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10
de abril de 2004 Vol. 5, No. 3 ISSN: 1607 - 6079 |
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La moral en el Discurso La moral que Descartes nos presenta en el Discurso del método es una moral mínima que se compone de cuatro reglas. En la primera se imponía obedecer las leyes y costumbres de su país así como la religión en que había sido instruido; la segunda consistía en emplear en sus actos la mayor energía y firmeza de que fuera capaz; la tercera, vencerse a sí mismo antes que a la fortuna y alterar sus deseos antes que el orden del mundo; y la cuarta buscar la verdad. Descartes señala en el Discurso la necesidad de suspender sus propias convicciones para examinarlas, y decide guiarse por las de los más sensatos, pues se percata de que si bien puede permanecer incierto en sus juicios, no puede hacer lo mismo con sus acciones:
La afirmación: je me formai une morale par provision, "me constituí a modo de provisión una moral", usada por Descartes en esta parte del Discurso, ha dado lugar a que varios autores consideren a la moral cartesiana como una "moral provisional". Mi intención en esta parte, es poner de manifiesto que en el Discurso no podemos hablar de una moral provisional. Paso a analizar la argumentación que en favor de esta tesis sostiene Michèle Le Doeuf en su artículo "En torno a la moral de Descartes". Su argumentación se basa en los siguientes puntos: Le Doeuf sostiene en primer lugar que la expresión par provision usada por Descartes en el Discurso no significa provisional. Se apoya en la constatación de un diccionario del siglo XVII en donde la expresión par provision no significa provisional en el sentido que actualmente lo usamos, sino que es un término jurídico que expresa: "lo que un juez otorga por adelantado a una de las partes implicadas", es decir, un adelanto. La diferencia de sentido entre los términos moral par provision y "moral provisional", en su opinión, se muestra en dos niveles: en primer lugar existe una diferencia en el plano de la valoración, pues la expresión "moral provisional" es desvalorizante, se refiere a algo destinado a ser sustituido, mientras que el término par provision supone que es una moral válida que requiere y puede llegar a completarse. En segundo lugar, el término "provisional" pertenece al orden de lo cualitativo, puede ser remplazado, mientras que el término par provision pertenece al de lo cuantitativo, hace referencia a un incremento posible. Esto permite concluir que la moral que Descartes se impone a sí mismo no es provisional, sino una moral mínima. Para demostrar que la moral del Discurso constituye un mínimo necesario y suficiente, Le Doeuf se remite a un pasaje de la carta-prefacio de los Principios publicado por Descartes siete años después:
Otro argumento convincente que descubre nuestra autora lo encuentra al comparar el orden de las palabras extraído del siguiente texto de D'Alembert:
Con el texto citado por Descartes en el Discurso:
La comparación de estos dos textos le permite conjeturar que la expresión par provision usada por Descartes, no califica a la moral, sino que "es un segmento de sentido relativamente independiente, que no se halla enlazado gramaticalmente a la palabra moral". (4) Por otra parte, Le Doeuf identifica en la moral del Discurso una doble finalidad: “vivir satisfactoriamente" y "seguir instruyéndome". En su opinión ambos fines son alcanzados por Descartes y lo corrobora con la siguiente afirmación del filósofo: "...las tres máximas que preceden han sido establecidas con vistas a mi intención de seguir instruyéndome". El primer rendimiento de esta moral es el permitir "vivir satisfecho o contento", Le Doeuf considera que Descartes está satisfecho con la línea de conducta expresada en sus máximas. La promesa de felicidad o contento se complementa con el conocimiento de la verdad, obtenido a través del método, como queda expresado en el siguiente pasaje:
Otra razón que aduce Le Doeuf en apoyo de esta tesis es la siguiente: señala que cuando se acepta la existencia de una moral "provisional", se suele buscar en otros textos la moral "definitiva", y se cree encontrarla en la carta-prefacio de los Principios, en donde la moral no se presenta como provisional sino como necesaria y suficiente. Sin embargo, encuentra que en la carta-prefacio se reproduce el orden propuesto en el Discurso del método, esto es, primero vivir, y vivir bien, a fin de estar en condiciones de instruirse. Estos
argumentos expuestos por Michèle Le Doeuf, nos permiten concluir
que no debemos referirnos a la moral del Discurso como una "moral
provisional". Por ahora pasemos al análisis de Las pasiones
del alma. |