El principio de universalización

En la Fundamentación Kant ofrece tres formulaciones del imperativo categórico y afirma que son equivalentes. La primera es la formulación de la ley universal, y es la más conocida. La segunda es la formulación de la humanidad, según la cual debemos tratar a la humanidad siempre como un fin y nunca como un mero medio. La tercera es la formulación de la autonomía, de acuerdo con la cual debemos actuar según máximas que elijamos de manera autónoma. Kant sostiene que las tres son formulaciones de un mismo principio. Actuar de acuerdo con máximas que podamos querer como leyes universales es lo mismo que tratar a la humanidad siempre como fin y nunca como un mero medio, lo cual, a su vez, es lo mismo que actuar de manera autónoma.

La conocida objeción de que el imperativo categórico es un principio meramente formal carente de contenido es, entonces, falsa: el contenido de este principio es el valor de la humanidad. Pero aún si nos centramos exclusivamente en la primera formulación del principio, la fórmula de la ley universal, la objeción no se sostiene. La fórmula de la ley universal no es un principio del cual podamos derivar deberes morales, sino que opera sobre las máximas del agente moral; es decir, el principio es formal porque exige que nuestras máximas tengan la forma de la universalidad; y el contenido del razonamiento moral viene dado en las máximas que son el punto de partida. Voy a ilustrar este punto con una variación de uno de los ejemplos que Kant mismo ofrece en la segunda sección de la Fundamentación.

De acuerdo con Kant, el agente que tiene dudas acerca del carácter moral de una máxima de acción debe someterla a la siguiente prueba de universalización en dos pasos. En el primer paso, uno debe universalizar la máxima, y en el segundo revisar si hay una contradicción entre la máxima inicial y su universalización. Si hay contradicción, la máxima no es permisible, y lo opuesto es un deber moral; si no hay contradicción, la máxima es por lo menos permisible.

EJEMPLO:
Supongamos ahora que yo estoy en un apuro financiero y que estoy pensando en pedirle dinero prestado a mi amigo Efraín aunque sé que no podré pagarle; también sé que si no le prometo que le pagaré, Efraín no me prestará el dinero; entonces pienso prometerle que le pagaré aunque sé que no podré hacerlo. Supongamos también que no estoy segura si este tipo de acción es moral o inmoral. La máxima de la acción sería algo así como “obtener dinero prestado para salir de un apuro mediante la promesa de que lo pagaré aunque sé que nunca podré hacerlo”. El procedimiento de aplicación de la fórmula de la ley universal establece que primero debo universalizar la máxima. Ello quiere decir, según Kant, imaginar que la máxima es una ley universal en el mundo en que vivimos, es decir, un principio de acuerdo con el cual todo mundo actúa. Es decir, yo debo imaginar que es una práctica universal obtener dinero prestado mediante la promesa de pagarlo aun cuando se sabe que ello no será posible. El siguiente paso en el procedimiento es revisar si existe una contradicción entre la universalización de la máxima y la máxima inicial; es decir, debemos revisar si hay contradicción entre querer actuar de acuerdo con la máxima inicial y su universalización. Habrá una contradicción si me resulta imposible actuar de acuerdo con mi máxima inicial en un mundo en el que esta máxima opera como ley universal. De acuerdo con Kant, habría efectivamente una contradicción en este caso particular porque en le mundo de la máxima universalizada todo mundo sabe que todos prometen falsamente que pagarán con tal de obtener dinero prestado y, por tanto, nadie cree en este tipo de promesas; así que me resultaría imposible actuar de acuerdo con mi máxima inicial de obtener dinero prestado mediante la promesa de pagarlo aun cuando sé que no podré hacerlo. Por tanto, la máxima no es permisible y lo opuesto es un deber moral, a saber, nunca actuar de acuerdo con esta máxima.

Es importante notar que Kant no está diciendo que la máxima inicial sea en sí misma contradictoria; la contradicción surge entre querer actuar según la máxima inicial y su universalización. De acuerdo con él, no podemos concebir actuar conforme a la máxima inicial en un mundo en que esta máxima se ha convertido en ley universal.

Este procedimiento de universalización ha sido el objeto de múltiples ataques porque no siempre nos da el resultado que esperamos. Por ejemplo, supongamos que mi máxima es jugar tenis temprano en la mañana porque es entonces cuando las canchas están vacías; si esta máxima fuera ley universal, todo el mundo actuaría de la misma manera y las canchas no estarían vacías; por tanto, ¿es inmoral jugar tenis temprano en la mañana por la razón de que es entonces cuando las canchas están vacías? Es posible enmendar esta dificultad, pero a fin de cuentas, el procedimiento de universalización no es completamente confiable. Por ello, tal vez sea mejor prestar más atención a la segunda formulación del imperativo categórico, a saber, la fórmula de la humanidad. Hay varias consideraciones en favor de esta alternativa. En primer lugar, parece ser más confiable; en segundo lugar, Kant dice que es más intuitiva; y en tercer lugar es la fórmula que él mismo utiliza en la Metafísica de las Costumbres2 para derivar su sistema de deberes éticos.