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El
sujeto que tenía en su horizonte un
funeral desplegado en el tiempo y compartido
por la comunidad -en su época los
vecinos tenían un lugar quizás
más importante que los familiares
en ese rito, claro si se trataba de amigos
del fallecido- ese sujeto veía como
los días de guardar se reducían
a una cuantas horas, incluso en un descuido
debió discutir con los empleados de
la funeraria que se disponían a cerrar
la caja sin siquiera dar aviso a los familiares
y amigos de la fallecida. La cuestión
se tornaba semejante al trato de los medios
de comunicación de la muerte: Es necesario "pasar
ya a otra cosa", se intenta borrar o obturar
en tiempo lógico de la tristeza mediante
la "obligación de aceptar" la lógica
del tiempo sin memoria, sin congoja, sin
dolor, sin homenaje a los antepasados queridos.
El
lector tomará nota de que en la actualidad,
el cine de los EEUU insiste en la producción
de filmes sobre el retorno de los muertos,
hecho donde se subraya que en ese lazo cultural,
y quizás, en el resto de Occidente
al no dejar descansar a sus muertos, por
la vía del cine, un arte, se hace
un lugar a la solicitud de los fallecidos: "Ya
déjennos descansar en paz", "¿por
qué nos condenan al estado de almas
en pena?" 8.
Las
sorpresas actuales no terminaban aún
para el sobreviviente, Alberto en la ocasión
acompañó al cuerpo de su madre
al cementerio, y allí vivió una
tensión suprema; su madre de origen
judío fue cremada y luego sus cenizas
recolectadas en una urna, ya no son los tiempos
ni hay lugar para las tumbas ni para la lápida 9,
tampoco hay tiempo para indicar esa atroz
coincidencia, de someter el cuerpo de una
muerta, de origen judío, al fuego
de un horno crematorio.
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