enfrentándolo con imaginación y asertividad. Los retos de cobertura, calidad variable, temas regulatorios y normativos, presupuestos limitados, la necesidad de reconocimiento y recompensa a la docencia, además de la gran brecha digital existente en nuestro país, exacerbada por la pandemia, persisten. Aprovechemos este aniversario para catapultarnos e intentar resolverlos en el corto plazo, en la medida de nuestras posibilidades e imaginación, utilizando nuestras principales armas, la investigación inter y transdisciplinaria en las ciencias y las humanidades, la difusión de la cultura, y la buena docencia.
La Universidad y sus comunidades debemos trabajar en la implementación y seguimiento de las diferentes modalidades. La evolución de la educación abierta y a distancia en el nuevo mundo de la ciencia abierta, recursos abiertos y datos abiertos, requiere consolidación en múltiples dimensiones: la cultural, la de formación docente y adquisición de nuevas habilidades, para así reforzar el regreso a lo básico de los principios pedagógicos y didácticos. La infraestructura tecnológica debe ir acompañada de la no menos importante literacidad digital. La educación superior no puede ser la misma después de la experiencia pandémica: docentes, autoridades, estudiantes y sus familias somos parte de la solución. Es fundamental trabajar de forma incluyente en un esfuerzo de transformación más sistémico, más humano y pedagógicamente sólido, enfocándonos en el desarrollo de los y las docentes, los y las estudiantes, promoviendo su bienestar, proporcionando infraestructura digital, tecnológica y de investigación, para crear un ambiente de aprendizaje integrado, cognitiva, social y emocionalmente sólido.
Los escenarios global y nacional en el corto y mediano plazo son complejos, y, aunque la pandemia ha disminuido, la amenaza de nuevas variantes continúa y el riesgo de subsecuentes sindemias aunadas al cambio climático presentan un impresionante panorama de desafíos para nuestra especie, por lo que se requieren personas y organizaciones que puedan adaptarse al cambio de manera ágil y dinámica. El suayed debe crecerse al reto y continuar en su misión de generar profesionales de alto nivel que contribuyan al desarrollo de nuestro país.
La historia está llena de bucles y refleja las acciones de cada uno de los y las actores determinantes de su tiempo. Revisando el discurso de toma de posesión como Rector en 1970, del Dr. González Casanova, no puedo dejar de maravillarme de cuán vigentes son sus ideas y reflexiones. La siguiente frase captura elementos fundamentales de la buena educación: “el verdadero profesor es aquel que sigue estudiando y el verdadero estudiante es aquel que también aprende a enseñar” (2014, p. 216-217). Invitamos a la audiencia de la Revista Digital Universitaria a acompañarnos en la aventura de explorar los artículos que integran los diferentes apartados de este número especial, aprovechemos las reflexiones que genere su lectura, y continuemos trabajando en el sinuoso camino de la educación superior y media superior, aprovechando al máximo lo construido por nuestros antecesores, aportando nuestros granos de arena para que el suayed continúe evolucionando, reflejando la esencia de la Universidad. ¡Enhorabuena al suayed!
Referencias
- Amador Bautista, R. (2012). 40 años del Sistema Universidad Abierta de la unam. Crónica histórica. Perfiles Educativos, 34(137). https://doi.org/10.22201/iisue.24486167e.2012.137.34124
- Barrón Soto, H. (2022). 1972-2022: cincuenta años de intermitente disrupción. El Sistema Universidad Abierta en la unam. https://cuaieed.unam.mx/aniversariosuayed/historia/50aniversariosuayed
- González Casanova, P. (2014). Pablo González Casanova, discurso de toma de posesión. En J. R. Gallegos Téllez Rojo (Ed.), Discursos de toma de posesión de los rectores de la Universidad Nacional Autónoma de México, 1910-2011 (pp. 215-221). Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (iisue), unam. https://cutt.ly/4MwWt7F
- Moreno Salinas, G. (2022). Observatorio de Datos del suayed. https://public.tableau.com/app/profile/cuaieed
Vol. 24, núm. 1 enero-febrero 2023
Nosotros y la naturaleza: un solo ecosistema
Morgana Carranco CitaComo humanos, en ocasiones, es fácil deslindarse de lo que pasa a nuestro alrededor. Debido al desarrollo de la ciencia y la tecnología, se ha facilitado la obtención de nuestro sustento y nuestra protección ante los elementos. Ya no tenemos que recolectar frutos, salir a cazar la comida, o buscar un refugio, por ejemplo. No obstante, a pesar de los grandes alcances tecnológicos, no estamos desvinculados del entorno. Dependemos de él: de los recursos que provee, de los cambios que nos impone. Así, en esta ocasión en la Revista Digital Universitaria evocamos algunas de las formas en las que estamos conectados con el medio ambiente, el cómo somos uno con él, parte del mismo ecosistema.
Se entiende como ecosistema al “conjunto de especies de un área determinada que interactúan entre ellas y con su ambiente abiótico”. A su vez, estas interacciones “resultan en el flujo de materia y energía” (Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, 2020). Para fines de este texto, si delimitamos el área geográfica a todo el planeta tierra, entonces, nosotros los humanos, todas las especies, y los intercambios de materia y energía (entre nosotros y con el medio) podrían considerarse como un mismo ecosistema. Así, el número enero-febrero de nuestra querida Revista Digital Universitaria se convierte en un álbum que reúne algunas instantáneas de esas especies, de esos vínculos entre ellas y del flujo de la materia y energía.
Para comenzar, en la sección Varietas, nos enfocamos en un área que para muchos nos es familiar: el lugar en el que habitamos. En “Ciudades: los ecosistemas humanos”, se resalta que nuestras urbes son un ecosistema por sí mismas, con propiedades específicas. Sin embargo, la urbanización —que nos gusta llamar “desarrollo”— puede traer consecuencias negativas tanto para nosotros como para el resto de los seres en el entorno, así como para el intercambio energético de este ecosistema.
Seguimos con una fotografía de una propuesta para disminuir los daños que hemos causado: implementar edificaciones sostenibles. “Importancia de los edificios inteligentes para el medio ambiente” nos deja ver que el uso de materiales de construcción biodegradables y reciclados, y algunas otras estrategias para lograr una arquitectura de bajo consumo energético o de autoeficiencia energética, pueden contribuir a que alcancemos un desarrollo sostenible.
Es grato —y a la vez agobiante— reconocer que como individuos también podemos contribuir a mantener el buen funcionamiento de nuestros ecosistemas. De esta manera, “Tlacuaches y basura cero en Ciudad Universitaria” nos brinda la imagen de un problema en la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (repsa), en el campus central de la Universidad Nacional Autónoma de México: que los tlacuaches y otras especies quedan atrapados en los contenedores de basura de separación de residuos sólidos urbanos. Aquí también nos enteramos de la manera de liberar a la fauna atrapada y qué hacer en caso de que esté herida. Asimismo, conocemos un poco acerca de los animales característicos de la repsa.
Todos somos parte de este ambiente en el que habitamos, desde los tlacuaches hasta los insectos, que son el tema de “Escarabajos vagabundos: nuestros aliados invisibles en el suelo”. En este artículo vemos la foto de la familia Staphylinidae, habitantes del suelo, con un papel fundamental en diversas interacciones ecológicas con otras especies.
Los animales no sólo tienen un papel en los ecosistemas. Su comportamiento también ha sido inspiración para el desarrollo de tecnologías, entre ellas, la inteligencia artificial. En “Inteligencia de enjambre: de los sistemas naturales a los artificiales”, examinamos cómo ciertos eventos en la naturaleza y el comportamiento social de algunos animales son imitados en la inteligencia de enjambres, un tipo de inteligencia artificial que parte de la imagen de una parvada que busca alimento: la ubicación espacial de cada ave es una posible solución a un problema y la cantidad de comida que es capaz de encontrar es la evaluación de esa propuesta.
Los ecosistemas no son constantes, varían en función del tiempo. “Mamíferos de la Edad de Hielo en la Sierra Norte de Oaxaca” nos recuerda este hecho y nos da un esbozo de hace miles de años, en el que probablemente contábamos con enormes mamíferos: gliptodontes mexicanos, perezosos y bisontes gigantes, y venados de montaña. Sin embargo, lo que se sabe del pasado en la Sierra Norte de Oaxaca es poco y se hipotetiza el escenario de ese entonces de acuerdo con lo que se sabe en cuanto a los cambios climáticos documentados y lo que implicaron para la flora, y, en consecuencia, para la fauna.
Otra foto en este álbum es la de “La nuez maya: una nueva propuesta de alimento funcional en México”, en la que vemos cómo es la semilla del árbol de capomo o de ramón. También nos enteramos de sus aplicaciones, en particular, como antioxidante, así como los posibles productos para consumo humano que derivan de la llamada nuez maya.
Por último, en esta sección de Varietas, contamos con un artículo que habla de un desequilibrio en los ecosistemas. Se trata de “Erwinia amylovora: historia de una superbacteria”, microorganismo causante del tizón de fuego, una enfermedad que afecta principalmente a los árboles frutales. Los síntomas se expresan de manera rápida y consisten en que los árboles se marchitan y su color se vuelve café cenizo, como si se hubieran quemado; de ahí su nombre.
A continuación, en este número de la Revista Digital Universitaria, en Continuum educativo, nos alejamos un poco de las interacciones biológicas y nos enfocamos en las educativas. Por un lado, la autora de “Crear videos para los estudiantes, ¿por dónde empezar?” nos comparte el camino que ella ha recorrido en la elaboración de videos educativos y brinda algunas herramientas para quienes van comenzando. Por el otro, el autor de “Prácticas del buen profesor universitario desde la mirada de los estudiantes”, a partir de las percepciones de los estudiantes sobre la práctica docente, nos comunica de manera parcial los resultados de una investigación educativa mixta, que apunta hacia al valor que les dan a ciertas formas de enseñanza los estudiantes universitarios.
La última colaboración de esta emisión pertenece a la sección Caleidoscopio, y se trata de la infografía “prepvenir la infección por vih”, con la que las autoras buscan difundir la información de una estrategia de prevención del Virus de la Inmunodeficiencia Humana (vih), causante del sida. El tratamiento PreExposición o Profilaxis PreExposición (prep), si se sigue al pie de la letra, puede reducir arriba de 90% el riesgo de adquirir vih.
Que las fotografías que observamos en este número de la Revista Digital Universitaria nos recuerden que no estamos aislados, que lo que hacemos tiene efectos para todos, que lo que le pasa a alguna otra especie en nuestro planeta, o algún cambio de condición energética en nuestros ecosistemas también nos impacta. Que nos ayude a tener presente que, incluso si lo intentamos, no podemos desvincularnos de lo que pasa a nuestro alrededor. Que nosotros y la naturaleza somos un solo ecosistema.
Referencias
- Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (conabio). (2020). ¿Qué es un ecosistema? Biodiversidad mexicana. https://www.biodiversidad.gob.mx/ecosistemas/quees
Vol. 24, núm. 2 marzo-abril 2023
Cambio climático para mí, para ti, para todas, todos, todes
Guillermo Murray-Tortarolo y Rafael Ojeda-Flores CitaEl cambio climático ya nos alcanzó, como lo muestra indudablemente el último reporte de El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (el famoso ipcc). Estamos experimentando un incuestionable aumento térmico planetario, debido a la constante emisión de gases de efecto invernadero ligada a las actividades humanas. Junto con ello se acompañan cambios en la precipitación, en los extremos climáticos (como las sequías, las inundaciones y los huracanes) y en la estacionalidad dentro del año. Los impactos que esto trae y traerá son muchos, pero con eso también las oportunidades para generar una nueva forma de relacionarnos con la naturaleza y nuestro mundo. En este número especial de la Revista Digital Universitaria abordamos el tema del cambio climático moderno desde muchas perspectivas.
En un comienzo tenemos una hermosa colección de artículos sobre cambio climático y nuestra propia humanidad. En el primer artículo, Fabiola Murguía nos cuenta cómo han sido los cambios en el clima durante toda la historia de la humanidad en “Los cambios climáticos durante el tiempo del Homo sapiens”; esto da paso a preguntarnos si como humanidad hemos vivido tantos extremos, ¿será que el cambio climático tiene algo realmente que ver con nosotros?, la respuesta está en el artículo “Más allá de la negación: aceptar nuestro papel en el cambio climático” por Harumi Takano. Más allá, se trata también de pensar en los grupos marginados, en las minorías y como este fenómeno les está impactando, esto nos lo cuenta Francisco Almonacid en “Equidad frente al cambio climático: la diversidad sexogenérica importa”.
Pero no se trata sólo de los impactos a la humanidad, sino también a los seres con los que compartimos el planeta. En la segunda parte se compila una serie de artículos sobre el impacto del cambio climático en la vida. Primero partimos con las marcas que ya han ocurrido desde los genes hasta los biomas, donde Rafael Ojeda y Guillermo Murray les contamos “La huella del cambio climático en la vida”. Nos encontramos también con insectos que han sido muy beneficiados por el calor, y Erika Gómez-Pineda y M. Isabel Ramírez nos cuentan sobre “Descortezadores y cambio climático: una relación preocupante”, así como José Manuel López nos describe la “Marea roja en La Malinche: el ataque del descortezador”. Por otro lado, ha habido insectos muy perjudicados por la falta de humedad como es el caso de las luciérnagas, del cual Carla Isabel Arreguín y Leticia Gómez nos cuentan su historia en “Encendiendo las luces: una llamada de acción para salvar a las luciérnagas”. Las ballenas no se quedan atrás y dos artículos nos narran el “Cambio climático: amenaza para la ballena gris” por Omar Castañeda y Lorena Viloria; así como Lili Pelayo, Enrique Martínez, Guillermina Alcaraz y Lenin E. Oviedo nos cuentan sobre “Ballenas jorobadas: mensajeros transoceánicos en la coyuntura climática”.
La tercera parte tiene dos artículos sobre nuestras actividades productivas y cómo se están viendo afectadas por el cambio climático. En particular, Esther Sánchez-Villalba, Hernán Celaya-Michel y Miguel Angel Barrera-Silva nos cuenta cómo “El calentamiento global está afectando a todos los cerdos del mundo” y Lizbeth Ferrer, Adriana Lucía Trejo y Francisco de Jesús Guerra nos traen a la mesa los impactos marinos en “Un futuro de océanos desiertos: pesca, acuicultura y cambio climático”.
Frente a escenarios tan alarmantes, necesitamos buscar soluciones novedosas. La cuarta parte de este número se centra en ese aspecto. Guillermo Castillo nos cuenta el papel de las “Intervenciones en el paisaje urbano desde la funcionalidad ecológica”. Siguiendo con los temas urbanos Israel Rosas nos trae alternativas de empleo en “Ciudades sostenibles y empleos verdes: soluciones disruptivas para el cambio climático”.
No es raro que estos temas también nos causen mucho malestar, pero por suerte tenemos el artículo de Karen Hinojosa y Amanda Melissa Casillas en el que nos proponen “El parque como cura de la ecoansiedad” y la bella historia de Zuleyma Espinosa y Ana Cristina Gómez de cómo una botella de plástico las hizo pensar globalmente y actuar localmente “Escuelas por el reciclaje: un proyecto local con visión global”, para motivarnos a llevar a cabo acciones para cambiar nuestro mundo. Asimismo, en la sección Universidades contamos con un texto de Ana Bohne, Mónica Bruckmann y Adrián Martínez que nos habla de “Las universidades y su contribución al desarrollo sustentable: un modelo de evaluación”.
Cerramos el número con los matices artísticos del cambio climático. Primero, Alma Mendoza nos habla del impacto de este fenómeno en la música, en un artículo sumamente original titulado “Sonidos en peligro de extinción: la música frente al cambio climático”. Finalmente, Nadia Osornio nos muestra una fusión de lo pasado y lo moderno, en su exposición fotográfica que va “Más allá del canto apocalíptico: un vistazo al cambio climático desde el arte”.
Esperamos que disfruten los artículos de este número tanto como nosotros el haber sido invitados como editores al mismo. Las perspectivas aquí plasmadas son muy diversas y nutritivas, muestran muchas facetas de este complejo problema y nos traen esperanza para hacerle frente.