cabeza

Revista Digital Universitaria
10 de marzo de 2007 Vol.8, No.3 ISSN: 1607 - 6079
Publicación mensual

 
     

RDU

 
 
 

Toma 2: Una apología a Joan Jett, diva de ReBelDes y Moderattos

El siglo XXI es una época difícil para quienes odiamos el pop, pues esta década le pertenece. Se produce lo que ya se había anunciado múltiples veces desde la retrovanguardia, desde 1996. La década de los 2000 estaría marcada por el retro a los ochenta del siglo XX. Ninguna más mala noticia que eso, los ochenta tienen dos calificativos: son lo chochenta o bien son lo horribles ochenta.

No sabía cómo sería el retro, pero lo presentía: ubicaba a Madonna, aquella de “Borderline”, a Michael Jackson y el mal gusto para vestir. Sería por allá del 2002 cuando MTV lanzó a The Strokes y al indie como el género musical propio de los 2000. Los Strokes tocaban como aquellos de la ola inglesa de principios de los setenta. Se vestían como el Billy Joel de "Glass Houses" o el Survivor de “Eye of Tiger”. Con el tiempo me aclararía que en realidad había un video paradigma de la moda pop de los ochenta: “I love Rock and Roll” de Joan Jett y los Blackhearts.

Joan Jett era una muchachita que mucho recordará a la Aphril Lavigne de esta década. Fue una escuincla que tuvo como mercadotecnia, la imagen de una salvaje rocker, enfundada con ropa de piel negro y cinturones de estoperol y el cabello grafilado. Tenía un maquillaje que recordaba mucho al glam de David Bowie. Esa fue Joan Jett que sería recordada por cantar el ahora himno rocker “I love rock and roll”, mérito aparte, pues la Aphril Lavigne ni a eso ha llegado.

La imagen glam de esta mujer sería retomado por los modistas de la década de los 2000, a tal punto que ya puedo hablar de “I love Rock and Roll” como paradigma y pieza digna de museo, sin la cual no es posible hablar de la moda de la apertura del tercer milenio. Mucho le debe Joan Jett al glam y también al punk por aquello de la ropa ceñida y los estoperoles. Joan Jett fue proyectada para hacer del rock un producto pop que fuera de fácil digestión mental, pegajoso, que significara ganancia inmediata al colocarse en el gusto de un público general, sin que importara lo efímero que pudiera ser tal producto. El objetivo fue cumplido.

Se me puede refutar que ya antes habían existido grupos que eran rockeros y que habían tenido las ventas de un grupo pop, o bien que eran de un rock tan amable (tocaban música rock con letras propias del discurso pop) que se podrían considerar como “Rock pop”. Un ejemplo, los Beatles, pero los Beatles acabaron con letras propias del discurso rockero (gracias a Yoko Ono ¡alabada seas por civilizar a un grupo de fresas pachecos!) además que sí importaba lo efímeros que podrían ser y su separación no agradó mucho a los mercaderes del mundo de la música.

Se me pondrán más ejemplos, como las divas del sello Mowtown Records, incluso se me podrá decir que el objetivo de casi todo grupo rocker es vender su imagen y música. Que todo rockero es en el fondo un artista pop. Objetaría que hay diferencia entre promocionarse con el discurso rockero y hacerlo con discurso pop. Las estrategias discursivas, el manejo de la imagen y las letras de las canciones son muy distintas, aunque el fin sea el mismo. Pero no es el punto que me interesa ahondar.

Joan Jett es para mí, la persona con la cual el rock fue convertido en un producto pop, la imagen subersiva del rockero fue ofrecida como el mainstream, estaba de moda ser subversivo, es más era bien visto y de buen gusto. Lo subversivo quedaba entonces en la apariencia, se vendía la etiqueta del rebelde, el rebelde estaba al alcance de todos sin necesidad de sufrir el precio de la subversión que les había costado a aquellos que sí se habían atrevido a serlo tiempo atrás.

El primer aviso fue con el punk. El punk era un movimiento social inglés donde los jóvenes cuestionaban las políticas sociales de su país y se rebelaron ante la falta de oportunidades de empleo y la glamurosa etiqueta en le comportamiento y el vestir de un pueblo que era la meca del orgullo victoriano.

Pronto las letras punk fueron objeto de consumo popular, en particular una que se burlaba de la aristocracia de cartón inglesa y del mismísimo himno nacional de Inglaterra. Tal canción aparecería como número uno en los charts ingleses con la peculiaridad de que la casilla donde debería estar inserto el nombre de la pieza, aparecía en blanco. Nunca se atrevieron a poner “God save the Queen”, canción número uno en los charts ingleses.

 
   
 

D.R. © Coordinación de Publicaciones Digitales
Dirección General de Servicios de Cómputo Académico-UNAM
Ciudad Universitaria, México D.F.
Se autoriza la reproducción total o parcial de los artículos aquí presentados,
siempre y cuando se cite la fuente completa y su dirección electrónica.