Rama yucatecana

La segunda rama en separarse fue la del yucatecano, la cual agrupa a cuatro lenguas: yucateco o peninsular, itzá, mopán y lacandón. La extensión del yucateco por toda la península es prueba de su arraigo y antigüedad en este espacio. Podemos suponer entonces que los constructores de los innumerables sitios arqueológicos de esta región del área maya, hablaban yucateco. Algunos investigadores creen que los textos jeroglíficos de esta región muestran indicios de que estaban escritos en yucateco, pero otros piensan que el cholano, como lengua de prestigio, es el que está registrado en las inscripciones del Clásico. Sin embargo, cabe señalar que de tiempos coloniales contamos con numerosos documentos, escritos con caracteres latinos pero en lengua yucateca, que registran la continuidad en parte de su ideología y la de sus afanes literarios. El Ritual de los Bacabes, los Cantares de Dzitbalché, la Crónica Yaxkukul, el Códice Calkiní, los libros llamados Chilam Balam y muchos otros testimonios son prueba de ello.

Figura 12. El Castillo o Templo de Kukulkan o Chichén Itzá, Yucatán.

El proceso de diferenciación interna de esta rama se inició durante el periodo Posclásico Temprano (900 a 1250 d.c.) cuando grupos de yucatecos migraron al sur hacia la región del Petén guatemalteco. Éstos, establecidos en territorios que antes ocuparon hablantes de la rama cholana, dieron origen a las lenguas itzá y mopán. Los primeros se asentaron en torno a los grandes lagos del Petén, donde florecían al momento del contacto y a quienes los españoles no pudieron someter hasta el siglo XVII. Los hablantes de mopán, por su parte, ocuparon la región sur de la frontera que comparten Guatemala y Belice, donde actualmente se localizan. Finalmente los lacandones, que ahora habitan en las selvas chiapanecas del mismo nombre, son grupos hablantes de yucateco que llegaron a esta región, durante los siglos XVII y XVIII, huyendo de la explotación colonial española.

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