Vol. 25, núm. 4 julio-agosto 2024

Cambio climático y el agro mexicano: desafíos alimentarios

Guillermo N. Murray Tortarolo, Alma Mendoza Ponce, Mario Martínez Salgado y Karla Sánchez Guijosa Cita

Resumen

El cambio climático es una realidad que ya nos alcanzó. Sus impactos son y serán diversos, pero sobre todo tiene serias implicaciones en la producción de alimentos. México es susceptible a los extremos en el clima, particularmente la sequía, misma que impacta de manera profunda las relaciones entre la producción de alimentos y la sociedad. En este artículo te contamos cómo el cambio climático ha impactado la producción de alimentos en México, y la manera en que esto se traduce en cambios en la ocupación agraria y en la migración hacia Estados Unidos. Finalmente te presentamos algunas alternativas y soluciones para hacer frente a este fenómeno, de modo que impidamos los peores impactos socioecológicos. Al final, clima-alimentos-sociedad forman un continuo, y alterar a uno genera impactos en los otros. Depende de nosotros como sociedad cambiar la forma en que nos relacionamos con nuestra producción de alimentos.
Palabras clave: sequía, eventos extremos, producción agrícola, migración, cambio climático.

Climate change and Mexican agriculture: food challenges

Abstract

Climate change is upon us. Its impacts are diverse, but food production has been particularly altered. Mexico is vulnerable to extreme events, especially drought, which deeply impacts the relationship between food production and society. In this article we show you how climate change has impacted food production in Mexico; and the way this translates into changes in agrarian occupancy and migration to usa. Finally, we present some alternatives and solutions to face this phenomenon, so we can prevent the worst socioecological impacts. In the end, climate-production-society are a continuous, and altering one element has impacts in the others. Is up to us, as a society, to change the way we relate to our food production systems.
Keywords: drought, extreme events, food production, migration, climate change.


El cambio climático es una realidad en el presente y muy posiblemente empeore antes de estabilizarse y mejorar. Sus impactos en nuestro planeta son muchos: derretimiento de hielos perpetuos, aumento de tormentas de rayos, de huracanes y de sequías, por mencionar algunos. Las consecuencias para los ecosistemas y los seres humanos ya se están viviendo, por lo que desarrollar mecanismos de adaptación y mitigación es una prioridad en la investigación y la toma de decisiones.

Uno de los sectores más impactados por el cambio climático es la producción de alimentos, ya que depende de un clima predecible para poder cultivar de manera cíclica y mantener al ganado. Las alteraciones globales a la temperatura y a la precipitación han tenido como resultado una pérdida en la producción de alimentos y con ello ha aumentado la inseguridad alimentaria a diferentes escalas.

La producción de alimentos en México es particularmente sensible al clima, y, por lo tanto, al cambio climático. Más de la mitad del área del país está destinada a la producción de alimentos en formas de manejo dependientes de una precipitación recurrente en tiempo y forma (por ejemplo, agricultura de temporal o pasturas) (siap, 2024). En consecuencia, los medios de subsistencia de al menos 6 millones de habitantes del país (inegi, 2024) —aunque posiblemente de hasta 20 millones— están íntimamente ligados al clima. A raíz de lo anterior, el estudio de este continuo clima-alimentos-sociedad es fundamental para la correcta guía de las políticas públicas de adaptación y mitigación frente al cambio climático.

En este artículo narramos cómo la variabilidad climática, los extremos y el cambio climático han impactado la producción de alimentos en el país, y cómo esto a su vez ha tenido una cascada de consecuencias sociales. Al final te contamos el tipo de alternativas que son necesarias para reducir la vulnerabilidad de nuestro agro frente a los peores escenarios.

¿Qué sabemos de los impactos del cambio climático en la producción de alimentos en México?

El cambio climático está afectando a los cultivos en México. En una investigación reciente, revisamos todos los artículos científicos que pudimos encontrar sobre la relación entre el cambio climático y la producción agraria mexicana (Mendoza-Ponce et al., 2023). Obtuvimos 96 resultados, a toda clase de escalas temporales y espaciales (municipal, estatal y nacional). Con ello nos dimos cuenta de que hay poca diversidad de los cultivos analizados. Por ejemplo, más de la mitad de los estudios se enfocan en el maíz (37%) y el café (37%); además, gran parte de los estudios son estatales (60%), en los que sobresalen los estados de Veracruz (18%), Puebla (13%), Michoacán (10%), y Jalisco (8%).

Pese a dichas limitantes, nos percatamos de que existe una concurrencia entre los resultados. Los estudios para el maíz muestran un decremento en la producción de temporal de hasta 10% a nivel nacional, con disminuciones regionales de hasta 80% (Murray-Tortarolo et al., 2018), 84% (Arce-Romero et al., 2020), o 42.6% (Estrada et al., 2022). Hay autores que sugieren que estas disminuciones se darán por el aumento en la temperatura, mientras que otros estudios lo atribuyen en su mayoría a la disponibilidad de agua y a la duración de la temporada de secas, principalmente en el noreste y sur del país (Arce-Romero et al., 2020; Murray-Tortarolo et al., 2018). En el caso del café se muestran impactos con disminuciones de 42.5% y 23.4% para el café de riego y de temporal, respetivamente (Gay et al., 2006). Para el trigo se proyectan decrementos de hasta 23.3% para temporal y 20.0% para riego hacia 2050 (Hernandez-Ochoa et al. 2018). Y, debido a mayores temperaturas y reducciones en precipitación, el frijol podría tener decrementos de 10% a 40% (Arce-Romero et al., 2020).

En otras palabras, sabemos que el cambio climático está impactando e impactará el rendimiento y la producción de los cultivos en México, con un mayor efecto en la producción de temporal. No obstante, la muestra de cultivos con la que contamos es aún limitada y hacen falta muchas más investigaciones en otros alimentos. ¿Qué pasará con la cebada, el aguacate, el jitomate, las bayas (fresas, frambuesas, zarzamoras y arándanos), por mencionar algunos? Son preguntas para las que aún no tenemos respuesta. Por supuesto que el impacto no se restringe a la agricultura, la ganadería también se ha visto fuertemente afectada, sobre todo por las intensas sequías que han asolado al país recientemente, otro tema del que hay pocos estudios.

Variabilidad climática y abandono del campo

Los impactos de la baja en la producción de cultivos no son sólo económicos; también generan una reestructuración en la población y en sus actividades diarias. En nuestra investigación hemos visto que uno de los principales impactos de la falta de precipitaciones es la disminución inmediata de la ocupación en el campo mexicano; en particular, para las personas dedicadas a la ganadería y la agricultura de temporal. Por ejemplo, durante las sequías de 1982 y 1987 la población ocupada en la ganadería se redujo en un 20 y 15%, respectivamente, y en la agricultura de temporal hubo un éxodo de 9 y 12% registrado en el año siguiente a las sequías (Sanchez-Guijosa et al. En preparación)

También vimos que las decisiones sobre la ocupación agraria están determinadas por la cantidad de agua. Años con altas precipitaciones aumentan el cambio interno en la actividad agrícola a consecuencia de la búsqueda de maximización de ingresos; por ejemplo, le decisión de sembrar alfalfa en lugar de maíz, o dedicarse a criar vacas en lugar de la milpa. Mientras que años secos disminuyen la cantidad de gente que entra al agro y favorecen el mantenimiento de las mismas actividades (en particular de formas de manejo menos propensas a sufrir pérdidas).

De esta manera, clima y producción se ligan con calidad de vida, ingreso y decisiones en el medio rural. Lógicamente, las decisiones se vuelven más críticas y difíciles entre más trascendental sea un evento (por ejemplo, frente a una inundación o una sequía), lo que lleva a una mayor reorganización en el agro mexicano y, en casos extremos, a su abandono (ver figura 1).

El camino del taco

Figura 1. Ejemplo de los impactos y decisiones que provoca la variabilidad climática en el agro mexicano, su abandono y la migración a Estados Unidos. Crédito: elaboración propia.

Sequía y migración del medio rural

Como resultado de la pérdida de cultivos durante años secos, los cambios en el agro y la pérdida de ingresos económicos también se da otro proceso: un aumento en las tasas migratorias de México a Estados Unidos. En ese sentido, estudiamos la influencia que han tenido las sequías más extremas de cada década en la migración hacia nuestro vecino del norte desde 1970 hasta 2009. Encontramos que inequívocamente, el año más seco de cada década coincide con las tasas migratorias más altas, con el máximo registrado durante la sequía de 1999 a 2001 (Murray-Tortarolo y Martinez-Salgado, 2020). En otras palabras, con la sequía se va la gente de México hacia Estados Unidos.

Más preocupante aún es que el impacto de la sequía en la migración no se distribuye de forma equitativa entre la población. La migración, así como el impacto que tiene la sequía, es mucho mayor en zonas rurales áridas, en contraposición a ambientes húmedos urbanos (ver figura 2). Si bien la sequía incrementa la migración en todas las zonas de nuestro país, el aumento es más vertiginoso en los ambientes rurales. En ese sentido, durante la sequía, la tasa migratoria de ambientes rurales áridos llegó a ser casi del 1%, o sea, 1 de cada 100 personas migró. Entonces, la sequía, no sólo afecta la producción de alimentos, sino al bienestar de nuestro país.

migracion a Estados Unidos de 1970 a 2009 y en anios secos

Figura 2. Migración de México a Estados Unidos (% del total de la población) de 1970 a 2009 y en años secos, dividiendo al país en ambientes rurales contra urbanos y comparando distintas zonas climáticas. Los resultados muestran un mayor impacto de la sequía en las zonas rurales áridas que en las urbanas húmedas. Crédito: figura redibujada de la original de Murray-Tortarolo y Salgado (2020).

En búsqueda de una seguridad agraria, alimentaria y socia

Como te hemos contado hasta aquí, el cambio climático para nuestro país y particularmente la falta de agua significan una afectación enorme a nuestra sociedad. No se trata únicamente del riesgo que implica para la producción de alimentos —y junto con ello la escalada de precios para los consumidores—, sino de una alteración del mismo tejido social, que lleva a una reestructuración de la ocupación poblacional y hasta aumentos en la migración. El abandono rural ocasionado por la sequía también implica una mayor presión en los ambientes urbanos, lo que tiene una serie de consecuencias negativas. Lo anterior pone en evidencia la necesidad de comenzar a generar alternativas para hacer frente a la sequía en el agro y evitar los peores escenarios.

Con base en lo anterior, cualquier alternativa para que el agro pueda hacer frente a la sequía y a la variabilidad climática se transforma en una propuesta con beneficios económicos y sociales. Cuando pensamos en soluciones para hacer frente a los problemas ambientales, hay tres grandes posibilidades: soluciones basadas en la tecnología, en la naturaleza y en la sociedad. Aunque, lejos de verlas por separado, las acciones de mitigación y adaptación implican la integración de las tres esferas.

Para el campo mexicano las acciones basadas en la tecnología tienen que ver sobre todo con el mejoramiento de nuestros sistemas de riego: por ejemplo, sustituyendo el riego de cielo abierto por aspersión por goteo o riego subterráneo. Las alternativas basadas en la naturaleza implican modificar las formas de manejo de los cultivos, pensando en pasar del manejo agroindustrial de monocultivo a prácticas alternativas como sistemas silvopastoriles y agroforestales, con un manejo agroecológico y la introducción de especies resistentes a la sequía.

Finalmente, las soluciones basadas en la sociedad implican cambiar las formas de relación de los individuos, dejar de pensar en la producción de alimentos como una acción individual y comenzar a generar manejos comunitarios de los bienes. En la figura 3, damos algunos ejemplos de este tipo de soluciones, cada uno de los cuales tiene su propia línea de investigación y aplicación. No obstante, existen muchísimas propuestas, todas las cuales necesitan de la participación de nuestra sociedad.

posibles soluciones a los impactos del cambio climatico al agro mexicano

Figura 3. Algunas posibles soluciones para hacer frente a los impactos del cambio climático en el agro mexicano. Crédito: elaboración propia.

Independientemente del camino que se escoja y la solución que se aplique, lo cierto es que las formas de manejo actuales son insostenibles. Es urgente repensar cómo se producen los alimentos, pero también la relación que tenemos como sociedad con los mismos. Hay que entender que no se trata únicamente de producción e ingresos sino de la misma estructura social y de la manera en la que está ocupado nuestro país. Hacer frente al cambio climático desde el agro, con conocimiento científico y una correcta toma de decisiones, significa prevenir impactos para toda la sociedad, particularmente la más vulnerable.

Referencias

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  • Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (siap). (2024). https://www.gob.mx/siap


Recepción: 05/06/2023. Aceptación: 12/06/2024.

Vol. 25, núm. 4 julio-agosto 2024

Taxcal, Chuj: la tortilla y su poder sagrado

Iván G. Deance Bravo y Troncoso y Xánath Rojas Mora Cita

Resumen

El maíz es fundamental en la vida de México, arraigado en aspectos alimenticios, culturales y rituales. Entre los pueblos originarios, este grano no sólo es un alimento cotidiano, sino un símbolo central en rituales y ciclos agrícolas, destacándose en el sistema de producción de la milpa. Este trabajo explora la sacralidad atribuida a la tortilla, derivada del maíz, entre los pueblos originarios de la Sierra Nororiental del Estado de Puebla. La tortilla no sólo nutre, sino que también encarna significados profundos en la vida social y ritual de estas comunidades. A lo largo y ancho de México, este alimento es protagonista en múltiples aspectos de la vida diaria, y este estudio rescata la memoria y la oralidad asociadas a la tortilla desde la perspectiva de sus productores. Te invitamos a explorar cómo este alimento trasciende su función culinaria para convertirse en un portador de identidad y tradición entre los pueblos originarios mexicanos.
Palabras clave: maíz, tortilla, nahuas, totonacos, pueblos originarios, ritual, cultura.

Taxcal, Chuj: the tortilla and its sacred power

Abstract

Corn is fundamental in Mexico’s life, deeply rooted in alimentary, cultural, and ritual aspects. Among indigenous peoples, this grain serves not only as daily sustenance, but also as a central symbol in rituals and agricultural cycles, prominently featured in the milpa production system. This work explores the sacredness attributed to the tortilla, derived from corn, among indigenous peoples of the Sierra Nororiental, in the state of Puebla. The tortilla not only nourishes, but also embodies profound meanings in the social and ritual life of these communities. Throughout Mexico, this food plays a leading role in multiple aspects of daily life, and this study preserves the memory and oral traditions associated with the tortilla from the perspective of its producers. We invite readers to explore how this humble food transcends its culinary function to become a bearer of identity and tradition among Mexican indigenous peoples.
Keywords: corn, tortilla, Nahuas, Totonacos, indigenous peoples, ritual, culture.


Barbechando la tierra

El maíz es un alimento ancestral y simbólicamente vital, fundamental tanto en la vida cotidiana de los mexicanos como en la de sus antepasados (Esteva y Marielle, 2003). Para los mexicanos, especialmente en el estado de Puebla, el maíz no sólo es un elemento culinario fundamental, sino también un símbolo arraigado en nuestras vidas cotidianas y en la herencia de nuestros antepasados. Esta planta, originaria del continente americano, no sólo es el cereal más producido en el mundo hoy en día, sino que también ha desempeñado un papel crucial en las cosmovisiones de las culturas originarias, proporcionándoles coherencia en sus existencias (Boege, 2009).

A pesar de ser un tema ampliamente estudiado, el origen de la domesticación del maíz sigue siendo objeto de debate, con diversas hipótesis que señalan a diferentes regiones y culturas como protagonistas. Lo que es innegable es que el maíz, con su estructura adaptada a la intervención humana, ha perdido la capacidad de reproducirse por sí mismo. Esta dependencia biológica refleja una simbiosis única con los seres humanos, aunque para las culturas que veneran al maíz, esta relación va más allá de lo biológico hacia una coodependencia casi ritualística, donde el maíz se percibe como un ente que requiere ser cuidado y respetado como otro ser humano (Deance Bravo y Troncoso, 2012, p. 59).

Desde una perspectiva agropecuaria, el maíz ha sido ampliamente estudiado en diversos contextos. Investigaciones detalladas han evaluado desde la calidad de las harinas nixtamalizadas (Billeb de Sinibaldi y Bressani, 2001) hasta las propiedades físicas y termodinámicas de estas harinas (Ramírez-Miranda et al., 2014). Además, se han abordado aspectos químicos, fisicoquímicos y reológicos del maíz (Pérez et al., 2002), así como estudios sobre su rendimiento económico y social en la producción y comercialización (Maximiliano-Martínez et al., 2011; García-Montesinos et al., 2020).

La amplia gama de investigaciones refleja la importancia integral del maíz, Zea mays, no sólo como alimento esencial en México y el continente, sino también como un objeto de estudio multidisciplinario que abarca aspectos físicos, productivos, económicos y sociales. Esta riqueza de conocimiento ha generado un corpus académico significativo y accesible a través de plataformas digitales y redes sociales, facilitando el acceso a tratados y estudios detallados sobre la gramínea.

Escogiendo la semilla

Nuestro estudio adoptó un enfoque cualitativo basado en la etnografía, que nos permitió explorar las vivencias y significados atribuidos al maíz por las comunidades locales. Utilizando entrevistas semiestructuradas, pudimos capturar datos cualitativos profundos derivados de experiencias cotidianas relacionadas con la cultura del maíz (Lopezosa et al., 2022). Este enfoque nos permitió adentrarnos en las prácticas y lógicas relacionadas con el maíz desde la perspectiva de sus propios practicantes.

Desde una posición fenomenológica, nuestro análisis se centró en comprender los fenómenos socioculturales asociados al maíz a través de la observación participante y entrevistas en profundidad. Reconocemos que nuestras interpretaciones están intrínsecamente ligadas al contexto cultural e histórico dinámico de las comunidades estudiadas, enmarcado en un mundo globalizado que afecta las tradiciones locales y los intercambios culturales (Guber, 2012).

El camino del taco

Crédito: Elaboración propia.

En resumen, este estudio no sólo proporciona una visión detallada de las complejas relaciones entre las comunidades locales y el maíz, sino que también ilustra cómo la investigación etnográfica puede profundizar nuestra comprensión de los fenómenos culturales en contextos específicos. Los relatos y perspectivas locales son esenciales para capturar las complejidades y matices de las prácticas relacionadas con el maíz, ofreciendo una mirada holística y contextualizada de estas sociedades (Atkinson y Heritage, 1984; Hammersley y Atkinson, 2006).

Durante nuestra investigación, exploramos profundamente la cultura y los rituales asociados con el maíz en las comunidades estudiadas, destacando específicamente la importancia de la tortilla. Este alimento no sólo es fundamental en la dieta cotidiana, sino que también juega un papel central en prácticas culturales significativas, incluido su uso en rituales que exploran su sacralidad y poder como oráculo.

La sacralidad de la tortilla y su poder como oráculo

Un oráculo es una señal adivinatoria proporcionada por una divinidad, un intermediario entre la divinidad y las personas o por un objeto sagrado. La historia de los pueblos de la antigüedad está plagada de ejemplos de este fenómeno y los pueblos actuales han heredado y resignificado sus propios oráculos. Para el caso de los totonacos —y no dudo que para otros pueblos mesoamericanos también—, la tortilla ha encarnado la sacralidad proveniente del maíz y ha fungido como un oráculo cotidiano en los hogares desde tiempos inmemoriales.

Durante el trabajo de campo, compartimos alimentos con diversos habitantes de la Sierra Nororiental y, en una ocasión, uno de los niños con los que comíamos comenzó a morder la tortilla por el borde, pero sin remojarla en su plato, como si hubiera transgredido una gran regla. La mamá, nuestra anfitriona, le regañó de inmediato diciéndole que si mordía la tortilla y no comía su comida, no iba a crecer. Así surgió la inquietud de investigar si existían más ejemplos como el descrito, donde la forma de tratar o consumir el maíz, en este caso la tortilla, tuviera algún efecto real o simbólico en el desarrollo de la vida de las personas.

Para nuestra sorpresa, encontramos una gran diversidad de procesos adivinatorios y maleficios derivados del uso y tratamiento de la tortilla, así como de algunos objetos relacionados con ella. Diversos signos manifestados desde la elaboración hasta el consumo de la tortilla daban lugar a una serie de interpretaciones, principalmente a cargo de las mujeres, especialmente las dedicadas a la cocina, ya que, después de todo, fue una mujer la que dio a luz a un niño sacrificado en uno de los mitos de origen del maíz entre el pueblo totonaco (Deance Bravo y Troncoso, 2012).

Según los datos encontrados, podemos distinguir tres tipos de relatos proporcionados por la tortilla como oráculo cotidiano dentro de las culturas de la Sierra Nororiental del Estado de Puebla. Estos pueden ser explicativos, punitivos y adivinatorios.

1. Relatos explicativos. Estos ayudan a comprender una realidad inmediata en la familia, ya sea en el plano tangible o intangible. Por ejemplo:

  • Cuando una mujer está haciendo tortillas y se rompe una, es porque el marido o alguien en la familia ya tiene hambre.
  • Si al echar las tortillas al comal, no se cocinan pronto o uniformemente, es porque la cocinera está enojada, preocupada o tiene algún malestar. Una variante de esta premisa menciona que si el comal no se calienta, es porque hay conflictos familiares o la cocinera está triste.
  • Cuando la olla comienza a hacer ruidos extraños o truena el Día de Todos los Santos, es porque los muertos ya están comiendo; se enojaron porque sus parientes no se apuraron y como tienen mucha hambre, decidieron comer directamente de la olla.
  • Si los tamales no se cuecen adecuadamente para la fiesta, es porque alguien envidioso no comparte la alegría del momento. Este fenómeno se conoce como tamales pintos, donde se cocinan solo parcialmente y no sirven. Por lo tanto, al terminar de colocar los tamales, se les debe poner sauco (una planta caliente) o atar las orejas de las ollas para que no escuchen chismes ni reciban envidias de otras personas.

2. Relatos Punitivos. Estos relatos representan un castigo para aquellos que no respetan la sacralidad del maíz y la tortilla, su subproducto. Por ejemplo:

  • Cuando una persona compra un comal nuevo, debe colocar orejas de masa en él para que escuche y entienda la necesidad de calentarse adecuadamente en futuras ocasiones para que la masa se cocine correctamente; de lo contrario, las tortillas no saldrán bien.
  • Si un niño huele una tortilla en la mesa, le saldrán granos en la nariz.
  • Un niño o niña no debe comer tortilla acostado, ya que podría dejar de crecer; siempre debe estar sentado.
  • Si los niños se enojan y avientan o juegan con la tortilla, se les dice que no lo hagan porque, cuando crezcan, el maíz no producirá. Según la creencia, el maíz tiene corazón y piensa, y si se maltrata, no será productivo.
  • Durante la comida, uno debe abrir las piernas y colocar el plato en el suelo entre ellas. Sin embargo, no se deben abrir mucho las piernas, ya que podrían ensancharse demasiado en la adultez, dificultando el trabajo.
  • No se debe comer masa porque podría afectar la visión nocturna, similar a las totolas1 que no ven bien en la oscuridad.
  • Evitar comer nixcometl,2 puesto que incluso después de lavarse bien, puede hacer que apeste la boca.
  • Es importante no comer la piel tostada de la tortilla que queda en el comal, ya que podría causar que los dedos se pelaran por debajo de las uñas.
  • No se deben decir groserías, porque podrían amargar la masa.
  • “No se debe burlar de la comida (kauilchiua totakualtsin)”. Quienes lo hagan, según la creencia, pueden encontrarse con una serpiente como castigo por despreciar el maíz (Beaucage et al., s/f, p. 32).
  • Es crucial mostrar respeto por la masa de maíz. Según un relato recogido por Beaucage, una mujer evitaba tener gallinas para mantener su casa limpia, pero no recogía los pedacitos de masa que caían del metate3, pisándolos. Como consecuencia, aparecieron dos nauyacas (víboras venenosas) en el metate, y a pesar de los intentos de su marido por matarlas, las serpientes se fueron solas de la casa tras apagarse las lámparas (Beaucage et al., s/f, p. 36).
  • Los campesinos deben aprovechar todo el grano de maíz para evitar la disminución de la producción. Según el Taller de Tradición Oral, un hombre dejó tiradas las mazorcas pequeñas o infestadas durante la cosecha. Cuando otro hombre se acercó, escuchó que las mazorcas lloraban. Al recogerlas y preparar tortillas, invitó al primero a probarlas, quien admitió que estaban deliciosas. Entonces, el hombre explicó que eran las mazorcas despreciadas y que no debería tratarse así al maíz. Al año siguiente, la cosecha del hombre que despreció el maíz fue escasa.
El camino del taco

Crédito: elaboración propia

3. Relatos adivinatorios. Estas premisas predicen eventos futuros basados en acciones que la tortilla, o un objeto relacionado con ella, muestra a los comensales o cocineras. Por ejemplo:

  • No es bueno comer siete tortillas porque ese número está asociado con los muertos y se llama a la muerte.
  • Si un niño toma una tortilla, la muerde varias veces, la coloca en su plato y la come, repitiendo este proceso hasta terminar, no crecerá o no lo hará adecuadamente.
  • Si al moler la masa para las tortillas se rompe el metlapil (metate), alguien morirá.
  • Si al colocar el comal para cocinar las tortillas cruje o hace mucho ruido el fuego, es señal de que habrá visita y la dirección hacia donde apunta la llama indica el lugar de llegada.
  • A veces, al quitarle las hojas a los tamales, no se desprenden fácilmente, lo cual indica que esa noche no podrás desvestir a tu pareja.
  • Si mientras se come, una tortilla cae de la mesa al suelo, la esposa te dejará o te engañará con alguien más.

Cosechando el maíz

Como los ejemplos anteriores, existen muchos otros relacionados con la tortilla, la masa y el nixtamal4. Lo interesante es que, a pesar de ser el alimento más cotidiano y el elemento culinario más utilizado, mantiene un valor simbólico extraordinario; sin importar el estado o proceso del maíz, siempre será sagrado.

Entre los nahuas de la Sierra Nororiental de Puebla, la tortilla se llama taxcal. Entre los totonacos de la misma región, se dice chuj, lo que refleja cómo en el título de nuestro trabajo buscamos representar dos lenguas y culturas diferentes pero unidas por la tortilla. Durante nuestra investigación, nos maravillamos con la diversidad de consejas5, refranes y enseñanzas sobre la tortilla que impactan diversas dimensiones de la vida humana, así como algunos instrumentos utilizados en su elaboración y, por supuesto, el maíz y el proceso de producirlo.

Así, un proyecto que inicialmente exploraba el orden sagrado del maíz, se transformó en largas comidas y sobremesas con los habitantes nahuas y totonacos de la Sierra Nororiental, donde aprendimos sobre la importancia y contribuciones de este humilde alimento que nos acompaña a diario en nuestros hogares y alimenta a nuestras familias. ¿Y a ti qué te han contado sobre la tortilla?

Referencias

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Recepción: 18/11/2022. Aprobación: 03/03/2023.

Vol. 25, núm. 4 julio-agosto 2024

Dime qué comes y te diré qué bioacumulas

Irene Romero Nájera Cita

Resumen

En la búsqueda de hábitos saludables, es crucial considerar los riesgos asociados a nuestros alimentos. A pesar de la mayor información nutricional disponible, muchos productos no revelan la presencia de plaguicidas o metales pesados, como el mercurio en el pescado, que se acumulan en los tejidos de los seres vivos. Este artículo explora el fenómeno de la bioacumulación, destacando cómo afecta tanto a la red alimentaria como a la salud humana. La bioacumulación ocurre cuando organismos como el pescado absorben y acumulan sustancias tóxicas a lo largo de su vida, poniendo en riesgo a quienes los consumen. Este proceso puede magnificarse a lo largo de la cadena alimentaria, aumentando la concentración de contaminantes a medida que se asciende en ella. Es fundamental que los consumidores estén informados sobre estos riesgos para tomar decisiones alimenticias más conscientes y saludables. A pesar de las etiquetas nutricionales y guías como el plato del buen comer, aún falta información crítica en muchos productos que consumimos diariamente. Con este conocimiento, podemos mitigar los riesgos para la salud y contribuir a un consumo alimenticio más seguro y sostenible.
Palabras clave: bioacumulación, alimentación saludable, metales pesados, contaminantes en alimentos, riesgos para la salud.

Tell me what you eat and I’ll tell you what you bioaccumulate

Abstract

In the quest for healthy habits, it is crucial to consider the risks associated with our food. Despite the wealth of nutritional information available, many products do not disclose the presence of pesticides or heavy metals, such as mercury in fish, which accumulate in living tissues. This article explores the phenomenon of bioaccumulation, highlighting its impact on both, the food web and human health. Bioaccumulation occurs when organisms like fish absorb and accumulate toxic substances over their lifetimes, posing risks to those who consume them. This process can magnify along the food chain, increasing contaminant concentrations as they ascend it. It is essential for consumers to be informed about these risks to make more conscious and healthier dietary choices. Despite nutritional labels and guides like the eatwell plate, critical information is still lacking in many products we consume daily. With this knowledge, we can mitigate health risks and promote safer, more sustainable food consumption.
Keywords: bioaccumulation, healthy eating, heavy metals, food contaminants, health risks.


Introducción

Cuando se trata de alimentación, dietas y salud, es probable que hayamos escuchado que la carne más beneficiosa para el consumo humano es la de pescado. Es fácil de digerir, ligera, baja en grasa y no contiene hormonas, especialmente si proviene de su ambiente natural en lugar de granjas donde se reproducen de manera controlada para la venta y consumo. Sin embargo, el medio natural donde habitan estos organismos también está expuesto a contaminantes, que pueden llegar por la lluvia, descargas de drenaje a ríos, lagos, lagunas y mares, así como por otras fuentes directas de contaminación, como la basura arrojada en cuerpos de agua o en sitios donde los lixiviados (líquidos que se desprenden de la descomposición de materia orgánica) se filtran al agua subterránea.

En algunos casos, estos contaminantes pueden biodegradarse (descomponerse en formas más simples por organismos como bacterias y hongos) y no llegar hasta los cuerpos de agua. Sin embargo, hay otros que pueden ser potencialmente tóxicos para los seres vivos y que llegarán hasta los organismos acuáticos que posteriormente consumiremos. Entonces, resulta que lo que considerábamos la carne más beneficiosa no lo es tanto, ya que bioacumula elementos dañinos como el mercurio, el cual tiene efectos negativos en la salud.

El objetivo de este artículo es explicar qué es la bioacumulación, dar algunos ejemplos y mostrar cómo afecta a toda la red alimentaria para que intentemos modificar, en la medida de lo posible, los hábitos de alimentación que podrían poner en riesgo nuestra salud.

Pero, ¿qué es la bioacumulación?

La bioacumulación es la acumulación de sustancias o elementos químicos en el cuerpo de un organismo a través de diversas fuentes de exposición a lo largo del tiempo (Pittinger, 2007; GreenFacts, 2022). Estas fuentes pueden ser bióticas (como otros organismos) o abióticas (como agua, suelo o aire) (Pittinger, 2007; Pérez y Gardey, 2017; GreenFacts, 2022). Los elementos químicos se incorporan en los tejidos de los seres vivos a través de la respiración o la alimentación (Pérez y Gardey, 2017).

Es decir, que al ingerir el pez un elemento tóxico, como el mercurio u otros metales pesados, estos se integran a sus propios músculos y tejidos, donde se acumulan conforme el pez ingiere más del mismo elemento a lo largo de su vida. Cuanto más joven sea el pez, menos sustancias tóxicas bioacumulará en su cuerpo.

El problema se agrava cuando estos elementos tóxicos afectan a otros organismos que son consumidos a lo largo de la cadena alimentaria. En una cadena alimentaria, se transfieren sustancias nutritivas a través de los diferentes eslabones que la componen: cada eslabón (formado por diferentes especies) se alimenta del eslabón inferior y sirve de alimento al eslabón superior. Una cadena alimentaria típica incluye al menos tres eslabones: las plantas (que producen su propio alimento), los herbívoros (que se alimentan de las plantas) y los carnívoros (que se alimentan de carne). Existen cadenas alimentarias más complejas que pueden incluir otros eslabones como los descomponedores (hongos y bacterias) o eslabones intermedios entre herbívoros y carnívoros, como los omnívoros (que consumen tanto plantas como carne).

Cuando la bioacumulación se extiende a toda la red alimentaria (conjunto de varias cadenas alimentarias), se le conoce como biomagnificación. Así, conforme se asciende en la cadena, aumentan las concentraciones de elementos tóxicos incorporados en los organismos (GreenFacts, 2022). Por ejemplo, un pescado pequeño (como el charal) tendrá una menor concentración de sustancias tóxicas que uno más grande (como el atún). Esto se debe a que los organismos pequeños son presa de los más grandes, y a mayor tamaño, mayor concentración del contaminante (ver Figura 1).

El camino del taco

Figura 1. Nivel de contaminantes a lo largo del tiempo y de la cadena alimenticia. Crédito: Luna (2017).

¿Qué organismos pueden bioacumular sustancias tóxicas?

En general, todos los seres vivos son capaces de bioacumular contaminantes, aunque algunos serán más tóxicos que otros. Desde el nivel más bajo de una cadena alimentaria, como las plantas y las algas, hasta los niveles más altos, donde se encuentran los depredadores que se alimentan de carne, como osos, lobos, tiburones y seres humanos, entre otros, encontraremos organismos bioacumuladores.

Algunos ejemplos recientes que evidencian este fenómeno incluyen la bioacumulación de metales pesados en ostiones, plaguicidas en ajolotes, mercurio en manglares, nanopartículas atmosféricas en plantas, así como cobre, zinc y plomo en musgos (Álvarez-Díaz et al., 2020; Hernández et al., 2013; Molina et al., 2019; Abrica-González y Gómez-Arroyo, 2022; Lara-Almazán et al., 2021). Dependiendo de la cantidad acumulada y la toxicidad de cada elemento, existe un riesgo toxicológico específico. Por ejemplo, en el caso de los ostiones, los niveles de metales pesados en dicho estudio, superan los límites permitidos por las normativas mexicanas, por lo cual se consideran un riesgo para la salud.

¿Qué es el riesgo toxicológico?

El riesgo toxicológico se define como la probabilidad de que ocurra un efecto en la salud después de que un organismo haya estado expuesto a una determinada cantidad de una sustancia o elemento químico (atsdr, 2019). Incluso en dosis bajas, algunas sustancias pueden tener efectos negativos. La magnitud del riesgo depende de la cantidad, así como de la duración y frecuencia de la exposición al elemento. Además, hay rutas de exposición más susceptibles de causar efectos, como el contacto a través de la piel, inhalación, consumo o inyección (atsdr, 2019).

Un estudio realizado por semarnat (2009) resume que para identificar el peligro vinculado a la exposición de un compuesto químico con riesgo para la salud, se revisan datos del desarrollo de la enfermedad a través de dos tipos de estudios: experimentos de laboratorio y registros epidemiológicos.

En los experimentos de laboratorio, se utilizan organismos como ratas, expuestos a diferentes concentraciones y tipos de sustancias tóxicas. Estas pueden causar daños a diferentes órganos, especialmente al hígado y los riñones, que se encargan de limpiar la sangre y convertir las sustancias tóxicas en moléculas menos dañinas para ser expulsadas del cuerpo a través del sudor, la orina o el excremento. Este fenómeno se conoce como biotransformación.

Por otro lado, los estudios de registros epidemiológicos se utilizan para evaluar el riesgo de una sustancia tóxica en la salud humana. Generalmente, se comparan grupos de humanos expuestos al elemento tóxico con grupos no expuestos y se observan durante un período de tiempo, documentando la aparición de síntomas y enfermedades en ambos grupos (semarnat, 2009). Estos estudios ayudan a prevenir impactos negativos en la salud y el ambiente.

¿Qué tanto es tantito?

Diferentes especies reaccionan de manera distinta a la exposición de elementos tóxicos en el ambiente. Los estudios que evalúan la mortalidad de especies tras la exposición a elementos tóxicos se basan en la concentración que puede ser letal para ellos. Por ejemplo, en Campeche se registró la muerte de tiburones expuestos a zinc y cobre, siendo las hembras las más afectadas con mayores concentraciones de estos contaminantes en el hígado en comparación con los machos. A pesar de esto, no se excedieron los límites máximos permitidos por las normativas, por lo que el consumo de su carne no representa un riesgo para la salud humana (Esparza-May et al., 2023). En la laguna Mandinga, Veracruz, se observó el efecto del cadmio en ostiones mediante un experimento de laboratorio donde los organismos perdieron peso y finalmente murieron al ser expuestos a altas concentraciones de este elemento tóxico (Barrera-Escorcia y Wong-Chang, 2010).

Hay varios contaminantes bien identificados cuyas dosis y rutas de exposición se sabe que causan efectos en la salud humana. Por ejemplo, el cadmio, utilizado en la elaboración de pilas, pinturas y cerámica, afecta diferentes sistemas del cuerpo, incluyendo el respiratorio, digestivo, urinario, reproductor, óseo y nervioso. Otro elemento tóxico bien estudiado es el mercurio, cuyas rutas de exposición pueden ser por consumo, inhalación y absorción. La exposición aguda al mercurio puede causar problemas respiratorios, renales, cardiovasculares, gastrointestinales, dermatológicos y neurológicos, mientras que la exposición crónica causa principalmente síntomas neurológicos, carcinogénicos, tiroideos, inmunológicos y reproductivos (semarnat, 2009; Gaioli et al., 2012).

Entonces, el riesgo de consumir plantas o animales que bioacumulan sustancias tóxicas dependerá de factores determinados como la cantidad, la concentración y la ruta de exposición. No es lo mismo tocar una planta que consumirla. Si sólo la toco, probablemente tendré urticaria (ronchas y comezón en la piel), mientras que si la consumo puedo acabar en el hospital por intoxicación. No es lo mismo comer pescado una vez a la semana que consumirlo diariamente; cuanto menos organismos bioacumuladores ingiera, menor será el riesgo de afectar mi salud.

Importancia de los organismos bioacumuladores

La expansión de la bioacumulación de sustancias tóxicas en las redes alimenticias es fundamental para identificar lugares contaminados que pueden representar riesgos para la dinámica y el buen funcionamiento de los ecosistemas, así como para la salud humana (García et al., 2017). Estos organismos, conocidos como bioindicadores, responden a las alteraciones en su entorno de diversas maneras: pueden enfermar, cambiar de forma y color, modificar sus hábitos, desaparecer, colonizar nuevos sitios o bioacumular sustancias tóxicas (García et al., 2017).

Por ejemplo, el lirio acuático que prolifera en los canales de Xochimilco es un indicador claro de la presencia de contaminantes en el agua (ver Figura 2; Cardinalia, 2020). La presencia cada vez más frecuente de delfines, orcas y ballenas varados en las playas, como menciona Hobson (2021), también puede atribuirse a la presencia de contaminantes en su entorno marino. Estos animales, al enfermarse, suelen salir del mar para morir, siendo los contaminantes como el petróleo derramado o los microplásticos consumidos como basura, algunos de los motivos de estos varamientos.

El camino del taco

Figura 2. Reproducción descontrolada de lirios acuáticos en los canales de Xochimilco en la CDMX. Crédito: Psagency1990 (2015).

Otros ejemplos de organismos bioindicadores incluyen a los líquenes (ver Figura 3), cuya ausencia o escasa presencia indica baja calidad del aire que respiramos, posiblemente debido a contaminantes emitidos por vehículos o parques industriales (Lijteroff et al., 2010). En el caso de la calidad del agua, además de las plantas como el lirio mencionado anteriormente, la presencia de ciertas especies de algas, corales, erizos y caracoles también puede indicar contaminación (García et al., 2017). Algunas especies de hongos funcionan como bioindicadores de radiactividad y, al ser consumidos por otros seres, como los roedores, la radiactividad puede biomagnificarse en eslabones posteriores de la cadena alimentaria (Valenzuela et al., 2010).

El camino del taco

Figura 3. Líquenes bioindicadores de la calidad del aire. La contaminación del aire afecta su supervivencia. Crédito: Green (2024).

Conclusiones

Si bien sería ideal evitar por completo los alimentos con sustancias tóxicas, especialmente en entornos urbanos donde es difícil acceder a opciones completamente orgánicas o cultivar nuestros propios alimentos, podemos adoptar medidas realistas. Moderar el consumo de alimentos procesados y dar preferencia a opciones naturales, revisar etiquetas nutricionales para elegir productos con menos ingredientes perjudiciales como grasas trans y conservadores artificiales, es un primer paso importante.

En México, los sellos informativos en el etiquetado de alimentos nos ayudan a identificar aquellos con excesos de ingredientes críticos para la salud, orientándonos hacia elecciones más saludables. Sin embargo, aún con estas herramientas, la información y la conciencia del consumidor son fundamentales. Es crucial mantenernos informados a través de fuentes confiables para entender los riesgos asociados a nuestra alimentación.

El estudio de la bioacumulación y el uso de bioindicadores en la evaluación de calidad ambiental nos permiten comprender cómo los contaminantes ingresan en la red alimentaria y afectan la transferencia de nutrientes entre sus componentes. Esto es valioso para identificar zonas vulnerables y riesgos para la salud humana derivados del consumo de organismos que acumulan toxinas. Como parte integral de esta red, nuestras decisiones alimentarias impactan no sólo nuestra salud, sino también el equilibrio ambiental y la biodiversidad global.

Referencias



Recepción: 18/11/2022. Aprobación: 03/03/2023.

Vol. 25, núm. 4 julio-agosto 2024

Miomas bajo control: nutrición y ejercicio en acción

Alejandra Loyola Leyva y Juan Pablo Loyola Rodríguez Cita

Resumen

Los miomas son crecimientos no cancerosos que se desarrollan en la pared del útero. Estos se deben a múltiples factores, incluyendo la dieta y la actividad física. Las mujeres que tienen miomas pueden tener mayor sangrado menstrual, cólicos intensos, ciclos irregulares, dificultades para lograr el embarazo o riesgo durante éste. Estos síntomas disminuyen la calidad de vida de las mujeres que los padecen. Por ello, es importante su prevención o tratamiento a través de la dieta y la actividad física. Una alimentación alta en frutas y verduras, las cuales son ricas en vitaminas, minerales, fibras y antioxidantes, así como el consumo de algunos lácteos que contienen calcio y vitamina A pueden ayudar a evitar la presencia de los miomas. De igual manera, la suplementación con vitamina D puede ser de gran ayuda para disminuir el tamaño, evitar el crecimiento o su aparición. Además, el realizar actividad física varios días a la semana puede disminuir el riesgo de la presencia de miomas. Por el contrario, el consumo de carnes rojas y carnes procesadas puede implicar un mayor riesgo de presentar estos fibromas uterinos.
Palabras clave: miomas, dieta, prevención, actividad física.

Myomas under control: nutrition and exercise in action

Abstract

Myomas are non-cancerous growths that develop on the uterus wall. Their growth is due to multiple factors, including diet and physical activity. Women that have myomas may present increased menstrual bleeding, intense menstrual cramps, irregular cycles, difficulties in achieving pregnancy, or pregnancy complications. All these symptoms can reduce the quality of life of women who suffer from them. Therefore, its prevention or treatment through diet and physical activity is important. A diet high in fruits and vegetables, which are rich in vitamins, minerals, fiber, and antioxidants, and consuming some dairy products that contain calcium and vitamin A can help prevent the presence of myomas. Likewise, supplementation with vitamin D can help reduce the size and prevent its growth or appearance. Additionally, doing physical activity several days a week can bring benefits such as reducing its risk. In contrast, the consumption of red meat and processed meats can increase the probability of developing these uterine fibroids.
Keywords: myomas, diet, prevention, physical activity.


Introducción

En la actualidad, existen múltiples desórdenes ginecológicos que afectan a las personas con útero en edad reproductiva, uno de ellos son los fibromas uterinos o miomas. Éstos pueden causar diferentes síntomas que afectan la calidad de vida. Uno de sus principales tratamientos son las histerectomías, una cirugía para extirpar el útero, lo que, por un lado, implica una cirugía mayor y, por otro, afecta la capacidad reproductiva de quienes aún no han tenido embarazos y los quieren.

En el mundo, entre el 20 y 80% de las personas con útero pueden llegar a presentar miomas. Un estudio en Alemania reportó que el 41.6% de las mujeres estudiadas presentaron miomas, y estas cifras aumentaban con la edad. En mujeres de 30 a 35 años se observó una prevalencia de 21.3% y en mujeres entre 46 a 50 años de 62.8% (Ahrendt et al., 2016). Sin embargo, para México no encontramos reportes sobre el número de mujeres que presentan miomas, por lo que sería importante que se realizaran estudios para conocer dichas cifras y, así, proponer intervenciones.

Además, los miomas generan grandes costos para los servicios de salud y para las quienes los padecen. Las personas con útero que presentan miomas pueden tener gastos por la compra de analgésicos, productos de higiene femenina, consultas con médicos, cirugías, tratamientos, ultrasonidos y otros indirectos debidos al transporte para acudir a hospitales, centros de salud o pérdidas por no presentarse al trabajo debido a cólicos intensos o sangrados abundantes.

Un estudio en 2012 en Estados Unidos reportó que los costos anuales por costos directos que incluyen las cirugías, admisiones en hospitales, prescripción de medicamentos y consultas médicas fue de 4.1 a 9.4 billones de dólares y por paciente de $5,563 a $8,665 dólares. Mientras que los costos indirectos debidos al ausentismo o discapacidad a corto plazo generaron costos de $4,449 a $30,075 por paciente (Cardozo et al., 2012). Otro estudio reportó que los costos por paciente estuvieron entre los $9,319 y $9,473 dólares y los costos directos e indirectos desde $11,717 hasta $25,023 por paciente por año después del diagnóstico de fibroma uterino en países como Holanda, Alemania, China, Italia, Canadá, Francia e Inglaterra (Soliman et al., 2015). Tampoco se encontraron datos para México.

Por lo anterior, es importante hacer un énfasis en la prevención, para evitar la aparición de los miomas, lo cual podemos lograr con una dieta adecuada, actividad física y ejercicio, ya que son factores que podemos modificar y mejorar. En este artículo te diremos qué son los miomas, qué síntomas presentan y por qué se producen, para que puedas comprender cómo la dieta y la actividad física pueden tener un papel importante en su prevención y desarrollo.

Definición de miomas

Los miomas también se conocen como fibromas uterinos o leiomiomas. Son crecimientos no cancerosos (tumores benignos) que se desarrollan en la pared del útero y son muy comunes en mujeres en edad reproductiva, pero se presentan mayormente en mujeres de 35 a 50 años.

En cuanto a sus características morfológicas, los miomas son redondos y pueden tener diferentes tamaños. En mi caso me sacaron 7 miomas, los más pequeños de un tamaño entre 3 y 5 cm y el más grande del tamaño de mi puño (aproximadamente 8 cm). Sin embargo, hay miomas que puede medir más de 20 cm.

Existen tres tipos, los cuales reciben su nombre dependiendo de la localización dentro del útero. Los subserosos están localizados en la pared externa del útero, los submucosos dentro de la cavidad uterina y los intramurales aparecen dentro de las paredes del miometrio (Abdel Aziz y Mohamed, 2016).

Tipos de miomas

Figura 1. Tipos de miomas.
Crédito: elaboración propia.

Síntomas que se pueden presentar debido a los miomas

Muchos miomas no presentan síntomas y sólo se detectan cuando se realiza un ultrasonido durante la consulta ginecológica. Por otra parte, 30% de quienes presentan miomas reportan mayor sangrado menstrual —que puede provocar anemia—, ciclos menstruales irregulares, dolor pélvico y al tener relaciones sexuales. Los miomas también pueden ocasionar alteraciones reproductivas, como infertilidad y abortos, así como riesgos en el embarazo, como labor pretérmino, mayor necesidad de cesáreas y hemorragias postparto (Hernández Valencia, 2017). En los casos donde el o los miomas son grandes, puede haber presión en la vejiga, —lo que ocasiona más ganas de orinar—, y crecimiento en el área abdominal baja —lo que crea una ilusión de embarazo—. Todos estos síntomas impactan en la calidad de vida de quienes los padecen (Bano et al., 2023, ver figura 2).

Síntomas que se pueden presentar con miomas

Figura 2. Síntomas que se pueden presentar con miomas.
Crédito: elaboración propia.

Como mujer que vivió con miomas, te puedo platicar que mis síntomas fueron tener sangrado abundante, cólicos mortales y crecimiento en el área abdominal baja. Los dos primeros síntomas en ocasiones me impedían ir a trabajar o hacer mis actividades diarias, por lo que afectaban mi calidad de vida. Además, llegué a presentar anemia, la cual yo como nutrióloga me detecté, porque ningún ginecólogo me comentó que debía tomar hierro o que debía evaluar mis niveles de hemoglobina o hacerme otros estudios bioquímicos.

Por ello, si te identificas con algunos de estos síntomas te recomendamos acudir con una ginecóloga o ginecólogo para una evaluación, y con una nutrióloga especialista en problemas ginecológicos para evitar deficiencias de vitaminas o minerales.

Desarrollo de miomas

No se conoce exactamente por qué se desarrollan los miomas, pero hay algunos factores de riesgo que contribuyen a su crecimiento. Éstos pueden ser genéticos, como tener mamá o abuelas con miomas; hormonales, que incluyen el uso de anticonceptivos, tener elevadas concentraciones de estrógenos y progesterona; inmunológicos, y ambientales. Asimismo, hay otros factores, como elevados niveles de estrés, no haber tenido embarazos, fumar tabaco, tomar bebidas alcohólicas, consumir ciertos tipos de alimentos y la inactividad física (Bano et al., 2023).

En cuanto a los miomas hormonales, se considera que dependen de estrógenos y progesterona debido a su alta abundancia en mujeres durante la edad reproductiva. Dichas hormonas pueden estimular a las células musculares en el útero, lo que lleva al crecimiento de los miomas. En el mismo sentido, se cree que pueden disminuir después de la menopausia, ya que bajan los niveles de estas dos hormonas (Bano et al., 2023).

Dieta y miomas

La dieta juega un papel importante en la prevención y en el desarrollo de los miomas. La obesidad es consecuencia de una ingesta excesiva de calorías y baja actividad física y se ha relacionado con mayor riesgo de presentar miomas. En personas con obesidad hay mayor tejido adiposo (grasa) que está relacionado con una mayor producción de estrógenos, así como mayores niveles de insulina; ambos pueden promover el crecimiento y desarrollo de los miomas.

Frutas y verduras

La Organización Mundial de la Salud (oms) recomienda el consumo de 400 g de frutas y verduras al día. Esto equivale a dos porciones de frutas y tres de verduras, ya que contienen fibra, vitaminas, minerales, antioxidantes y fitocompuestos, los cuales confieren muchos beneficios a la salud y previenen diferentes enfermedades.

En cuanto a la prevención de miomas, hay estudios que han reportado el poder protector de las frutas y verduras (Wise et al., 2011). Se recomienda el consumo de frutas cítricas y manzanas, y el de verduras como repollo, brócoli y tomates. En otra investigación se encontró que comer cuatro porciones de frutas y verduras todos los días reduce el riesgo de fibromas comparado con consumir una porción al día (Afrin et al., 2021). También la fibra incluida en las frutas y verduras influye en las hormonas sexuales como los estrógenos y progesterona; esto altera el metabolismo en el intestino y aumenta la excreción de estas hormonas por las heces.

Lácteos

Cuando hablamos de lácteos nos referimos a la leche, yogurt y quesos. Los lácteos contienen minerales (calcio y magnesio) y vitaminas (vitamina D y A), que evitan la aparición de tumores e inflamación. Por ello, algunos estudios reportan que un mayor consumo de lácteos (especialmente el yogurt) reduce el riesgo de presentar miomas (Krzyżanowski et al., 2023). Otra investigación en mujeres negras encontró que los lácteos bajos (light) y altos en grasa (enteros) y el calcio se relacionaron con menor riesgo a presentar miomas (Wise et al., 2010).

Carne roja y procesadas

Las nuevas guías alimentarias saludables y sostenibles para la población mexicana recomiendan disminuir el consumo de carnes rojas y procesadas y preferir consumir pescados, huevo o pollo (Secretaría de Salud, 2023). Lo anterior con la finalidad de disminuir la huella de carbono, ayudar al cambio climático, prevenir enfermedades crónicas no transmisibles y mejorar la salud. Sin embargo, estas recomendaciones también pueden ayudar a disminuir la aparición y desarrollo de miomas.

Diferentes investigaciones han encontrado que a mayor consumo de carnes rojas (carne de res y cerdo) y carnes procesadas (jamón, salchicha, salami, entre otros embutidos) mayor riesgo de presentar los miomas. Un estudio reportó que las mujeres que consumieron más de una porción de carne al día tuvieron 70% más riesgo de presentar miomas comparadas con aquellas que consumieron una menor cantidad (Chiaffarino et al., 1999). Las carnes rojas y procesadas generalmente tienen un elevado contenido de grasas saturadas, las cuales han sido asociadas con mayores niveles de estrógenos, que empeoran los fibromas uterinos (Abdel Aziz y Mohamed, 2016).

Existen dos tipos de vitamina A: la provitamina A (ß-carotenos, alfa-carotenos y ß-criptoxantina), que se encuentra en frutas (melón y mango) y verduras (hojas verdes, espinacas, brócoli, calabaza). El licopeno, el carotenoide más potente, provee de pigmentos rojos a los tomates, pero carece de actividad para formar vitamina A. La vitamina A preformada o retinol, que se puede hallar en productos animales (hígado, lácteos y huevo), la cual tiene una mejor absorción en el cuerpo. Además, la vitamina A es una vitamina liposoluble, lo que significa que necesita de una dieta con grasa (aceites, nueces, aguacate, alimentos de origen animal y lácteos) para poder absorberse en el cuerpo.

En estudios con animales se ha visto que el consumo de carotenoides disminuye el riesgo de padecer miomas. En algunos estudios con humanos se ha reportado que a mayor consumo de alimentos con vitamina A, hubo menor riesgo de presentar miomas, pero esto se observó solo con la ingesta de vitamina A de origen animal (Wise et al., 2011).

La recomendación de consumo de vitamina A al día es entre 600 y 700 microgramos para mujeres adultas. La cual podemos cubrir comiendo media taza de zanahoria picada y media taza de brócoli cocido (ver figura 3).

Cantidad de vitamina A en alimentos

Figura 3. Cantidad de vitamina A en alimentos.
Crédito: elaboración propia.

Vitamina D

La vitamina D se obtiene de la exposición al sol, alimentos y por el consumo de suplementos. En cuanto a los alimentos, la vitamina D no se encuentra naturalmente en muchos de ellos, pero podemos consumirla en pescados grasosos como salmón, atún, sardinas, aceites de pescado, leche fortificada y algunos cereales fortificados.

En cuanto a miomas y vitamina D, se ha encontrado mayor aparición de miomas principalmente en mujeres con deficiencia de vitamina D. En México, se ha reportado que el 46.1% y 31.6% de las mujeres en edad reproductiva tiene insuficiencia y deficiencia de vitamina D, respectivamente. Esto a pesar de que en nuestro país tenemos una buena exposición al sol. No obstante, el uso de protectores solares, el tener piel morena y estar largos períodos dentro de los hogares, trabajos y escuelas nos impiden tener una adecuada exposición al sol. Mientras que tener la piel más clara y la actividad física moderada pueden ayudar a prevenir la insuficiencia y deficiencia (Contreras-Manzano et al., 2021).

La deficiencia de vitamina D activa el crecimiento de las células del fibroma, y daña y reduce la capacidad de reparar el adn. Un estudio realizado en Estados Unidos con mujeres de 35 a 49 años con niveles adecuados de vitamina D en sangre reportó que estas tuvieron 32% menor riesgo de aparición de miomas comparado con mujeres deficientes de vitamina D (<20 ng/mL) (Baird et al., 2013). Otro estudio en Italia demostró que en mujeres con deficiencia de vitamina D la suplementación con la misma redujo el riesgo de cirugías para retirar los miomas y menos tratamientos médicos (Szydłowska et al., 2022).

Por otra parte, se han realizado estudios para probar si la vitamina D pudiera servir como tratamiento para los miomas: se reclutaron mujeres con miomas y deficiencia de vitamina D y se dividieron en dos grupos. Uno de ellos recibió suplementos de vitamina D (50,000 IU cada semana o cada 2 semanas por 8-10 semanas) y el otro grupo no recibió tratamiento. En el grupo que recibió vitamina D se observó un menor crecimiento o reducción del tamaño de los miomas, y menor porcentaje de pacientes que necesitaron cirugía para retirarlos (Vergara et al., 2021).

El consumo recomendado de vitamina D para mujeres menores de 50 años y que no tengan alguna deficiencia es de 200 IU al día. En caso de que se presente una deficiencia se deberá tomar una dosis mayor. Sin embargo, es recomendable que antes de suplementarte te realices un estudio para conocer tus niveles de vitamina D en sangre.

Alimentos que previenen o que se relacionan con mayor riesgo de miomas

Figura 4. Alimentos que previenen o que se relacionan con mayor riesgo de miomas.
Crédito: elaboración propia.

Actividad física y miomas

Tanto la actividad física como el ejercicio pueden ser un factor protector para los miomas, pues ayudan a regular los niveles de hormonas (estrógenos y progesterona) y mejoran la sensibilidad a la insulina, lo que reduce la posibilidad de tener fibromas uterinos. Un estudio con mujeres estadounidenses encontró que las mujeres que realizaban al menos cuatro horas de actividad física vigorosa a la semana tuvieron una disminución en el desarrollo de fibromas uterinos (se evitaba el inicio de los miomas más que el crecimiento) (Baird et al., 2007).

Hasta el momento no hay una actividad física o ejercicio específico para la prevención o tratamiento de miomas. Sin embargo, la recomendación que da la oms en adultos es realizar actividad física moderada de entre 2.5 horas a 5 horas por semana o intensa entre 1.25 horas a 2.5 horas por semana, junto con dos o más días con actividades de fortalecimiento muscular, lo cuál puede ser con nuestro propio peso (lagartijas, sentadillas, etcétera) o usando pesas. Esta recomendación la puedes cumplir con la actividad física o ejercicio que más te guste o la que se adapte a tus necesidades: si tienes alguna lesión, espacio para hacerlo, recursos económicos… Lo importante es mantenerte activa y prevenir enfermedades (ver figura 5).

Definiciones de actividad física y ejercicio

Figura 5. Definiciones de actividad física y ejercicio, y tipos de actividad física.
Crédito: elaboración propia.

Conclusiones

La dieta y la actividad física nos pueden ayudar a prevenir la aparición de miomas o su crecimiento. El tener una dieta saludable está relacionado con tener una mejor salud y es un factor que podemos modificar en cualquier etapa de nuestras vidas. De igual manera, es esencial que las mujeres conozcan que la dieta tiene una relación con los miomas. Por ejemplo, el tener un mayor consumo de frutas cítricas, manzana, brócoli, repollo, tomates, lácteos (yogurt), alimentos ricos en vitamina A (hígado, huevo, verduras de hoja verde, calabaza, zanahoria, mango, melón) y la suplementación con vitamina D se han relacionado como factores protectores y evitan el desarrollo de miomas. Mientras que el consumo de carnes rojas y procesadas se asocian con mayor riesgo de presentar miomas. También el realizar actividad física o ejercicio de manera regular para cumplir con las recomendaciones de la oms puede ser beneficioso para evitar los miomas.

Por otra parte, aunque el mejorar la alimentación y hacer más actividad física y ejercicio nos pueden ayudar a prevenir la aparición de miomas y hasta disminuir su tamaño, es importante recordar que no en todos los casos esto evitará que se desarrollen, ya que su presencia también depende de otros factores, en especial los niveles de las hormonas sexuales.

Por lo anterior, te recomendamos que acudas con una nutrióloga(o) especialista en problemas ginecológicos, si es que quieres tener un plan de alimentación adecuado a tus necesidades y para que pueda orientarte mejor sobre los cambios que debes hacer para mejorar tu alimentación.

Referencias

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Recepción: 03/04/2024. Aprobación: 07/06/2024.

Vol. 25, núm. 5 septiembre-octubre 2024

De los azúcares y de cómo regulan las plantas su propio alimento

Andrea Romero-Reyes y Elisa M. Valenzuela-Soto Cita

Resumen

En las células de todo ser vivo, es importante mantener los niveles de energía adecuados de acuerdo con sus requerimientos. Para que nuestro cuerpo esté en equilibrio, los humanos podemos cuidar nuestra dieta y realizar actividad física. En cambio, las plantas, transforman la energía proveniente de la luz solar en energía química y azúcares gracias a la fotosíntesis; el almidón y la sacarosa son dos de los azúcares más importantes para las plantas, pues de ahí obtienen la energía necesaria para su adecuado desarrollo. Además de ser autótrofas, las plantas son inmóviles, entonces, ¿cómo regulan las células sus niveles de energía? En este artículo te explicamos cómo algunos azúcares, más allá de proveer energía, le indican a la célula cómo mantener el equilibrio, regulando así el crecimiento de las plantas.
Palabras clave: plantas, azúcares, fotosíntesis, metabolismo vegetal.

About sugars and how plants regulate their own food

Abstract

In the cells of every living being, it is important to maintain adequate energy levels in accordance with its requirements. To keep our body in balance, humans can take care of their diets and do physical activity. On the other hand, plants transform energy from sunlight into chemical energy and sugars thanks to photosynthesis. Two of the most important sugars for plants are starch and sucrose, from which they obtain the energy they need for an adequate development. In addition to being autotrophic, plants are also immobile organisms, so how can a plant cell regulate their energy levels? In this article we will describe how some sugars play a role beyond providing energy, as they can also indicate the cell how to keep balance, thus regulating plant growth.
Keywords: plants, sugars, photosynthesis, plant metabolism.


Introducción

Un ser vivo autótrofo es aquél que es capaz de producir su propio alimento; ejemplos de estos organismos son las cianobacterias, las algas y las plantas terrestres, siendo las últimas las más populares de este grupo. Mediante la fotosíntesis, las plantas usan la luz, el agua y el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera para sintetizar azúcares. Éstos les permite tener energía para crecer y desarrollarse.

En los humanos, cuando hay un exceso o deficiencia en los niveles de azúcares en el cuerpo, pueden generarse efectos adversos como la diabetes o hipoglucemia (baja de azúcar en la sangre). Por su parte, en las plantas, el desarrollo también puede verse afectado cuando hay un descontrol de los niveles de azúcares en la célula vegetal. Sin embargo, mientras los humanos podemos controlar nuestros niveles de azúcar vigilando los alimentos que ingerimos en nuestra dieta, o haciendo ejercicio para quemar calorías, las plantas no son capaces de ello. ¿Te has preguntado cómo puede una planta controlar el propio alimento que ella misma produce?

Las células obtienen energía a través de las reacciones del metabolismo

El metabolismo es todo el conjunto de reacciones bioquímicas que ocurren dentro de un ser vivo. La función principal del metabolismo es transformar los alimentos en energía y aprovechar los nutrientes para que las células puedan funcionar adecuadamente. Existen dos tipos de reacciones metabólicas: a) las catabólicas, donde las moléculas grandes son degradadas a moléculas más sencillas, y b) las anabólicas, donde se usan las moléculas sencillas para construir compuestos más grandes. En ambos casos, el atp (adenosín trifosfato) y el nadph (nicotinamida adenina dinucleótido fosfato) son fundamentales para todas las reacciones metabólicas, ya que funcionan como energía química en todos los procesos (Taiz y Zeiger, 2002).

Existen diferencias importantes entre el metabolismo de las plantas y el de los animales. Los animales principalmente obtienen energía a partir del consumo de carbohidratos (como el pan o la tortilla en el caso de los humanos). Mediante un proceso conocido como glucólisis, las células transforman los carbohidratos en atp, para así obtener energía para funcionar. Cuando consumimos más energía de la que necesitamos, el exceso de atp se almacena en nuestro cuerpo en forma de grasa, cuya función es guardar la energía para usarse después en tiempos de ayuno. En ocasiones, el consumo de alimentos en exceso puede convertirse en un problema. Si nuestro cuerpo almacena demasiada grasa, pueden aparecer enfermedades como obesidad, diabetes o problemas cardiovasculares, afectando nuestra salud. Por fortuna, una forma de mantener el equilibrio en nuestro metabolismo y cuidar nuestra salud es moderar nuestro consumo de alimentos y realizar actividad física para quemar las calorías extras y mantenernos saludables.

En el caso de las plantas, el control del equilibrio metabólico es algo más complejo. A partir de la fotosíntesis, en las hojas se forman dos productos muy importantes: el almidón y la sacarosa. El almidón está compuesto de cadenas de amilosa y amilopectina (ver figura 1) y se guarda en la hoja como reserva de energía. Por otro lado, la sacarosa, formada de glucosa y fructosa (ver figura 1), se distribuye desde la hoja hacia el resto de la planta para dar energía a las células que no hacen fotosíntesis (Taiz y Zeiger, 2002).

Las plantas no pueden controlar su ingesta de alimentos como tal; aun así, deben equilibrar la producción y degradación de atp. Además, al no tener la capacidad de moverse de su lugar, las plantas siempre están sujetas a las condiciones del medio ambiente que las rodea. Entonces, ¿cómo sabe una planta cuándo gastar o guardar energía? Y, sobre todo, ¿cómo puede sobrevivir cuando el ambiente en el que se encuentra es desfavorable?

Estructura química de los azúcares más relevantes en una planta

Figura 1. Estructura química de los azúcares más relevantes en una planta: almidón, sacarosa y trehalosa. Crédito: elaboración propia

Las hormonas vegetales regulan la distribución de la energía en la planta

A lo largo su evolución, las plantas han desarrollado diversas estrategias para sobrevivir en diferentes ambientes y aprovechar el agua y nutrientes a los que tienen acceso. Cuentan con hormonas vegetales (también llamadas fitohormonas), que funcionan como un sistema de comunicación dentro de la planta, ya que envían señales de una célula vegetal a otra para activar reacciones metabólicas (Taiz y Zeiger, 2002).

Una de las fitohormonas más estudiadas es el ácido abscísico (aba). El aba participa en la etapa de senescencia (envejecimiento de las células), por lo que es más abundante en plantas maduras o que se encuentran en condiciones ambientales desfavorables, como sequía, incremento de la temperatura o congelación, entre otros. Por ejemplo, durante el otoño, el aba incrementa en las plantas, lo que hace que un árbol se prepare para el invierno desprendiéndose de sus hojas. En los cereales, como el trigo, el aba aumenta cuando la planta alcanza su etapa de reproducción (producción del grano), promoviendo la movilización de los azúcares hacia la espiga, los cuales se almacenan como almidón en el grano (Taiz y Zeiger, 2002).

Los azúcares funcionan como señales del estatus energético de una planta

Diversos grupos de investigadores han encontrado que los azúcares no sólo brindan energía, sino que también pueden funcionar como moléculas señalizadoras. Esto significa que algunos azúcares en la célula pueden encender o apagar distintas vías metabólicas de la planta, incluyendo aquellas encargadas de movilizar los azúcares y del uso o acumulación de energía (Lastdrager et al., 2014). Como ya mencionamos, la sacarosa viaja desde la hoja hacia otros tejidos como la raíz o los frutos. Además, ahora se sabe que la sacarosa tiene otra función muy importante dentro de las plantas: la de controlar su metabolismo energético (Figueroa y Lunn, 2016).

La sacarosa es un indicador de la eficiencia con la que está creciendo una planta. En la fotosíntesis, el carbono que se obtiene a partir del CO2 puede tener diferentes destinos, con el siguiente orden de prioridad: 1) regenerar el ciclo de Calvin para que la planta continúe fijando CO2; 2) acumularse como almidón temporalmente en el cloroplasto, o 3) formar sacarosa para viajar a las células no fotosintéticas. Por lo tanto, si la cantidad de sacarosa en la planta es muy alta, significa que la fijación de CO2 en las hojas está siendo eficiente y se está obteniendo suficiente carbono y energía para permitir que la planta aumente su tamaño o biomasa (Figueroa y Lunn, 2016; Taiz y Zeiger, 2002).

Otro azúcar, cuyo estudio ha cobrado bastante importancia en las últimas décadas, es la trehalosa, ya que se descubrió que participa en la regulación del metabolismo vegetal. La trehalosa está formada por dos glucosas unidas entre sí (ver figura 1) y se diferencia de la sacarosa porque se encuentra en cantidades mucho más bajas (hasta mil veces menos) en los tejidos vegetales (Lunn et al., 2014; Paul et al., 2008).

En plantas, el hallazgo de la trehalosa se describió primero en plantas de Selaginella lepydophila (Hook. y Grev.), una especie de un grupo particular de plantas llamado plantas de resurrección. Estas plantas se llaman así porque pueden sobrevivir a períodos largos de sequía gracias a que sintetizan y acumulan grandes cantidades de trehalosa en sus tejidos (Paul et al., 2008).

En el resto de las plantas, la cantidad de trehalosa es demasiado baja o incluso indetectable. Por ello, inicialmente se pensó que la trehalosa no tenía ningún papel importante. Sin embargo, conforme se fueron describiendo los genomas de las diferentes especies de plantas (es decir, la secuencia de cada uno de sus genes), se encontró que todas las plantas cuentan con los genes para sintetizar trehalosa (Paul et al., 2008).

La sacarosa está estrechamente relacionada con la trehalosa. En primer lugar, las reacciones bioquímicas necesarias para sintetizar ambos azúcares son similares, pues ambas requieren que haya glucosa disponible para su producción. Además, ambos azúcares se encuentran en el mismo compartimento celular (citoplasma), por lo que la disponibilidad de carbono en la célula es fundamental para regular su síntesis (Lunn et al., 2014).

La relación entre la sacarosa y la trehalosa se atribuye principalmente al azúcar fosfato intermediario formado durante la síntesis de trehalosa: la trehalosa-6-fosfato (T6P). Se ha demostrado que, al aumentar la sacarosa, el contenido de T6P también incrementa. Esta relación se mantiene constante independientemente de la especie, la edad o las condiciones ambientales a las que estén sometidas las plantas (Lunn et al., 2014).

Cuando aumenta la cantidad de T6P significa que la planta está produciendo una mayor cantidad de sacarosa, lo que, a su vez, significa que hay una gran disponibilidad de carbono y de energía. Lo anterior implica que la planta puede crecer y producir nuevas hojas y frutos. Al contrario, si la T6P disminuye, es porque no hay suficiente carbono para sintetizar sacarosa, indicando que el suministro de energía para la célula es limitado. En esta situación, los procesos de crecimiento se verán afectados, por lo que la planta tendrá menos follaje, frutos y semillas. Por ello, la T6P es una molécula fundamental en la regulación de la distribución del carbono, pues actúa como un indicador del estado energético de la planta (Lunn et al., 2014).

SnRK-1: el control maestro de la regulación en plantas

Existe una proteína que liga a todos los mecanismos de regulación de las plantas entre sí llamada SnRK-1 (sucrose-non fermenting1-related kinase1, por su nombre en inglés). SnRK-1 es la enzima que activa o inactiva las diferentes rutas metabólicas en la célula vegetal (Baena-González y Lunn, 2020).

En los animales, durante un ayuno prolongado, se produce glucagón, una hormona que indica que la disponibilidad de atp es baja. Esto aumenta la concentración de un compuesto llamado amp cíclico (ampc), el cual activa mecanismos para que las enzimas amp-cinasas enciendan las rutas catabólicas; es decir, para que la célula haga uso de sus reservas energéticas (glucógeno y grasa) para obtener atp (Nelson y Cox, 2017.).

En las plantas, la SnRK-1 cumple una función similar a las amp-cinasas, ya que también responde a los cambios en los niveles energéticos en la célula. No obstante, algo que destaca a la SnRK-1 es que también controla la respuesta de las plantas al medio ambiente. La enzima SnRK-1 se activa cuando la disponibilidad de energía es baja (por ejemplo, cuando una planta no cuenta con suficiente agua o luz para hacer fotosíntesis). En estas condiciones, la SnRK-1 enciende aquellos mecanismos catabólicos que movilizan las reservas de carbono para su utilización; en este proceso, se ha propuesto que el aba participa en la activación de la SnRK-1. En el caso contrario, si una planta está en condiciones óptimas para producir suficiente almidón y sacarosa, la presencia de T6P apaga a la SnRK-1, lo que permite que las rutas anabólicas produzcan biomasa para el crecimiento y desarrollo de la planta (Baena-González y Lunn, 2020; Paul et al., 2020; ver figura 2).

Función reguladora de la sacarosa y trehalosa-6-fosfato

Figura 2. Función reguladora de la sacarosa y trehalosa-6-fosfato sobre la enzima SnRK-1 y el control del crecimiento vegetal.
Crédito: elaboración propia.

Lo anterior resalta la importancia de la T6P en el equilibrio del metabolismo energético vegetal y podría explicar por qué la presencia de los genes para producir trehalosa se han mantenido a lo largo de la evolución en todas las especies vegetales (Lunn et al., 2014). Además, se ha propuesto que una razón por la cual la trehalosa se encuentra en tan baja concentración en la mayoría de las plantas, es porque SnRK-1 es altamente sensible a la presencia de T6P, por lo que bastan cantidades pequeñas de T6P para que ésta ejerza su función. Incluso, se ha identificado que un exceso de acumulación de T6P o de trehalosa en la planta puede afectar gravemente su morfología y función, por ejemplo, disminuir considerablemente la producción de hojas (ver figura 3), casi de la misma manera en la cual un exceso de azúcares causa enfermedades en el cuerpo humano (Baena-González y Lunn, 2020; Figueroa y Lunn, 2016).

Diferencias morfológicas entre trigo

Figura 3. Diferencias morfológicas entre trigo (Triticum aestivum L.) nativo y líneas transgénicas transformadas para aumentar su contenido de trehalosa.
Crédito: Andrea Romero-Reyes

Conclusiones

Los azúcares formados en la fotosíntesis no son sólo la fuente de energía para el crecimiento de las plantas, sino que también son importantes para mantener el equilibrio energético y que éstas puedan sobrevivir bajo el ambiente que las rodea. La sacarosa y la trehalosa son fundamentales para el control del metabolismo energético vegetal, ya que gracias a estos azúcares las plantas pueden regular y mantener sus niveles de energía en la célula en equilibrio. A través del vínculo que existe entre la cantidad de sacarosa y T6P, un aumento de T6P inhibirá a SnRK1, favoreciendo el desarrollo óptimo de la planta. Por el contrario, una baja concentración de sacarosa y T6P mantendrá activa a SnRK-1, disminuyendo la producción de biomasa.

Actualmente, diversos grupos de investigadores continúan estudiando el papel de la trehalosa, ya que en este azúcar radica la clave para controlar la distribución de los azúcares en la planta. Este conocimiento será valioso para identificar variedades vegetales que puedan usar su energía y azúcares de manera eficiente para adaptarse a ambientes cambiantes; principalmente en cultivos agrícolas que estén ante la amenaza de las sequías y ondas de calor causadas por el cambio climático.

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Recepción: 17/02/2023. Aprobación: 25/01/2024.

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Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079