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Introducción Los antecedentes La creación del Observatorio Astronómico Nacional de México no fue un acto aislado, sino que obedeció a distintas causas y necesidades que tuvo el país desde que comenzó su vida independiente. El interés de la clase culta mexicana por la astronomía se manifestó tan pronto la nación se independizó. En 1822, Simón Tadeo al escribir sobre las instituciones que debería tener el país, indicó que era necesario un observatorio astronómico y sugirió instalarlo en lo alto del Bosque de Chapultepec. El Iris, periódico publicado durante 1826 por Linati, Galli y Heredia, fue un de los primeros en su tipo en el México independiente. En el número 16, correspondiente al miércoles 10 de mayo, los editores incluyeron un extenso artículo sobre astronomía, donde además de tratar aspectos del desarrollo histórico de esta disciplina, hablaron de los descubrimientos astronómicos hechos a principios de aquel siglo. Pocos años después volvemos a ver aquel interés, pero ahora en los artículos que Melchor Ocampo escribió y publicó en el Museo Mexicano y el Siglo XIX, sobre dos cometas que observó en 1843 y en 1845. De aquellos años son los primeros intentos oficiales serios para crear observatorios astronómicos en México. En 1842, el general Pedro García Conde, quien era director del Colegio Militar, mandó modificar el Torreón de El Caballero Alto del Castillo de Chapultepec, para instalar en ese sitio un telescopio, que los cadetes usarían para realizar observaciones astronómicas destinadas a complementar sus conocimientos cartográficos. Por tal motivo, se compraron tres instrumentos de buena calidad en Europa, que fueron un anteojo meridiano, un péndulo astronómico y un telescopio refractor con montura ecuatorial. El ingeniero militar Francisco Jiménez, destacado astrónomo mexicano de ese tiempo, que fue profesor de ese instituto castrense, se expresó así sobre uno de aquellos aparatos: ...el anteojo de tránsitos, no tenía rival entonces, por su tamaño y su poder amplificador, con muchos de los de igual clase de los observatorios europeos... Ese telescopio lo construyó Ertel und Sohn de Munich, Alemania en 1842 y en su época fue de los mayores del mundo, pues su sistema óptico principal tenía un lente de 15 cm de diámetro y una distancia focal de 2 m 58 cm. El costo de aquel magnífico telescopio fue de 530 libras esterlinas. Por desgracia, la guerra entre México y los Estados Unidos impidió que aquellos excelentes instrumentos pudieran aprovecharse como se esperaba, ya que cuando el Castillo fue tomado por los invasores, la actividad docente del Colegio quedó suspendida por muchos años y esos telescopios se oxidaron y fueron arrumbados. Un hecho histórico que todavía duele en la conciencia nacional, es la pérdida de gran parte de nuestro territorio, sufrida por la derrota que las fuerzas estadounidenses infringieron al ejército mexicano en 1847. Para reestablecer la paz, México aceptó el Tratado de Guadalupe Hidalgo, que estableció el trazo de la nueva frontera entre los dos países. Lo que prácticamente nadie sabe ahora, es que aquella línea divisoria se trazó con técnicas basadas en observaciones astronómicas, por lo que la Comisión Mexicana de Límites encargada de realizar el trabajo de campo, incluyó entre sus miembros a varios ingenieros con sólidos conocimientos astronómicos. La Comisión la presidió el ya mencionado García Conde. Como segundo se nombró a José Salazar Ilarregui, ingeniero egresado del Colegio de Minería. El responsable de la sección astronómica fue el ingeniero Francisco Jiménez. Los dos últimos tenían gran experiencia en trabajos geodésicos y cartográficos apoyados en observaciones astronómicas. Por varios años y en condiciones muy desfavorables, recorrieron el norte del país para realizar su trabajo, por lo que movilizaron a lomo de mula sus pesados pero delicados telescopios, con los que efectuaron cientos de observaciones de posiciones de estrellas brillantes, que les permitieron fijar con precisión los puntos notables de la nueva frontera. Sus conocimientos astronómicos los situaron a la par de los estadounidenses, lo que les permitió defender la integridad territorial de la nación, que en esos tiempos estuvo constantemente en peligro. Sin duda realizaron un aporte fundamental para México, que desgraciadamente las actuales generaciones han olvidado. Luego de aquellos sucesos, el país trató de regresar a la normalidad y durante el primer gobierno de Benito Juárez, volvió a plantearse la necesidad de contar con un observatorio astronómico. En 1863 el ingeniero Francisco Díaz Covarrubias recibió órdenes de construirlo en el Castillo de Chapultepec. Para ello reunió los telescopios y otros aparatos dispersos en diferentes dependencias gubernamentales, entre los que se incluyó el anteojo de pasos antes referido. Cuando estaba en el proceso de instalarlos, tuvo que detener el trabajo, pues como formaba parte del grupo de liberales, se vio obligado a exiliarse debido a la Guerra de Intervención impuesta por los franceses, lo que evitó que ese observatorio pudiera consolidarse.
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