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10
de octubre de 2004 Vol. 5, No. 9 ISSN: 1607 - 6079 |
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La técnica de la albúmina
La albúmina ofrece mayor contraste y densidad que el papel salado, y al ser brillante ofrece también variaciones de tonalidad. La albúmina además se adhiere con mucha más facilidad que la gelatina a cualquier tipo de superficie, incluso aquellas superficies más lisas como el cristal. Hacia mediados de la década de los 50, casi todos los fotógrafos habían adoptado éste proceso, abandonando poco a poco el papel salado. El uso generalizado del proceso a la albúmina indica una valorización cada vez mayor de las cualidades propias del medio fotográfico: la superficie brillante y la precisión de los detalles se contraponen a los resultados más cercanos al dibujo que proporcionaban los papeles salados. A partir de 1863, se empezaron a fabricar papeles albúminados cuya capa de albúmina era teñida previamente con anilinas de color rosa o malva para así contrarrestar un amarilleo precoz. Otra práctica corriente para evitar la formación (caso de que así se quiera) de manchas amarillas y para cambiar el tono marrón-rojizo de las albúminas simplemente fijadas, es el viraje al oro que protege de la contaminación de compuestos de azufre dando, al mismo tiempo, un tono violáceo a la imagen final. Igual que con las otras técnicas, los negativos a positivar deben presentar un amplia gama tonal y un buen contraste, es decir una buna separación entre las luces altas y las sombras.
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