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Podría hacer una reflexión final para nuestros lectores Me gustaría dejar claro que no hay una “naturaleza del
amor” que deba ser respetada, nada hay que no esté condicionado por la
relatividad, lo que llamamos “amor” está atravesado por las contingencias
del lenguaje y sus símbolos. A partir de esto podemos desprender algunos
corolarios, por ejemplo que el amor posee su fabulación histórica, y que
dicha fabulación vive en nuestra piel nostálgica por una otredad que suele
adornarse, cristalizarse, con mil y un virtudes. Es la mano del imaginario
colectivamente aceptado la que nos encamina en la búsqueda del grial amoroso,
y no hablo del patético “príncipe azul”, o de supuesto “amor de mi vida”,
sino de algo más elemental, de la pretensión de inmutabilidad de los afectos,
de imperturbabilidad de la alegría. Me parece que debemos desdibujar nuestros
prejuicios respecto al amor, no sólo por llana salud mental, sino para
conducir de mejor forma nuestras experiencias amorosas en el campo magnético
de los símbolos.
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