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¿Deberíamos olvidar a Paz?
De acuerdo con el guión de la entrevista,
(porque soy y me considero una amateur en esta materia y debo auxiliarme
con un cuestionario) hay una pregunta que debo hacer, a pesar de
estoy un poco temerosa, ante la defensa de Paz por parte de mi entrevistado.
Sin embargo, opto por preguntar a Jorge, ¿Qué es lo que hay que
olvidar de Octavio Paz? Y obtengo una respuesta:
Yo espero que nada. Yo creo que es de los escritores que además fueron
una figura pública, que merecen que no se nos olvide nada, ni de lo
bueno ni de lo malo. Sería absolutamente injusto solamente deificarlo
por haber ganado el premio Nobel, sería mentira olvidar que fue crítico,
que tuvo errores, enconos, no hay que olvidarlo. Yo creo que, a lo
mejor, con otro tipo de personas, pues sí cabe decir “yo quiero olvidar
esto”, “vamos a olvidarnos de que hizo tal cosa, escribió tal cosa”,
en el caso de Octavio, no. Yo creo que es suficientemente sólido y
grande como escritor, como poeta, como pensador, como figura pública,
como para someterlo al constante pensamiento de que nada en él debe
ser olvidado, ni su biografía, sus obras, su labor como empresario
cultural, sus cartas; las correspondencias que tuvo con distintos
intelectuales (acaba de salir apenas la correspondencia con Tomás
Segovia, que maravilla, la preocupación por escribir una carta y escribirla
bien y mantener una conversación a miles de kilómetros de distancia
sobre cosas inteligentes), sería una pena que olvidáramos eso, que
hubo una época que se escribía a mano, que no había Internet, que
era un lío mandar un telex, no había fax, ni DHL, ni cajeros automáticos,
sería una pena que olvidáramos lo que significaba para un joven recién
casado ir a la guerra civil española y estar en Ciudad Universitaria,
donde yo tomé clases, era trinchera, se oían bombas y las voces de
los franquistas, sería una pena que olvidaran lo qué significó para
él el 68 y renunciar a la embajada de la India, su salida de Excelsior;
que también era irascible cuando se sentía irascible, pero la ira
la ponía al servicio de los párrafos y publicaba en la prensa discusiones,
críticas, pero muy por encima de lo que ahora nos tienen acostumbrados
tantos mediocres. Yo creo, sinceramente, que Octavio Paz es de los
mexicanos que debemos someter a la memoria constante, es decir, que
no merecen que olvidemos nada de su vida ni de su obra.
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