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El Fraude y la Delincuencia Informática: Un Problema Jurídico y Etico

  30 de junio del 2002 Vol.3 No.2
Begoña Albizuri    
albizuri@itam.mx
Instituto Tecnológico Autónomo de México

Palabras Clave:
fraude informático, hackers, delincuencia informática, ética, deontología, jurisprudencia.
Resumen

El presente artículo analiza la problemática referente al fraude y la delincuencia informática. Asimismo, colabora en la caracterización del fraude informático y los hackers ("entrometidos"), quienes se dedican a perpetrarlos. En el artículo se argumenta y justifica la dificultad en la detección y la prueba del delito informático. Finaliza con la propuesta de la necesidad de un código ético y una deontología profesional propia de los informáticos, como la forma más adecuada para evitar el fraude y la delincuencia informática, colaborando en el incremento de la seguridad de los sistemas informáticos.

The Fraud and Computer Crime: a Legal and an Ethical Problem


Key Words:
hackers, computer fraud, computer crime, ethics code, jurisprudence.

Abstract

The article analizes problems related to computer fraud and delinquency. In adition it contributes a characterization of computer fraud and the hackers who perpetuate it. The article argues and justifies the difficulty in the detection and proof of computer-related crime. It concludes with the proposal of the need to develop an ethics code and professional deontology for computer related issues, as the best way to avoid computer fraud and crime, and thus collaborating in increasing the levels of security of computer systems.

Artículo
Introducción
Las tecnologías muy dinámicas como la informática, rápidamente son objeto de la posibilidad de su uso y abuso, aspectos que, naturalmente, rebasan la posibilidad de regular jurídicamente las consecuencias y las responsabilidades.

Para tipificar las nuevas posibilidades de delinquir a raíz de la aparición de una nueva tecnología ubicua y multiforme como la informática, se requieren esfuerzos conjuntos de parte de la justicia y la propia informática. Esto conduce a la formulación de discursos en los que cada parte utiliza un lenguaje especializado y claramente diferenciado entre sí.

Los juristas disponen de un vocabulario técnico propio que para los informáticos resulta extraño. Al mismo tiempo los informáticos son conocidos por el carácter tal vez exageradamente críptico de su vocabulario técnico que, evidentemente, también resulta desusado para los juristas. La dificultad para aproximar conceptos formulados con vocabularios distanciados, es uno de los problemas implícitos en el tratamiento de temas como el delito y el fraude informático.

En el presente trabajo se tratan los temas del delito y el fraude informáticos desde el punto de vista de un informático, intentando reducir la especificidad del propio lenguaje técnico para favorecer la comprensión de los lectores con formación jurídica.

Un sistema de información es aquél que compila, almacena, procesa y distribuye información. De hecho, los sistemas de información no son una novedad reciente. Se puede decir que han existido siempre y en todo tipo de actividad humana, pero es precisamente la potencialidad de su implementación basada en la tecnología informática y en las comunicaciones electrónicas, lo que induce al planteamiento de cuestiones como las que se abordan en este trabajo.

El número de veces que una tecnología es capaz de mejorar la función y el objetivo encomendados, se conoce como "factor multiplicador de la tecnología". Los factores multiplicadores de las tecnologías convencionales, a pesar de su gran potencialidad, tienen un orden de magnitud limitado: 15 en el caso de la automoción, 150 en la aviación y 1000 para la revolución industrial. El aspecto diferenciador de la tecnología informática de los sistemas de información distribuidos, se encuentra en un factor multiplicador muy grande que alcanza una magnitud del orden de billones, como resultado de la conjunción sinérgica de la tecnología informática del procesamiento de datos y la tecnología paralela de las comunicaciones informáticas. Ambas presentan, individualmente, un factor multiplicador del orden de millones, ya que, respectivamente, multiplican la velocidad "manual" del proceso y la comunicación de datos por un factor del orden del millón.

Esta potencialidad, que implica el gran factor multiplicador de la tecnología informática, se ha desarrollado en un periodo de tiempo francamente breve. Hace poco más de sesenta años que hizo su aparición pública la primera computadora electrónica: la ENIAC, presentada el 15 de febrero de 1941. El aumento en la potencialidad ha sido significativamente grande con la miniaturización de los sistemas. Forester and Morrison (1990) mencionan un ejemplo clásico: "si la automoción hubiese tenido un desarrollo parecido, ahora se podría adquirir un Rolls Royce por menos de 15 dólares y, además, este vehículo dispondría de una potencia comparable a la de un trasatlántico como el 'Queen Elizabeth' y sería capaz de recorrer un millón de kilómetros, unas 25 vueltas alrededor del mundo, con sólo un litro de benzina. Todo un sueño que, de hecho, en el ambiente informático es tecnológicamente posible".

Estas características particulares han propiciado el hablar de una revolución industrial llamada "de las tecnologías de la información", que se manifiesta claramente en la actividad cotidiana del mundo moderno. Textos como el de Forester and Morrison (1990•) analizan y detallan algunas de las posibilidades y los problemas que presenta esta revolución de las tecnologías de la información.

Paralelamente a la potencialidad que ofrece una tecnología transformadora como la informática, surge también un crecimiento en los riesgos y los peligros, que son, en cierta forma, proporcionales a la gran potencialidad de las tecnologías de la información. Pero precisamente esta evolución tan rápida de la informática supone la existencia de una inevitable separación temporal, esto, entre los aspectos informáticos que se deben regular jurídicamente y el nacimiento de la ley que los regule y, lo que es más importante y específico, la inevitable temporalidad de la justicia frente a las nuevas tecnologías esencialmente cambiantes como la informática.

Anteriormente era frecuente entre los informáticos reflexionar sobre la vulnerabilidad de una sociedad sometida a las posibilidades de las tecnologías de la información. Incluso instituciones como la IFIP (International Federation for Information Processing) se preocuparon por el tema: en un congreso que realizó en 1992 se presentó el material de base para el estudio sobre "riesgos y vulnerabilidad en una sociedad artificial y basada en la información" [BER 92].

El texto de la IFIP hace énfasis en tres ejemplos, que considera típicos sobre la vulnerabilidad creciente de una organización social basada en forma casi absoluta en las tecnologías de la información, la que denomina "sociedad de la información". Los casos mencionados hacen referencia, por ejemplo, al colapso de la bolsa de Wall Street el 19 de octubre de 1987. Algunos consideraron que se debió a la ágil respuesta de los inversores ante los cambios de cotizaciones, gracias a programas informáticos que incorporaban modelos esmerados del comportamiento del mercado de valores, ayudados por la efectividad de los instrumentos de comunicación informatizados que ya dominaban la bolsa. También es un caso evidente de vulnerabilidad los problemas potenciales en los hospitales, cada vez más informatizados. Los errores o el mal uso de los sistemas informáticos médicos o administrativos, pueden traer consecuencias graves como el peligro de muerte. Berleur [BER 92] menciona también el problema, cada vez mayor, del intercambio electrónico de datos y "objetos" intangibles, y la consideración del "documento electrónico".

Delito y Fraude
Cuando se habla de fraude y delincuencia informática, generalmente se hace referencia a una manera muy genérica, ya que es muy difícil concretar el "delito informático" como tal. A menudo se entiende el delito informático como aquella acción dolosa que provoca un perjuicio a personas o entidades, en la que intervienen dispositivos o programas informáticos (Castillo y Ramallo, 1989). Considerar una actividad como delictuosa supone necesariamente que el posible delito ha sido establecido como tal en las leyes de un país determinado (Vázquez y Barroso, 1993).

Puesto que la legislación sobre delitos informáticos es todavía muy limitada en la mayoría de los países, es común evitar hablar precisamente de "delito informático" y referirse al "fraude informático", o más genéricamente a "delincuencia informática". Independientemente del término que se utilice, entendemos el fraude como aquella conducta realizada mediante un sistema informático con la que se busca conseguir un beneficio ilícito.

Algunos autores (Vázquez y Barroso, 1993•). limitan el fraude informático a los actos fruto de la intencionalidad, realizados con la voluntad de obtener un beneficio propio y, si es posible, provocar un perjuicio a alguien. Así, se puede hablar también de un tipo de fraude informático no intencionado, producto de un error humano al utilizar un sistema informático o por un defecto del hardware o el software. Este tipo de fraude es conocido como "error informático". En el caso del error informático puede no haber un beneficio directo para quien causa el funcionamiento erróneo del sistema informático, pero sí un perjuicio a los otros usuarios o a los propietarios del sistema.

Nuevas Necesidades y Nuevos Planteamientos
Las actuales posibilidades que ofrece la sociedad de la información, exigen nuevas respuestas en los aspectos ético y jurídico. Para Mason (1986)hay 4 puntos éticos ineludibles, los cuales, según Morris (1992), se convierten en "los cuatro derechos básicos relevantes en la era de la información":

-Privacidad. Hace referencia a la necesidad de proteger la información de un uso no autorizado.

-Exactitud. Se requiere de una alta calidad en la información, para que los procesos de toma de decisiones que se realizan con ella sean efectivos.

-Protección. Se debe proteger el conocimiento que se almacena en las computadoras, tanto los programas como los datos, es decir, los sistemas.

-Acceso. Los permisos para el acceso a la información deben ser adecuados, pero estrictamente controlados.

Para autores como Morris (1992•), estas exigencias jurídicas, convertidas para él en derechos, son el marco de referencia para la ineludible generación de un componente ético en la conducta profesional de los especialistas en sistemas de información. De hecho, los especialistas son los que disponen de más poder para "maltratar" los sistemas de información y atentar contra estos nuevos derechos básicos de la era de la información.

En este sentido, algunos autores como Del Paso (1990) reconocen que la actividad informática es muy vulnerable, por lo que defienden explícitamente el papel y la función de los profesionales de la auditoria informática. Sintetizan en cinco grupos, más o menos diferenciados, a la delincuencia informática:

-El fraude informático, entendido como el uso indebido o la manipulación fraudulenta de los elementos informáticos de cualquier tipo, que produce un beneficio ilícito.

-El hacking o "terrorismo lógico", que incluye los casos de vandalismo, terrorismo, destrucción, etcétera, que provocan perjuicios. Son motivados por venganzas, chantajes, sabotajes o un mal uso de la curiosidad intelectual, la cual caracterizó a los primeros hackers o manipuladores no autorizados de sistemas informáticos.

-Las acciones físicas realizadas contra la integridad de los sistemas informáticos.

-Atentar contra el derecho a la integridad de las personas, gracias a la existencia de bases de datos informatizadas y las posibilidades que presenta la misma informática para vulnerar los, a menudo, escasos sistemas de seguridad operativa.

- Atentar contra la propiedad intelectual informática que, de forma exageradamente simplificada, se llama coloquialmente "piratería del software", olvidándose de la posibilidad de una equivalente piratería del hardware que, de hecho, corresponde a un caso típico de espionaje industrial.

Resulta fácil relacionar las cinco figuras delictuosas de Del Paso con los cuatro derechos de Morris, pero lo que realmente interesa es constatar que algunas de estas acciones ilícitas pueden estar ya recogidas en el derecho legislativo, aunque hayan sido incluidas con independencia de la tipicidad exclusiva del hecho informático. Se trata, en este caso, de una regulación por analogía que parece insuficiente para cubrir todas las particularidades informáticas.

Internacionalización de los Problemas del Derecho Informático
Las redes de computadoras y su alcance internacional permiten la difusión de programas, datos y, en definitiva, sistemas que sobrepasan las fronteras de los países. Esta es la razón por la que resulta de gran utilidad atenerse a los resultados del derecho comparado en el ámbito internacional, en concreto al que hace referencia a los aspectos informáticos. En este sentido cabe destacar los trabajos de Sieber, 1986, y Sieber, 1990, por ejemplo, o estudios puntuales sobre leyes concretas, como el que hace Wasik (1992) sobre "el acto de abusar de la informática" .

El trabajo de Sieber establece como un aspecto importante el hecho de que los sistemas informáticos ya no sean tratados como objetos físicos, ya que son el soporte de objetos que no tienen una realidad física, como es la información y su distribución.

Sieber sugiere que el cambio de paradigma que representa el paso de objetos corpóreos a incorpóreos, justifica la necesidad de leyes específicas propias de la informática. En este sentido Sieber, como un resultado de su trabajo sobre el derecho comparado, opina que "el régimen legal para la información no se puede derivar por analogía de las reglamentaciones de los objetos corpóreos". Sieber se concentra en la especificidad de la información y las tecnologías que están asociadas, para así renunciar a la posibilidad de tratar legalmente el factor informático: la utilización por analogía de las leyes ya existentes sobre el hurto, la protección de la propiedad, el vandalismo, etcétera.

De hecho, los estudios realizados sobre legislación comparada marcan claramente estas dos tendencias en el tratamiento legal del aspecto informático: leyes específicas o la aplicación analógica de leyes ya existentes. En realidad, las dos opciones no parecen ser excluyentes una de la otra y, de hecho, se proporcionan conjuntamente en el ordenamiento legal de diversos países. A pesar de todo, es fácil estar de acuerdo con Sieber. Aunque la incorporación de los objetos informáticos y las diferentes características de la información en las leyes provoca sólo una disputa entre muchos, cabe pensar en la necesidad de leyes específicas para tratar en forma adecuada el fraude y la delincuencia informática.

Es importante tomar en cuenta que, tal y como ha sucedido varias veces, la potencialidad de las tecnologías de la información; el carácter revolucionario de su impacto en las organizaciones sociales; el dinamismo propio de la informática, y la multiplicidad de formas que pueden tener el fraude y la delincuencia informática, hacen prácticamente imposible esperar que la jurisprudencia responda completamente a todas las modalidades de fraude y delitos informáticos. Por eso, como sucede en otras profesiones de gran incidencia social, se debe contar, por el bien de la sociedad, con un código completo, ético y deontológico, que gobierne la actuación de los profesionales informáticos y, de hecho, evite gran parte del peligro de fraude que ofrecen las nuevas tecnologías de la información.

Tipología del Fraude Informático

Cuando se menciona el fraude informático resulta habitual hacer referencia a los trabajos de Donn B. Parker, jefe consultor del SRI (Stanford Research Institute). Parker estudia el tema del fraude y la delincuencia informática desde los años setenta, ateniéndose a lo que él nombra "cuatro dimensiones" del problema, que sintetiza en:

-El modus operandi;

-La tipología de los autores de los fraudes informáticos;

- Los problemas éticos asociados, y

-Los precedentes legales ya existentes y la legislación todavía pendiente sobre este asunto.

El tratamiento de las dos primeras "dimensiones" del problema es desarrollado por Parker en su primer libro sobre delitos informáticos (Parker, 1976). El texto de 1983 (Parker) utiliza una perspectiva histórica para profundizar en el análisis de las dos últimas "dimensiones". Por ser este trabajo el pionero en la materia, se le ha dado una gran difusión y además una justificación, porque a menudo tal vez se haga referencia a él aun sin citar el origen. También explica la existencia de trabajos que pretenden complementar su estudio, dando nuevas aportaciones sobre el método de detección del fraude o las evidencias que pueden sugerir su presencia (Agenda Hispamex, 1981).

De esta tipología tan difusa del modus operandi del fraude informático, se puede remarcar su aspecto coyuntural y la necesidad evidente de actualizarse continuamente, para considerar las nuevas técnicas que el dinamismo de la tecnología informática produce en los nuevos sistemas.

Las principales formas de fraude informático que Parker consideraba se realizaban hasta 1983, son:

-Introducción de datos falsos (data diddling). Consiste en la manipulación fraudulenta de las transacciones de entrada a un sistema informático, al introducir movimientos falsos o eliminar la entrada de operaciones reales.

-Caballo de Troya (Trojan horse). En un programa normal se incluyen una serie de instrucciones no autorizadas, que actúan, en ciertos casos, de forma diferente en aquello que había sido previsto, evidentemente, en beneficio del autor o para sabotear al usuario.

-Técnica del salami (salami technique). Consiste en pequeñas manipulaciones que, sumadas, hacen un gran fraude. Es habitual citar en este punto el no demostrado y casi mítico caso de la desviación fraudulenta de centavos en transacciones bancarias o nóminas.

-Uso no autorizado de programas especiales (superzapping). Hace referencia a la utilización no autorizada de cualquier programa para alterar datos y resultados, u obtener información. El nombre en inglés de este tipo de fraude deriva de un conocido programa de servicio de ciertos sistemas de IBM: "superzap".

- Puertas falsas (trap doors). Consiste en hacer "agujeros" y defectos en la seguridad de los sistemas y las "entradas especiales", que generalmente, con aspecto de provisionalidad, poseen los programas para hacer más ágil su proceso de prueba y depuración, y permitir que la instalación de la versión definitiva sea exitosa.

-Bombas lógicas (logic bombs). Permiten realizar un tipo distinto de sabotaje, utilizando rutinas ocultas (la bomba lógica). En cada ejecución de un programa, por ejemplo, al llegar a un cierto valor, se ejecuta una operación destructiva. Es un procedimiento que, regulado por una computadora o por un dato clave, se convierte en el más habitual de los virus informáticos.

- Ataques asíncronos (asynchronous attacs). Se aprovecha la posibilidad que tiene el sistema operativo de volver a inicializar el sistema en condiciones diferentes a las autorizadas, como por ejemplo en ciertos puntos de recuperación del sistema. Un ejemplo de un ataque asíncrono sería un programa que reproduzca la pantalla de entrada en un sistema. Cuando el usuario proporciona su clave, se almacena esta información en un archivo de la persona que está realizando el fraude. De esta manera logra el acceso que le estaba prohibido.

-Recogida de información residual (scavengig). Consiste en aprovechar todo tipo de desechos, como listados y manuales tirados en la papelera, que no han sido destruidos; emplear el estado final de la memoria al finalizar la ejecución de un programa, etcétera, para obtener información reservada y sensible.

- Divulgación no autorizada de datos reservados (data leakage). También incluye la divulgación no autorizada de información secreta, obteniendo los datos por espionaje o al adquirirlos de manera fraudulenta de información destinada a otra finalidad, como por ejemplo del censo electoral, información médica, etcétera.

-Entrada a caballo (piggybacking and impersonation). Conocido también como "ingeniería social", consiste, por ejemplo, en hacerse pasar por otra persona para conseguir información reservada.

- Intervención de líneas (wiretapping). Se intervienen las líneas de comunicación informática para acceder o manipular los datos que por ellas circulan.

-Simulación y modelado de delitos (simulation and modeling). Se utiliza una computadora para planear y controlar un delito mediante técnicas de simulación, que permiten ver qué pasaría si realmente se realiza el delito.

Diversos estudios sobre el comportamiento de los manipuladores no autorizados de los sistemas informáticos (hackers), indican que van incorporando nuevas "técnicas", las cuales, a veces, son nuevas o simplemente variaciones sobre algunos de los tipos centrales y canónicos ya expresados por Parker.

Libros especializados en el comportamiento de los hackers (Skoll, 1985; Raymond, 1991; Hafner y Morkoff, 1991, y Clough y Mungo, 1992) o versiones casi periodísticas de estudios sobre el fraude informático (Sneyers, 1990), mencionan nuevas modalidades de fraude y delincuencia informática. Como ejemplo de algunas de éstas, se puede mencionar:

-Exploración (scanning). Consiste en hacer una exploración secuencial para encontrar los números telefónicos o las claves de usuario que permiten el acceso a la computadora o a los sistemas informáticos reservados.

-Mirar sobre el hombro (shoulder surfing). Como su nombre lo indica, se trata de mirar sobre el hombro de un operador autorizado, para seguir el movimiento de sus dedos sobre el teclado cuando escribe su clave, con el fin de robársela.

-Buscar en la basura (dumpster diving). Es una nueva variante de la "recogida de información residual" establecida por Parker. Se buscan en la basura los documentos que no fueron destruidos y que contienen información sensible.

-Mistificación (spoofing). Es la nueva denominación que se le da a la anteriormente llamada "ingeniería social", que permite obtener información con engaños y simulación de personas.

Es fácil observar que la cantidad de métodos aumenta con el tiempo, así como el ingenio, que nunca falta, de los interesados en cometer un fraude y delitos informáticos.

Por eso la referencia a la docena de métodos mencionados por Parker será siempre una tipología limitada, como, de hecho, lo será cualquier otra tipología, debido al dinamismo de la informática y los hackers.

Hackers. Del Romance al Fraude
Si bien la tipología del modus operandi del fraude y la delincuencia informática de Parker es bastante difusa, lo son mucho menos las otras "dimensiones" que, según los especialistas indiscutibles en el tema, acompañan al fenómeno. Una es la que hace referencia a las características de los autores de los fraudes informáticos: los hackers. De hecho, el objetivo central del segundo libro de Parker, sobre los delitos informáticos (Parker, 1983••), se centra en "la esencia del problema: la gente se dedica a delinquir y no se preocupa de los instrumentos que va a utilizar".

Posiblemente todo comenzó con los phreakers, manipuladores no autorizados de las líneas telefónicas norteamericanas de los años sesenta. La voluntad por utilizar fraudulentamente las líneas telefónicas de la compañía telefónica Bell, la principal de Estados Unidos, para lograr gratuitamente la posibilidad de hacer llamadas de larga distancia, estimuló la actividad de un grupo de jóvenes, que denominaron a su actividad phreaking. Los phreakers tomaron su nombre de la conjunción de freak (suceso anormal), phone (teléfono) y free (gratuito o libre). Se puede ver que ellos mismos recogen en su nombre el carácter marginal de su actividad, que, inicialmente, podía responder a objetivos posiblemente románticos de liberación de cierto servilismo de la tecnología. Clough y Mungo (1992•) dan una descripción detallada de las actividades de los phreakers.

Dado que los sistemas telefónicos utilizan computadoras, los phreakers se convirtieron en manipuladores no autorizados de los sistemas informáticos, pero en los años sesenta y setenta aparece otro tipo de manipuladores no autorizados: los hackers.

El atractivo innegable de hacer programas de todo tipo, provoca el surgimiento de especialistas informáticos, jóvenes, decididos y, seguramente, con una gran curiosidad intelectual, a quienes se les da el nombre de hackers. Según el diccionario de Raymond (1991), hackers originalmente eran aquellas personas que "hacen muebles a golpe de hacha". Además define al hacker, en la primera acepción, como "una persona que goza explorando los detalles de los sistemas programables para extender sus capacidades, oponiéndose a los usuarios que prefieren aprender sólo lo mínimo necesario". Esta es una visión positiva y romántica del hacker que, desgraciadamente, ha evolucionado en un sentido negativo, dando como resultado las terribles consecuencias de sus actividades en la actualidad.

Con relación al sentido positivo típico de la primera actividad de los hackers, el diccionario de Raymond cita como séptima acepción: "una persona que disfruta con el reto intelectual de la creatividad para superar o esquivar limitaciones". Esta definición, de nuevo, nos lleva a una visión romántica y positiva del hacker, que tendría más un afán de conocimiento y superación de retos, actividades francamente muy atractivas para los jóvenes que ahora adoptan el ejercicio creciente de los hackers. Así fueron, seguramente, las condiciones para algunos de los primeros hackers de los bellos tiempos, en los años sesenta y setenta.

El cambio de gran importancia que Parker introduce en su segundo libro sobre el delito informático (Parker, 1983•), es precisamente la constatación de la pérdida de este romanticismo. Las terribles consecuencias de las actividades de los hackers llevan a Parker a abandonar una cierta épica romántica, perceptible en su primer libro (Parker, 1976), para dar una descripción menos sensacionalista de los delitos informáticos y sus perpetradores, y abandonar definitivamente el tono de curiosidad intelectual propiciado por una tecnología como la informática, mucho más nueva y sorprendente en los años sesenta y setenta que ahora. El romanticismo desaparece del todo y los hackers pasan a ser considerados como "gente fuera de la ley que provoca perjuicios a otros".

Como no podía ser menos, diccionarios como el de Raymond, escritos desde la óptica del "buen hacker" de los años sesenta y setenta, no pueden evadir esta nueva acepción del hacker, diciendo que es "un entrometedor malicioso que intenta descubrir información sensible, escudriñando en los sistemas".

Es mucha la literatura que se puede encontrar sobre las actividades de los hackers, pero cabe mencionar específicamente el trabajo de Clifford Stoll (1985) sobre la utilización de hackers alemanes por parte de la KGB soviética, para intentar obtener secretos militares norteamericanos. Este espionaje se consiguió explotando la existencia de una "puerta falsa" en el sistema operativo del Lawrence Berkeley Laboratories, del cual Stoll era el encargado provisional de supervisar. El resultado fue que las investigaciones de Stoll, narradas casi como una novela policíaca y de una manera muy amena, se encontraron con la desidia y el poco interés de los responsables de las instituciones encargadas de administrar la seguridad de los sistemas informáticos en Estados Unidos. Algunos libros (Clough and Mungo, 1992•*), y Hafner and Morkoff, 1991) se ocupan de este caso, proporcionando datos, tales como los resultados de los juicios que se llevaron a cabo y que no se contemplan en el relato de Stoll.

Otro caso famoso es el de Robert T. Morris y su programa, que se difundió y duplicó varias veces, bloqueando Internet en Estados Unidos el 2 de noviembre de 1988. El hecho curioso en este caso, y tal vez intrigante, es la relación familiar del autor de la fechoría con Bob Morris, su padre, entonces director de la NCSC (National Computer Security Center) norteamericana, encargada, precisamente, de la seguridad de los sistemas informáticos de ese país. Se llegó a comentar que el ataque de Morris hijo a la seguridad de Internet, podría estar relacionado con las repetidas peticiones de Morris padre de reforzar la seguridad de la red. Obviamente y como era de esperarse, ambos niegan dicha relación. Este caso está ampliamente descrito en Hafner and Morkoff, 1991•) y en (Clough and Mungo, 1992••,

En Europa se dio el caso del programa de Christmas, desarrollado, según parece, por un estudiante de Hannover, que se presentaba como una felicitación navideña informatizada. El problema fue que mientras se mostraba el programa Christmas en la pantalla del usuario, aquel buscaba su lista de correspondencia electrónica y enviaba copias a todas las direcciones registradas en ella. Este es un claro ejemplo del "caballo de Troya", en la denominación de Parker. Lo que posiblemente fue en un inicio una broma, después de todo no maliciosa, se convirtió en un problema grave cuando, después de superar la red informática de la Universidad Clausthal-Zellerfeld de Hannover, llegó a la red del servicio de investigación europeo EARNET (European Academic Research Network), para saturar finalmente la red VNET interna de IBM de Europa, el 15 de diciembre de 1987. Algo que comenzó posiblemente como un juego, acabó como un perjuicio grave en una compañía privada, que desde entonces se ha visto obligada a implementar sistemas de seguridad que detecten la presencia de programas indeseables para borrarlos automáticamente. Este es un ejemplo típico de cómo la inconsciencia de un hacker puede producir un gran perjuicio.

Hay muchos más casos de actividades de los hackers. Se describen en los libros (Clough and Mungo, 1992•••),y Hafner and Morkoff, 1991••). Lo más preocupante es el crecimiento de los casos claramente orientados a la actividad delictuosa. Por poner un ejemplo, recogido en (Clough and Mungo, 1992••••),, se puede mencionar el caso de "Kyrie", Leslie Lynne Doucette, una canadiense que en 1989 administraba una red de unos 150 hackers, especializados en obtener información sensible para ser utilizada en la realización de robos. Les encontraron 118 tarjetas de crédito Visa, 150 de MasterCard, 2 de American Express y 171 tarjetas de servicio telefónico de las compañías ATT e ITT, así como 39 códigos de autorización de centrales telefónicas y datos PBX. Todo un botín producto de una actuación claramente delictuosa de los hackers.

Otra actividad de los hackers es la creación y difusión de virus, ya bastante conocida y divulgada en libros, como por ejemplo Lendell (1989) y (Clough and Mungo, 1992•••••),. El virus es una rutina o programa añadido a un programa normal, que al ser ejecutado activa un virus que produce, por ejemplo, alguna acción destructiva en el sistema sobre el que se está trabajando. Lo más importante y peligroso de un virus, de ahí la similitud biológica y médica de su nombre, es su capacidad reproductiva para infectar otras unidades de disco, difundiéndose rápidamente al amparo, por caso, de la creciente piratería del software existente en el mundo de la microinformática.

Los especialistas reconocen diversas variedades de virus, como los "gusanos" (worms), que no dependen de otros programas y son en sí mismos programas aislados y autosuficientes, como sucedió, por ejemplo, en el caso del programa que Robert T. Morris esparció por Internet a finales de 1988. Utilizando el término empleado por Parker, también se puede hablar de los "caballos de Troya", como el caso del programa del estudiante de Hannover, que colapsó la red interna de IBM en Europa, o bombas lógicas como la renombrada "Viernes 13", que se activa precisamente en esa fecha. A ésta los periodistas la han hecho famosa.

Han surgido empresas y programas especializados en la detección y la lucha contra los virus tan frecuentes en la microinformática. El texto de Clough y Mungo (1992••••••) expone con detalle el tema de los virus, y pone una particular atención a lo que llama "la fábrica búlgara" de virus y la actividad del hacker, conocida como Dark Avenger (el vengador tenebroso).

A pesar de que se comenzó con un aura de romanticismo, de superación del reto que ofrecía una nueva y prometedora tecnología, la realidad es que los hackers de hoy pueden ser, de hecho dan indicios de que lo son, un grave problema público. Los hackers que no son conscientes de la gravedad y el peligro de sus actos, consideran sus acciones como un juego, mientras que los claramente conscientes de sus conocimientos informáticos para robar información sensible o difundir programas indeseables, forman el ejército de delincuentes informáticos potenciales que pueden utilizar de mala manera las grandes posibilidades de una tecnología como la informática.

El incremento de las medidas de seguridad en los sistemas informáticos, ha llegado a convertirse en una nueva responsabilidad para los profesionales conscientes, por desgracia no siempre muy abundantes en una profesión a menudo condicionada por la celeridad y los requerimientos económicos en la instalación apresurada de nuevos sistemas.

Investigación y Prueba del Fraude Informático
Desgraciadamente el fraude y la delincuencia informática, además de presentar una gran variedad, resultan francamente difíciles de detectar y, aun más, de probar.

Hay características concretas de la tecnología que explican este aspecto típico de la delincuencia informática. Castillo y Ramallo (1989•) indican una serie de factores, no todos de igual importancia, como los que se indican a continuación:

- La concentración de la información, típica de la informática, que facilita en cierta forma, por su localización centralizada, el hurto de datos, a pesar de que se piense que con los modernos sistemas distribuidos esta característica resultará cada vez menos importante.

-La falta de registros visibles que hacen más difícil y complicada la investigación de los hechos.

- La posibilidad de alterar los programas y los datos, sin dejar prácticamente el más mínimo rastro o pista que permita descubrir la alteración efectuada.

- La facilidad para eliminar las pruebas, simplemente haciendo desaparecer programas y datos con una sencilla operación del teclado.

-La dispersión territorial de los puntos de entrada a los sistemas informáticos y, por tanto, el aumento de los puntos de origen de los ataques de los hackers.

-La falta de controles internos y mecanismos de seguridad de la gran mayoría de los sistemas informáticos, y su falta de protección frente a los ataques de los hackers.

- La falta, aún más grave, de seguridad para con los propios operadores y el personal técnico responsable de los sistemas, que pueden ser, también, perpetradores de fraudes y delitos informáticos.

Estas son algunas de las características propias de la tecnología informática, que permiten explicar la dificultad para detectar un fraude o un delito informático. Muchas posibles soluciones a estos problemas, están condenadas a ser rápidamente superadas por el dinamismo de la informática, así como por la evolución y el aumento de las capacidades de intrusión de los hackers.

Para detectar el fraude o el delito informático y, sobre todo, para obtener en forma indiscutible las pruebas, es útil tener conocimientos técnicos que, como en el caso de la auditoría informática, resultan difíciles, si no es que imposibles de obtener, a causa de la variedad y multiplicidad de los sistemas informáticos existentes.

Para un especialista en auditoría informática como Del Paso (1990•), obligado a creer en la efectividad final del proceso de auditoría en sistemas informáticos, la solución parece consistir en dejarla en manos de los profesionales de esta vertiente moderna de la auditoría y el control de sistemas.

Seguramente no es ésta la única ni la mejor de las soluciones posibles para impedir, detectar y probar el delito informático. Los problemas que el mismo Del Paso considera como un presente inevitable, resultan difícilmente superables. Algunos de estos problemas, son:

-Desaparición de los elementos de prueba, por el propio dinamismo del sistema informático o como producto de una manipulación interesada.

- Aparente desvinculación temporal del delincuente informático con el delito o el fraude, preparado con mucha antelación, ya que el hecho delictuoso puede presentarse mucho tiempo después de haber sido preparadas, por ejemplo, las bombas lógicas activadas temporalmente.

-Falta de conocimientos específicos entre los auditores informáticos o entre los miembros del cuerpo de seguridad, sobre la forma de proceder en la detención del delincuente y la obtención de pruebas.

-Falta de una legislación específica para el reconocimiento y la sanción del fraude y la delincuencia informáticos.

- Dificultad para aceptar las pruebas en el ordenamiento jurídico actual, debido, por ejemplo, a su incorporeidad.

- Posibilidad de que el delincuente forme parte del personal de la empresa u organización investigadora, lo que le permita disponer de información sobre el desarrollo de la investigación para interferir en la misma.

Como se puede observar, hay todo un conjunto de dificultades añadidas a un problema de por sí difícil, complejo y con gran variabilidad y dinamismo.

Ética y Deontología Profesional

Tal vez parece una huida lateral o una renuncia a resolver el problema, pero la realidad es que una gran mayoría de los especialistas informáticos que han estudiado con detalle el tema del fraude y la delincuencia informática, acaban coincidiendo en la imposibilidad de que el derecho compile y regule todos los aspectos del delito informático. Las posibilidades tecnológicas son muchas y cambiantes; las modalidades de fraude aumentan día a día; el número y la capacidad de los hackers aumentan también con la creciente difusión de la microinformática y los sistemas distribuidos, y las características de la tecnología informática hacen especialmente difícil la detección y la prueba de los delitos.

Este es un panorama nada entusiasta, que ha llevado cada vez más a poner el acento en la responsabilidad social de los profesionales de la informática que construyen los sistemas. El llamamiento a la responsabilidad se centra en la necesidad de: no dejar "puertas falsas"; proteger la información sensible; detectar "caballos de Troya" y "bombas lógicas" que busquen introducirse en los sistemas; poner mucha atención en lo que se desecha en la papelera; proteger las líneas de comunicación con los sistemas de "encriptación", etcétera. En definitiva se trata de aumentar significativamente la seguridad en los sistemas informáticos, para que resistan ante los inevitables intentos de intrusión de toda clase de hackers.

Comienza así un nuevo tema: la necesidad de incidir en la ética y la deontología profesional de los informáticos que, otra vez, ha recibido un importante empuje con los trabajos del pionero Parker, desde 1981, que ha seguido desarrollando posteriormente él mismo con sus colaboradores Swope y Baker (1990), y otros autores como Johnson (1985), Forrester y Morrison(1990), así como Ermann, William y Gutiérrez (1990), y muchos más.

El problema, nada banal, es convencer a la comunidad profesional informática sobre la necesidad de un comportamiento ético, serio y responsable, en su actividad profesional cotidiana. Ya Parker (1983) resaltó su convencimiento de que de todas las posibles medidas preventivas ante el fraude y la delincuencia informática, la más eficiente sería que los profesionales informáticos acepten unos estándares éticos que les permitan responder ante el reto que el fraude y la delincuencia informática representan por toda la tecnología informática. La informática sin controles puede llegar a ser una tecnología perjudicial para la sociedad que la utiliza.

En este sentido, es bueno destacar la buena respuesta institucional de las principales asociaciones mundiales de profesionales de la informática: la IFIP (International Federation for Information Processing) y la ACM (Association of Computing Machinery), que están en proceso de elaborar y perfeccionar códigos éticos, que pueden ser una guía en la actividad profesional de los desarrolladores de sistemas informáticos.

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