10 de agosto de 2004 Vol. 5, No. 7 ISSN: 1607 - 6079
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El efecto serpiente

Además hay ritmos formales que se obtienen sin necesidad de utilizar cadencia o frecuencias sucesivas. Los más comunes son el ritmo lineal oblicuo, el sigmoidal y el helicoidal18. Veamos cada uno de ellos.

Los ritmos lineales oblicuos, son composiciones distribuidas a partir de una línea diagonal; se emplearon en las representaciones de escenas bélicas, como en las jambas de la Estructura 2C-6 de Kabah (Fig. 40), o en los dinteles del Estructura I de Bonampak, en donde la disposición de la lanza del guerrero marca la composición en sentido oblicuo. Este mismo recurso fue empleado en una escala mucho mayor en el friso de estuco de Toniná, donde la distribución de las diferentes escenas se hace en los registros compuestos por las diferentes “líneas” diagonales, imprimiéndole un gran dinamismo a la composición.

El ritmo sigmoidal, es aquel que somete la composición a la forma de S y el ritmo helicoidal, donde la composición se desarrolla en forma de torbellino. Ejemplos de este tipo de composición es el que empleó uno de los artistas mayas más destacados, el escultor de Yaxchilán, retratista de Escudo Jaguar II, que creó tres de las obras maestras de esa ciudad del Usumacinta los dinteles 24, 25, y 26, cuya composición, respectivamente, correspondería a un ritmo oblicuo, sigmoidal y helicoidal respectivamente.

Otro medio de lograr ilusión de movimiento es el llamado dinamismo por tensión, mediante el cual el escultor maya imprimió a su obra una vigorosa “vida interior que quedó como atrapada y contenida en la propia escultura sin desbordarse externamente”19. El anónimo autor del retrato en estuco que procede de Palenque, y que ahora está en el Museo de Antropología, mediante una composición equilibrada de entrantes y salientes, logró expresar una inagotable fuerza que emana desde el interior de ese magnífico rostro y que es un buen ejemplo de dinamismo por tensión.

Ese mismo recurso fue ampliamente usado en el arte del Clásico en el área central al representar a los soberanos con un rico atavío, en una actitud hierática, de soberanía, que les otorgó una fuerte vida interior, expresada mediante el juego de volúmenes. Las imágenes del soberano (llamado por los epigrafistas 18 Conejo)20 en las estelas de Copán, son ejemplos que retratan con singular fuerza sus cualidades como gobernante.

Para expresar el movimiento en la escultura, el artista maya se dio cuenta de que podía rehacer el desarrollo del movimiento integrando las diversas secuencias del mismo y representando simultáneamente los distintos momentos de la acción. Así, la enorme serpiente bicéfala que tiene las fauces abiertas en el dintel 25 de Yaxchilán muestra simultáneamente los dos momentos que implican el ritual de entronización de Escudo Jaguar II (la muerte iniciática en el extremo inferior y su renacimiento como jefe militar y soberano divino) y su esposa, arrodillada en el extremo inferior derecho, que ya ha realizado una ofrenda de sangre, y porta en una vasija en su mano izquierda21.