Introducción La evaluación de la creatividad tiene su asiento tanto en los componentes que integran el proceso creativo como en los indicadores que permiten la identificación de esos componentes. En este sentido se expone una pequeña cronología de algunos autores relacionados con este tópico, apoyados en la premisa de que el potencial creativo alcanza su actualización gracias al pensamiento creativo manifiesto en la necesidad de expresar su interioridad y conectar con su propio mundo y con su entorno, lo cual permite el enlace entre los diversos elementos que conforman la experiencia personal con el entorno existencial. En este sentido, según Acosta (1998), Csikszentmihalyi (1998) y Rodríguez (1998) los componentes del proceso creativo sustentan la base sobre la cual se erige la personalidad creativa. Torrance (1964) señala cuatro componentes que intervienen en el proceso creativo. La profundización en el estudio de estos componentes facilita tanto la comprensión de la dinámica de la creatividad, como la amplia gama de expresión de esa creatividad en las personas. Es un acercamiento al conocimiento de por qué unas personas son más creativas que otras. Estos componentes son: fluidez de palabras, flexibilidad, originalidad y elaboración. La fluidez de palabras, ideas, asociaciones o expresiones se refiere a la cantidad y calidad de elementos que conforman el esquema de pensamiento y expresión de la persona. Es la facilidad para expresar ideas en torno a un tema concreto. Esta característica es cuantificable, objetiva y permite la comparación entre las personas. Puede considerarse la fase inicial donde hay toma de contacto con la materia a trabajar. Flexibilidad es la capacidad para expresar varias ideas pertenecientes a categorías diferentes, para intercambiar y utilizar características presentes en otras categorías con la finalidad de darles nueva expresión. Puede resumirse en la facilidad que tiene la persona para abordar un mismo tema desde diferentes puntos de vista. La persona creativa analiza el eje fundamental del problema. La Originalidad hace referencia a la obra que no es copia, trascripción, ni imitación de otra obra, sino que es fruto de la creación espontánea de su autor y puede distinguirse del resto de obras por su novedad. Este componente hace referencia a la obra porque ésta es la que es considerada original, a pesar de que quien la produce la sella con su procedencia estrictamente personal e inédita. En la Elaboración hay toma de contacto material con el producto creado. La persona construye, transforma, moldea, da nuevo sentido y explicación al producto para presentarlo en todos sus detalles. En 1965 Macworth destaca la necesidad de las personas creativas de expresar su pensamiento a través del orden, la simetría y el equilibrio con su entorno. Más tarde Roe (1951) habla del compromiso como una actitud presente en las personas creativas, abriendo paso al estudio de la creatividad desde una perspectiva personal, existencial y dinámica. Aparte de los componentes mencionados, Guilford (1975) destaca la Viabilidad como aquel componente que garantiza la posibilidad de aplicación del producto elaborado. Parte de la base de que un producto puede ser muy original y novedoso, pero si no es práctico, útil y aplicable, si no responde a las necesidades de la población, deja de ser efectivo y desaparece, perdiendo su condición de permanencia en el tiempo y en el espacio. Con este componente se presenta la expresión de la creatividad, no solamente como una cristalización del pensamiento, sino como un intercambio activo entre la persona que crea y el entorno donde se enclava su obra. En 1976 Barron destaca la tendencia a la estimación de la complejidad, a enfrentarse con ecuanimidad a la ambigüedad e incertidumbre, así como el disfrute en la solución de problemas. Es la experimentación del placer y la pasión que invade a la persona cuando asume la posibilidad de expresar su pensamiento con creatividad. Nickerson, Perkins y Smith (1987) profundizan en la complejidad del término creatividad al analizar sus componentes resumidos en cuatro grandes bloques: las capacidades, el estilo cognitivo, las actitudes y las estrategias. El estilo cognitivo trata de explicar la creatividad desde la perspectiva del procesamiento de la información. Entre estos rasgos se menciona la “detección del problema” de Getzels y Csikszentmihalyi (1976), “el pensamiento janusiano” de Rothenberg (1979) y la dependencia e independencia del campo de Witkin, Goodenough y Karp (1967). Getzels y Csikszentmihalyi (1976) trabajaron con estudiantes de arte y observaron la manera como los estudiantes abordaban las tareas de estudio. Descubrieron que los estudiantes más creativos exploraban varias alternativas desde el principio de la tarea y demostraron mayor flexibilidad para efectuar cambios durante la realización del ejercicio. Estos resultados les permitieron hablar de la “detección del problema” para referirse a la tendencia a explorar y a cambiar de dirección en la solución de problemas. Concluyen diciendo que la creatividad en las artes visuales y en otros campos depende de la habilidad de la persona para centrar la atención en los problemas que debe resolver. El “pensamiento janusiano” expuesto por Rothenberg (1979) se refiere a la tendencia de la persona creativa a pensar en términos contrapuestos. Las personas creativas tienden a saltar de la idea inicial a la opuesta o contradictoria con más frecuencia que las personas menos creativas. Finalmente, en el estilo cognitivo dependencia e independencia del campo presentado por Witkin, Goodenough y Karp (1967), destacan la importancia de la independencia del campo para el fomento del pensamiento inventivo por el descubrimiento de patrones ocultos. En un estudio de correlación realizado por González (2005) se encontró que las personas más creativas eran independientes del campo. En cuanto a las actitudes, el campo de las investigaciones relaciona las características de la personalidad con la creatividad. En esta línea, diversos estudios sobre la personalidad destacan la tendencia de las personas creativas a la realización de valoraciones autónomas e independientes de las influencias sociales. Aparte de la originalidad, considerada como una de las características de la personalidad que tiene mayor valor para la creatividad, se encuentran otras actitudes relacionadas con este tema. En tal sentido, Macworth (1965) considera que las personas creativas tienen mayor necesidad con respecto a las personas menos creativas, de encontrar orden, simetría y equilibrio en el entorno percibido. Las estrategias se refieren a aquellas herramientas utilizadas por la persona para desarrollar la creatividad. Entre las más comunes se mencionan las analogías, el torbellino de ideas, la realización de transformaciones imaginativas, la enumeración de atributos y la realización de supuestos análisis. De la Torre (1991) plantea los componentes de la Creatividad en términos de Resistencia al cierre, Habilidad gráfica, Expansión figurativa, Riqueza expresiva, Morfología de la imagen, Estilo creativo, Conectividad, Alcance imaginativo, Fantasía, Elaboración y Originalidad.
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