La
transformación de los edificios para la salud es inminente y se
está dando.¿Qué hacer?
Más
allá de los problemas de salud de la población mexicana
y la insatisfacción por los servicios médicos ofrecidos
en los establecimientos públicos y privados, el hecho se agrava
por la subutilización del patrimonio inmobiliario, así como
su lamentable estado físico y las acciones improvisadas de remodelación
y ampliación.
En este sentido, el Estado debería afrontar su responsabilidad…
No olvidemos que las sociedades demuestran su avance a través de
su sensibilidad para proteger los colectivos con más dificultades.
Para
conformar una red física, cooperativa y solidaria, particularmente
en lo inmobiliario, es impostergable la coordinación del sector,
incluida la medicina privada, optimizando el uso de los recursos físicos
del país en beneficio de todos.
Al lado de otras disciplinas, la intervención del arquitecto es
imprescindible. En su quehacer es el profesional que elabora los estudios
y plantea las propuestas para orientar integral y adecuadamente la transformación
arquitectónica de un edificio, o bien, su reconfiguración.
Así se evita la deformación de un inmueble y el derroche
de los escasos recursos en acciones innecesarias o no prioritarias.
El
trabajo del arquitecto proporciona sólidamente los elementos técnicos
para la toma de decisiones, como una inmejorable manera de obtener resultados
de calidad, es decir, para que las unidades médicas realmente acompañen
a la gente en el cuidado de su salud: bien edificados, dignos de ser habitados
por su funcionalidad, confortables, agradables y seguros. Del arquitecto,
entonces, hay que hacer valer su trabajo profesional como serio, creativo,
crítico, honesto y comprometido con los sectores vulnerables de
la sociedad, que conforman una mayoría.
El
dilema entonces, es: la deformación o la transformación
con la intervención profesional y autónoma del arquitecto.
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