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Expresión
genética: función del medio
de cultivo
De
lo anterior, queda claro que es importante
encontrar condiciones de cultivo no sólo
para que las células crezcan y se dividan
rápidamente sino también para
que la mayor parte de ellas expresen su capacidad
de rediferenciación y biosíntesis
para una o varias substancias de interés.
En varios de los estudios sobre cultivos de
células y tejidos vegetales esto se
ha tratado de resolver variando los componentes
de los medios de cultivo (Martin 1980, Yasuda
et al 1972, Calva y Ríos 1999) y las
condiciones físicas y fisicoquímicas
de los procesos (Fowler 1982, Rhodes et al
1987), aprovechando las ventajas que ofrece
la rápida respuesta de las células
in vitro ante pequeños cambios en su
medio ambiente con respecto a las plantas
crecidas por métodos tradicionales.
Los
primeros medios utilizados en cultivo de células
y tejidos vegetales fueron semisintéticos.
Frecuentemente contenían extractos
o complejos orgánicos como agua de
coco, hidrolizado de caseína y extracto
de levadura. Actualmente, la mayoría
de los medios son de composición conocida
(Tabla 2), estando constituidos
básicamente por cinco grupos de ingredientes:
nutrientes inorgánicos, fuente de carbono,
fuente de nitrógeno, vitaminas y reguladores
del crecimiento que in vivo son sintetizados
por una parte u órgano de la planta
para luego ser transportados a otros órganos
donde se metabolizan y/o acumulan (Seabrook
1980, Yasuda et al 1972). Las fuentes de nitrógeno
más comunes son el nitrato y amonio,
pero también se han utilizado urea,
hidrolizado de caseína, extracto de
levadura y aminoácidos, entre otros.
La fuente de carbono más empleada es
la sacarosa o glucosa y en menor grado la
maltosa, galactosa, almidón y melaza.
Los micronutrientes, generalmente adicionados
al medio de cultivo en forma de sales, son
utilizados por las células como cofactores
enzimáticos, como el molibdeno para
la nitrato reductasa y el magnesio para algunas
cinasas (Murashige y Skoog 1962, Shenk y Hildebrandt
1972).
Las
fitohormonas y sus inhibidores son substancias
producidas por las plantas y regulan su respuesta
a estímulos ambientales como luz, temperatura
y humedad, ayudando de esta manera a regular
y coordinar los procesos esenciales para el
desarrollo normal de las plantas (Wain 1980,
Doerner 2000, Crozier et al 2000). Este tipo
de substancias se pueden dividir principalmente
en auxinas, giberelinas, citocininas, ácido
abscísico, etileno, brasinoesteroides,
poliaminas, ácido jasmónico
y el ácido salicílico.
Las
auxinas y giberelinas promueven el alargamiento
celular pero inhiben la diferenciación,
mientras que las citocininas estimulan la
división mediante la cual se producen
nuevas células y pueden también
evitar el envejecimiento celular.
El
etileno estimula la maduración principalmente
de frutos, el ácido abscísico
inhibe la acción de las auxinas, giberelinas
y citocininas operando como sistema de defensa
natural contra efectos de estrés fisiológicos.
Las más usadas en cultivos de células
vegetales son las auxinas y citocininas. De
las auxinas, el ácido 2,4 diclorofenoxiacético
(2,4 D) es la más usada para la inducción
y mantenimiento de tejido calloso debido a
que suprime severamente la organogénesis.
De las citocininas, la más activa es
la 2 indolaminopurina (2iP); sin embargo,
las más utilizadas en cultivo de células
vegetales son la bencilaminopurina (BAP) y
la cinetina (Cin), una citocinina sintética
afectada por la luz en el rango de longitud
de onda de 300 800nm (Aitchison et al 1977,
Street 1969 y 1977, Crozier et al 2000).
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