En
1963, Torrance (citado en Beaudot, 1980), se aboca al análisis
del comportamiento social de los niños considerados
como creativos. Este estudio fue realizado con 25 estudiantes
participantes con edades de entre 7 y 11 años, conformado
en cinco grupos colocando en cada uno de los grupos a un
participante considerado como más creativo en comparación
a los demás del equipo: les fue aplicada una prueba
de usos diferentes para varios juguetes. El tiempo asignado
para esta prueba fue de 25 minutos. Como resultado se obtuvo
que en la mayoría de los grupos el niño considerado
como más creativo, se aportó ideas notables
a pesar de la presión social ejercida contra él
por el resto del grupo, utilizando inclusive técnicas
de réplica para contrarrestar la oposición
de sus compañeros.
Otro teórico estudioso del tema es Yamamoto 1963,
(citado en Beaudot op. cit.), investigó la variable
creatividad con relación a la redacción de
textos originales, en 20 alumnos de once años y 20
de doce, a quienes les fue aplicada una batería de
pruebas sobre pensamiento creativo. La batería utilizada
consistió en las pruebas mencionadas en el estudio
realizado por Torrance. Posteriormente se les solicitó
que escribieran historias fantásticas sobre un personaje
con características poco habituales. Los criterios
para evaluar estas historias eran: pintoresco, vigoroso,
picante, implicación personal, solución o
desenlaces originales, elementos de sorpresa, originalidad
de la situación o de la intriga, humor, invención
de palabras o de nombres, astucia de estilo o de contenido.
Los coeficientes de correlación (Bravis-Pearson)
encontrados entre los grupos estudiados fueron de 0.49 y
0.51, lo cual indica una relación moderada entre
las variables estudiadas y, por lo tanto, la creatividad
tiene que ver de alguna manera en la redacción de
textos originales.
MacDonald y Rath, por su parte, se abocaron al trabajo escolar;
utilizaron tres componentes de la creatividad, basándose
en la batería de pruebas de pensamiento creativo
de Torrance (conformado por material verbal y no verbal),
asignándoles tres tareas escolares a los participantes.
Se trabajó con 72 niños de edades entre 9
y 12 años. Se demostró que los creativos eran
más productivos en las tareas que implicaban frustración,
a diferencia de los menos creativos.