El poder de eros de Juliana González (Fragmento) … Es decir, la ética comprendida al mismo tiempo como teoría y como praxis, como la disciplina y su objeto. Entre ambos órdenes hay diferencias, pero ellos se encuentra a la vez íntimamente comunicados. Y uno y otro, por lo demás, suelen abarcarse en lo que comúnmente se entiende por “ética”: tanto el “mundo” ético o moral como la “reflexión filosófica” acerca de éste. Lo cual lleva también a la necesidad de esclarecer la relación entre “ética” y “moral”. En un sentido muy general, estos dos términos son intercambiables y se usan de hecho como sinónimos. Sin embargo, la filosofía se ha empeñado en distinguirlos. Así, en ocasiones, 1) cuando se relacionan ética con ethos y moral con mos moris se concede a la ética una mayor generalidad, mientras que la moral quedaría circunscrita al significado de hábito o costumbre (de los pueblos y los individuos). Otras veces, en cambio, 2) “moral” se referiría al aspecto puramente abstracto, ideal, escasamente realizado de las normas y de los valores, en contraste con “ética” que estaría más cercana a la realización moral. Pero la distinción más frecuente es 3) la que se establecer precisamente entre el orden de la ética como filosofía moral, regida por fines eminentemente teóricos., cognoscitivos, y no valorativos, que se centra en la búsqueda de la verdad de la moralidad en general y de toda moral posible, en contraste con el orden de las morales concretas, en sus aspectos normativos y “prescriptivos”; lo cuales han de ser reconocidos, asimismo, como fenómeno múltiple y diverso: siempre como las morales y no como la moral o una moral. Pero no puede soslayarse que, aun considerada como filosofía moral, en su significación teórica y cognoscitiva, la ética no es del todo axiológicamente indiferente. Los sistemas éticos suelen establecer principios y fundamentos de la moralidad en general, de los que derivan criterios universales de valoración y pautas racionales de aquello que los filósofos griegos llamaron la “vida buena”. En este sentido, se diluyen los límites entre lo propiamente teórico y lo la praxis moral, de modo que la ética se revela como literal “ciencia práctica”, como ciertamente la definió Aristóteles.
Juliana
González. El poder de eros. Fundamentos y valores de ética
y bioética. Edit. Paidós. 2001.. p. 57-59. |