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La
propuesta de Whitehead sobre la misión
de las universidades, a principios del siglo
XX, no podía prever los múltiples
cuestionamientos por los que ahora pasan las
instituciones de educación superior.
Sin embargo, su postura es digna de consideración
tomando en cuenta diversas reflexiones que en
nuestro momento reafirman una misión
educativa más allá de las expectativas
de las “leyes del mercado”.
El
Dr. Ramón de la Fuente, rector de la
UNAM (2002-2006), considera que el asunto de
las universidades hoy en día está
relacionada con dos fenómenos que la
condicionan: la globalización y la revolución
tecnológica (las nuevas tecnologías
de la información) Ante estos hechos,
es relevante considerar la misión de
las universidades y el papel del docente en
ellas. El rector afirma:
...las universidades deben preservar, esencialmente,
sus valores, los principios éticos que
norman su vida y definen su misión: la
búsqueda de la verdad, el respeto a la
diferencia, las formas de aproximarse al conocimiento,
etc.,...Educar es mucho más que proporcionar
información y transmitir contenidos epistemológicos.
Educar es formar personalidades, constituir
a los sujetos éticos que habrán
de asimilar y hacer suyo todo un orden cultural
y moral en el cual las universidades mantengan
pertinencia y sentido...Al mismo tiempo hay
que revalorar la función del docente.
Plantearse sin titubeos cómo debe entenderse
el trabajo de enseñar, formar y educar,
de cara a la globalización, a la sociedad
del conocimiento. (De la Fuente, 2001, p.3.)
Para
nuestro filósofo, las universidades se
justifican en tanto mantienen el vínculo
entre el conocimiento y el gusto por vivir,
mediante la unión del “joven”
y el “viejo” en la defensa del saber
imaginativo.
La
universidad imparte información pero
debe hacerlo con imaginación, con libertad,
que es una manera de iluminar los hechos, de
extraer los principios generales aplicados a
los sucesos tal como existen, realizando luego
un examen intelectual de las posibles alternativas
consecuentes con esos principios.
Es
en la Universidad, afirma Whitehead, donde el
estudiante debe expresar sus máximas
capacidades, si bien a lo largo de su proceso
educativo, en diferentes niveles, el alumno
puede permanecer “inclinado en su escritorio,
en la Universidad debe ponerse de pie y mirar
alrededor”.
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