Guillermo N. Murray-TortaroloInstituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad, Universidad Nacional Autónoma de México (unam), campus Morelia
Investigador titular en el Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad. Se dedica a la investigación y enseñanza del cambio climático. Es un fanático de la divulgación de la ciencia, y ha tenido la fortuna de tener grandes maestros y maestras en ese camino.
Murray-Tortarolo, Guillermo N. (2024, mayo-junio). Una estrella en la divulgación: una nota en honor a Estrella Burgos. Revista Digital Universitaria (rdu), 25(3). https://doi.org/10.22201/ceide.16076079e.2024.25.3.12
Estrella Burgos me enseñó que amar el conocimiento y querer compartirlo son sólo el principio de la formación; que un buen divulgador es también un gran narrador de historias. Esta nota es en honor a ella. Aunque se nos fue de este mundo, sus enseñanzas viven en muchos de nosotros, que tuvimos la fortuna de aprender de su increíble visión y experiencia en la divulgación de la ciencia.
Palabras clave: divulgación de la ciencia, divulgador, historias, contar historias.
A star in scientific dissemination: a note in honor of Estrella Burgos
Abstract
Estrella Burgos taught me that loving knowledge and wanting to share it are only the beginning of the training; that a good scientific disseminator is also a great storyteller. This note is in her honor. Although she left this world, her teachings live on in many of us, who were fortunate to learn from her incredible vision and experience in science popularization.
Keywords: Science popularization, Scientific Disseminator, stories, storytelling.
¿Qué es lo que hace a un buen divulgador de la ciencia? Me he hecho esa pregunta a través del tiempo, en muchas ocasiones. Definitivamente no se trata de la cantidad de cosas que uno escribe: les puedo contar infinidad de casos de colegas que parecen imprentas, con cada uno de sus textos más aburrido que el anterior, mientras que otros me maravillan con una o dos publicaciones en una década. Tampoco son las horas de un divulgador frente a la televisión, ni las palabras en un programa de radio o las letras en las notas periodísticas, ni los blogs, ni videos de YouTube o TikToks. Hay un elemento intangible que va más allá de todo lo anterior: un profundo amor por el conocimiento y el goce por compartirlo con otras personas. Ese gusto que surge de la curiosidad y las ganas de contárselo a quien lo quiera escuchar.
Por supuesto que la realidad es un poco más complicada. Amar el conocimiento y querer compartirlo son sólo el principio de la formación de un divulgador. No obstante, son la piedra angular; sin esto, todas las narrativas de divulgación son huecas, aburridas o insípidas. Después está el aprender a contar la historia. Y es aquí en donde muchos de mis más queridos colegas y, en más de una ocasión, yo mismo, nos atoramos. La pasión ardiente del conocimiento brota como un río descontrolado y no encuentra un hilo conductor. La ciencia, que está tan clara en la cabeza, se vuelve un jeroglífico ininteligible cuando la ponemos en papel. Así llegamos a la segunda conclusión: un buen divulgador de la ciencia es también un gran narrador de historias.
Bueno, me encantaría decirte que lo narrado anteriormente ha sido fruto de mi profunda reflexión o inspiración divina, pero lo cierto es que lo aprendí de una de las grandes maestras de la divulgación: Estrella Burgos. Esta nota es en honor a ella. Aunque se nos fue de este mundo el año pasado, sus enseñanzas viven en muchos de nosotros, que tuvimos la fortuna de aprender de su increíble visión y experiencia en la divulgación.
Un jovencito lleno de ilusiones y la importancia de una gran maestra
Tenía 23 años la primera vez que conocí a Estrella, cuando vinieron a dar un taller para formar divulgadores de la ciencia en Morelia. En ese momento estaba yo comenzando mis estudios de posgrado, en mi primer semestre de la maestría y, cosa curiosa, yo no llevé dicho taller. Pero sí lo hizo mi papá y en una de esas, coincidimos los tres en una comida. Al enterarse de que estaba estudiando, de inmediato me preguntó por mi tema y me motivó a que mandara un artículo a la revista ¿Cómo Ves?
Yo redacté un primer artículo, sobre cambio climático, aerosoles y árboles…, del que se puede decir que no tenía nada que ver con la divulgación de la ciencia. Era un rollo extremadamente técnico —aunque para mí fascinante—, narrado de forma confusa y enredada. Se lo mandé a Estrella, que tuvo la gentileza de tachármelo todo y explicarme el formato, estructura y forma para que tuviera más sentido. Acto seguido me embarqué en corregir mi monstruo, enfocándome en un solo tema (la mitigación del cambio climático), narrándolo a modo de historia y pidiendo a todo aquel que lo quisiera leer su opinión. Entonces envié una segunda versión. Seguramente aquí pensarás que la historia ya sería exitosa… No fue así. De nuevo, Estrella me regresó el artículo lleno de anotaciones, correcciones y sugerencias; y de nuevo me embarqué en corregirlo. Sería en la tercera versión que finalmente el artículo fue aceptado en la revista.
Este primer artículo, titulado “Mitigación del cambio climático: el papel de los bosques”, salió publicado en 2011 y fue el inicio de mi trayectoria en la divulgación. Estrella no sólo me abrió las puertas a esta maravillosa actividad, sino que tuvo la paciencia de enseñarme y explicarme. Me mostró la importancia que tiene la narrativa en la divulgación, así como la seriedad con que debe tomarse la información y los sustentos de la misma. A partir de ese entonces, me convertí en un ávido colaborador de la revista, y con cada nuevo texto recibí la misma retroalimentación por parte de Estrella. Cada corrección me fue ayudando a pulir mi estilo y encontrar mi voz, a narrar historias no sólo interesantes, sino a tratar de hacerlas divertidas y accesibles.
Ayudar a las nuevas voces
Estrella Burgos.
Así como las historias tienen un inicio, también tienen un final. La última vez que vi a Estrella fue algunos años después de haberla conocido, un día que fui de visita a Universum (ahí se encuentran las oficinas de la revista ¿Cómo Ves?). Le caí de sorpresa y, pese a ello y su increíblemente ocupada agenda, tuvo el tiempo para recibirme y platicar por un buen rato. Charlamos sobre la vida, los proyectos y demás.
Hay una parte de la conversación que se me quedó muy grabada. Platicábamos sobre la formación en divulgación de la ciencia. Yo le contaba lo complicado que me resultó en un inicio, a lo que ella respondió que, si me parecía complicado siendo joven, el reto era mucho más grande para aquellos más establecidos académicamente que nunca habían incursionado en la divulgación. Esto no significaba que no lo pudieran lograr, pero ella creía firmemente que el esfuerzo se debe encaminar a formar divulgadores jóvenes, desde muy temprano en sus carreras. Supongo que esa misma idea fue la que la llevó a ayudarme desde un inicio.
Esa enseñanza —formar a los jóvenes— vive conmigo por siempre. Mi primera estudiante graduada de licenciatura terminó su grado con un artículo de divulgación y de allí he tratado que todos mis estudiantes generen al menos un artículo o nota de su trabajo de graduación. Cada vez que comienza el proceso, veo la pasión del conocimiento en sus ojos y el enredo que significa ponerlo en papel. Me acuerdo de mí mismo hace algunos ayeres, y lo importante que fue haber tenido una gran maestra. Trato de tenerles la misma paciencia que me tuvieron a mí, al formar a las nuevas voces y enseñarles la lección más importante que aprendí de Estrella: hacer divulgación es contar historias.
Sergio de RégulesDirección General de Divulgación de la Ciencia, Universidad Nacional Autónoma de México (unam)
Es físico y divulgador de la ciencia. Coordinador científico de la revista ¿Cómo ves? de la unam. Autor de más de 10 libros de divulgación científica publicados en varios países; su trabajo ha aparecido en revistas nacionales e internacionales. En 2014 obtuvo una beca en literatura de la Fundación Civitella Ranieri de Nueva York por su trabajo como escritor científico y ha sido dos veces finalista del Premio Internacional de Divulgación de la Ciencia Ruy Pérez Tamayo. En 2019 ganó el Premio Nacional de Divulgación de la Ciencia y la Técnica, otorgado por la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica, y en 2021 el Premio Latinoamericano a la Divulgación de la Ciencia y la Tecnología, otorgado por la RedPOP.
Este artículo es un retrato profundo de la divulgadora Estella Burgos, desde la perspectiva de uno de sus colaboradores más cercanos. El texto nos brinda un atisbo de sus inicios como divulgadora, del ímpetu y el entusiasmo con el que trabajaba, y del estilo de escritura comovesiano, el de la revista ¿Cómo ves?, de la que ella fue editora por casi 25 años, y que es referente en la divulgación mexicana.
Palabras clave: Estrella Burgos, editor, divulgación, divulgador, escritura, contar historias.
Supernova Burgos
Abstract
This article is a profound portrait of the popularizer Estella Burgos, from the perspective of one of her closest collaborators. The text gives us a glimpse of her beginnings as a science popularizer, of the impetus and enthusiasm in her work, and of the Comovesian style of writing, that of the magazine ¿Cómo ves? of which she was editor for almost 25 years, and which is a reference in Mexican science dissemination.
Keywords: Estrella Burgos, editor, Science popularization, Scientific Disseminator, writing, storytelling.
Lo sabes tú y lo sé yo, Boss”, le digo en mi mente a Estrella, mientras veo su imagen en YouTube explicando en un curso que la ciencia no es fácil y que la labor del divulgador no es dársela masticada a nadie, sino interesarlo en hacer el esfuerzo. Hace 20 años que yo le digo “la Boss” y ella me dice “QP”, por “querido primo”, desde que descubrimos que en las montañas de Burgos hay un pueblo llamado Regules y concluimos que somos primos topográficos. Bajo su imagen en el video hay un cintillo que dice “Estrella Burgos: editora de ¿Cómo ves?”
—Lo importante es comunicar la naturaleza de la ciencia, no sólo sus resultados —prosigue Estrella. —Y la mejor forma de hacerlo es contar historias—. Elabora explicando que una historia de ciencia tiene tres tiempos: cuando se expone el misterio o la pregunta que impulsa la acción, cuando se exploran las posibles soluciones, y cuando, en el clímax, se da la pieza esencial para resolver el misterio y con eso se libera la tensión narrativa. “Tú lo has dicho, Boss”, sigo concordando. Estrella añade: —Mientras más calidad literaria tengan esas historias, más eficaces van a ser—. “¡Eso mero!”
Nosotros lo llamamos estilo comovesiano: las técnicas literarias que sirven para exponer con claridad y al mismo tiempo cautivar al lector. No las inventamos nosotros ni son ninguna novedad: se trata simplemente del estilo del ensayo literario que inventó Michel de Montaigne en el siglo xvi y que han practicado divulgadores como Stephen Jay Gould y Steven Pinker. En la divulgación en México y en la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) tiene antecedentes en la revista Naturaleza y el boletín Prenci, fundados por Luis Estrada y su equipo, por lo que podemos decir que ¿Cómo ves? es heredera de esa augusta tradición. Y cómo no, puesto que Estrella participó en ambos proyectos allá por los años ochenta.
Cómo se hace una divulgadora
En una entrevista con alumnos de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en 2015 (ver video 1), Estrella cuenta cómo llegó a la divulgación de la ciencia.
—Una de las cosas fundamentales que me trajeron hasta aquí es que, de chiquita, en mi casa no había televisión. Mis papás decían que no había porque era la “caja idiota”, pero yo creo que no había porque no podíamos comprarla. Eso hizo que me marginaran mucho mis compañeros de la escuela porque no me sabía los programas, pero como, por otro lado, en mi casa había muchos libros, me volví una lectora voraz. Me gustaban todas las historias. Clandestinamente en mi casa también había cómics, aunque estaban prohibidos. Yo leía Lágrimas y risas. Era fantástico. Ocasionalmente también fotonovelas. Siempre quería saber qué pasaba después.
Video 1. Estrella Burgos en una conferencia sobre periodismo de la ciencia en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García (Carlos Septién, 2015).
Un principio fundamental del estilo comovesiano es preferir decir las cosas como historias que como listas de conceptos abstractos (rechazamos muchos artículos por pecar contra este principio). Complacerse en la abstracción es un gusto adquirido y poco común; en cambio la curiosidad por lo que hacen nuestros congéneres es innata. Nos cautivan los ires y venires de personas que, en pos de sus aspiraciones, encuentran obstáculos que al final superan o no. En forma de historia, la información más compleja es fácil de entender y retener, con la ventaja añadida de que el lector siempre quiere saber qué pasa después, una herramienta infalible para persuadirlo de que se quede con nosotros y lea todo el artículo.
—Siempre quise ser escritora —prosigue Estrella. —Y entonces copiaba. Lo primero que escribí era una copia de Los tres mosqueteros. Ya para cuando estaba en prepa era una devota de la literatura, pero también tuve excelentes maestros de ciencia. Tuve en particular un maestro, el profesor Rebolledo, que nos daba física y química, y me pareció maravilloso. Él me encaminó a la ciencia y yo me metí primero a estudiar química en la unam.
Cuenta Estrella que cuando estudiaba química entendía todo lo que le enseñaban, pero no entendía cómo se conectaban todos esos conocimientos ni entre sí ni con todo lo demás.
—Yo veía que tenía puros pedacitos y no podía juntarlos—. Y añade: —Entonces me pasó algo maravilloso que cambió para siempre mi vida.
Lo que le pasó fue esto:
—Un día estaba yo en la Facultad de Química y en el auditorio A, me acuerdo perfecto, había un letrero que solicitaba gente para hacer traducciones de inglés a español de notas científicas. Fui y con un montón de gente hice la prueba y me dijeron: ‘Bueno, te quedas, pero vamos a ver si funcionas’. El lugar se llamaba Centro Universitario de Comunicación de la Ciencia [cucc]. Me quedé diez años. Ahí aprendí con el pionero de la divulgación de la ciencia en México, el doctor Luis Estrada.
A fines de los setenta Luis Estrada había reunido un equipo de gente joven y talentosa dispuesta a inventar el lenguaje y la estética de la divulgación de la ciencia en México. Estrella encajó super bien en ese ambiente de taller renacentista donde: “nos dejaban experimentar, nos dejaban probar cosas”. Empezó traduciendo notas de revistas de divulgación del inglés al español, pero no pasó mucho tiempo antes de que empezara a escribir sus propios artículos para Prenci e incluso a encargarse de la edición del boletín.
Estrella pasó por varias carreras científicas, pero ninguna era lo que ella estaba buscando. Luego tomó un curso en la Sociedad General de Escritores de México. No sé cuánto tardó en darse cuenta de que en la divulgación de la ciencia, al estilo del cucc, se combinaban perfectamente sus pasiones por la ciencia y la literatura, pero al final Estrella encontró su vocación en este oficio.
Indomable
Estrella y yo nos conocimos en una rebelión, aunque sólo por teléfono. Era 1996 y yo trabajaba como traductor freelance con cierta editorial de libros de texto. En esa época nos pagaban en dólares y la carga de trabajo semanal era llevadera hasta que un día, no sé por qué, las condiciones cambiaron. La editora con la que estaba trabajando en un nuevo libro me informó que se acababa lo de los dólares, pero además que nos pagarían mucho menos por mucho más trabajo. En esas nuevas condiciones ya no me costeaba seguir ahí. Esa noche sonó el teléfono. Era una tal Estrella Burgos (el nombre me sonaba), que también era traductora en la misma editorial y que estaba como yo: indignada de que nos quisieran explotar. Me propuso hacer frente común e iniciar una huelga de diccionarios caídos. Acordada la rebelión, seguimos platicando más de una hora.
Nuestra huelga fue inútil y acabamos por renunciar. Me da una especie de Schadenfreude informar que a la editorial le fue muy mal con el proyecto que dejamos a medias: consiguieron traductores menos altaneros que nosotros (o más desesperados) para traducir el libro entre muchos y a marchas forzadas. El resultado fue una catástrofe que les salió carísima. Justicia poética, aunque francamente Estrella y yo hubiéramos preferido justicia justa.
Muchos años después, este espíritu indomable le serviría a Estrella para enfrentar con valor y como la señorona que era a autoridades que no tenían ganas de entender el trabajo de nuestra revista y la inquina de personajes siniestros que pasaron por estas oficinas. Pero sobre todo para encarar la enfermedad con un aplomo y una entereza que, a los que lo presenciamos desde fuera de su círculo familiar, nos parecieron sobrehumanos. Aquí paro con estos temas dolorosos. No quiero que esto cobre un tono plañidero.
Complicidad con el público
Fotografía 1. Estrella Burgos trabajando en el Castillo Civitella-Ranieri durante una residencia artística en 2014. Crédito: Giorgia Fanelli.
En 1998 varios divulgadores —entre ellos, Juan Tonda y Antonio Chamizo— pensaron que la unam debería publicar una revista de divulgación para jóvenes. Era una buena idea. Otra buena idea fue pedirle a Estrella que fuera la editora. Estrella afinó la idea original, exigió total libertad editorial y, concedidas estas condiciones, se dedicó a darle forma a la divulgación al estilo ¿Cómo ves? El estilo comovesiano no tardó nadita en ganarse el favor del público y el reconocimiento del gremio divulgador, y al poco tiempo ya éramos la revista más vendida de la unam y nos habíamos ganado premios de la Cámara Nacional de la Industria Editorial y el Premio de la RedPOP a proyectos de divulgación de impacto internacional. Ha habido otros premios, pero no estamos aquí para presumir.
Cuando llegué a la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la unam y me reencontré con mi compañera de rebelión, rápidamente gravité hacia la revista. Estrella y yo platicábamos mucho de novelas y de secretos del oficio, temas que están muy relacionados porque los secretos del oficio más importantes los aprendimos tanto ella como yo de los novelistas que nos gustaban. Para escribir bien, nada como leer buena literatura sin importar el tema del que uno escriba.
Recuerdo que Estrella me habló de Harry Potter cuando apenas había dos volúmenes, antes de que saliera la primera película. Ella lo leía con sus hijos, que eran pequeños en aquella época. Estrella se asombraba de una cosa en particular: que J. K. Rowling, la autora, se pusiera firmemente del lado de sus lectores. En un mundo en el que la literatura infantil debía ser didáctica y edificante —obligada a transmitirles a los niños las ideas que los adultos querían inculcarles—, Rowling escribía exclusivamente para encantar y deleitar a su público, sin tomar en cuenta lo que los adultos pudieran considerar ideas convenientes ni tramas adecuadas para gente joven. En Harry Potter hay nobleza y valentía —nada novedoso en la literatura para jóvenes—, pero también hay traición y mezquinidad, y personajes ambiguos que no son totalmente buenos ni totalmente malos. Rowling incluso fue capaz de matar al personaje más entrañable de uno de sus volúmenes. Así explicaba Estrella el éxito que ya tenía Rowling con sus libros cuando yo empecé a comprarlos por recomendación suya: la complicidad de la narradora con sus lectores. Y eso también es parte del credo comovesiano: nosotros estamos con el lector antes que nada. —El personaje más importante es el público —dice Estrella en otro video.
El estilo comovesiano se fue enriqueciendo a lo largo de 25 años en esas largas y apasionadas conversaciones en la oficina de Estrella, así como en jocosísimas reuniones editoriales de todo el equipo, en las que nos reíamos de nosotros mismos, y en intercambios de ideas con colegas de todo el mundo. Estrella lo propagó por varios países en cursos y conferencias como el que estoy viendo en YouTube.
Superpoderosa
En noviembre de 2023 Maia Miret —sucesora de Estrella en la silla de la editora— me cedió el honor de escribir el editorial de la revista, un texto para anunciar el deceso de Estrella y celebrar su vida. Lo titulé “Supernova”, con el evidente juego de palabras sobre el nombre de Estrella al final, como aguijón. Unos meses después, para escribir este ensayo, encontré una colección encuadernada del legendario boletín Prenci que Estrella dejó en su oficina y me puse a hojearlo en busca de textos suyos de aquellos años. Al dar vuelta a una página del número de julio de 1987 me topé con esto: “Supernova, por Estrella Burgos”
Devoré el texto, una explicación diáfana y perfectamente ritmada de la supernova SN 1987 A, que había aparecido en febrero de ese año en la Nube Mayor de Magallanes y que sigue siendo la única supernova visible a ojo pelón después de 1604. Las supernovas enriquecen el medio interestelar con nuevos elementos químicos y brillan más que toda una galaxia durante varias semanas. Al final queda una estrella de neutrones y una nube resplandeciente, rica en materiales para formar nuevas estrellas. La supernova de 1987 no se comportó a este respecto como se esperaba, lo que dejaba preguntas para resolver en el futuro. Hacia el final de su artículo Estrella expone otro enigma que habría que zanjar después: “Se ha propuesto que en la supernova [1987 A] se formó un hoyo negro, pero probablemente pasará mucho tiempo antes de que pueda probarse esta hipótesis”.
Para colmo de casualidades, resulta que la misma semana que leí el artículo de Estrella, salió en Science una investigación en la que un equipo científico ofrece la solución de ese enigma a partir de datos del telescopio espacial James Webb y el telescopio Hubble. Qué ganas de mandarle a Estrella un whatsapp y decirle: “¡Boss! ¡Ya sabemos! Parece que fue estrella de neutrones”. Aunque posiblemente habría sido ella la primera en enterarse y pasarme la noticia a mí, que es lo que siempre ocurría. Era uno de sus superpoderes: estaba enterada de todo en materia de actualidad científica. Estrella siempre cultivó muchos canales de información, asistiendo a las reuniones internacionales más importantes de la ciencia y su comunicación —casi siempre pagada de su propio bolsillo— y así es como se hizo del superpoder de husmear desde lejos los temas que serían importantes. Gracias a eso, en ¿Cómo ves? llegamos a tratar temas de rabiosa actualidad antes que Scientific American, o por lo menos al mismo tiempo.
Legado luminoso
Nuestra querida Estrella murió en octubre de 2023 tras una larga enfermedad, pero yo llevo en la cabeza una simulación cerebral de ella que sigue funcionando sin preocuparse de las vicisitudes del mundo físico. La única diferencia es que la simulación ya no se actualiza todo el tiempo, pero esto no me impide hacerme una imagen mental de lo que diría Estrella, los gestos que haría al decirlo, el sonido y la inflexión de su voz. (“Ya ves cómo eres, QP”, le había dado por decirme en los últimos tiempos. Todavía me da risa oírla en mi mente.) Para quien no la haya conocido, hay montones de videos en YouTube en los que la pueden ver impartiendo cursos y exponiendo su filosofía estelar de la divulgación de la ciencia y lo que hace falta para entablar el vínculo de complicidad con el público que tanto le admiraba a Rowling.
En ¿Cómo ves? la extrañamos mucho, pero nos da aliento saber que su trabajo sigue contribuyendo a construir y enriquecer la divulgación de la ciencia en español. Esos videos, sus libros y los 25 años de la revista son el resplandor prolongado de nuestra Estrella convertida en supernova.
Estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam. Ingresó al campo de las publicaciones en el Departamento de Publicaciones de la misma facultad, donde apoyó la edición de las revistas Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Relaciones Internacionales, Estudios Políticos, Cuadernos de Comunicación y Sociología. También participó en la realización de la Gaceta ents de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la unam. Incursionó en diversas dependencias gubernamentales en la producción de publicaciones. En el issste coordinó la producción e instalación de letreros departamentales en tiendas de autoservicio, conforme al manual de identidad. Trabajó en la empresa Corporación Mexicana de Impresión, s.a. de c.v., donde se desempeñó como subjefe del Departamento de Preimpresión para la producción de libros, folletos, manuales, carteles, revistas, así como formas continuas, hologramas y el boleto del Sistema de Transporte Colectivo Metro. En el ámbito digital, fue asistente editorial fundador de la Revista Digital Universitaria, participando en los volúmenes i, ii, iii y en el número 1 del volumen iv, desde el año 2000 hasta 2003. Actualmente, es jefe del Departamento de Edición de Materiales Educativos de la dgtic.
Estrada Corona, Adrián. (2025, marzo-abril [2010, 1 de diciembre]).
Revista Digital Universitaria, un proyecto visionario que se adelantó a su tiempo.
Revista Digital Universitaria (rdu), 26(2).
http://doi.org/10.22201/ceide.16076079e.2025.26.2.10
Esta entrevista fue publicada originalmente en el volumen 11, número 12, del 1 de diciembre de 2010, en la Revista Digital Universitaria, pero debido a que su versión original ya no está disponible en línea, la recuperamos y volvemos a publicarlo en el marco de los 25 años de la revista. El texto se presenta sin modificaciones de contenido, respetando la versión original.
Resumen
La Revista Digital Universitaria (rdu) de la unam fue un proyecto visionario que transformó la manera de difundir el conocimiento en la era digital. En una época donde dominaban las publicaciones académicas en papel, la
rdu surgió como una apuesta innovadora para compartir la producción científica y cultural de la universidad con el mundo. Bajo la dirección del Dr. Víctor Guerra Ortiz, esta iniciativa rompió paradigmas al adoptar un modelo de publicación arbitrado por pares, garantizando calidad y credibilidad en un formato completamente digital.
¿Cómo fue posible crear una revista de alto nivel en un entorno donde las publicaciones impresas eran la norma? ¿Qué desafíos enfrentó la unam al impulsar esta transformación? En esta entrevista, que recuperamos del año 2010 (en este 2025 la
rdu cumple 25 años), el Dr. Guerra Ortiz nos sumerge en la historia de esta publicación, revelando anécdotas, retos y el impacto de una idea que, con el tiempo, demostró ser un paso imprescindible hacia el futuro de la comunicación del conocimiento.
Palabras clave:
divulgación, difusión, publicación digital, inovación, internet.
Revista Digital Universitaria, a visionary project that was ahead of its time: Víctor Guerra Ortiz
Abstract
Revista Digital Universitaria (rdu) of unam was a visionary project that transformed the way knowledge is disseminated in the digital age. At a time when printed academic publications dominated, the rdu emerged as an innovative initiative to share the university’s scientific and cultural output with the world. Under the direction of Dr. Víctor Guerra Ortiz, this initiative broke paradigms by adopting a peer-reviewed publishing model, ensuring quality and credibility in a fully digital format.
How was it possible to create a high-level journal in an environment where print publications were the norm? What challenges did unam face in driving this transformation? In this interview, recovered from 2010 (as the rdu celebrates its 25th anniversary in 2025), Dr. Guerra Ortiz takes us through the history of this publication, revealing anecdotes, challenges, and the impact of an idea that, over time, proved to be an essential step toward the future of knowledge communication.
Keywords:
popular science, dissemination, digital publishing, innovation, internet.
Con motivo del décimo aniversario de la Revista Digital Universitaria , acudimos en busca de su fundador, el Dr. Víctor Guerra Ortiz, para compartir con él el ejemplar con que estamos festejando una década de difundir el quehacer universitario en línea. Además de transmitirle nuestra satisfacción por el honor de acompañar a la rdu en su cumpleaños número diez, le hemos pedido que se introduzca en sus recuerdos para que nos cuente cómo nació la rdu al iniciar también el siglo xxi.
Revista Digital Universitaria: A finales de los noventa, ¿cuál era el escenario alrededor de las tecnologías de la información y la comunicación que permitió pensar en la creación de la Revista Digital Universitaria?
Dr. Víctor Guerra Ortiz: Situémonos a finales de los ochenta. A finales de esa década el doctor Sarukhán inició un programa de academización de la vida universitaria. Y academización quiere decir que cualquier decisión tomada iba siempre a estar organizada en torno a una mejor vida académica de la unam. ¿Qué quiere decir académica? Pues atender mejor a nuestros estudiantes; que salgan mejor preparados; desarrollar mejor investigación, y comunicar la cultura lo mejor posible.
En ese esfuerzo de academización la Universidad decidió que la comunicación de hoy, entendida como Internet, era un elemento estratégico para integrar a nuestra comunidad universitaria. Internet en todos sus aspectos: como un espacio para recibir información, para consultar información y también para publicar información. A veces alguien comentaba: “bueno, esto de Internet es nada más traer información del mundo exterior aquí”. ¿Y lo nuestro qué?
En ese de lo nuestro qué, nunca quisimos descuidar todos los aspectos, tanto la llegada, como la generación y la salida de la información. Y la creación de una revista universitaria formal, en todo el sentido de la palabra, era un proyecto que se tenía que hacer, ineludible. Era una respuesta a cómo podemos hacer que el mundo conozca nuestros investigadores, conozca nuestras investigaciones: cómo podemos hacernos famosos, en palabras más sencillas.
Esa comunicación al exterior tenía que hacerse de una manera seria. Por eso quiero decir que los artículos por publicar tenían que estar revisados por pares, como si fuera una revista científica de las tradicionales. Entonces ese era el contexto. Era un contexto en el que la Universidad apostó a invertir en cómputo y comunicaciones, y lo hizo tanto para conocer el mundo exterior, como para que el mundo exterior conociera a la Universidad. Los dos elementos con la misma fuerza y la Revista era un elemento importantísimo en esa estrategia.
RDU: ¿Editorialmente, en relación a los recursos, cómo eran las condiciones en ese entonces para arrancar la rdu?
VGO: Realistamente, era un proyecto visionario. Era un proyecto que se adelantó a su tiempo. Había que hacer una labor de acercamiento y dar a conocer al mundo académico de la Universidad la importancia de participar en el proyecto, porque la riqueza de la revista iba a darse únicamente con la participación decidida de los mejores académicos de la Universidad. Nuestro argumento es:
Creemos que es tan importante publicar en papel como publicar en Internet. Unos tienen alguna ventaja mayor sobre los otros, y viceversa.
Fue muy bien recibida por muchos de los mejores investigadores de la Universidad, quienes decidieron participar como réferis de las investigaciones y las publicaciones que en la rdu se iban a brindar.
RDU: ¿Cuáles eran los retos de la rdu en cuanto a la generación de contenidos?
VGO: Publicar en las revistas tradicionales requiere un esfuerzo importante, además de realizar la investigación que se va a publicar. Este esfuerzo radica en el sentido de que generalmente están saturadas de trabajos y hay que esperar muchos meses, incluso años, para que un artículo sea publicado. Además, hay que pagar por aparecer en esas revistas. Entonces, el que la Universidad o México tuvieran una revista arbitrada de alto nivel científico, era una salida para muchísimos investigadores que quisieran aprovechar esta oportunidad. Hay casos interesantes, simpáticos: un investigador del área de las geociencias publicó un artículo en la rdu. A los dos meses de la publicación vino a pedir que retiráramos su artículo. No sé que es retirar el artículo de algo ya publicado, pero, bueno, nos explicó que sus comisiones dictaminadoras lo iban a castigar por no haber publicado en papel y por haberlo hecho acá. En eso estábamos, cuando regresó otra vez a platicar con nosotros para decirnos:
no, no, no, no lo vayan a retirar, porque no tienen idea cuánta gente en el mundo ya está citando mis trabajos. Me he dado a conocer y aunque me castiguen, o no me castiguen, mis comisiones dictaminadoras por haber publicado en una revista digital arbitrada de la unam, ya me ha traído beneficios académicos importantes.
Entonces, cuento esta anécdota que muestra cómo en ese entonces se tenía que trabajar mucho para explicar la valía del proyecto. Los tiempos nos han demostrado que la Universidad tenía razón y que este es un momento muy importante que ninguna institución, que se precie de tener los rangos de la Universidad, puede prescindir.
RDU: ¿Qué otro significado tuvo para la unam la aparición de la rdu, además del editorial?
VGO: Bueno, pues era una cuenta pendiente de la Universidad con el mundo científico. Resultaría incongruente que una de las mejores universidades del mundo no tenga una de las mejores revistas arbitradas. Yo prefiero decir que la Universidad es buena y que lo que nos faltaba era una revista, y no al contrario. Ese fue el significado.
RDU: En el mundo de las publicaciones, ¿qué grado de aceptación percibe que tienen las revistas digitales ante las impresas?
VGO: He tenido la suerte de formar parte de cuerpos asesores de instituciones científicas de Estados Unidos, dedicados a la publicación de revistas científicas muy importantes. Hoy muchas de estas revistas se publican únicamente en formato digital. Llegaron a la conclusión de que al llegar las universidades a los noventa, las ventajas de publicar en forma digital en Internet por mucho excedían a sus desventajas. La publicación en papel resultaba ser ya un peso muerto para sus propósitos de difusión de la ciencia, a la mayor cantidad de personas posible y lo más rápido posible.
RDU: ¿Qué futuro tendrán las publicaciones digitales? ¿Llegarán a desplazar a las
impresas?
VGO: Sí, por supuesto, siempre y cuando, cosa que está sucediendo, las revistas digitales tengan el mismo grado de revisión de lo que se publica en papel. Es como en un puesto de periódicos: puede haber cosas muy bien hechas de un gran escritor y puede haber muchas que no tengan ningún valor literario. Todo depende de los cuerpos de profesionales y de los académicos que hagan el arbitraje de las publicaciones. Se van a diferenciar muy claramente las bien arbitradas de las mal arbitradas.
RDU: ¿Qué opinión le merece a usted el cumpleaños número diez de la rdu?
VGO: Evidentemente me siento orgulloso de haber participado, porque no fui el único. Fueron muchísimos universitarios, entre ellos los investigadores de primer nivel, quienes dedicaron tiempo a participar en este proyecto. Pero también me siento muy orgulloso por todas las personas que siguieron manteniendo la revista, dándole continuidad para que hoy lleguemos a los diez años. Probablemente es más importante la labor que ellos hicieron, de mantenerla, que simplemente haberla hecho nacer.
RDU: ¿Tiene usted algo más que decirle a la comunidad universitaria, en relación con el ambiente de la publicación digital y la difusión del conocimiento?
VGO: Bueno, la unam fue precursora de Internet en Latinoamérica y en muchos lugares del mundo. Fue de las primeras instituciones, fuera de Estados Unidos, que empezaron a desarrollar y dar el servicio de Internet de manera generalizada en México, a promover su utilización. Hoy vemos con esta celebración de diez años, que las autoridades universitarias no solamente tuvieron la idea de desarrollar este proyecto, sino que también tuvieron la entereza y la seriedad de mantenerla a lo largo de los años. Ojalá que la Universidad siga ocupando los primeros lugares en este país en cuanto a desarrollo académico, científico y cultural.