Cosmogonías
La cosmogonía es un largo proceso regido por las leyes
de una temporalidad cíclica y una alternancia de fuerzas
contrarias, los mitos de creación revelan la creencia en
constantes creaciones y destrucciones del universo por la acción
de energías o deidades, que representan a los contrarios
cósmicos: vida y muerte, oscuridad y luz, bien y mal, masculino
y femenino, de tal modo que este universo constituye una cadena
de ciclos o eras cósmicas, en las cuales han existido distintos
seres. Los mitos mayas explican que la razón de la creación
del mundo fue para brindarle al hombre un lugar para vivir y desde
ahí pudiera venerar a sus dioses, por ello eran necesario
seres humanos conscientes, inteligentes, capaces de reconocer
y sustentar a sus creadores.
En
el mito quiché llamado Popol Vuh, texto escrito
en el siglo XVI, se asienta que en el tiempo primordial estático,
cuando sólo existían el cielo y el mar confundidos
en una gran masa de agua, estaban los dioses creadores, quienes
deciden la existencia del hombre y del mundo. Estos dioses se presentan
en parejas como aspectos diversos de una gran deidad creadora: Tzacol
y Bitol, el “Creador” y el “Formador”;
Alom, “Madre” y Qaholom, “Padre”,
Hunapú Vuch, “Cazador zarigüeya
o tlacuache” (dios femenino del amanecer) y Hunahpú
Utiuh, “Cazador coyote” (dios masculino de la noche);
Zaqui-Nimá Tziís, “Gran
Pizote blanco” (diosa madre vieja) y Nima Ac,
“Gran Jabalí montés”; U Qux
Cho, “Corazón de la laguna” y U
Qux Paló, “Corazón del mar”;
Ah Raxá Lac, “Señor
del plato verde”, la tierra y Ah Raxá
Tzel, “Señor de la jícara azul”,
el cielo; esta pareja es también una deidad andrógina
llamada U Qux Cah, “Corazón
del cielo”.
Los diferentes elementos que constituyen la creación: árboles,
plantas y animales son formados a través de la palabra; los
animales son interrogados por los dioses para saber si pueden reconocerlos
y venerarlos, pero por carecer de conciencia fueron incapaces de
adorar a sus creadores. Entonces los dioses forman, en diferentes
etapas cósmicas, hombres de barro y de madera, que tampoco
respondieron a sus deseos, por lo que fueron destruidos sucesivamente
por un diluvio de agua, o bajo una lluvia
de resina ardiente. Los sobrevivientes de los hombres
de palo fueron transformados en monos.
En
otra historia sagrada titulada Anales
de los Cakchiqueles se dice que los dioses crean a
los hombres de una materia sagrada: el maíz, semilla que
mezclan con la sangre de la danta y la serpiente, animales sagrados,
y con ello obtienen al hombre esperado, aquél que reconoce
la existencia de sus creadores y es capaz de sustentarlos.
•Popol Vuh
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