La investigación educativa y sus actuales paradigmas
Si bien el profesional de la educación tiene la posibilidad de acercarse a la realidad educativa desde diferentes perspectivas así como de utilizar diversos modelos de investigación, recogiendo información a través de una gran variedad de técnicas, este proceder obedece a las diferentes concepciones y modos de interpretar la realidad social que existen y que se basan en las diversas respuestas que pueden surgir a las interrogantes planteadas desde las dimensiones ontológica y epistemológica, y desde luego, a partir de las distintas concepciones de la naturaleza humana.
Por lo general, la dimensión ontológica se refiere a la naturaleza de los fenómenos sociales y a su grado de estructuración. Plantea la controversia de si la realidad social es algo externo a las personas o de si ésta se impone desde un punto de vista particular. La dimensión epistemológica, por su parte, plantea la forma en que se adquiere el conocimiento. A partir de ello, el investigador ha de contemplar la posibilidad de que el conocimiento sea tan complejo y objetivo, que tenga que adoptar la perspectiva de un observador externo, así como métodos propios de las ciencias naturales. O bien, puede considerar que el conocimiento es subjetivo, personal o único, lo que podría requerir un compromiso y una experiencia compartida con las personas implicadas, y por tanto, una menor atención a los métodos físico-naturales.
En cuanto a las concepciones sobre la naturaleza humana en particular, en lo que se refiere a la relación entre los seres humanos y su entorno, el investigador puede considerar que las personas tienden a reaccionar con cierta pasividad respecto a su entorno, es decir, con una respuesta mecánica, o por el contrario, que tienen suficiente capacidad y autonomía para tornar sus propias decisiones e iniciar acciones a partir de su determinación o de su voluntad.
Ahora bien, la responsable de abordar la gran gama de problemas que plantea la investigación educativa en relación con los métodos a emplear es la dimensión metodológica. En ésta, las diversas metodologías que se utilizan proporcionan el marco de referencia así como la justificación lógica para inspeccionar los principios y procedimientos empleados para formular los problemas de investigación, dándose respuestas a los mismos y evaluándose su capacidad y profundidad; las decisiones que se tornan en el ámbito social respecto a cada una de las dimensiones, por otro lado, dependen en gran medida de cómo se concibe la realidad social.
Así, los paradigmas o también llamados modelos, tienden a guiar las acciones de las personas. Cabe aclarar que, si bien el concepto de paradigma admite una multiplicidad de significados, es posible entenderlo como un conjunto de creencias y actitudes, como una visión del mundo que es compartida por muchos, y que implica un determinado camino a seguir. En el ámbito de las ciencias sociales, los paradigmas más usuales son el positivista, el constructivista y el socio crítico.
Abundando solo un poco, el paradigma positivista se apoya en una filosofía realista, defensora de que el mundo se puede captar tal como es, manteniendo la idea de que el conocimiento de la realidad sólo es posible a través del método científico. El paradigma constructivista, por su parte, pretende sustituir las nociones científicas de explicación, predicción y control del paradigma positivista, por las nociones de comprensión, significado y acción, por lo que se constituye como una alternativa a la visión de la perspectiva positivista, que exalta la interpretación y comprensión de los fenómenos educativos, centrándose básicamente en las intenciones, motivos y razones de los sujetos implicados. El paradigma sociocrítico, tiene como finalidad, apoyándose de la filosofía crítica de la Escuela de Frankfurt, la transformación de la estructura de las relaciones sociales y el dar respuesta a determinados problemas generados por éstas. Algunos de sus principios son conocer y comprender la realidad como praxis; unir teoría y práctica, conocimiento, acción y valores; orientar el conocimiento hacia la emancipación y liberación del hombre; e implicar al docente a partir de la autorreflexión.
Finalmente, la función de la investigación educativa no radica en sólo identificar y resolver problemas, sino más bien, en dar a la sociedad estrategias que le permitan ir avanzando y mejorando cada vez más en los diversos ámbitos educativos, distinguiendo y jerarquizando a los implicados, pero siempre… con miras al aseguramiento del éxito académico.
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