La domesticación de animales fue un fenómeno universal, pues los ejemplos los encontramos en todo el mundo antiguo, a excepción de Australia.


Los pueblos que habitaron el territorio mexicano antes de la llegada de los españoles, fueron muy diestros en el manejo de los animales, tanto en lo referente a la explotación de la fauna silvestre, como en la crianza y la domesticación de otras.


En el México prehispánico se domesticó el guajolote (Meleagris gallopavo), la guacamaya roja (Ara macao), el perico de cabeza amarilla (Amazona xantocephala), el perico de frente blanca (Amazona albifrons), el periquillo verde (Aratinga canicularis), al menos diez especies de aves canoras, por ejemplo el centzontle (Mimus poliglotoos), el cuitlacoche (Toxostoma curvirostre), el gorrión mexicano (Carpodacus mexicanus) y el azulejo (Cotinga amabilis), así como diversas especies de abejas nativas del sureste de México (género Melipoma).