El
efecto serpiente Además
hay ritmos formales que se obtienen sin necesidad de utilizar cadencia
o frecuencias sucesivas. Los más comunes son el ritmo
lineal oblicuo, el sigmoidal y el helicoidal18.
Veamos cada uno de ellos.
Los
ritmos lineales oblicuos, son composiciones distribuidas a partir
de una línea diagonal; se emplearon en las representaciones
de escenas bélicas, como en las jambas de la Estructura 2C-6
de Kabah (Fig. 40), o en los dinteles del Estructura I de Bonampak,
en donde la disposición de la lanza del guerrero marca la
composición en sentido oblicuo. Este mismo recurso fue empleado
en una escala mucho mayor en el friso
de estuco de Toniná, donde la distribución
de las diferentes escenas se hace en los registros compuestos por
las diferentes “líneas” diagonales, imprimiéndole
un gran dinamismo a la composición.
El
ritmo sigmoidal, es aquel que somete la composición a la
forma de S y el ritmo helicoidal, donde la composición se
desarrolla en forma de torbellino. Ejemplos de este tipo de composición
es el que empleó uno de los artistas mayas más destacados,
el escultor de Yaxchilán, retratista de Escudo Jaguar II,
que creó tres de las obras maestras de esa ciudad del Usumacinta
los dinteles
24, 25,
y 26,
cuya composición, respectivamente, correspondería
a un ritmo oblicuo, sigmoidal y helicoidal respectivamente.
Otro
medio de lograr ilusión de movimiento es el llamado dinamismo
por tensión, mediante el cual el escultor maya imprimió
a su obra una vigorosa “vida interior que quedó como
atrapada y contenida en la propia escultura sin desbordarse externamente”19.
El anónimo autor del retrato en estuco que procede de Palenque,
y que ahora está en el Museo de Antropología, mediante
una composición equilibrada de entrantes y salientes, logró
expresar una inagotable fuerza que emana desde el interior de ese
magnífico rostro y que es un buen ejemplo de dinamismo por
tensión.
Ese
mismo recurso fue ampliamente usado en el arte del Clásico
en el área central al representar a los soberanos con un
rico atavío, en una actitud hierática, de soberanía,
que les otorgó una fuerte vida interior, expresada mediante
el juego de volúmenes. Las imágenes del soberano (llamado
por los epigrafistas 18 Conejo)20
en las estelas de Copán, son ejemplos que retratan con singular
fuerza sus cualidades como gobernante.
Para
expresar el movimiento en la escultura, el artista maya se dio cuenta
de que podía rehacer el desarrollo del movimiento integrando
las diversas secuencias del mismo y representando simultáneamente
los distintos momentos de la acción. Así, la enorme
serpiente bicéfala que tiene las fauces abiertas en el dintel
25 de Yaxchilán muestra simultáneamente los dos momentos
que implican el ritual de entronización de Escudo Jaguar
II (la muerte iniciática en el extremo inferior y su renacimiento
como jefe militar y soberano divino) y su esposa, arrodillada en
el extremo inferior derecho, que ya ha realizado una ofrenda de
sangre, y porta en una vasija en su mano izquierda21.
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