![]() |
![]() |
|||||||||||||||||||||||||||||
|
||||||||||||||||||||||||||||||
|
Las raíces de dos lenguas
Es pertinente señalar que antes de la caída del Imperio Romano y las diversas invasiones germánicas en las Islas Británicas y en la Península Ibérica, el contacto entre grupos tribales germanos y hablantes del latín ya había conducido a la influencia mutua, lo que resultó en préstamos del latín en los dialectos germánicos y viceversa. Un ejemplo sería la palabra ‘guerra’, que viene de la antigua palabra germánica werra. Así podemos ver que el préstamo lingüístico es un concepto muy viejo, más viejo que las lenguas que conocemos hoy en día; tomamos palabras de otras lenguas, las adoptamos, y con el paso del tiempo la mayoría de ellas resulta prácticamente indistinguible del léxico ‘nativo’. El inglés y el español surgen de raíces celtas-latinas-germánicas teóricamente similares, pero las invasiones del siglo VIII determinarían distintas líneas de desarrollo lingüístico. El período visigodo de los siglos V a VII en la península ibérica coincide con las invasiones por parte de los anglos, sajones y jutes en Gran Bretaña en el siglo V y de las colonias escandinavas que empezaron con los ataques de los vikingos en 787. La influencia escandinava sobre la lengua de Inglaterra continuó hasta 1066 cuando llegó la última invasión de escandinavos, pero ahora de escandinavos reubicados y radicados en Francia: los normandos (norman significa north man, esto es, ‘hombre del norte’). Ellos hablaban una variedad local de la lengua romance que se había desarrollado ahí, el francés normando. La influencia germánica sobre lo que sería el español, los dialectos de hispano-romance, había terminado con la llegada en 711 de invasores del norte de África. El resultado lingüístico de todas estas invasiones y migraciones fue, por un lado, una variedad local del latín, el hispano-romance, con influencia celtibérica mínima y un poco de germánica, que después se vería afectada significativamente por el árabe; por el otro, varios dialectos germánicos con escasa influencia de vocabulario celta y latín, influenciados por un dialecto antiguo nórdico, con posteriores influjos diversos, empezando por el francés normando. La introducción del árabe como lengua El francés ha ejercido gran influencia sobre ambas lenguas. Se estima que se incorporaron unas 10,000 palabras francesas al vocabulario de la lengua inglesa entre la conquista normanda y el renacimiento (Crystal, 1995: 46), principalmente debido a su estatus como lengua impuesta en Inglaterra. El dominio cultural de Francia en ciertos momentos históricos, como la influencia de las novelas caballerescas en la Europa medieval, condujo a la adopción de préstamos adicionales. En el siglo XI, el influjo de vocablos franceses, provenzales y catalanes en el vocabulario castellano era considerable debido a la importancia cultural de los peregrinajes por el llamado camino francés. El francés sirvió además de intermediario para la adopción de palabras celtas, que pasaron al español de forma indirecta, tal es el caso de ‘droga’ y ‘galleta’ (Obediente Sosa, 2000: 17). Incluso la palabra ‘español’ viene del vocablo provenzal espaignol. La tendencia siguió hasta el siglo XIX con la incorporación de léxico como avalancha, detalle, explotar, financiero, moda (Obediente Sosa, 2000: 337). Hasta la fecha estos préstamos franceses, o galicismos, no han dejado de incorporarse a la lengua española (ni a la inglesa), y a lo largo de los siglos se han adoptado muchos que han llegado a ser totalmente integrados, al punto de ser indistinguibles de palabras españolas, como ‘peluche’. Los traductores han jugado parte importante en el
desarrollo de los idiomas. En la escuela de Toledo se llevaron a cabo
traducciones de conocimientos extranjeros diversos, de obras filosóficas,
literarias y científicas del mundo griego y del árabe. En la primera
etapa, en el siglo XII, equipos de traductores traducían del griego
y árabe al latín. A menudo esto se llevaba a cabo en tándem, con la
participación de un traductor judío quien proporcionaba una versión
oral en el castellano popular del texto original árabe, y luego, su
compañero cristiano traduciría esta versión al latín (Foz, 2000: 86).
Más delante, Alfonso XIII promovió la traducción al castellano, ‘con
el objetivo declarado de hacer valer la legitimidad y la pertinencia
de la lengua vulgar’
|
|
||||||||||||||||||||||||||||
D.R. © Coordinación de Publicaciones Digitales Dirección General de Servicios de Cómputo Académico-UNAM Ciudad Universitaria, México D.F. Se autoriza la reproducción total o parcial de los artículos aquí presentados, siempre y cuando se cite la fuente completa y su dirección electrónica |
||||||||||||||||||||||||||||||