De
igual manera y aunado al surgimiento del término, se encuentra
su contexto histórico, así como una problemática
específica alusiva al conocimiento de este proceso, a la
cual se pretende dar respuesta. En este sentido, es necesario
revisar algunas de las interrogantes que se desprenden sobre el
tema y tratando de encontrar una explicación, existen aportaciones
relevantes que nos permiten entender la manera en que se ha desarrollado
el estudio de la creatividad. De esta manera, revisaremos de forma
muy sintética, algunos antecedentes del concepto, los cuales
han marcado en alguna medida su estudio y evolución.
Revisando
los antecedentes más remotos de los principales teóricos
que investigaron este concepto, encontramos a Wallace en 1926-1930,
quien abordó la creatividad aplicada a las actividades
comerciales, y estableció cuatro fases del proceso cognitivo
que le involucra, siendo estos: preparación, incubación,
iluminación y verificación. Paralelamente, demostró
en uno de sus estudios, que las vendedoras de una empresa clasificadas
en el tercio superior de las ventas, obtuvieron una calificación
alta en las pruebas de habilidad creadora de la mente, que aquellas
que no se consideraban buenas vendedoras. Patrick (1935, 1937,
1938 y 1941). Demostró que los pasos propuestos por Wallace,
no requieren de un orden específico, es decir, pueden surgir
en diferente secuencia.
Otro
pionero considerado como uno de los principales exponentes del
tema es Guilford, quien a mediados del siglo XX propone el término
de creatividad y postula que ésta y la inteligencia no
son lo mismo, señalando que ambas son habilidades homólogas
pero diferentes. Para este teórico la 'creatividad', es
entendida como una forma distinta de inteligencia, así,
Guilford la denomina: 'pensamiento divergente' en contraposición
al 'pensamiento convergente', que tradicionalmente se media en
las pruebas (test) más comunes de inteligencia Espíndola
(1996). Marcó la distinción entre el pensamiento
convergente y divergente. Desde ese momento, la creatividad se
ha considerado como un elemento esencial en cualquier estudio
formal referido al intelecto humano.
Lownfield, se centró en investigaciones que implican actividades
pictórico-plásticas, para lo cual retomó
las categorías de Guilford y propone cuatro tipos de factores:
1) sensibilidad para los problemas, 2) variabilidad, 3) movilidad
y 4) originalidad, así como cuatro capacidades personales:
1) redefinición de los problemas, 2) análisis, 3)
síntesis y 4) coherencia de la organización. Menciona
que los niños creativos son más adaptables, asimismo,
cambian constantemente los materiales con los que realizan una
tarea.
Flanagan
en 1958, utilizaba los términos de genialidad o inventiva
para señalar la forma superior del pensamiento de tipo
creativo.