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Otro
filósofo como Jean Paul Sartre cuestionan
la actitud de los docentes en las Universidad,
el poder que tienen de hacer exámenes,
de acuerdo a sus manías, y de “recitar”
de manera exclusiva durante su ejercicio docente
la tesis presentada para obtener su licenciatura
o grado, estas actitudes propician poco espacio
para dar vida a una actividad universitaria
que permita la comunicación con colegas
y alumnos (Cf. Hernández, (2000) “Whitehead
y Sastre: pautas para una educación filosófica
en el bachillerato.”)
Quiero
dar por terminado este artículo precisando
el ideal de la Universidad que defiende nuestro
filósofo, respaldarla con dos apreciaciones
contemporáneas y concluir con una reflexión
personal.
El ideal de la Universidad no es tanto el
conocimiento como el poder. Su función
es convertir el conocimiento del muchacho
en el poder del hombre. (Whitehead.1957. p.
46.)
“La
función esencial de la Universidad
es enseñar a pensar…La Universidad
es una institución formadora de mentalidades.
Ésta, y no otra, es su misión”
Jacques Marcovich, (2001) Rector de la Universidad
de Sao Paulo.
“Aunque
las Universidades han cambiado y ahora su
misión es en parte nueva, no lo han
hecho hasta tornarse irreconocibles...Las
universidades contemporáneas en lugar
de recluirse en su torre de marfil, deben
lograr metas directamente vinculadas con el
conocimiento útil, cotidiano e inmediato.
Aunque aún puedan dedicarse a la especulación,
ésta no es más su justificación
social.” Augusto Argandeña. (2001)
Rector de la Universidad de Cochabamba, Bolivia.
En este artículo nos propusimos (esperando
haberlo logrado) acercar a todo aquel interesado
en la educación a una reflexión
filosófica sobre esta actividad, desde
la perspectiva de un filósofo del siglo
XX, cuyos ideales siguen siendo apreciados y
profundizados, aunque no se reconozca en ellos
la temática de moda.
Si bien una constante en nuestros días
consiste en privilegiar la investigación
educativa desde perspectivas epistemológicas
y psicológicas nuestra intención
es reafirmar la reflexión filosófica,
porque no podemos eludir la respuesta a las
preocupaciones más esenciales que vivimos
en la práctica educativa: cuál
es el objetivo de educar, cómo podemos
vincular la libertad y la disciplina en el proceso
educativo, cuál es la misión de
la educación superior, de qué
manera contribuimos a lograr esa finalidad.
Mi
invitación sigue siendo conocer, cuestionar,
apreciar, analizar propuestas que nos permitan
comprender el valor de educar, reafirmar, como
dice Whitehead, que el arte de la vida consiste
en estar vivos, vivos de manera satisfactoria
y en incrementar esta satisfacción, poner
a su consideración la viabilidad de un
ideal filosófico que considera la educación
una guía que posibilite el arte de vivir.
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